Calle, calle... que hemos tenido unos días espantosos por culpa de los caprichos dietéticos...
(Aquí alguno del foro me mataría, pero yo lo cuento
). Resulta que el costillo todos los días cuando viene del trabajo a la hora de la comida trae algo de "capricho": o lionesas, o fresas si es la época, o helado... todos los días algo, sin fallar ni uno (después por la noche, siempre, trae una golosina para nuestra cortesana, pero vamos, eso es entre ella y él y no me voy a meter yo en cómo llevan su relación :XX::XX::XX
. El caso es que hace dos días trajo una especie de barritas de chocolate con no sé qué dentro para el café (o la merienda). Todo bien... hasta que ayer "alguien" se había comido más de las que le tocaban (o sea casi todas) y además había dejado las pruebas del delito -los envoltorios- en la bolsa sin tirarlas, así como con recochineo...
entre los dos miembros más jovenes de la familia (que hablan de forma coherente, la que sólo berrea es otra cuestión) se montó un pitote importante, con lloros gritos y lo que no está escrito lo que llevó a que yo me cabreara y me pusiera de los nervios, a que el costillo se disgustara y a que acabáramos casi como el rosario de la aurora (por unas puñeteras barritas que no valen ni tres euros el paquete). Yo amenacé con que se habían acabado los caprichos... y hoy ha venido el costillo con el paquete otra vez, lo ha abierto haciendose notar, ha repartido el contenido de la bolsa en cuatro montones, ha cogido un rotulador permanente y ha puesto el nombre de cada uno en cada barrita con letras de tres centímetros. Y luego ha dicho muy serio y muy tranquilo "y el que se acerque a mi montón, le corto una mano". Y todo el mundo mudo, y aquí paz y allá gloria. Creo que mi método de ponerme de los nervios no es el más efectivo...:fiufiu: