Conozcan cómo (mal)funcionaba realmente el Comunismo/Colectivismo a través de sus PRODUCTOS INDUSTRI

“Que el estado zarista prerevolucionario era semi-feudal es un hecho histórico, no es que se lo llame yo. Preeminencia del campesinado pobre y la economía rural, desarrollo económico pre-industrial o de industrialización incipiente, estructura políticas absolutistas del zarismo... No es una cuestión de utilizar tal o cual adjetivo, son hechos. “

Ya pero resulta que los hechos que expone usted para asimilarlos a feudalismo , pues que no se corresponden. En rusia existia un parlamento, Duma, mucho antes de la revolucion, y el progreso industrial avanzaba de manera muy optimista. De hecho las liberades individuales estaban mucho mas protegidas que bajo el regimen esclavista bolchevique.Usted no habla de hechos sino de mitos. Estudie la historia de rusia y verá.


“¿En que te basas para decir que a la URSS se le puede denominar "opresivo-esclavista"? ¿En tus prejuicios anti-comunistas?”

no, en que era un régimen opresivo y esclavista simplemente, y como lo era pues lo digo. Usted también puede descubrirlo. Por ejemplo puede empezar conociendo aspectos mas generales para luego ir profundizando por su cuenta, aquí le dejo por donde comenzar si realmente es que quiere saber:

Nicolas Werth - Un Estado Contra su Pueblo - La Editorial Virtual


“Fueron los ingenieros soviéticos los que diseñaron el mejor tanque de su época, y fueron las fábricas soviéticas, en Jarkov y luego en los Urales principalmente las que lo fabricaron. Esto es la realidad, lo demás son mitos anti-comunistas.”


lo cierto es que la industria y la tecnología soviética fue tras*ferida desde occidente, especialmente EEUU, y todo desarrollo soviético se basaba en patentes occidentales. Si quiere saber el alcance y los detalles del asunto puede consultarlo aquí:

Sutton--Western-Technology-1917-1930

Sutton--Western-Technology-1945-1965



por otro lado hasta las fabricas fueron construidas por Useños, con el sistema useño de cadena de montaje por técnicos ye ingenieros useños, aquí le pongo un ejemplo paradigmatico:

el caso de las firma industrial del ingeniero Albert Kahn que construyo más de 500 plantas indrustriales en la URSS en la decada de los años 30 del siglo XX

Albert Kahn (architect) - Wikipedia, the free encyclopedia

hasta la famosa electrificación fue realizada por una famosa firma norteamericana.

“ Niegas la importancia de la intervención extranjera en la URSS, achacas el desarrollo económico de la URSS a los países capitalistas... en fin un escojone, osea lo malo de la URSS era del socialismo, y lo bueno lo copiaron o se lo regalaron los capitalistas. Objetividad total.”

es que esa es la realidad ¿qué quieres que mire para otro lado o que mienta?
 
En este vídeo explican como los ingenieros desarrollaron en secreto un muy necesario nuevo modelo. En 1970 quisieron presentárselo al querido líder Erich Honecker, pero se les descubrió y se les ordenó para el trabajo, entregar toda la documentación y ¡¡¡DESTRUIR LOS PROTOTIPOS!!!:


El primer Volkswagen Golf era en realidad un prototipo de nuevo Trabant que los políticos de Alemania del este robaron a sus ingenieros y les vendieron a la Volkswagen. Lo dice el ingeniero en el video que has puesto. O sea que el problema eran los políticos, la gente de letras, que no producen nada, solo estorban, mientras que los ingenieros estaban deseosos de innovar a pesar de que su sueldo comunista era siempre el mismo.

Por tanto simplemente hay que construir un sistema comunista gobernado por ingenieros, como le dejes el poder a gente de letras, te la lía, sea zapatero, honecker o aznarín.

La gente de letras con poder te la lían, te hunden el país en dos tardes, porque en realidad son gente que no vale para nada, no son conscientes de la realidad, como no comprenden la ingeniería, piensan que cualquier cosa es posible, viven en un mundo de fantasía e ilusión. La fantasía de Aznar de que era posible crecer eternamente apilando ladrillos, la fantasía de Zapatero de que podíamos ayudar hasta a las lesbianas de Mozambique, la fantasía de Honecker de que el cochecillo ese no necesitaba mejoras.
 
Última edición:
De todos los coches y motos que he tenido, solo una era del Este, una Jawa 350. No corría mucho, hacía mucho ruido, pero era muy cómoda, no se calentaba nada y gastaba poco en comparación con otras motos de la misma cilindrada. Efectivamente ya existía la CBR cuando hicieron ésta, pero he hecho cosas con la Jawa que no se pueden hacer con una moto asiática y no digamos ya europea.

Para mi la diferencia estriba en qué es lo que primaba. En Occidente prima el diseño, la seguridad, la comodidad. En el Este primaba la durabilidad, la sencillez, el precio. Eran productos que se diseñaban para cumplir objetivos diferentes. Estar fuera del círculo de consumo hacía que el avance de todo fuera mucho más lento. Hoy en día y hace 20 años que cayó el muro, se hacen vehículos como los GAZ, o los camiones Kamaz, que en muchas ocasiones superan holgadamente a casi todos los vehículos europeos.

kamaz-truck.jpg


No admito que nadie ponga en duda que el AK-47 haya sido la mejor arma automática de la historia. Se puede enterrar en barro un cuernochivo, sacarlo un mes más tarde echarle un cubo de agua y dispara a la primera. No es bonito, no es ligero, no es muy preciso, porque es otra cosa, está pensado para que un neցro mate a otro en la selva, no para que un tipo rubito haga el lgtb en un desfile en Tennessee.
 
No admito que nadie ponga en duda que el AK-47 haya sido la mejor arma automática de la historia. Se puede enterrar en barro un cuernochivo, sacarlo un mes más tarde echarle un cubo de agua y dispara a la primera. No es bonito, no es ligero, no es muy preciso, porque es otra cosa, está pensado para que un neցro mate a otro en la selva, no para que un tipo rubito haga el lgtb en un desfile en Tennessee.

Armas que hacen eso mismo, pero mejorando todos los errores:

- FAL/FNC
- CETME C
- G3
- SIG 510/550
- Steyr AUG
- Type 95/97
- Galil

De hecho, los rusos, en la última versión del Ak (Ak2012) han creado un arma que no es barata ni fácil de usar hasta para un nigger, se atasca más... pero puedes disparar a más de 100m y no necesitar rezar.

Menos propaganda y más leer.
 
Última edición:
el comunismo es responsable de 100.000.000 de muertos
 

No es ninguna "excepción".

La NASA es estatalismo espacial. David Stockman (que abandonó asqueado el primer gobierno Reagan al ver que NO cumplía su programa de libertad económica) llamó a la NASA "Socialismo de alta tecnología".

La NASA es "un trocito de URSS" dentro del sistema USA (que se va pàreciendo cada vez más a la antigua URSS, con bancos y empresas de todo tipo "rescatados" por el estado).
 
lo que nos ha hecho progresar es el capitalismo.

¿Qué países comunistas quedan? ninguno

solo pobres

si estuvieras en un país comunista no existiría este forosaludos
 
Interesante "tocho" de la revista de Gustavo Bueno a estudiar y extractar:

Las siguientes dos partes del maravilloso libro que estamos reseñando giran en torno a interesantísimos temas de historia de la ciencia y la tecnología y abren cuestiones muy importantes sobre el papel de Stalin y sobre los logros del socialismo «real». Los autores tratan aquí el tema del proyecto de la bomba atómica, y de la bomba de Hidrógeno. Estudian la organización productiva que hizo posible estos proyectos, y ofrecen datos esclarecedores sobre la eficacia del sistema socialista y la organización de la producción. Si es prácticamente un tópico entre los autores marxistas reconocer que la llamada propiedad colectiva de los medios de producción hizo posible el milagro tecnológico de la URSS, tal y como podía deducirse de las tesis de los delegados soviéticos al célebre congreso de Londres de 1931 (la eficacia de los planes quinquenales, la superación en la URSS del tremendo colapso derivado de la crisis de 1929 en el mundo capitalista, &c.), lo cierto es que a duras penas es posible mantener estas teorías salvo por un empeño de falsa conciencia digno de ser estudiado. Lo que se desprende de los datos que se ofrecen en el libro dista mucho de estas tesis y obliga a asumir una perspectiva diferente. La URSS elaboró una red de centros de producción claramente esclavistas, sin metáfora. La bomba atómica fue resultado de una enorme eficacia en los sistemas de información que disponía la URSS en EEUU, y Gran Bretaña, aunque el de la bomba de Hidrógeno fue un proyecto genuinamente soviético. Pero la red productiva impresionante que estos proyectos requerían sólo fue posible mediante la organización de un sistema especial de gulags, el llamado «gulag atómico», con características especiales porque, entre otras cosas, los que trabajaban en él no podían volver a sus casas una vez cumplidas sus condenas, eran sistemáticamente deportados a zonas lejanas con el fin de que no pudieran desvelar los secretos de estado que habían conocido, los lugares secretos, ubicación, características, procesos productivos, &c.

Por supuesto, los secretos robados a Occidente tuvieron eficacia porque en la URSS había científicos muy bien preparados, y capaces de descifrar aquellos datos y ponerlos en funcionamiento. Kurchatov, el «Oppenheimer soviético», mostraba ante sus colegas una destreza que lo convirtió casi en leyenda, realizando operaciones y anticipando soluciones que a los demás les resultaba tremendamente complicado realizar, y es que gozaba de la información privilegiada que le proporcionaban los servicios secretos soviéticos que recibían la información directamente de los legendarios espías soviéticos. Pero la URSS pudo también aprovechar cosas como el curioso botín de guerra proveniente de los restos destruidos de la fábrica de Uranio de Oranienburg, cerca de Berlín, que había sido deliberadamente bombardeada por los norteamericanos días antes, ante la posibilidad de que los soviéticos pudieran llegar a ella. La inestimable ayuda del científico alemán Nikolaus Riehl dio lugar a la creación del complejo de Elektrostal, una de las primeras islas del gulag nuclear, en la que los trabajadores eran soldados soviéticos que después de liberados de las prisiones alemanas fueron condenados por cobardía a decenas de años de trabajos. El número de presos llegó en 1950 a 10.000. Para saber más sobre estos encarcelamientos, el libro de Solsenitsin, Archipiélago Gulag ofrece toda una serie de datos sorprendentes. También las Memorias de Andrei Sajarov ponen de manifiesto la existencia de estos contingentes de trabajadores esclavos en los complejos secretos en los que él y otros científicos trabajaron desarrollando el proyecto de la bomba de Hidrógeno.

El proyecto Manhattan de la bomba atómica no solamente fue una cuestión estratégica para la Guerra fría, como queda de manifiesto por los análisis que ofrecen los autores. Su trabajo advierte también sobre la intención que los norteamericanos tenían de evitar que la URSS alcanzara una influencia mayor en el destino del sureste asiático. El lanzamiento de las bombas en Japón tenía un interés estratégico concreto a la hora de negociar la paz en Oriente. En la página 145 y siguientes se describe con detalle lo que constituyó la organización institucional del programa nuclear soviético, al que se dio prioridad absoluta a partir de la bomba de Hiroshima de 6 de agosto de 1945; la creación del PGU, Directorio Principal del Consejo de los Comisarios del Pueblo, encargado de inspeccionar el proyecto atómico, &c.Si, al parecer, la bomba de plutonio, la primera que hizo explotar la URSS el 29 de agosto de 1949, fue verdaderamente una copia de la que EEUU lanzó sobre Nagasaki, la segunda, de uranio, lanzada en 1951, ya era un modelo original soviético. Los agentes secretos que jugaron un papel decisivo en estos acontecimientos fueron localizados, salvo Cairncross, pero la URSS no sólo había sido capaz de tomar los datos de los proyectos americanos, sino que había conseguido montar una infraestructura industrial con capacidad tecnológica y productiva totalmente «competitiva» frente a EEUU, en gran medida, aprovechando el caudal de trabajadores del gulag industrial, el llamado GULPS y el GULGMP.

El siguiente ensayo del libro, también de un inusitado interés para la historia de la ciencia y la tecnología, es el correspondiente al tema del desarrollo de la bomba de hidrógeno, un proyecto que significó adelantar a EEUU en la carrera nuclear, a pesar del empeño original del científico norteamericano, Edward Teller, y en el que acabaría sobresaliendo uno de los amigos de los autores, Andrei Sajarov, que posteriormente, con Kapitsa, participaría en las protestas para que Zhores Medvedev fuera liberado de un manicomio en el que había sido internado por su actividades disidentes.

Si desde el punto de vista tecnológico, la producción de Deuterio suponía una importante inversión industrial, la propia concepción de la bomba de Hidrógeno requería cálculos científicos muy elaborados, puesto que no podía llevarse a cabo la investigación experimentalmente debido a las condiciones de temperatura necesarias. Yakov Zeldovich y Lev Landau serían las piezas clave en el proceso, mientras que Kapitsa quedaría definitivamente desvinculado de él, a pesar de que el instituto de Problemas de Física que él dirigía había estado investigando en las propiedades físicas de los gases. El capítulo sobre las relaciones de Kapitsa con Stalin y Beria es verdaderamente interesante para la historia de la ciencia, toda vez que Kapitsa ya contaba en su haber con una larga trayectoria de problemas políticos que empezaron cuando se le denegó el permiso para seguir trabajando en el laboratorio Cavendish con Rutherford en los años 20. J. G. Crowther relata estas cuestiones de manera muy interesante en su ensayo Fifty Years with Science, de 1970. Pero si algo queda de manifiesto en este asunto de Kapitsa es lo que se refiere también a la actitud de los científicos que, como en el caso de Landau, Sajarov, etcétera, también ellos políticamente poco proclives al modelo político de la URSS, sin embargo se dejaron llevar y pusieron todo su esfuerzo en los programas de investigación soviéticos, abundando con su actitud en el tema del compromiso político de los científicos y su carácter verdaderamente «neutral» y abstracto en el ámbito de la llamada «Gran ciencia», donde se advierte que verdaderamente son mercenarios de la investigación, centrados estrictamente en la posibilidad de desarrollar su capacidad de investigación en el marco de las mejores condiciones materiales, sea quien sea quien paga, y para lo que lo paga. La URSS puso a sus científicos las mejores condiciones de trabajo e investigación posibles, los científicos las asumieron y en ellas desarrollaron proyectos impresionantes para la historia de la ciencia, pero después se quejaban amargamente de que trabajaban como esclavos, &c. La gran ciencia, tanto en la URSS como en EEUU, suponía este tipo de esclavitudes, pero no es nada personal, es que simplemente es imposible trabajar de otra manera en el marco de los megaproyectos que pone hoy en marcha la ciencia. Lógicamente, cuando alguno de ellos se mostraba disidente con el modelo, perdía inevitablemente los privilegios en virtud de los cuales podía llevar a cabo su trabajo de investigación, salvo que su aportación resultara ser indispensable, como ocurrió con Landau, o el mismo Sajarov (a este se le apartó efectivamente de la investigación). Sajaron fue premio Nobel de la paz por la defensa de los derechos humanos en la URSS y principal investigador del proyecto de la bomba de hidrógeno de la URSS.

Desde mi punto de vista, es curioso que personajes tan cercanos biográficamente a Boris Hessen, como Igor Tamm, amigo personal desde la infancia en Yelisabetgrado, y Abraham Yoffe, maestro de Hessen, hayan tenido un papel tan importante en ambos proyectos, el de la bomba atómica y el de la de hidrógeno. En el proyecto de la bomba atómica Abraham Yoffe proporcionó desde su Instituto los físicos que lo desarrollaron, y en el de la bomba de Hidrógeno los personajes clave fueron Igor Tamm y Lev Landau. Los curiosos detalles de la investigación aquí ofrecida son interesantísimos. Obviamente los científicos del proyecto tenían los teléfonos pinchados, algo que supongo no sería costumbre exclusiva de los soviéticos, como pone de manifiesto el Proyecto Manhattan. Landau se quejaba siempre de que la URSS era un estado fascista y él un esclavo científico. En el año 1950 estaba claro que el proyecto de la bomba H abrigado por Teller en Estados Unidos y seguido también por la Unión Soviética estaba en un punto muerto. La cuestión internacional obligaba, sin embargo, a seguir adelante con las investigaciones. El 31 de enero de 1950 Truman anunció que había encargado la bomba de Hidrógeno. El triunfo de China y el éxito soviético con las bombas nucleares lo hacían estratégicamente inevitable.

Los autores hacen referencia al hecho de que los norteamericanos contaban con una tecnología informática superior, que les permitía hacer cálculos más rápido mientras que los rusos suplían esta carencia poniendo a trabajar a un número mayor de matemáticos, sin embargo, fueron los soviéticos los que primero se dieron cuenta ya en 1948 de que el proyecto de Teller con Deuterio no era viable y el del Tritio no era tampoco económicamente viable. Los soviéticos cambiaron de tercio y propusieron algo más modesto pero eficaz. No tendría la potencia esperada, pero sería una bomba termonuclear. Este fue el modelo de Sajarov-Ginsburg. Su éxito en 1953 tuvo un efecto catastrófico en la Guerra Fría. Los norteamericanos, Teller, estaban convencidos de que la falta de mineral de Uranio, de una industria del uranio, y de ordenadores, haría imposible a la Unión Soviética alcanzar un éxito semejante, sin embargo, se consiguió. Ginsburg, por razones políticas vinculadas a supuestas actividades contrarevolucionarias de su esposa, no pudo instalarse en Arzamas-16, el centro especial donde se puso a trabajar el equipo de Tamm en el que estaba Sajarov. En 1997 publicó su autobiografía científica. Las Memorias de Sajarov informan ampliamente de la vida en la instalación de Arzamas-16 y del trabajo de investigación e industrial que llevó a cabo la bomba H. Es particularmente patético el caso de Olga Shiriaeva, un caso que también cuenta Sajarov en sus Memorias, una de las reclusas que trabajaba en el complejo de Arzamas-16. Entabló relaciones con Zeldovich y cuando fue deportada a Magadán, como a todos los presos que terminaban de cumplir su pena en el gulag atómico (se trataba de evitar que pudieran dar información de la ubicación del enclave nuclear), dio a luz allí a una niña que 20 años más tarde conocieron su padre y Sajarov en Kiev. Afortunadamente, el «destierro indefinido» que caía sobre los presos liberados de los complejos nucleares industriales y científicos no duró mucho tiempo, y en 1955 comenzaron a regresar, aunque no se les permitió vivir en grandes ciudades o cerca de la frontera. Más adelante, el 22 de noviembre de 1955 se probó la segunda Bomba de Hidrógeno, más parecida al modelo americano que probaron con éxito el 1 de noviembre de 1952.

El capítulo dedicado al gulag atómico es verdaderamente revelador en lo que se refiere a la economía de la ciencia en la Unión Soviética, y aleja cualquier duda acerca de los procedimientos productivos de los que disponía verdaderamente la Unión Soviética. Los datos ponen de manifiesto la evidencia de que el sistema socialista se basaba en la explotación abusiva del trabajo esclavo de los presos del gulag; y podría inducir a pensar que la campaña de terror no fue verdaderamente una paranoia sino un programa organizado conscientemente con el fin de alcanzar los fines productivos exigidos mediante lo que podríamos llamar «la actualización de una suerte de modo de producción asiático». Los autores distinguen el gulag del uranio, del gulag atómico; uno orientado a la extracción y purificación del mineral y otro dedicado a la separación de los isótopos, enriquecimiento y explotación del mineral como fuente de energía en centrales nucleares experimentales y en la fabricación de las bombas. Aunque ya desde 1942 se puso en marcha el proyecto de extracción de uranio, la clave para la organización del gulag fue la resolución de Stalin que ordenaba que todo el programa de extracción del Uranio se tras*firiese a la Comisaría de Asuntos Internos, bajo el control de Beria. Esta resolución, que se firmó el 8 de diciembre de 1944, resolvió todos los problemas anteriores debidos a la falta de mano de obra. A partir de entonces, comenzó la construcción de plantas para el tratamiento del mineral, plantas complejísimas tecnológica e industrialmente, como también se pone de manifiesto en la creación de la industria del uranio en Estados Unidos con el Proyecto Manhattan. Primero fue el Kombinat 6, donde ya trabajaban en 1945, 2.295 presos, extraídos de entre deportados, y prisioneros escogidos que por su formación podrían trabajar como mano de obra experta. El NKVD comenzó a inyectar obreros esclavos, presos y deportados a Leninabad en el Asia Central. Hasta 1948 casi 50.000 presos de guerra trabajaban también en las minas de Checoslovaquia y Alemania del Este, aunque esta mano de obra desaparecería en 1950. En este año, por otra parte, de los 18.000 trabajadores que había en el Kombinat 6, 7.210 eran presos, según los datos precisos que aportan los autores, mientras que muchos de los que componían el resto, procedían de poblaciones que habían sufrido deportaciones.

Luego aparecieron los yacimientos de las montañas de Kolima, cuyas minas pasaron a formar parte del complejo sistema de campos de Dalstroi, donde trabajaban miles de presos. Sólo en el complejo de Beregovo trabajaban en 1951, 30.000 prisioneros. Aunque a partir de 1953 se fueron rehabilitado prisioneros, lo cierto es que sólo en los años 60, con la introducción de nuevas técnicas de extracción disminuyó el número de trabajadores, aunque, en todo caso, las llamadas «ciudades del uranio» estuvieron «cerradas» hasta el año 1991. Los prisioneros trabajaron también en los yacimientos de Ucrania, Piatigorsk, y en la orilla oriental del mar Caspio, descubiertos a partir de 1951.

Con respecto al gulag atómico se ofrecen multitud de testimonios que no dejan lugar a dudas, como el del profesor Igor Golovin, que había sido ayudante de Kurchatov (pág. 180). El centro de Verj Neivinsk (Sverlovsk-40), y Kishtin (Cheliabinsk-40) comenzaron a construirse a partir de 1946. Beria gestionaba la asignación de presos, que comenzó cuando fueron enviados 10.000 prisioneros a Kishtim, el 1 de julio de 1946. En 1947, trabajaban en la construcción de Cheliabinsk-40 20.376 prisioneros. Además de los prisioneros, trabajaban también allí contingentes de soldados. Los testimonios son verdaderamente sorprendentes, tanto los de los soldados, como los de presos, todos ellos ponen de manifiesto la situación infrahumana en la que vivían. Al parecer, los presos que eran liberados porque habían cumplido sus penas, comenzaron a ser deportados hacia Magadán, y distribuidos por las minas de la zona, para mantener el secreto sobre las instalaciones. La instalación de Arzamas-16, donde se puso en marcha el proyecto de la bomba de Hidrógeno comenzó con la organización de un campo de prisioneros, al parecer, el primero del gulag atómico, el KB-11. «A finales de 1947 había más de diez mil prisioneros en el campo.» (pág. 184.) Según Zhores Medvedev, más de 18.000 prisioneros trabajaban en 1950 en la ciudad atómica de Verj Neivinsk.

La sección dedicada a los sacrificios de las instalaciones nucleares (p. 184) es bastante desoladora y pone de manifiesto la realidad del peligro de toda la industria nuclear, no sólo de las soviéticas. La radiación actuaba sobre todos los trabajadores y científicos. Como dice Zhores Medvedev, «la salud de la población local se sacrificó a costa de lo que se consideraba la seguridad del estado» (pág. 186). También podemos leer el relato de la primera catástrofe nuclear, algo muy poco conocido, que los autores cuentan con mucho detalle, un accidente que tuvo lugar en Cheliabinsk-40 en enero de 1949. Los detalles del suceso no se conocieron hasta 1995 y no se sabe el número de víctimas, aunque el autor supone que pudieron ser más que en Chernobil. La extracción de los 39.000 bloques de Uranio para reparar los tubos de aluminio que los contenía supuso que prácticamente todo el personal quedó expuesto a la ración, incluído a Kurchatov, cuya prematura fin estuvo relacionada con este suceso.

Hay, en todo caso, un tratamiento amargo de estas cuestiones que deja ciertas dudas. En el libro se sostiene que no se sabe la gente que pudo enfermar y morir en Cheliabinsk-40 a raíz de este suceso. Deja entrever que en 1949 el número de presos disminuyó en 3.000 personas, dejando al lector que imagine a 3.000 presos muriendo por la enfermedad de la radiación. Sin embargo, unas páginas más atrás, el autor habla de que en 1949 fueron liberados muchos prisioneros y enviados a Siberia. Muchos de los contingentes de los soldados en realidad estaban allí ubicados prácticamente como presos y así se les trató, deportándolos a Siberia cuando fueron «liberados». Estos constituían el llamado «contingente especial». Los detalles son escalofriantes: «según los archivos de Dalstroi, el 1 de enero de 1952 había 10.348 trabajadores del contingente especial con «contratos» de tres años. Afortunadamente con la fin de Stalin y la detención de Beria esta práctica llegó a su fin y comenzó a ponerse en libertad a la gente del «contingente especial».

Curiosamente, Stalin propuso la organización de otro sistema nuclear paralelo en Siberia con el fin de fomentar la competencia entre ambos para favorecer el desarrollo tecnológico. 27.000 reclusos trabajaron en la instalación subterránea de Krasnoyarsk-26. Perduró hasta 1963. Tomsk-7, la segunda ciudad atómica de Siberia se fundó en 1949. También Krasnoyarsk-45 fue creado con mano de obra esclava. En relación a la ciudad de Tomsk-7 no hay datos sobre el papel de los presos.

Los autores concluyen: «el gulag desempeñó un papel de primer orden posibilitando la capacidad para abordar los problemas a un ritmo vertiginoso, tanto si se trataba de la construcción de los reactores o las plantas como de la construcción de la infraestructura de cada instalación. Era la existencia de esta reserva enorme, única, de trabajadores perfectamente desplazables y con frecuencia altamente cualificados –básicamente mano de obra esclava– la que fue crucial para que el proyecto entero fuese un éxito.» (pág. 197).

Incluso se plantean si el éxito del programa nuclear soviético puede justificar el gulag. Es increíble, pero la respuesta todavía resulta más sorprendente: «Si el modelo político y económico estalinista no hubiera recurrido al gulag y otras formas de trabajo forzado no habría habido una necesidad tan apremiante de poseer las bombas atómicas y de hidrógeno. Fueron el terror y los gulags los que provocaron tanto rechazo en el resto del mundo e hicieron que otros países se sintieran amenazados por la Unión Soviética» (pág. 197). Esto es francamente inaceptable. Los autores deberían recapacitar que a pesar de los años y del fracaso de la URSS, EEUU todavía sigue generando mitos anticomunistas y enalteciendo sus propios éxitos, basados también en la explotación y el latrocinio, la destrucción, &c. Ya no existía la URSS cuando comenzó su campaña en Irak y Afganistán. Y, por otra parte, cabría decir al contrario, que la URSS tuvo que desarrollar un programa armamentístico serio para hacer frente a una verdadera amenaza que proveniente de occidente estaba alentada y permitida por todas las potencias occidentales. La agresión nancy no fue casual, y los motivos de Hitler eran menos importantes que los de los propios aliados de la URSS, pues éstos esperaban francamente que el nazismo acabara con la revolución comunista. Si esa amenaza seguía latente, más aun en la Guerra Fría, es lógico que la Unión Soviética hiciera todo lo posible por defenderse. Quien primero no sólo realizó la bomba atómica, sino que fue capaz de lanzarla sobre dos ciudades muy pobladas, fueron los EEUU, precisamente con un proyecto que hacía de aquel acto bélico un experimento científico, pues las ciudades de Hiroshima y Nagasaky no habían recibido ataques aéreos deliberadamente, con el fin de poder comprobar en su caso, el efecto real de las bombas atómicas. Los americanos estudiaron el fenómeno de la explosión y sus consecuencias de manera pormenorizada, y aquel acto bélico significó claramente una seria advertencia y amenaza contra la URSS. Otra cosa diferente es que para llevar adelante sus proyectos militares de defensa, la patria del comunismo echara mano de procedimientos tan deleznables que muestran hasta qué punto la revolución no daba los resultados albergados por el sueño que la puso en marcha.

Una lectura detallada de algunas de las partes de las Memorias de Andrei Sajarov podría ayudar en la elaboración de un trabajo que está por hacer, una investigación en serio de las pruebas nucleares que países como EEUU, la Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia, China, Israel, India, Pakistán, &c., han realizado desde que comenzó la era atómica. Según Sajarov, en función de cálculos realizados en los años cincuenta, la población mundial habría recibido un grado de radiación bajo pero muy extendido, que podría ser el responsable de muchos de los problemas de salud que se manifiestan en la actualidad. Tal vez estos países deberían pagar por ello y suministrar toda la ayuda necesaria para favorecer los procesos terapéuticos de muchas enfermedades cancerígenas derivadas de esa irresponsable contaminación que estos países han ido extendiendo por toda la tierra de manera totalmente gratuita y patética. Nuestro mundo no habrá alcanzado la madurez hasta que semejantes barbaridades no sean convenientemente purgadas. Seguramente a Al Gore este tema no le resultará tan interesante y emocionante.

4

La tercera parte del libro, «Stalin y la ciencia», tiene un interés también muy especial para la historia de la ciencia. Es también muy importante para la comprensión de fenómenos científicos que tuvieron lugar en la época soviética y que siempre han resultado particularmente curiosos, si no fuera por el alcance de sus terribles consecuencias sociales y políticas. En todo caso, si el affaire Lisenko es más popular, el caso de Marr es menos conocido, mientras que el de Clausewitz, con el que empieza la tercera parte, es especialmente curioso. El capítulo dedicado a Clausewitz narra los avatares del historiador militar, el coronel Yevgeni Razin. Razin, autor de una Historia del arte de laguerra desde la Edad Media a la primera guerra imperialista de 1924-1918, llevaba años defendiendo a Clausewitz y su obra De la guerra. Clausewitz era un autor muy respetado por Marx, admirado por Engels, y alabado por Lenin. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial contra Alemania no podía dejar en su pedestal a este teórico y militar prusiano. Razin lo defendió incluso en una carta que dirigió a Stalin (30 de enero de 1946), y lo cierto es que el mismo Stalin le contestó inmediatamente (el 23 de febrero) atribuyendo al marxismo la propia doctrina de Clausewitz, como si éste la hubiera tomado del marxismo, aunque cronológicamente era anterior. Una vez publicada esta carta de Stalin en la revista El bolchevique, en marzo de 1947, Razin cayó en desgracia y fue detenido. La investigación del caso fue llevada a cabo por el sanguinario Sverdlov (de importante pedigrí, pues era hijo del famoso revolucionario y compañero de Lenin). Sverdlov, que era investigador del NKVD, torturó a Razin hasta que finalmente fue condenado a 10 años como «enemigo del pueblo». En enero de 1950, Stalin necesitó obtener información sobre historia militar para una reunión que iba a tener con Mao Tse-tung. Entonces revisó, entre otras, la obra de Razin, una obra que aunque había sido prohibida, él todavía conservaba en su biblioteca, y pidió a su secretario Poskrebishev que averiguase dónde estaba y qué hacía. Lo sacaron del campo de concentración, lo vistieron de general y lo devolvieron a Moscú, reintegrándole en la Academia Frunze. El destino de este personaje muestra hasta dónde podían llegar las cosas en la URSS. Con mucha agudeza los autores dan cuenta de que la publicación de las obras completas de Stalin fue llevada a cabo por primera vez en la Universidad de Stanford, en el Instituto Hoover. En ella se incluye la carta de respuesta que Stalin escribió para Razin, un extracto de la cual puede leerse también en el libro que estamos reseñando.

El caso de Lisenko es de sobra conocido. Sin embargo, gracias a este libro adquirimos una comprensión histórica de este asunto que desborda ampliamente el marco del debate teórico, y aun ideológico, entre dos posturas científicas enfrentadas. La célebre conferencia de la VASJNIL, la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas, que tuvo lugar entre el 31 de julio y el 7 de agosto de 1948 significó, como se sabe, la caída en desgracia de todos los llamados morganistas, entre ellos, por ejemplo, Zavadovsky, y otros muchos. Pero, curiosamente, tuvo otras consecuencias también esta conferencia, por ejemplo, el triunfo de Beria y Malenkov en su pugna política contra A. A. Zhdanov, cuyo hijo, yerno de Stalin, había hecho un discurso crítico contra Lisenko de manera totalmente desafortunada el 10 de abril de ese mismo año 1948. El discurso de Lisenko en la conferencia, ampliamente corregido por Stalin, tal y como muy bien señalan y estudian los autores, era la prueba de que Lisenko había triunfado y que, por tanto, Zhdanov padre tendría que pagar las consecuencias. Como se narra en el texto, Zhdanov fue avisado por el propio Stalin en una reunión conjunta de que tendría que pagar él lo que había hecho su hijo, el marido de Svetlana. En agosto, Zhdanov tuvo un ataque cardíaco. Las intrigas médicas que apuntaban a una vinculación entre los médicos del Kremlin, Piotr Yegorov, Gravriil Maiorov y Vladimir Vinogradov y Beria y Malenkov, modificaron la valoración del estado de salud de Zhdanov que moriría finalmente el 31 de agosto de ese mismo año a consecuencia de otro ataque al corazón. Estos médicos estarían también implicados en la última gran purga que Stalin estaba a punto de poner en marcha cuando murió y que tenía como objetivo quitarse de en medio a Beria, Malenkov y sus secuaces, razón por la cual algunos creen que la fin de Stalin, en medio de este proceso, pudo venir provocada por otra de estas sabandijas humanas. Lisenko, y el apoyo indiscutible de Stalin, había sido el instrumento del que se valieron Beria y Malenkov para quitarse de encima a Zhdanov y sus seguidores de Leningrado. Zhdanov no era mejor que ellos, sino tremendamente brutal, como comenta por ejemplo, Robert Conquest en El gran terror. El asunto estaba entre hienas.

El capítulo ofrece además un pequeño ensayo sobre los orígenes del debate genético. Según se dice en el libro, el origen de la polémica se situaría en una resolución del Partido y del Gobierno sobre la selección y el cultivo de semillas, que data de 1931, y que tenía como finalidad contribuir a tras*formar la agricultura soviética, en pleno primer plan quinquenal y colectivización forzosa. En aquel primer envite, los seguidores de Lisenko ofrecieron la posibilidad de alcanzar los objetivos de esta resolución en dos años solamente, mientras que los genetistas consideraban que ese período era inviable. El fracaso de los lisenkoistas se atribuó al sabotaje de los genetistas, y muchos de ellos fueron detenidos y muertos a finales de los 30. Pero lo curiosamente revelador es el interés que Stalin mostraba por la agricultura y los datos sobre sus invernaderos y particulares «experimentos» agrícolas. Por cierto, se cita un trozo de las memorias de Molotov que da mucho que pensar. Se mencionan también el Plan del canal de Turkmenistán, el gran canal turcomano, y el plan de Stalin para la tras*formación de la naturaleza, que quedaronen proyectos solamente, así como algunos detalles sonrojantes, novelas agiográficas y demás. Todo, verdaderamente impactante.

En todo caso, si el éxito de Lisenko era una garantía para Beria y Malenkov, la fin de Vavilov fue esencial para el propio Lisenko. Molotov permitió a Beria su detención en agosto de 1940. Su prestigio internacional hizo que ya en 1945 la comunidad internacional preguntase por él (era, entre otras cosas, miembro de la Royal Society de Londres). En la conmemoración del 220 aniversario de la Academia de Ciencias en junio de 1945, sus colegas internacionales invitados a la conmemoración clamaban ya por conocer su destino. Ciertamente se aprovechó el clima confuso de la Guerra mundial para liquidarlo sin escándalo. Su hermano, Serguei Vavilov, fue elegidopresidente de la Academiaen el marco de aquella conmemoración, al parecer con el propósito de dar a entender que Stalin no tenía nada que ver en el asunto de la fin del genetista. Parece que fue entonces cuando Stalin se pudo hacer una idea de la importancia que tenía el trabajo de Nicolai Vavilov. En este capítulo se comenta por ejemplo cómo recibía Stalin los informes acerca de los candidatos a la presidencia de la Academia, datos enviados por el NKVD a Stalin para que eligiera entre los 22 candidatos que se presentaban en aquella ocasión. La valoración de cada uno incluye datos personales, valoración de actitudes, modestia, &c., que muestran el alcance del ejercicio del poder (pág. 226).

La conclusión es terminante: «En la Unión Soviética, la ciencia nunca llegó a ser la fuerza motriz que estaba detrás del progreso económico y tecnológico […] los avances tecnológicos y económicos en general se han producido a base de imitar, de adoptar aquello que ya se ha logrado en otros países» (en cualquier caso, si esto hubiera sido realmente así, al menos les cabría el mérito de haber podido emular y adoptar estos logros, lo que otros países sin duda no hicieron). Termina el capítulo informando acerca del destino de los actores de este particular drama: Serguei Vavilov murió de un ataque al corazón en 1951. Yuri Zhdanov siguió participando en la represión científica. Lisenko murió en 1976», &c. Problemas de este tipo, sobre la base de los datos anteriores, son los que el marxismo más superficial debe afrontar en serio porque se trata de argumentos que obligan necesariamente a remontar de modo definitivo sus profundamente arraigados idola fori.

Pablo Huerga Melcón, Stalin y la historia de la ciencia en la URSS, El Catoblepas 81:1, 2008
 
Increíble lo que tienen los advenedizos con Mercedes, todos los nuevos ricos quieren uno.
 
Acúmulo de materiales para nuevo hilo Cómo vivían los SEÑORES FEUDALES COMUNISTAS

Esos apartamentos son un poco vulgares...prefiero la sólida construcción y el elegante estilo arquitectónico de las numerosas dachas ubicadas en Sochi, Mar neցro, propiedad privada de los miembros de la nomenklatura y el politburó. Donde va a parar...

51980074.jpg


sochi2.jpg


d7-dachi-01.jpg


sztálin%2014.jpg


3_450_03.jpg


sochi+snacks.jpg

Tampoco parecen gran cosa, y no pasaban mucho más tiempo del necesario para despachar en la fría Moscú.

Podría haber expuesto al público las dachas de Crimea, que es donde de verdad se pegaban la vida padre, en el cálido Mar neցro.

Palacio de Massandra, residencia de Brezhnev y Stalin:

Massandra_Back.JPG

Material para nuevo hilo: Donde vivían Breznev y Andropov:

Moscow_dorogomilovo_1.jpg


Kutuzovsky Prospekt - Wikipedia, the free encyclopedia

No está mal el chabolo, ¿eh?.

Andropov's flat to be auctioned | World news | The Guardian

El piso de Andropov se espera vender por 325000 libras (377000€).

Sigo acumulando materiales para mi nuevo hilo: El avión privado de Fidel Castro.

BBC NEWS | Americas | Castro buys new presidential jet

Casa Stalin en Kuntcevo:

Dark Roasted Blend: Abandoned Houses of Super Villains
 
Volver