a eso lo llamábamos un obús. En séptimo de EGB, uno de clase lanzaba piedras a la pizarra desde los pupitres del fondo de la clase. Hacía un ruido muy fuerte al impactar, con el mosqueo del profesor, que no se imaginaba de donde shishi salían esos golpes. El profe creía que era alguien con una cerbatana de bolígrafo desde la primera fila, y estaba pendiente. Uno de los proyectiles le salió al "francotirador" un poco desviado, y le dio al profesor en un ojo. No se lo vació de milagro. El tipo se puso furioso y echó la culpa a un pobre diablo que estaba sentado enfrente de el. El francotirador, en su nobleza, se reconoció culpable, ante lo que el profe dijo que era imposible, que con una cervatana no le podía dar tan fuerte desde tan lejos. Cuando vió el artilugio, se quedó alucinado. Se lo confiscó, y desde entonces lo llevaba siempre en una gaiera que usaba, y jugueteaba con él al dar clase. Decíamos que lo usaba de condón con una profesora...
Cada vez que me encuentro con el francotirador, de diez en diez años, nos escojonamos por el tema.