Primero, llevó el cuerpo de David al baño y lo sumergió en la bañera llena de ácido corrosivo. Sabía que esto descompondría el cadáver rápidamente y lo convertiría en una masa irreconocible.
Luego, Samuel se deshizo de la ropa ensangrentada de David, quemándola en su cocina, asegurándose de que no quedara ningún rastro. A continuación, lavó meticulosamente cada rincón de su piso, eliminando cualquier evidencia del crimen. Sabía que tenía que ser extremadamente cuidadoso, ya que sus vecinos eran conocidos por ser cotillas y estar atentos a cualquier actividad inusual.
Una vez que el cadáver se había descompuesto lo suficiente en el ácido, Samuel lo vertió en varias bolsas de sarama, junto con otros desechos, para ocultar su verdadera naturaleza. Luego, durante varias noches, llevó las bolsas a diferentes contenedores de sarama en la ciudad, distribuyéndolas de manera que no fuera obvio que todas provenían de su piso.
