Documentos desclasificados implican al PSOE en las peores matanzas de la Guerra Civil española

La II República se puso a las órdenes del criminal Rosemberg, enviado de Stalin
“Cazar curas y monjas se convirtió en una forma de participar en la construcción social de la retaguardia republicana”, afirma el historiador Antonio Manuel jovenlandesal.
Javier Paredes 10/03/19 08:00
Stalin

Stalin
De tanto tensar a la sociedad manipulándola, se ha roto la cuerda del respeto a Pedro Sánchez y a sus ministros. El Ministerio de Asuntos Exteriores, por aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid, ha enviado una circular a las embajadas y a los consulados comunicándoles que como el Gobierno está conmemorando el octogésimo aniversario de los que se marcharon al exiliodespués de la Guerra Civil, ha creído conveniente elaborar un logo con la bandera republicana, para incluirlo en los pies de firma del correo electrónico de todo el personal diplomático español en el extranjero.
Y al final del comunicado aparece la conexión de José Borrell con Dolores Delgado, la ministra de Justica, pues el escrito concluye ordenando que las unidades que hagan uso del logo republicano lo deben comunicar a una dirección de correo del Ministerio de Justicia. ¡Qué miedo da la amiga de Garzón pasando lista! Sí, ya sé que el Gobierno socialista ha dado marcha atrás en lo del logo republicano… ¡Lástima! Demasiado tarde, porque en el primer movimiento se ha vuelto a ver que la patita es del lobo y no de la progenitora de los cabritillos, por más harina que la disimule.
Pero como el miedo es libre, no ha faltado quien se lo haya echado a la espalda, como el diplomático Fernando Villalonga que, según ha publicado el ABC, ha manifestado: “Yo no pienso enviar ningún correo con la bandera republicana. ¡Viva el Rey! Además, a mi abuelo nos lo entregó mutilado esa República comunista y a tres tíos fusilados… los cuatro en un “paseíllo” (sin juicio). En casa se perdonó y nunca más se habló de ello”.
Los ministros de Pedro Sánchez no saben lo que se hacen. Promocionar la Segunda República Española, en ambientes diplomáticos de Europa y América, es como colgar en el cuello de Drácula una ristra de ajos. Aunque se comprenden las carencias culturales de este equipo ministerial, porque con tantos pisos de su propiedad como tienen que administrar, con tantas Sociedades Limitadas, limitadísimas… como montan para desgravar impuestos y con tantas tesis doctorales y libros que han tenido que escribir, ya no les da la vida para leer y se les ha encanijado la Historia en sus cabezas.
Recientemente, el profesor de Historia Contemporánea de mi Facultad, Antonio Manuel jovenlandesal Roncal, ha publicado un documentado trabajo titulado Estudios sobre asilo diplomático en la Guerra Civil Española, editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá. Son muchos los aspectos importantes que descubre jovenlandesal Roncal, pero me ha llamado la atención el capítulo dedicado al embajador de la Unión Soviética en España, Marcel Israilevich Rosemberg, que llegó a Madrid el 27 de agosto de 1936.
Stalin envió numerosos instructores y supervisores para sembrar el terror en la Zona Roja
Trajo con él un nutrido séquito, con el que se instaló en el lujoso Hotel Palace, donde los soviéticos ocuparon tres pisos. Y le faltó tiempo al Gobierno para poner a su disposición cuarenta policías españoles. Pero como tal número de policías a los socialistas les debió parecer de poca consideración con el enviado de Stalin, añadieron a lo del Gobierno un servicio de vigilancia con milicianos pertenecientes al Sindicato de Artes Blancas de la UGT. Y hasta hubo sus más y sus menos entre los policías y los milicianos, porque en su afán de hacer méritos ante Stalin, los dos grupos querían tener el honor en exclusiva de acompañar al embajador comunista en sus salidas. Y en medio de esta tan servil porfía llegaron a un acuerdo, de modo que detrás del coche del embajador iría otro de la policía y a continuación otro más de los milicianos pertenecientes al sindicato de la UGT dando escolta.
Los Gobiernos presidios por Giral y Largo Caballero, así como Azaña desde la presidencia de la República, se pusieron al servicio del enviado de Stalin, y lo que es peor a sus órdenes, a pesar de que conocían sus intenciones, porque el primer día que estalló la Guerra Civil, desde Moscú se tras*mitió al Partido Comunista de España lo que había que hacer, en términos tan categóricos como estos: “Es necesario crear un tribunal especial para aventureros, terroristas, conspiradores y rebeldes fascistas y aplicarles la pena máxima, incluida la confiscación de bienes”. Es decir, sembrar el terror mediante el asesinato y el robo, en lo que socialistas, comunistas, anarquistas y republicanos del partido de Azaña cumplieron con creces.
De la sumisa actitud adoptada por el Gobierno republicano ante el embajador de Moscú, el profesor jovenlandesal Roncal cuenta en su libro un acontecimiento muy ilustrativo. Los primeros días de noviembre de 1936 el diplomático argentino Edgardo Pérez Quesada, mandó un informe a sus superiores manifestándoles que durante la entrevista que mantenía con el ministro de Estado, el socialista Álvarez del Vayo, el embajador soviético, Rosemberg, irrumpió en el despacho e interrumpió su conversación y, sin quitarse el sombrero ni el abrigo, se dirigió al ministro en una actitud propia de quien ejerce una jefatura y procede con la característica desenvoltura de un patrón. Y el diplomático argentino concluye el informe con estas palabras: “Funcionan en Madrid checas y tribunales constituidos exclusivamente por súbditos rusos. Y en todo se advierte una infiltración absoluta de los soviets en la actuación y desarrollo de los hechos desde el ángulo ministerial de la República”.
“El pegamento” que unió a fuerzas tan dispares para sembrar el terror fue el repruebo a la religión
Sí, ciertamente, como afirma jovenlandesal Roncal, Stalin envió numerosos instructores y supervisores para sembrar el terror en la Zona Roja, lo que no elimina la responsabilidad de Azaña y ni de los gobiernos republicanos, porque en definitiva fueron ellos, españoles, los que decidieron apretar el gatillo para asesinar a otros españoles. Y no puedo estar más de acuerdo con jovenlandesal Roncal cuando afirma que “el pegamento” que unió a fuerzas tan dispares para sembrar el terror fue el repruebo a la religión, pues —en palabras de este historiador— “cazar curas y monjas se convirtió en una forma de participar en la construcción social de la retaguardia republicana”.
Como demuestra este libro, el comportamiento de las autoridades republicanas fue condenado por la totalidad de los diplomáticos que permanecieron en Madrid durante la Guerra Civil. Los diplomáticos fueron testigos directos e imparciales de lo que estaba sucediendo en retaguardia. Los testimonios extraídos de los archivos que ofrece en este libro jovenlandesal Roncal son abrumadores.
Para el Gobierno, el catolicismo no merece ni la libre conciencia, ni el libre ejercicio del culto
Y quiero acabar este artículo tras*cribiendo un párrafo del embajador francés Labbone, bien significativo por representar a la Francia de la IIIª República, cuya identidad anticlerical es innegable. Pero a pesar de este rasgo nada proclive a la Iglesia católica, el embajador francés no pudo menos de tras*cribir los hechos que vio, esos hechos que ahora la izquierda pretende ocultar y tergiversar, mediante la Ley de Memoria Histórica. Esto es lo que decía uno de los párrafos del informe del embajador Labbone:
“La España republicana se dice democrática. Sus aspiraciones, sus preocupaciones políticas esenciales la empujan hacia las naciones democráticas de Occidente (…) pero permanece muda hacia el catolicismo y no lo tolera en absoluto. Para el Gobierno, el catolicismo no merece ni la libre conciencia, ni el libre ejercicio del culto. El contraste es tan flagrante que despierta dudas sobre su sinceridad, que arrastra el descrédito sobre todas sus restantes declaraciones y hasta sus verdaderos sentimientos (…) A pesar de sus negaciones, a pesar de todas las pruebas aducidas de su independencia y de su autonomía, se le cree ligado a las fuerzas extremistas, a los ateísmos militantes, a las ideologías extranjeras.”
Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Univerdad de Alcalá
 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
Solo los usuarios registrados pueden ver el contenido de este tema, mientras tanto puedes ver el primer y el último mensaje de cada página.

Regístrate gratuitamente aquí para poder ver los mensajes y participar en el foro. No utilizaremos tu email para fines comerciales.

Únete al mayor foro de economía de España

 
La mina de Camuñas, un Katyn republicano en plena Mancha
Juan E. Pflüger
/ 16 julio, 2015
En la vieja mina de plata romana de la localidad toledana de Camuñas reposan desde hace más de tres cuartos de siglo los restos de centenares de víctimas de la represión comunista, socialista y anarquista. Situada en la retaguardia profunda, la boca y el pozo de la vieja explotación fueron testigos de los asesinatos y la crueldad de uno de los bandos enfrentados en la Guerra Civil. Bando cuyos herederos hoy reclaman una memoria histórica selectiva que destape unas fosas mientras pretende que se eche tierra sobre las que llenaron de inocentes sus ídolos.
PUBLICIDAD
camunas1.png
/strong>
Quien esto escribe pudo participar junto al afamado forense Francisco Etxeberría en los trabajos de individualización y búsqueda de restos. Un trabajo acometido por un equipo de forenses y espeleólogos de la sociedad Aranzadi que tuvieron que trabajar a casi 30 metros de profundidad sobre una sima formada por restos humanos.
camunas2.png
/p>
Durante los días que permanecí allí pude hablar con los más ancianos del lugar que recordaban perfectamente los hechos. En la mina de Camuñas se asesinaba casi a diario. Primero se aprovechó para llevar a los vecinos, considerados como contrarrevolucionarios, de los pueblos del entorno –Camuñas, Madridejos, Villafranca, Consuegra, Turleque o Villacañas- peropronto empezaron a llegar camiones conducidos por milicianos de las provincias de alrededor.
camunas3.png
/p>
En Camuñas, como asegura uno de los vecinos que tenía 12 años cuando empezó la guerra y que a los 86 (era 2010) mantenía intacta la memoria, “se mató durante toda la guerra, a veces venían camiones con gente viva y las fusilaban en la boca del pozo, otras veces los traían ya muertos y los tiraban dentro”. Y eso duró los tres años de guerra ya que la zona se mantuvo hasta el final bajo el control de los revolucionarios del Frente Popular.
camunas4.png
/p>
Los estudios y las catas realizadas por el equipo dirigido por Etxeberría calcularon que en la sima del interior de la mina no habría menos de 350 cuerpos, pero que podrían ser muchos más. Tras una semana de trabajo se lograron individualizar 40 cuerpos, entre ellos los de tres sacerdotes que la diócesis de Toledo buscaba en el marco de los procesos de beatificación de mártires de la Guerra Civil.
PUBLICIDAD
El resto se dejó tal cual estaba ya que la forma en la que se procedió con el exterminio en la mina de Camuñas dificultaba el trabajo que no recibió ningún tipo de financiación como ocurre con las exhumaciones promovidas por las asociaciones de la memoria histórica.
camunas5.png
/p>
En Camuñas se fusilaba en la boca de la mina para aprovechar la caída de las víctimas hacia el fondo del pozo de casi 30 metros de profundidad. Cuando los cuerpos habían caído, evidentemente sin recibir el tiro de gracia que acortase su agonía, en el mejor de los casos se lanzaba una granada al interior, pero la mayoría de las veces se les dejaba morir lentamente. Algunos de los vecinos con los que se puso en contacto La Gaceta aseguraban que por la mañana, cuando los familiares de las víctimas acudían a buscar información, eran frecuentes los gritos y lamentos desde el fondo de la mina.
Finalmente, cuando la guerra tocaba a su fin, los milicianos incendiaron el interior de la mina lanzando gasolina y prendiendo fuego desde arriba.Después arrojaron toneladas de piedras sobre los restos para evitar que fueran descubiertos. Era inútil, ningún vecino de los pueblos de alrededor podía olvidar el terror que se vivió durante los tres años de guerra en la mina de Camuñas.
 
Volver