Documentos desclasificados implican al PSOE en las peores matanzas de la Guerra Civil española

El PNV y las masacres rojas en Bilbao
El PNV y las masacres rojas en Bilbao – Valentina Orte
(...)
Durante los 11 meses de dominación rojo separatista se cometieron en Vizcaya numerosos asesinatos. Se realizaron, principalmente en el alto de Castrejana, numerosos crímenes y también algún simulacro de fusilamiento; también en la carretera a Santander, o en el alto de Enécuri. En algunos casos el asesinato se llevó a cabo en plena calle, como ocurrió a D. Eladio Ugalde en la calle Espartero. Estudiando la criminalidad por partidos judiciales, se ve desde luego que la gran mayoría de los asesinatos se llevaron a cabo en Bilbao, debido no solamente al mayor número de habitantes sino principalmente a que en Bilbao se realizaron los asaltos a las cárceles. Figuran luego en número decreciente Sestao, Derio, Durango, Guernica, Valmaseda y Marquina.
Los elementos gente de izquierdas querían desahogar la cólera latente producida por sus derrotas militares, con venganzas en la llamada “quinta columna” y sobre todo con tormentos y crímenes sobre los patriotas presos que indefensos estaban en primer término a su disposición. En mil ocasiones y de mil maneras se había hecho circular la amenaza de llevar a cabo despiadadas represalias en las cárceles, si la aviación Nacional efectuaba bombardeos. Es por ello perfectamente explicable el estado de constante temor en que vivían los detenidos, hasta el punto de que en cuanto sonaban las sirenas se confesaban los que podían hacerlo por tener la suerte de que algún sacerdote sufriera también cautiverio a su lado, o hacían los otros la confesión general preparándose a morir.
El 25 de septiembre de 1936, aproximadamente a las 10 de la mañana, la aviación Nacional bombardeó la ciudad de Bilbao. Dispuestos a realizar la venganza largamente meditada, los guardianes de los presos comenzaron desde que sonaron las sirenas los preparativos para llevar a cabo sus designios criminales. Además desde que el bombardeo cesó, gran número de hombres y mujeres de la más baja calaña, se dirigieron vociferando hacia los muelles de la ría próximos a la factoría de Altos Hornos, a cuya altura se hallaban fondeados los barcos “Altuna-Mendi” y “Cabo Quilates”, convertidos en prisiones en las que sufrían cautiverio, sometidos a vejaciones materiales y jovenlandesales cruelísimas, gran número de patriotas bilbainos y donostiarras, trasladados éstos al ser evacuado San Sebastián, en el vapor Aránzazu-Mendi. Desde la orilla, los grupos vociferaban contra los presos e instigaban a los guardianes, para que no dejaran un preso con vida, y algunos componentes de dichos grupos consiguieron entrar en los barcos a los que se trasladaron utilizando gabarras.
En el barco prisión Cabo-Quilates, los guardianes fueron seleccionando los presos destinados al sacrificio y los condujeron a una bodega libre en donde permanecieron esperando la hora del martirio. En las primeras horas de la noche, comenzó la matanza, siendo llamados los presos uno a uno con varios pretextos (declarar ante el Juez, pelar patatas…) con el fin de que subieran a cubierta en donde eran inmediatamente asesinados. Como los que quedaban en la bodega oían los disparos, los gritos y el caer de los cuerpos, llegó un momento en que se negaron a obedecer la orden de que fueran subiendo, pero entonces se les disparó desde arriba matando a varios, hiriendo a otros, a los que luego se remató, y obligando a los restantes a cumplir la orden. Así perecieron las siguientes víctimas:

BILBAO BARCO PRISIÓN CABO QUILATES​
Apellidos​
Nombre​
Cargo​
Fecha asesinato​
ABUIN ABUINJOSÉ MARÍACEDA
02/10/1936​
AGUILÓ MESTREBUENAVENTURARequetés
25/09/1936​
AGUIRRE CAUSOJUAN JOSÉ
02/10/1936​
AGUIRRE MENOYOMARCELINORequeté
02/10/1936​
AGUIRRE RESPALDIZAANDRÉSsacerdote diocesano
02/10/1936​
ALBA LORENTELUISRequetés
02/10/1936​
ALONSO PÉREZBERNARDINORequeté
25/09/1936​
ALONSO SIXTOMANUELRequetés
25/09/1936​
ALTUARENA LANDOJOMARTÍNsacerdote diocesano
25/09/1936​
ANTÓN LLORENTEFERMÍNRequeté
02/10/1936​
ARMENTIA AGUADOFAUSTINOsacerdote diocesano
02/10/1936​
BALPARDA Y DE LAS HERRERÍASGREGORIO
31/08/1936​
BAÑUELO GARCÍAABEL M
25/09/1936​
BARRIE Y SÁNCHEZ-CUETOJORGEF E
25/09/1936​
BASALDÚA PINEDOJOSÉ MARÍACEDA
15/10/1936​
BILBAO SUÁREZRICARDORequeté
25/09/1936​
BOO SOBRINORAFAELRequeté
02/10/1936​
CASTAÑO GONZÁLEZRAIMUNDO JOAQUÍNReligioso/a
01/10/1936​
CASTAÑOSDOMINGOReligioso/a
CLOS DEL SAGRARIOMARCELINO
25/09/1936​
DÍAZ DE ACEBEDO LARRAZÁBALRAMÓNRequeté
25/09/1936​
ECHEVARRÍA RUIZCÁNDIDORequeté
25/09/1936​
ELOSUA GÓMEZEMILIO
02/10/1936​
ESTEBAN ESTEBANDANIELsacerdote diocesano
FERNÁNDEZ DEL VALANTONIORequeté
25/09/1936​
FERNÁNDEZ ANDRÉSSOTERORequeté
02/10/1936​
GADEA CABRERIZOEVARISTOCEDA
25/09/1936​
GALLO RUIZDARÍO
29/09/1936​
GANUZA Y GONZÁLEZRUFINOsacerdote diocesano
30/10/1936​
GOGÉNOLA ARTECHEJUAN CRISÓSTOMORequeté
25/09/1936​
GÓMEZ DE SEGURA ZÚÑIGASERAPIOsacerdote diocesano
02/10/1936​
GÓMEZ SEGURASERAPIOsacerdote diocesano
02/10/1936​
GÓMEZ-GUADALUPE Y BERMEJOPABLOCEDA
25/09/1936​
GONZÁLEZ APODACAHILARIO
26/09/1936​
GONZÁLEZ BARAJAQUIRINO
25/09/1936​
GONZÁLEZ CASTAÑORAIMUNDO JOAQUÍNReligioso/a
03/10/1936​
GONZÁLEZ MELÉNDEZELÍAS
25/09/1936​
GONZÁLEZ MIRANDAÁNGELF E
02/10/1936​
GONZÁLEZ MIRANDABENITOF E
02/10/1936​
GONZÁLEZ MUROARMANDOCEDA
25/09/1936​
GONZÁLEZ SOLÍSJOSÉ MARÍAReligioso/a
03/10/1936​
GUADILLA GARCÍAAUGUSTO
02/10/1936​
GUTIÉRREZ BARQUÍN SAINZ DE LA MAZAGABINORequeté
02/10/1936​
HUERTAS LARALUIS
25/09/1936​
IBARRA DE ORIOLFERNANDO JOSÉCEDA
25/09/1936​
IBARRA VILLABASORAMÓN
25/09/1936​
IBARRA VILLABASOJUAN ANTONIOF E
25/09/1936​
IBARRA ZAPATA DE CALATAYUDEMILIOCEDA
25/09/1936​
IÑARRITU URIGÜENJULIÁNRequeté
01/10/1936​
ISASI GORBEAFAUSTINO
25/09/1936​
IZAGUIRRE LETURIAGAJOSÉ
JIMÉNEZ FERNÁNDEZAUGUSTOCEDA
25/09/1936​
LANDA ACHAILDEFONSO
02/10/1936​
LANDALUCE IPIÑAJUAN MANUEL
02/10/1936​
LANDALUCE LARRACOECHEAJUAN
02/10/1936​
LARREA ENDEIZAMARIANORequeté
25/09/1936​
LARRUCEA DE LÁMBARRIJOSÉ DERequeté
31/08/1936​
LARRUCEA Y SAMANIEGOJAVIERMilitar
31/08/1936​
LARRUCEA Y SAMANIEGOCARLOS
31/08/1936​
LASARTE LASARTETOMÁS
02/10/1936​
LOBÓN PALOMINOMARIANOCEDA
25/09/1936​
LÓPEZ DE LA TORRE RUIZ DE AGUIRREJOSÉRequeté
25/09/1936​
LUIS GARCÍAÁNGEL DERequeté
25/09/1936​
LUMBRERAS ZUBEROMATÍASsacerdote diocesano
25/09/1936​
MAISÓN IBÁÑEZ DE GARAYOGLICERIOsacerdote diocesano
25/09/1936​
MARTÍNEZ Y DÍAZGERARDORequeté
25/09/1936​
MÉNDEZ INCOGNITOJOSÉCEDA
29/09/1936​
MIERA ARRUGAETABENITO
25/09/1936​
MIGUEL ÁLAVAMANUEL DEsacerdote diocesano
02/10/1936​
NICOLÁS Y GARCÍASILVESTREseglar
02/10/1936​
OLASO ALDAYMANUEL
25/09/1936​
OLASO ALDAYEMILIORequetés
25/09/1936​
OLIVARES YARZALORENZO
08/09/1936​
ORTIZ DE LA RIVA Y ARANAJULIÁN
25/09/1936​
OSORIO LARROSARAMÓN
25/09/1936​
OSORIO LARROSAVICENTEMilitar
25/09/1936​
PÉREZ AMÉZAGAJOSÉRequeté
25/09/1938​
PIQUERO SIMÓNEMILIORequeté
25/09/1936​
POLANCO FERNÁNDEZJOSÉ MARÍAF E
02/10/1937​
POLO BRAVOJOAQUÍNRequeté
02/10/1936​
PORTILLO GONZÁLEZLUISCEDA
02/10/1936​
R0PADO MERINORICARDOCEDA
25/09/1936​
RANERO MÚGICAMARIANO ANDRÉSsacerdote diocesano
02/10/1937​
RÓDENAS IRAOLASALVADOR
02/10/1937​
ROJADO MERINORICARDO
25/09/1936​
ROJAS LUCASEMILIO
25/09/1936​
ROJÍ ZUAZOEMILIOF E
25/09/1936​
ROLDÁN DELGADODELFÍNRequeté
25/09/1936​
ROMERO MIGUELANDRÉSsacerdote diocesano
ROSAENZ DELGADODELFÍN
25/09/1936​
ROSAENZ Y HUETOCÁNDIDORequeté
25/09/1936​
SAINZ DE ZAMORAPEDRO
25/09/1936​
SOLOZÁBAL ECHEVARRÍAFÉLIX
25/09/1936​
TOBALINA ORÁAJUANGuardia Civil
02/10/1937​
UGARTE ARTERAFRANCISCOsacerdote diocesano
18/11/1938​
URBISTONO ZALBIDERAIMUNDORequeté
URRIZA BERRAONDOÁNGELsacerdote diocesano
02/10/1936​
VARONA ESTÉBANEZCARLOS
25/09/1936​
YÁRRITU URIGÜENJULIÁN
YBARRA Y DE LA REVILLAFERNANDO MARÍACEDA
25/09/1936​
 
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Arturo Barea y la forja de la propaganda.



Unos historiadores dicen que a Arturo Barea Ogazón lo recomendó su amigo Antonio Mije, otros que fue un tal Velilla, no se ponen de acuerdo. En lo que sí coinciden es que el enchufe de censor se lo dieron los comunistas.


El caso es que le mandaron a entrevistarse con Luis Rubio Hidalgo, un tipo, que según dicen quienes lo trataron, era engreído, taimado y oportunista.

Luis Rubio acababa de ser nombrado Jefe de la Oficina de Prensa y Propaganda del Ministerio de Asuntos Exteriores y ofreció a Barea un puesto de censor nocturno de prensa extranjera.

El puesto no era baladí porque era por la noche cuando los corresponsales extranjeros telegrafiaban sus crónicas para que pudieran publicarse en los diarios matutinos de Europa y América. Además, por la noche había menos cola porque los diplomáticos no solían usar el servicio en el que tenían prioridad.

Arturo Barea se defendía en francés, pero de inglés andaba muy justito. Aunque podía leer y traducir, su nivel de comprensión oral dejaba bastante que desear.

Arturo Barea era huérfano de padre y de origen humilde, pero un tío suyo pagó su educación en un colegio de curas, tenía 39 años al estallar la guerra.
Los comunistas desconfiaban de los españoles que habían aprendido idiomas en el extranjero porque la gente viajada solía tener dinero y escaseaban los que estuvieran a favor de la dictadura del proletariado. Sin embargo Arturo Barea era de fiar: hijo de una lavandera y afiliado a la UGT, se había criado en una cochambrosa buhardilla del Avapiés.

Barea aceptó encantado el puesto de censor. Después de varias iniciativas frustradas, al fin tenía la oportunidad de poner su particular granito de arena en la lucha contra el fascismo.

Trabajando en la oficina de prensa y propaganda.

Un coche oficial del Ministerio lo llevaba todas las noches al edificio de la Telefónica en la Gran Vía.

Hoy día, cualquiera manda un güasap a Londres o Nueva York, pero en aquella época sólo podía hacerse desde las oficinas de la International Telephone and Telegraph (ITT) de donde partía el cableado que hacía posible las comunicaciones internacionales de Madrid.

La oficina de Información y Propaganda ocupaba la planta quinta y en la cuarta estaba la sala de prensa de los corresponsales extranjeros.

La misión asignada a Barea era muy simple: no permitir que se publicase nada que hiciera dudar del éxito rotundo de las fuerzas leales al Gobierno de la II República.

Pero la tarea no era fácil por culpa de la cruda realidad: durante los tres primeros meses de conflicto, los rebeldes avanzaron 600 km llegando hasta las puertas de Madrid procedentes de Sevilla y haciendo un rodeo por Extremadura.

La prensa madrileña anuncia la rendición de los golpistas en el Alcázar de Toledo.
Las informaciones oficiales no cuadraban con la situación de los frentes.
El gobierno proporcionaba a la prensa unos partes de guerra más dirigidos a mantener la jovenlandesal que a proporcionar información verídica y por tanto solían estar en contradicción con la realidad.

“El opio que cotidianamente la prensa repartía a manos llenas, no bastaba a enmascarar el peligro creciente.” (Eduardo Zamacois - El Asedio de Madrid.)
Por poner un ejemplo: fuentes oficiales anunciaron hasta en 11 ocasiones la inminente toma del Alcázar de Toledo.

En la última, invitaron a todos los corresponsales a cubrir el momento en que los dinamiteros encenderían la mecha que haría saltar la fortaleza por los aires, pero fue un fiasco. La explosión voló una de las torres, pero cuando se despejó la polvareda comprobaron que los fascistas seguían disparando desde las que quedaron en pie y continuaron llegando a Madrid unidades milicianas que se batían en retirada.

Los corresponsales no creían en los comunicados oficiales y se buscaban la vida para tras*mitir a sus redacciones la realidad de lo que estaba pasando.

En París, Londres o Nueva York estaban hartos de crónicas que informaban de retiradas estratégicas que asegurarían una posterior victoria y presionaban a sus corresponsales para que contrastaran la información que llegaba del otro lado.

Redacción de un periódico canadiense en los años 30.
Los periodistas intentaban colar a los censores gato por liebre y buscaban fórmulas para decir la verdad de lo que veían y oían en la calle: retiradas en desbandada, refugiados y colas de racionamiento.

Había dos censuras: una para la prensa española y otra para lo que se publicaba en el extranjero.

Los artículos que aparecían en los periódicos anarquistas y comunistas españoles contenían información que hubiera interesado en el exterior, pero la censura prohibía a los corresponsales extranjeros citarlos o reproducirlos.

Cada día que pasaba, el trabajo de Barea se hacía más y más estresante porque se le colaba demasiada información y sus jefes le presionaban.

Engañando a la censura.

La propaganda era más potente que todos los ejércitos, la propaganda era, indiscutiblemente, el arma más eficaz de que disponía el Gobierno de Valencia. (Edward Knoblaugh - Corresponsal en España.)
Aprovechando su bajo nivel de inglés, los periodistas recurrían al sencillo truco de cambiar el sentido de las frases para que al inocente Arturo Barea le parecieran inocuas.

El procedimiento era el siguiente:

Las noticias debían ir acompañadas de su correspondiente traducción al español. Una vez que el censor ponía su sello en la copia traducida, el corresponsal quedaba habilitado para tras*mitir.

Posteriormente el periodista hacía cola hasta que le llegaba el turno de dictar el mensaje a su oficina en el extranjero. A su lado se situaba Arturo Barea, que debía permanecer alerta, para evitar que se cursase algo que no constara en la copia traducida.

Arturo Barea tenía el pie apoyado en un pedal que cortaba la tras*misión si el periodista intentaba leer algún párrafo tachado por la censura o añadía algo que no figuraba en la traducción.

Cuando los artículos iban escritos a máquina, se exigía copia duplicada; en cambio no se exigía si iban escritos a mano. Los periodistas preferían entregar escritos a mano porque así podían intercalar una o dos líneas, después de que fueran sellados y aprobados por el censor.

Otro truco era dictar deprisa añadiendo u omitiendo algún adverbio negativo que cambiaba totalmente el sentido de lo escrito.

Los primeros meses se permitía al periodista mandar algún mensaje personal junto con los artículos y así frases como “necesito más dinero para gastos” o “digan a mi familia que estoy bien y a salvo” eran en realidad notas en clave.

Los corresponsales pronto aprendieron que debían poner al principio la información más inocente y dejar la verdadera noticia disimulada en medio del texto de la crónica.

Al principio en las redacciones creían que se trataba de mala praxis periodística. No tenía lógica dejar lo más sensacionalista para el final, pero pronto se dieron cuenta de que se trataba de un método de trabajo obligado por las circunstancias.

Largo Caballero, recién nombrado Presidente del Gobierno, asiste a la rendición del Alcázar.
Conforme las tropas rebeldes se acercaban a Madrid, Arturo Barea estaba más y más presionado por sus jefes.

En su fuero interno consideraba contraproducente ocultar la realidad de lo que estaba pasando, pero desobedecer las consignas acarreaba ser acusado de derrotista, o peor aún: traidor a la causa del pueblo.

Al principio, al acabar de dictar el artículo, dejaban hablar al corresponsal con la agencia, pero lo acabaron prohibiendo porque los periodistas utilizaban una jerga difícil de entender para un españolito con bajo nivel de inglés.

“Los peces rellenitos se disponen a salir disparados” supuso para el corresponsal Edward Knoblaugh la primicia mundial de que el Gobierno se disponía a huir a Valencia.
Nunca se lo perdonaron.

Resulta sorprendente que el ínclito historiador Paul Preston, sólo dedica dos citas a éste periodista en su "Idealistas bajo las balas". Dos estúpidas citas que, uno que es muy mal pensado, cree que tienen como único objetivo hacernos creer que Knoblaugh, el periodista que dio la primicia mundial de la huida del Gobierno a Valencia, era obtuso periodista de poca valía profesional. ocre, ocre, por ahí no busques... que ya he buscado yo.

Los corresponsales díscolos no son bien tratados por Preston, y da la casualidad que tampoco fueron bien tratados por el Gobierno de la República: recibían con retraso las invitaciones para asistir a las conferencias de prensa, sus crónicas se “perdían” en el despacho del censor bajo una pila de papeles, no les llegaban a tiempo los salvoconductos y a los cupones de gasolina les faltaba algún sello reglamentario y no podían trasladarse en coche al frente.
El trabajo se hacía imposible para el corresponsal non grato, que no podía competir con los periodistas que redactaban sus crónicas al gusto del gobierno.
Los corresponsales de “la vieja guardia” [en la jerga periodística eran los que estaban destinados en Madrid antes de la guerra] tenían buen conocimiento del español y un amplio círculo de informadores y contactos que los convertían en sujetos incómodos para el gobierno y por lo que parece, también resultan "incómodos" para Preston.

La mayoría acabó abandonando la zona republicana y fueron sustituidos por jóvenes entusiastas [usualmente izquierdistas] buscando la primicia que diera fama a su carrera profesional, éstos si que son verdaderos "idalistas bajo las balas" para algunos.

Primeros bombardeos sobre Madrid.

Normalmente estaba prohibido informar de las bajas leales, pero la política cambió cuando empezaron los bombardeos sobre Madrid.

Además de destruir infraestructuras militares y de comunicaciones, los bombardeos causaron la fin de civiles en una magnitud que no se había vivido en ninguna guerra anterior. También se ensayaban, por primera vez en la historia, bombardeos que tuvieran una "actuación desmoralizadora" sobre la población.

Izquierda: progenitora con su hijo en el entierro de Durruti. Derecha: misma foto utilizada en un cartel de propaganda, se han borrado los puños alzados.
Tras los primeros bombardeos, los periodistas comprobaron que la censura era menos rigurosa si informaban de la fin de civiles, cuantos más mejor. Los periodistas se convirtieron entonces en los “contables del terror” y el número de muertos de cada bombardeo empezó a depender de la imaginación de cada corresponsal.

Un caso paradigmático es el bombardeo de Guernica: de los 2.000 muertos que llegó a publicar el periódico comunista L'Humanité, la historiografía actual sitúa la cifra entre 150 y 250.

Si un comunicado oficial anunciaba un “deliberado y feroz bombardeo a un hospital” el corresponsal, para no tener problemas, debía omitir la presencia próxima de un emplazamiento de artillería o de un depósito de municiones.
”Repasé después de la guerra todo lo que había mandado y la verdad es que creo que no habría cambiado ni una palabra. Claro que mi intención era contar al público británico la heroica resistencia de los madrileños, no el número ni el tipo de los tanques rusos.” (Geoffrey Cox.)
Hasta que amaneció un día en el que los estampidos sonaron diferente, ya no era la aviación, esta vez se trataba de cañonazos.

El edificio de la Telefónica se convirtió en objetivo militar. En la misma línea de tiro y unas calles más abajo, se ubicaba el edificio de la Dirección General de Seguridad (C/ Victor Hugo, 4).
 
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