Le he modificado la frase para estar de acuerdo con ella...
El precio es la cantidad de un bien que se intercambia por otro en un intercambio concreto. Nada mas.
Nada más, pero nada menos.
En realidad no ha modificado mi frase. Un precio es una tasa de intercambio entre dos bienes en una economía y el precio, cada precio es un objeto económico instantáneo que existe en el tiempo solo en el momento en que se produce ese intercambio. Así que un bien tiene un precio en un mercado solo en el instante en que ese bien es intercambiado.
La cifra en las etiquetas de precio en los escaparates de los comercios no son precios sino propuestas de precio. En las economías libres una serie de propuestas de precio en un sentido y en el otro acotan en precio. La combinación de propuestas como “vendo moto por 800” y “compraría moto por 750” acotan el precio de la moto entre 750 y 800
Los precios instantáneos a que se intercambian bienes en una economía libre podrían ser completamente arbitrarios pero no lo son.
En ciertos países el Estado u otra autoridad decreta que los coches circularán por el carril derecho y no por el izquierdo, que los grifos de agua caliente serán de tonalidad rojo y los de agua fría de tonalidad azul o que el paso de un tornillo de diámetro 5 milímetros será de 0,8 milímetros. La gente obedece esas convenciones arbitrarias y no surge una red clandestina de comercio de grifos da agua caliente verdes o de tornillos M5 con paso 0.66
Cuando el Estado decreta que el precio, la tasa de intercambio de la leche sea 15 en vez de 38, que era el precio espontáneo anterior, ocurren varios fenómenos: deja de haber en la economía leche disponible para el intercambio y aparece una economía paralela, clandestina, donde la leche está disponible pero a un precio diferente del decretado por la autoridad. En ese mercado zaino el precio de la leche es dictado por una “autoridad” diferente a la Estatal y los precios en esa economía libre y clandestina se obstinan en ser atraídos a ciertos valores por una “fuerza misteriosa”
Como si el Estado decide decretar que el Norte está en dirección suroeste. Los mapas oficiales podrán ser cambiados pero las agujas de las brújulas se obstinarán en indicar un Norte ilegal, el mismo Norte que indicaban antes de que el Estado decretase la nueva dirección del Norte.
Esa “geografía dura” inobservable a la que parecen ser atraídos los precios instantáneos de los intercambios, es lo que llamamos “valor económico”. El “valor económico” es una abstracción postulada para explicar las pautas a las que tienden los precios, como el campo magnético es un objeto abstracto postulado para explicar el que las agujas de diferentes brújulas apunten en una misma dirección.
Como no es posible explicar la forma en que unas brújulas se comuniquen con otras y coordinen entre ellas una misma dirección del Norte consensuada, se postula que la coincidencia entre las diferentes brújulas es debida a que la dirección de cada brújula es el efecto de una causa común “oculta”. Esa causa común es el campo magnético terrestre.
A ninguna teoría económica puede exigírsele que explique el valor económico o siquiera que acepte la existencia del valor económico como a ninguna teoría de brújulas se le exige que explique el campo magnético terrestre. Lo que a las teorías se les exige es que expliquen que esas magnitudes observables, las tasas de intercambio entre dos bienes o las direcciones de las agujas de las brújulas muestran pautas objetivas, deterministas y predecibles.
Ni la teoría marxista, ni la austríaca consiguen explicar esas pautas observables y crean cada una de ellas una teoría del valor económico para reafirmar falazmente prejuicios ideológicos y para ocultar su incapacidad de explicar la realidad observable.
Es cierto, se pueden producir intercambios sin que medie dinero. Lo normal es que en una sociedad compleja uno de los bienes intercambidos sea dinero que al servir de unidad de cuenta comunmente aceptada facilita que se produza el intercambio.
Creo que debido al hecho de que el dinero sirve de unidad de medida, viene la confusion de que se puede medir algo subjetivo como el valor.
El dinero no juega papel alguno en los precios o en el valor económico. Y esto es algo que sabemos porque los precios son muy anteriores al dinero en la Historia. Aunque actualmente muchas personas escriben utilizando un teclado de ordenador o leen en una pantalla de ordenador, una teoría que explique el lenguaje escrito en función de ciertas propiedades de teclados o pantallas tiene que ser falaz porque la escritura es muy anterior a los ordenadores y perfectamente posible sin ordenadores.
El que ciertos mecanismos puedan hacer más fáciles los intercambios entre bienes cambiaría la velocidad o frecuencia de los intercambios pero no el precio de esos intercambios. En los mercados financieros hay instrumentos incomparablemente más líquidos y que presentan frecuencias de intercambio mucho mayores que otros pero el mecanismo de precios en todos los casos es idéntico.
De modo que aunque el dinero facilitase los intercambios seguiría sin influir en los precios pero es que, además, el dinero no facilita los intercambios. Lo que facilita los intercambios es el ahorro, la deuda o el crédito, no el dinero y la confusión marxista entre ahorro o capital y dinero nos muestra los extremos gañanescos del marxismo.
Imaginemos que se crea una “aldea anarquista” que crea una economía nueva a partir de cero. Si piensan que el dinero es el instrumento económico que proporciona “liquidez” a una economía al facilitar los intercambios (porque han estudiado “ciencia” “económica” en una universidad) lo primero que harán será crear dinero. Podrían, por ejemplo, imprimir billetes de Monopoly y repartir 100 billetes a cada miembro de la comunidad anarquista.
Este dinero recién creado proporciona una liquidez cero porque en esa economía no existen los bienes económicos y por eso los intercambios de bienes económicos no son posibles. La costurera no puede comprar tela, agujas o una máquina de coser porque no existen tela, agujas o máquinas de coser en esa economía. La situación es una situación tipo Zimbabwe o Weimar, en la que añadir cantidades ingentes de dinero no crea la esperada liquidez o aceleración de los intercambios.
Ante esto, la asamblea de la aldea anarquista puede probar un sistema diferente: primero lograr que haya bienes y luego añadir el dinero que facilite los intercambios. Podrían crear un almacén comunitario de bienes con un almacenero encargado de gestionarlo. El tejedor produciría tela que depositaría en ese almacén comunitario y recibiría un certificado de depósito del almacenero. Ese certificado de depósito, el dinero, certificaría que ese tejedor ha cumplido con su parte en el esfuerzo de crear el conjunto de bienes que serán intercambiados.
Cuando un número suficiente de miembros de la aldea hayan producido bienes y los hayan depositados en el almacén comunal, habrá bienes que pueden ser intercambiados y habrá dinero con el que pueden intercambiarse. Cada ciudadano tendrá una cantidad de dinero que es proporcional al esfuerzo que haya realizado en la creación de ese conjunto inicial de bienes intercambiables.
La costurera, que ha depositado 12 camisas en el almacén, habrá adquirido el derecho a extraer tela o agujas del almacén, un derecho certificado por el dinero, certificados de depósito de camisas, que obtuvo cuando depositó las 12 camisas que produjo.
El almacén comunitario permite y facilita el intercambio indirecto de camisas por tela o agujas incluso cuando el tejedor no esté interesado en adquirir camisas. Si cierto trueque directo, por ejemplo camisas-tela no es lo bastante frecuente, el almacén comunitario puede crear ese trueque virtual mediante “triangulación”
La costurera aporta camisas y está interesada en el trueque camisas-tela. El tejedor aporta tela pero solo está interesado en el truque tela-quesos. En esta situación, el almacén comunitario puede crear ese intercambio virtual camisas-tela si hay en la aldea un pastor que aporta quesos y está interesado en el trueque quesos-camisas
El pastor entrega los quesos al tejedor, el tejedor entrega la tela a la costurera y la costurera entrega la camisa al pastor.
Esta “triangulación” exige que exista cierta “propiedad transitiva” en ese triángulo: la tasa de intercambio, el precio, que corresponde a uno de los lados de ese triángulo, el lado camisas-queso, por ejemplo, coincida con la composición de los otros dos lados. La tasa de intercambio camisas-queso en un trueque directo tiene que ser la misma que si ese trueque se hace de forma indirecta, adquiriendo tela como medio de pago.
El precio del trueque camisas-queso debe coincidir con el del trueque compuesto camisas-tela>>tela-quesos o lo que es lo mismo: el precio cuando se recorre un triángulo completamente debe ser 1 (el precio de una camisa debe ser una camisa)
Todo esto requiere que cada lado de los infinitos triángulos esté etiquetado con un valor objetivo y definido cuantitativamente, algo que la teoría austríaca no puede explicar, y para que la “propiedad transitiva” se cumpla, el precio de los bienes que no dependen del trabajo, como el capital natural o el tiempo (el tipo de interés) deben ser indistinguibles del precio del trabajo, lo que la teoría marxista no puede explicar.
Sea como sea, lo que da liquidez y facilita los intercambios en esta nueva economía no es el dinero, los rectángulos de papel que imprime y entrega el almacenero, sino ese conjunto de bienes que hay depositados en ese almacén común. Un conjunto de bienes que llamamos ahorro o capital de una economía. Si los anarquistas, siempre temerosos de la existencia de una autoridad, suprimen a ese almacenero central del almacén comunitario, entonces ese almacén comunitario se convierte en un mercado y el dinero, emitido por el mercado, se convierte en dinero del mercado.
Uno de los bienes que pueden depositarse en ese almacén comunitario es el crédito, y como ocurre con los demás bienes en esa economía, el depósito de crédito permite obtener dinero con el que se extraerán otros bienes de ese almacén.
Podría ser el caso de un agricultor que intenta producir comida que depositar en el almacén pero que no tiene semillas o un arado con el que cultivar la tierra. Lo que el agricultor deposita en el almacén es su crédito, esto es: una promesa respaldada por su palabra de honor. Ese crédito depositado toma la forma de trigo en el futuro, ese trigo que el agricultor ha prometido producir y depositar en el almacén.
El almacenero o “la mano invisible del mercado” crean el dinero que entregan al agricultor a cambio de su crédito y el agricultor, usando ese dinero, puede extraer del almacén la semilla y el arado con los que producirá el trigo que depositará en el almacén.
El dinero, que solo es una forma de representación simbólica sin valor económico, puede canalizar o registrar el trueque de bienes presentes por bienes presentes o el trueque de bienes presentes por bienes futuros lo que hace que el dinero sirva también para registrar las transacciones de ahorro o capital (la semilla o el arado) formado por bienes presentes por crédito (la promesa de producción y depósito en el almacén) formado por la promesa de bienes futuros.
Sin embargo, aunque el dinero calcula y registra estos intercambios, los intercambios y la financiación de la economía solo son posibles por la existencia de ahorro o capital. Un almacén comunitario lleno de bienes (capital) garantiza la prosperidad de esa comunidad aunque sin dinero su gestión se hace engorrosa. Una comunidad con mucho dinero pero con un almacén vacío está condenada a la pobreza porque ese dinero es solo un inventario falso que hace referencia a unos bienes imaginarios que no existen.
No puedes hacer esas equivalencias (ni de precio ni de valor) porque no todos los actores son capaces de intercambiar unos bienes por otros con la misma facilidad (usted no vende manzanas con la misma liquidez que un frutero o al menos no de forma tan economica como el).
Para que llegue a obtenerse un precio de 60 manzanas por una camisa, tiene producirse dicho intercambio concreto. En una sociedad compleja como la actual, eso es muy dificil que ocurra. Como no posiblemente nunca se obtenga dicho precio, su ejemplo no tiene valor economico ni explicativo.
En una economía eficiente, como por ejemplo en una economía de mercado cercana al equilibrio, la red de precios tiene ciertas propiedades “geométricas” o “topológicas” que permiten deducir cualquier línea de enlace entre dos bienes o sintetizar esas líneas que faltan por triangulación.
El ama de casa dentista interviene en multitud de treques en los que ella siempre entrega curas dentales en cada trueque. Cuando compra pescado, verdura o ropa en el mercado, en cada caso ella está intercambiando una fracción definida de una cura dental por una pescadilla, por 4 kilos de patatas o por una blusa. No es necesario que el frutero necesite una cura dental para que el trueque cura dental – patatas de cierre. La economía y sus arbitragistas, especuladores y comerciantes “cierra” esos trueques sintetizándolos de forma indirecta de modo análogo a como una red de metro sintetiza una línea virtual de metro que enlace un origen y un destino arbitrarios a base de concatenar recorridos por líneas reales.