Efectivamente, hay que sacar lo mejor de cada sistema y complementarlos.
Mi primer libro electrónico fue un Papyre y tengo que reconocer que me resultaba magnífico, porque era cómodo en tamaño, tacto con funda de símil piel, y aunque fuera chinesco, lo había diseñado alguien con gusto, porque todo era confortable. Incluso le metías unos cascos y tenía una opción de música que te traía de serie y leías con música relajante.
Lo malo que tenía es que era algo arcaico, y muchos formatos no te los leía. Y los que aceptaba, los aceptaba lentamente. Le dabas a pasar página y tardaba 3-4 segundos en verse.
Error mío, en unos Reyes Magos, me compré el ebook de Sony, porque tenía internet, venía con una lamparita en la funda... en fin, todo pijo y guay, pero rápido me di cuenta de que no tenía nada que ver con el anterior. Pasaba las páginas rápido pero era más incómodo en la mano, los botones no agradaban al tacto y el marco brillaba, lo que molestaba en la lectura. O sea, era un ebook pensado por gente que no leía en digital.
El ebook de Sony me asqueó y me volví a pasar al papel, aunque tenía bueno que podías leer burbuja en el ebook, porque tenía navegador. Quedaba todo muy retro, era como leer un fanzine. Pero vaya, que como inflaron de publicidad y morralla las webs, ni para eso acabó sirviendo.
Hoy en día tengo una tableta de casi 13 pulgadas y otra de 10 y con eso me apaño en digital. Echo algún vistazo a algún comic, por admirar las ilustraciones, que realmente no me leo ninguno ni me engancha eso. Los pongo en modo noche, con fondo neցro y letra gris o blanca suave, y así puedo leer alguna cosa interesante sin hacerme daño en la vista.
No obstante, es cierto que cada opción tiene cosas buenas. Por ejemplo, ahora las aplicaciones te leen los libros, lo que te permite relajarte y, si la voz es agradable a la velocidad adecuada, es una ventaja, al menos para mí, que voy a cumplir 50 años y me van bailando las letras en las ediciones papel de Galaxia Gutemberg.