Dioses de la fin (Parte1).

PROBLANCO

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La idea del infierno o simplemente de un lugar destinado a ser habitado por los muertos, es algo que ha estado presente en la religión y en la mitología de muchas culturas desde el inicio de la civilización. Dentro de este tipo de creencias han surgido múltiples deidades vinculadas a la fin, tales como las que verán a continuación.

Mitología griega

Hades

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Hades nació del dios Crono y la diosa Rea, teniendo como hermanos a Poseidón, Hera, Zeus, Hestia y Deméter. Inicialmente Hades no era el dios de los muertos; pero, tras la victoria de él y sus hermanos Zeus y Poseidón sobre los titanes, el universo fue repartido de la siguiente forma: Zeus se quedó con el cielo, tras*formándose así en el Dios del Olimpo; Poseidón se quedó con el mar, volviéndose el Señor de los Océanos; y Hades, por su parte, se quedó con el mundo subterráneo, convirtiéndose en el Señor del Inframundo. A raíz de eso el Inframundo fue llamado también “Hades”, recibiendo así el mismo nombre que su gobernante.

Hades ha sido descrito como un amo despiadado, que reina sobre los muertos que no tuvieron los méritos para ir a los Campos Elíseos. En su gobierno, Hades es ayudado por una multitud de seres, tales como el perro de tres cabezas Cerbero o el barquero Caronte; además, junto a él reina Perséfone (sobrina suya, hija de Zeus y Deméter), quien antes de ser su esposa fue raptada por él mientras recogía flores y jugaba con sus compañeras en los campos de Sicilia…

A diferencia de quienes gozan de la paz en los Campos Elíseos, quienes están en el reino de Hades no tienen la opción de volver al mundo. Conjuntamente muy pocos mortales (Hércules y Teseo lo hicieron, pero eran héroes los dos) han conseguido escapar del Hades una vez que han osado poner sus pies en él.

Hades gobierna desde su trono de ébano en medio de un gran palacio. Cuentan los mitos que Hades tiene un casco de invisibilidad que le regalaron los cíclopes, que su carro es oscuro, imponente y lo tiran cuatro caballos fuertes y neցros.

En cuanto a sus símbolos, estos son básicamente el narciso y el ciprés.

Tánatos

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Tánatos es la personificación de la fin no violenta, siendo la fin violenta ejercida por las Keres (horribles espíritus femeninos que sobrevolaban los campos de batalla buscando heridos y moribundos). Siendo un ser simbólico, Tánatos tenía (en la mitología de Homero y Hesíodo) por progenitora a Nix (La Noche) y por hermano a Hipnos (El Sueño), de quien se dice que, intentando imitar a su hermano mayor, sume en la inconsciencia del sueño a los mortales que le tocan, ya que supuestamente cada noche él y Tánatos discuten sobre con cuál de los dos se irá cada hombre…

El aspecto de Tánatos suele variar, habiéndoselo representado de las siguientes maneras: 1) un niño alado, 2) Eros con las piernas cruzadas y la antorcha invertida, 3) un niño dormido en los brazos de Nyx, 4) un joven llevando una mariposa (que representa el alma) o una corona de amapolas (asociadas al dios y a su hermano por sus propiedades hipnagógicas), 5) un joven alado con una espada envainada en el cinturón, 6) un hombre o un joven vestido de neցro y con una espada.

Macaria

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La Macaria que comúnmente se conoce es la hija de Heracles, pero hay otra Macaria mencionada en el rezuma (gran enciclopedia bizantina del s. X). Esta última Macaria es hija de Hades (no se menciona la progenitora) y aparece como una personificación de la fin bienaventurada. Inclusive, cierta fuente la coloca como una contraparte particularmente piadosa del Dios Tánatos.

Mitología romana

Dis Pater y Plutón

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Dis Pater y Plutón son en realidad el mismo ser. Originalmente Dis Pater (“Padre Rico” en latín) era un dios ctónico de la riqueza, la fertilidad, la agricultura y los minerales subterráneos; sin embargo, debido a que los griegos tenían sobrenombres para Hades vinculados a la riqueza que se asociaba con los metales del mundo subterráneo o inframundo, cuando en la mitología romana (que toma sus dioses de la mitología griega) Plutón tomó el lugar de Hades, a veces éste (Plutón) fue llamado como “Dis Pater” o simplemente “Dis”, ya que previamente el dios Dis Pater había sido absorbido en la identidad de Plutón.

Plutón era en esencia lo mismo que Hades: había nacido de Saturno (equivalente de Crono) y de Ops (equivalente de Rea), había raptado a su esposa Proserpina (equivalente de Perséfone) y vivía en el Tártaro (el inframundo), donde recibía y juzgaba a las almas de quienes no habían conseguido ir al Elíseo.

La diferencia fundamental con Hades estaba en que, además de ser el dios del inframundo, Plutón era también el dios de los tesoros de la tierra, trátense estos de cosechas y bienes de esa índole o de metales, piedras preciosas y otras cosas semejantes.

El aspecto de Plutón era a veces el de un hombre de larga y espesa barba, facciones duras y expresión sombría, cetro neցro y un casco mágico cubierto con piel. A veces se le representaba en un trono de ébano, se lo retrataba con sus cuatro caballos neցros o con Cerbero, su perro de tres cabezas.

Mors

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En la mitología romana Mors era la personificación de la fin equivalente a Tánatos en la mitología griega. Mors estaba asociada a Marte, el dios romano de la guerra; a Plutón, el dios del inframundo; y al Orco u Orcus, una figura un tanto ambigua que solía representar a un malo que castigaba juramentos rotos pero también al mismo Plutón…

En cierta historia Hércules lucha contra Mors para salvar a la esposa de un amigo, mientras que en otras historias Mors aparece como la sirviente de Plutón, encargada de escoltar a las almas hasta la puerta del inframundo.

NOTA:

Las Parcas, existentes con los mismos rasgos bajo el nombre de “Moiras” en la mitología griega, no deben ser consideradas como diosas de la fin sino como diosas-personificaciones del destino o Fatum. Ellas se encargaban de controlar el metafórico hilo de la vida de los mortales e inmortales (la inmortalidad de los dioses griegos era relativa: no podían morir a manos de mortales pero sí de otros dioses), controlando incluso el hilo de Júpiter. Tres eran las Parcas: Nona (Cloto en la mitología griega), que hilaba el hilo desde la rueca hasta el uso; Décima (Láquesis para los griegos), que media el hilo con una vara; y Morta (Átropos para los griegos), que cortaba el hilo determinando el momento y la forma en que alguien moría.

Mitología babilónica

Nergal y Ereshkigal

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Ereshkigal era hija del dios Anu (rey de los dioses y dios de los cielos) y hermana de Ishtar (diosa del amor, el sesso, la fertilidad, la vida y la guerra). Ella residió felizmente en los cielos hasta que el gran dragón Kur la raptó y la llevó al inframundo, lugar del cual se convirtió en reina, pasando así a ser la diosa del inframundo o de los muertos.

Inicialmente reinaba ella sola, hasta que conoció a Nergal y se unió con él, hecho sobre el cual hay distintas versiones. Una de esas versiones cuenta que:

Habíase organizado un banquete de dioses en el cielo y Anu, considerando que su hija Ereshkigal estaba en el inframundo, envió al mensajero Kakka para que le tras*mita a Ereshkigal la noticia del festín y así ésta pueda subir a tomar su parte.

Kakka entonces cruzó las siete puertas del infierno hasta llegar al trono de Ereshkigal. Tras oír el mensaje de Anu, Ereshkigal envió a su mensajero e hijo (tenido con Enlil, padre de Nergal…) Namtar al cielo. Sin embargo, una vez que Namtar llegó al cielo, Nergal le ofendió gravemente, por lo cual su tío, el sabio dios Ea (creador de la Humanidad), envió a su sobrino Nergal a los infiernos para que se disculpase con Ereshkigal.

En los infiernos, Nergal y Ereshkigal se apasionaron mutuamente y fornicaron por siete días enteros, tras los cuales Nergal, ya satisfecho, se escapó disimuladamente del lecho para regresar al cielo. Al darse cuenta de eso, Ereshkigal se desesperó y se enfureció, amenazando al mismísimo Anu con enviar a los habitantes de su reino a la Tierra hasta que el número de muertos superase al de vivos, a menos que Nergal regresase con ella y fuera su amante para siempre…

Al enterarse de la amenaza, Nergal se enfureció y organizó una expedición militar (dicen que con 14 demonios) para derrocar a Ereshkigal. Bajó entonces Nergal con sus tropas, rompiendo cada una de las siete puertas hasta llegar al trono de Ereshkigal. Allí, Nergal la tomó por los cabellos y la alzó, pero Ereshkigal le confesó su amor, le propuso matrimonio y le ofreció compartir con él el gobierno del inframundo. Al ver la actitud de Ereshkigal, Nergal se conmovió, la soltó, lloró y aceptó complacido la oferta de la diosa. Desde ese momento ambos gobernaron juntos el mundo de los muertos.

En cuanto a algunos de los caracteres particulares de Nergal (nacido de la violación sufrida por Ninlill a manos de Enlil), de él se dice que es el aspecto sobrio del dios sol Utu, representando así el mediodía y el solsticio de verano, época de sequías, destrucción, hambre y fin… Concordantemente con eso, Nergal no es solo un dios de los muertos y del inframundo sino un dios de las plagas, la peste, la destrucción y la guerra. Es por ello que se lo suele representar como una figura con cuerpo humano que porta una espada y/o un cetro, que tiene dos cabezas de león y las piernas envueltas en un tipo de mortaja.

Mitología egipcia

Anubis

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Representado a veces como un perro que acompaña a Isis, por lo general Anubis es retratado como un hombre que tiene cabeza de color de chacal (por eso sus sacerdotes usaban máscaras de chacal) y sostiene un cetro real. Ello obedece al hecho de que el chacal, por su hábito de desenterrar tumbas para alimentarse, fue asociado a la fin en el imaginario egipcio. Pero en esa lógica representacional el neցro juega también un papel importante, ya que para los egipcios este tonalidad representa la putrefacción de los cuerpos, la oscuridad y la fin, aunque a su vez es el tonalidad de la tierra fértil y uno de los colores empleados para representar la resurrección. En cuanto a por qué a veces se lo representaba como un perro, aquello tiene su causa en el hecho de que el perro es un animal capaz de ver tanto en la luz del día como en las tinieblas de la noche, cosa esta capaz de representar la dualidad fin/resurrección propia de Anubis. Finalmente, con mucha menor frecuencia (Heliópolis es un ejemplo) se pintaba a Anubis como serpiente, animal que era a la vez maléfico y protector en la simbología egipcia.

Antiguamente Anubis era el gran soberano de la Duat, el mundo egipcio de los muertos. Sin embargo, después de ser asesinado por Seth y sus secuaces, Osiris resucitó gracias a Isis pero no pudo volver al mundo de los vivos, por lo que se quedó en el mundo de los muertos y, al ser más importante que Anubis, pasó a ser el primero al mando en el inframundo, encargándose a partir de entonces de juzgar a los muertos. Es así que Anubis pasa a ser la mano derecha de Osiris, el ejecutor de sus juicios y el encargado de las siguientes tareas: 1) Inicialmente embalsamar y cuidar los cuerpos de los faraones, ya que había recibido el título de “embalsamador de los dioses” tras ayudar a Isis en el embalsamamiento de Osiris; mas posteriormente, con la evolución de las creencias religiosas, Anubis pasó a ser el “dios de la momificación” y el encargado de acompañar al difunto (en general, ya no solo a faraones) ante el tribunal. 2) Imponer las manos al difunto para quitarle el corazón, poner un amuleto de escarabajo en el lugar del corazón y llevar el corazón al juicio para que sea pesado. 3) Vigilar junto a Horus la balanza en que se pesan los corazones durante el Juicio de Osiris. 4) Proteger a los sacerdotes embalsamadores. 5) Según ciertos textos, guiar al muerto en el más allá con la luz de la luna. 5) Satisfacer las suplicas de protección de los difuntos. 6) En la llamada “Baja Época”, ayudar en el cumplimiento de sortilegios amorosos a quienes solicitasen su favor para eso.

Osiris

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Osiris es un dios egipcio de fertilidad, regeneración del Nilo, agricultura y vegetación. Pero, y sobre todo después del mito de su fin y resurrección, Osiris pasó a ser un dios de fin, de resurrección y de juicio sobre las almas de los difuntos. Por esas razones el mito susodicho es la piedra angular de la escatología egipcia y del nacimiento del papel jovenlandesal de la religión egipcia, ya que es en él donde entran las ideas del bien (personificado en Osiris), del mal (personificado en Seth), de la resurrección de la divinidad y su triunfo sobre el mal y la fin, y de la instauración de esa divinidad como instancia de juicio en relación al destino del hombre tras la fin.

Cuenta el mito que fue el bondadoso y sabio Osiris el rey (en la mitología, no en la realidad) que civilizó Egipto enseñándoles a los hombres la agricultura, instaurando leyes justas y haciendo que adoren a los dioses, creando así una religión. Todo ello sin recurrir a la fuerza de la opresión.

Después de terminar su labor, Osiris se marchó a impartir sus enseñanzas a otros países, dejando a Isis como regente de Egipto. Sin embargo, cuando Osiris volvió, su envidioso hermano Seth y 72 compañeros suyos encerraron a Osiris en un cofre con su forma, echándolo después al Nilo para que se ahogara. Afortunadamente Isis buscó el cofre y la encontró, trayéndolo de vuelta, aunque no le sirvió de mucho pues Seth halló el cofre, sacó el cuerpo de Osiris y lo cortó en pedazos que esparció a lo largo de Egipto…

Sin darse por vencida, Isis recompuso el cuerpo y le devolvió la vida a Osiris, teniendo con él un hijo a través de la magia, ya que había encontrado todos sus pedazos excepto el miembro viril. Ese hijo fue Horus, quien después vengó la fin de su padre, derrocando a Seth y haciéndose con el mando de Egipto. Osiris, a pesar de haber resucitado, no pudo volver al mundo de los vivos y se fue al inframundo, tras*formándose en el juez de las almas y en el soberano de el más allá. Es por eso que, en la interpretación religiosa del mito, el faraón vivo se identifica (simbólicamente) con Horus y, al morir, con Osiris (simbólicamente también), bajo cuya forma es adorado. Aunque y en un nivel aún más general, Osiris es símbolo de inmortalidad y resurrección y es por eso que en cierta etapa del antiguo Egipto todo muerto se tras*formaba en Osiris.

Finalmente, en general a Osiris se lo representa momificado, con la piel verde, un cayado, un látigo o cetro y una corona; o bien, en su forma animal, Osiris aparece como un cocodrilo, un gran pez, un can, una garza o un toro neցro llamado el “Toro de Occidente”, título éste que expresa su reinado en el inframundo ya que occidente es símbolo egipcio del más allá.

Mitología azteca

Mictlantecuhtli

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Mictlantecuhtli, cuyo nombre significa “Señor de Mictlan”, era para los aztecas el principal dios de los muertos y el soberano de Mictlan, la zona más baja de las nueve que conformaban el inframundo azteca.

Las formas en que se representaba a Mictlantecuhtli eran siempre macabras: un esqueleto cubierto de sangre o una figura humana con cabeza de cráneo y grandes dientes, a veces con globos oculares dentro de las cuencas. Cuando le ponían un tocado, éste estaba adornado con plumas de búho y banderas de papel, sus brazos solían aparecer en gesto agresivo (como para sugerir su predisposición a destrozar a quienes entren en su presencia) y a veces le colocaban sandalias para indicar su alto rango. Aunque lo peor de todo era el collar de ojos humanos que hacía juego con sus orejas de hueso, o la simbólica manera en que ciertos códices lo representaban con la enorme mandíbula abierta para recibir en sus fauces a las estrellas caídas durante el tras*curso del día…

El culto a este dios era tan horrendo como su aspecto: en él, los participantes sacrificaban víctimas y consumían la carne de estos sacrificados en los alrededores del templo.

Al reino de Mictlantecuhtli (Mictlan) iban las almas de quienes morían de cualesquiera formas distintas de la fin relacionada con el agua, de la fin en combate, en parto o en sacrificio. Pero para llegar allí debían recorrer el largo y tormentoso “camino de los muertos”, descendiendo desde el primer nivel hasta el noveno, de ese modo, o bien no pasaban las pruebas y desaparecían, o bien perseveraban y hallaban descanso perpetuo (no felicidad) en el Mictlán, lugar comúnmente retratado como sombrío aunque, según el Sahagún (un texto de gran importancia), después de su viaje de oriente a poniente la divinidad solar (el sol) alumbraba la región de los muertos, trayendo el amanecer para los habitantes del inframundo.

Mictecacihuatl

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La esposa de Mictlantecuhtli era Mictecacihuatl, quien junto a él gobernaba el Mictlan, habitando una siniestra casa sin ventanas. Mictecacihuatl estaba asociada a las arañas, los búhos y murciélagos, todos ellos seres asociados a aspectos del inframundo como lo subterráneo y oscuro.

Dice el mito que Mictecacihuatl fue sacrificada de bebé, pasando por ello a convertirse en la Dama de los Muertos. Así mismo, los aztecas creían que ella vigilaba los huesos de los muertos y que presidia los festivales funerarios, creencia esta que sobrevivió parcialmente en el folclore popular de ciertas zonas de México en donde aún se la asocia a este tipo de tradiciones.

El aspecto de Mictecacihuatl es semejante al de su esposo, siendo por lo general representada con un cuerpo descarnado, una cabeza de calavera y una mandíbula abierta para devorar a las estrellas que caen a lo largo del día.

Mitología maya

Yum Kímil

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Conocido también como Ah Puch, Yum Kímil es el principal dios maya de la fin y ostenta el título de “Amo de la fin”. Él es el rey del Xibalbá, o del último nivel de los nueve del Xibalbá. La razón de aquella indeterminación está en el hecho de que “Yum Kimil” y “Ah Puch” son nombres que se han visto asociados a las distintas identidades que en las diversas versiones del mito maya se la ha dado a la personificación de la fin. Así, en muchas fuentes no se deja en claro la dificultad para determinar quién mismo es Ah Puch o Yum Kímil, dificultad esta que la Dra. Martha Ilia Nájera Coronado (investigadora del Centro de Estudios Mayas de la UNAM) expresó muy bien en su artículo Del mito al ritual; estas fueron sus palabras: ‹‹Los principales dioses de la fin se representan como seres antropomorfos, lo cual se debe a que su existencia en el panteón maya responde a la preocupación principal de ese pueblo por su propia fin, de la que derivan las creencias sobre el destino final de los demás seres vivos. De estos dioses relacionados con la fin y el Inframundo, hay uno que es la fin misma y que recibe varios nombres en las fuentes coloniales coloniales yucatecas: Ah Puch “El descarnado”, Kisin, “El flatulento” Hun Ahau “Señor Uno”, Yum Kimil “Señor de la fin”; entre los quichés: Hun Camé “Uno fin” y Vucub Camé “Siete fin”. Este dios en los códices tiene como imagen una calavera, un esqueleto o un cadáver humano en descomposición››

Dentro del susodicho artículo, la Dra. Martha también afirma que los dioses mayas del inframundo simbolizan a las diversas energías de la fin, complementan a las fuerzas vitales del cosmos por su naturaleza y el lugar que habitan (opuesto y complementario al cielo), y tienen su gran teatro de influencias en la Tierra, donde junto con las fuerzas celestiales fijan la dialéctica destrucción-creación/vida-fin. En este marco, Yum Kímil está asociado a la noche, a las enfermedades y, dentro del inframundo, particularmente al estrato más bajo de los nueve. Por último, algo poco sabido que la Dra. Martha aclara es que el dios maya de la fin se representa con rasgos vitales (ojos bien abiertos, manos en determinada postura, etc) porque para los mayas, al igual que para otras civilizaciones antiguas de carácter animista, la fin no es vista como la nada, el vacío o la simple ausencia de vida: es vista como una fuerza activa, como una energía que desempeña un papel antagónico a la vida dentro del cosmos, oponiéndose a ésta en una relación de complementariedad dialéctica necesaria para el equilibrio de la totalidad cósmica.

Ya en lo que son las tradiciones populares, se creía que Yum Kímil merodeaba en torno a las casas de los enfermos cara cazarlos y conducirlos al Xibalbá. Su presencia en esos casos era perceptible a través del sonido de las campanas. Una vez que el temible dios estaba cerca, lo único que se podía hacer era gritar o llorar sobrecogedoramente para así confundir a Yum Kímil haciéndole pensar que estaba en el Xibalbá, tras lo cual él pasaba de largo.

Mitología celta

Donn El Oscuro

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A Donn se le conoce como Donn Firineach (“Donn de la verdad”) y como el “Rey Donn de las Hadas”, pero también como “Donn El Oscuro”, un dios de la fin. Hay así tres personajes mitológicos en Donn. Los dos primeros parten del mito de la montaña de Donn, desde la cual él y sus ayudantes (las hadas) juntan nubes para advertir de manera infalible y siempre veraz que tal o cual episodio climático está por venir. Caso distinto es el de Donn El Oscuro, originado a partir de un antiguo relato épico.

Escatimando detalles, la historia cuenta que Donn era el jefe militar de los milesios durante la oleada turística a Irlanda efectuada para vengar la fin del patriarca Mil. Sucedió así que los milesios estaban en cierta isla (cerca de las costas irlandesas) y que los irlandeses les habían dado tres opciones: someterse, presentar batalla, o permanecer nueve días en la isla y marcharse después. Ante eso y en base al juicio de Amirgin, la resolución fue que partirían tras nueve días pero regresarían después para desembarcar e invadir con más fuerza. Sin embargo cuando regresaban se desató un temporal y el barco de Donn se hundió a causa de unos fuertes vientos que surgieron y lo separaron del resto de la flota inmediatamente después de que Donn dijera: “pondré bajo el filo de espadas y lanzas a los guerreros que se encuentren en tierra ahora, solamente dejadme desembarcar”.

De esa forma Donn y su tripulación perecieron cerca del islote Dumhacha, islote en el que posteriormente fueron enterrados. Por eso, con el tiempo el islote fue conocido como “La Casa de Donn”. A partir de eso surgió la leyenda-mito de que Donn se había instalado en la isla rocosa, advirtiendo que nadie llegaría al otro mundo sin pasar por su casa, la cual él ofrecía como lugar de descanso temporal a todos los que fallecían. Como se ve, el mito parte de una interpretación simbólica de la historia real, ya que la isla de Donn tiene de un lado las costas irlandesas y del otro lado el mar abierto, representando una cosa al mundo-destino de las almas y la otra al mundo de los vivos.

Morrigan

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Morrigan es la diosa celta de la fin, la guerra y la destrucción, pero también del amor, el sesso y la fertilidad. Ella es ciertamente una diosa compleja ya que en ella están las diosas Badb, Macha y Nemain, interpretadas generalmente como aspectos de Morrigan, una diosa que es progenitora, hija y amante, o doncella, progenitora y viuda.

El aspecto de Morrigan varía y hasta se cree que tiene la capacidad de cambiar de forma. No obstante, en base a los distintos aspectos de su naturaleza se la suele representar como una hermosa joven o una anciana hechicera, como una mujer guerrera llena de atavíos militares o como una corneja o un enorme cuervo, ya que según las historias míticas Morrigan se aparece en el campo de batalla como un cuervo gigantesco, aunque también a veces lo hace a la manera de un viento gélido que sigue al derramamiento de sangre.

A Morrigan se la solía invocar en medio de la batalla tocando cuernos de guerra, con lo cual se obtenía su protección, consistente no en un ataque directo de ésta al enemigo sino en su influencia (tendiente a debilitar y hacer fallar al adversario) en momentos claves de la batalla. Y es que, pese a su complejidad, Morrigan era primordialmente una diosa de la guerra y la fin, por lo que a los cráneos de los caídos en batalla les llamaban “las bellotas de Morrigan”.

Dioses de la fin (Parte1)
 
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