La guerra de Vietnam fue rica en su particular jerga, hechos imborrables e imágenes icónicas: el helicóptero, los campos de arroz con encorvados campesinos y sus aldeas de trabajo manual, las patrullas de infantes americanos, el entramado de túneles de Cu Chi, “the pig” M60, el “triángulo de Hierro”, “el agente naranja”, “Puff el Dragón Mágico”…y
las trampas del vietcong (trampas “cazabobos”), del que toda película o narración queda incompleta si no aporta una mínima referencia.
Los “chinos” desarrollaron una ingente variedad de “sorpresas”, a cada cual más ocurrente. Se suele incidir en las más famosas, como la trampa “punji” (estacas o cañas de bambú afiladas embadurnadas de excrementos) y la consabida granada accionada por un cable oculto en la espesura. El mayor uso de Booby Traps se dio en la II GM, pero fue en Vietnam donde alcanzaron mayor relevancia mediática.
Es decir, se puede estudiar la II GM sin mencionar ese hecho marginal (desconocido por el gran público), pero no se puede hacer un retrato fiel de Vietnam sin considerar tal extremo.
Esta trampa necesita una explicación particular. El soldado americano acostumbraba a protegerse con una entre-suela de metal, ya que la cosa no consistía en pisar caracoles. Previéndolo, los “chinos” crearon una trampa que “abrazaba” la pantorrilla del marine, obviando la protección de la suela.
Esta diablura la considero especialmente macho cabríoa, ya que podía instalarse en cualquier camino de tierra o de fina hierba, con efectos devastadores. Podía ser un cartucho del 7´62 de Kaláshnikov, un cartucho de posta o incluso un proyectil de artillería. Se me ocurrió que en caso de Mad Max no hay forma mejor de proteger tu perímetro establecido. Al portar la suela metálica anteriormente mencionada, los efectos del impacto del proyectil se multiplicaban por la metralla de dicha suela, ocasionando heridas dantescas que muchas veces obligaban a la amputación de la extremidad. Simplemente, ningún marine podía ir tranquilo ni siquiera en un camino o senda llana y diáfana.
Esta era imposible de detectar, reventando al soldado como un pez. También ponían trampas "punji" en el previsible extremo de un riachuelo donde iban a saltar los soldados para salvar el obstacúlo y así quedar empalados.
Sorpresa huevo Kinder muy pizpireta. Al pisar el marine con su peso la parte plana, basculaba la plancha de pinchos hacia su cara o su partes íntimas. Amor oriental.
Éste es el Sargento Peter Rejo, cubano exiliado. Es el más famoso de los "ratas de túnel". Cuerpo especial de individuos "especiales" que se introducían como comadrejas en busca del Charlie en los recónditos y claustrafóbicos túneles del vietcong. Era un "trabajo" para individuos con un valor inhumano de una "pasta especial". Peter Rejo no correspondía al arquetipo de "rata", ya que medía casi dos metros.
A veces, los hombres se venían abajo durante el trabajo. Eran sacados a la superficie llorando y gritando que se les relevase de aquellas misiones bajo tierra.
Un gran número de ellos no volvieron a ver la luz del sol, y entre ellos fueron frecuentes los trastornos mentales y desequilibrios psíquicos debido al gran estrés producido en su difícil tarea.
Este tema da para varios capítulos, siendo los testimonios de los protagonistas francamente estremecedores. Pero respecto al tema de las trampas, los vietnamitas recurrieron a "soluciones" muy exóticas: como liberar a serpientes venenosas al paso del intruso.
Mejor no quitar la bandera...
Copio y pego el interesante texto de esta página:
Concurso mejor artículo 4º trimestre 2009
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En muchas ocasiones, el dispositivo disparador se encuentra relativamente alejado de la trampa cazabobos, de tal forma que puede ser activado por un explorador, pero afectar al resto de la columna, pelotón o convoy que se encuentra demorado con respecto a éste.
Por qué funcionan las Trampas Cazabobos
Parte de la habilidad en la colocación de trampas reside en tener un cierto conocimiento de la psicología humana, explotando ciertas tendencias más o menos naturales como son la curiosidad, la ambición o el pensamiento lineal. Un truco bastante común es proporcionar a las víctimas una solución simple a un problema, como por ejemplo, dejando una puerta entreabierta en un edificio con accesos bloqueados, con lo que se atrae la atención directamente hacia la trampa. En este caso, se ha jugado con el pensamiento lineal para diseñar la trampa.
Pero los resultados suelen ser mejores cuando entran en juego instintos más básicos, como la curiosidad y la ambición. Objetos atractivos o interesantes suelen ser utilizados con frecuencia como cebo para atraer a las víctimas en la activación de la trampa. Por ejemplo, antes de salir de una zona, las tropas en retirada pueden dejar atrás las botellas de cerveza vacías y un cajón de madera sellado con el rótulo "Scotch Whiskey" marcado sobre ella. El cajón, lleno de escombros, puede encontrarse sobre un dispositivo disparador conectado a explosivos. De cualquier modo, cuando se mueve el cajón, la trampa explosiva detona, matando o hiriendo gravemente a quien se encuentre en el área inmediata. Un caso de fin por ambición.
La única limitación real de la complejidad de las trampas cazabobos son la habilidad y la inventiva de las personas que las preparan. El "cebo objeto" (por ejemplo, una caja en un rincón de la habitación), que atrae a las víctimas en la trampa no puede ser, de hecho, trampa explosiva en todos los casos. Varias “falsas” trampas cazabobos causarán en la tropa un falso sentimiento de exceso de confianza que a la larga se sumará al cansancio originado por el estrés ante la situación de inseguridad en la que se encuentran. Y estas sensaciones llevan al descuido, por un lado, y a una visión reducida de la situación, por otro, en la cual la atención se centra más en el posible dispositivo disparador que en lo elemento que lo rodean. Así, el mobiliario que debe ser empujado con el fin de llegar al cebo puede encontrarse conectado a un dispositivo explosivo.
Una trampa no tiene por qué incorporar necesariamente explosivos en su construcción. El uso de objetos pesados que caen sobre la víctima cuando se activa el mecanismo de disparo es también una forma de trampa cazabobos. O el uso de pozos camuflados con estacas afiladas en el fondo (estacas Punji). Sin embargo, este tipo de trampas requieren más tiempo y trabajo para realizarlas, y generalmente sus efectos son parciales sobre las víctimas, produciéndoles heridas, pero raramente la fin. En ese sentido, las trampas explosivas suelen ser más efectivas.
Las trampas no explosivas fueron utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial en las zonas de selva, fundamentalmente en Birmania y en las islas del Pacífico. No obstante, su uso sí fue masivo por parte del Vietcong durante la guerra de Vietnam.
Un aspecto a tener en cuenta es que las trampas cazabobos son armas indiscriminadas, como las minas antipersonal. Por lo tanto, es de vital importancia para la fuerza que pone trampas mantener un registro exacto de su ubicación, a fin de que puedan ser reconocidas o desactivadas en el caso de volver a la zona.
Efectos de las trampas cazabobos
Además de la capacidad obvia que tienen las trampas para apiolar o herir a los soldados enemigos, su presencia tiene otros efectos añadidos, que incluyen la capacidad de:
- Desmoralizar a los soldados, que ven cómo una sucesión de trampas mata o mutila a sus compañeros
- Mantener a los soldados continuamente estresados, paranoicos e incapaces de relajarse, porque es difícil para ellos saber qué zonas, edificios u objetos son seguros, ya que son consciente de que simples acciones cotidianas como abrir puertas o recoger algo pueden tener consecuencias fatales
- Rebajar la capacidad combativa de los soldados, pues les vuelve prudentes y desconfiados, en unos casos, o paranoicos
- Dislocar la capacidad de combate de la sección o pelotón, al tener que parar para hacer frente a las bajas, frenando o retrasando el impulso de ataque.
- Originar daños a civiles y otros no combatientes (durante y después del conflicto), que no son conscientes de que las trampas están presentes.”
Realmente, las trampas vietnamitas no fueron un golpe decisivo en el esfuerzo bélico (como nunca lo han sido), pero dadas las circunstancias peculiares de esa guerra, incrementaron más que en ninguna otra la parálisis y desconcierto del infante americano.