Voy a zanjar la cuestión diciendo que las guerras las ganan los números, no los generales. Se puede prever cuál va a ser el resultado de un enfrentamiento bélico con un 0,1% de margen de error si se tienen todas las cifras macroeconómicas, demográficas, armamentistas, etc.
La guerra es mucho más que una serie de problemas matemáticos, es por eso que la guerra es considerada un arte, no una ciencia exacta.
O en palabras exactas de Clausewitz, ya que me he tomado la molestia de ir a a la estantería a buscarlo:
pp268-269 Edición Ministerio de Defensa
Libro II. Sobre la teoría de la guerra
Capítulo 3. Arte de la guerra o ciencia de la guerra
Diferencia
La diferencia esencial es que la guerra no es un ejercicio de la voluntad dirigida hacia la materia inanimada, como en las artes mecánicas; ni hacia una materia animada pero pasiva y obediente, como la mente y las emociones humannas en relación con las bellas artes. En la guerra, la voluntad se dirige hacia un objeto animado que
reacciona.
Esto es, las acciones de un bando están condicionados por la del otro.
Por otra parte, los cálculos no son una certeza matemática.
pp191
Libro I. Sobre la naturaleza de la guerra.
Capítulo 1. ¿Qué es la guerra?
20. Por tanto sólo falta el azar para convertir la guerra en juego y ese elemento nunca falta.
Ahora se ve con claridad que la naturaleza objetiva de la guerra presiona con fuerza para convertirla en un asunto de valoración de probabilidades. Sólo falta un elemento para hacer de la guerra un juego: el azar, precisamente la última cosa de la que carece la guerra. Ninguna otra actividad humana está tan continua o universalmente ligada al azar. Y de la mano del azar, la conjetura y la suerte, van a representar gran parte de la guerra.
Los que seguís creyendo a día de hoy que el resultado de una guerra se decide a base de intelecto desde el cuartel de un general o a base de huevones, es que o sois muy orates o habéis visto demasiadas películas.
Te repito lo que te ha dicho Tico, que cuando quiere, es bastante más sensato e inteligente que tú
Un tio cuando no lleva razón lo reconoce. Un cosa como tú lo que hace es aplicar todas las falacias posibles para fingir que lleva algo de razón y no tener que reconocer que eres un cosa.
te escaneo otro fragmento
(los
subrayados son míos, a lápiz en el original, no que los marque ahora)
Punto 21
El elemento en el que existe la guerra es el peligro.
En tiempos de peligro, la más importante de todas las cualidades jovenlandesales es, sin duda, el valor. El valor es perfectamente compatible con el cálculo prudente, pero sin embargo ambos son distintos y se refieren a diferentes fuerzas psicológicas.
...
En resumen, los factores absolutos o matemáticos nunca están firmemente asentados en el cálculo militar. Desde el primer momento hay un juego de posibilidades, probabilidades, buena y mala suerte que se va a abriendo camino a lo largo y ancho del tapete. Dentro del conjunto de las actividades humanas, a lo que más se parece la guerra es a un juego de naipes.
22. De cómo, en general, esto es lo que mejor se ajusta a la naturaleza humana
Aunque nuestro intelecto siempre busca la claridad y la certeza, nuestra naturaleza suele sentirse fascinada por la incertidumbre
...
¿Debe la teoría dejarnos aquí y continuar elaborando alegremente conclusiones y normas absolutas? Si así fuese, no tendría ninguna utilidad en la vida real.
No: debe también tener en cuenta el factor humano y hallar espacio para el valor, la osadía y hasta la temeridad. El arte de la guerra trata de la vida y de las fuerzas jovenlandesales. En consecuencia, no puede alcanzar lo absoluto ni la certeza; debe siempre dejar un margen para la incertidumbre, tanto en las cosas más importantes como en las que lo son menos. Con la incertidumbre en un platillo de la balanza, es preciso acumular en el otro valor y confianza en sí mismo para restaurar el equilibrio. Cuanto más grandes son estas cualidades, tanto mayor es el margen para lo accidental.
El valor y la seguridad en sí mismo son esenciales en la guerra y la teoría sólo debe proponer normas que abran amplios abanicos a estas virtudes, las más excelsas e indispensables en la guerra, en todos sus grados y variaciones. Hasta en el arrojo puede haber método y precaución, pero se miden por un patrón distinto.
Y así podría seguir durante horas. Clausewitz es muy pesado, pero muy gratificante si se hace el esfuerzo de estudiarlo.
En Rusia se decía que cuando los señores hablan, los siervos deben callarse.
Así que ¿por qué no te callas? No tienes ni fruta idea de lo que hablas y lo que es peor, eres incapaz de admitir que haya gente más instruida que tú, y sobre la guerra, tú no has leído un libro en tu fruta vida, así que no eres
nadie para dar lecciones.
---------- Post added 12-nov-2013 at 00:19 ----------
No hace falta que lo digas, este libro tiene que ser malísimo...
(Y encima el tío me pone un libro comprado en el rastro de un autor inglés mediocre que no conoce ni su progenitora, y luego él mismo reconoce que el libro es una cosa...
A ver, mi valoración sobre el libro es un
caveat emptor, lo he citado porque era el que tenía más a mano y acababa de leerlo. Como en este foro hay alguno que me pide consejo sobre lecturas bélicas y se fía de mi opinión, avisaba de que es un libro de anécdotas personales, no un estudio sobre estrategia. Y no tengo la suerte de que todos los libros que compro me salgan bueno, sobre todo cuando los compro a ciegas. Éste venía en un lote de imprescindibles, y creía que iba a ser otra cosa.
De hecho, después de éste, volví a leer esta semana el clásico de San Martín, "La defensa de Moscú", de Geoffrey Jukes, y ahora comprendo por qué me pareció árido cuando lo leí a los ventipocos, porque es estrategia pura y dura y la mitad del libro son citas de las memorias de Zhukov. Lo bueno es que en mi disipada juventud germanófila, al leer por primera vez desde el punto de vista de los "gente de izquierdas", empezé a cuestionarme mi
Weltanschaaung de pequeño fascista burgués y a tener dudas sobre la fiabilidad del género literario "memorias de generales alemanes."
Me voy a dormir, ya seguiré dándote caña mañana.