Yo cierro en estos días una librería.
Cierto que no es una librería al uso ni estaba en el mejor sitio, pues nos dedicábamos a ensayo político, económico y social y literatura de editoriales independientes -nada de premios Planeta ni similares-, y estábamos en un pueblo de 20.000 habitantes.
Probablemente, esa misma librería en Madrid habría dado más dinero.
Pero para mí era sólo una actividad literaria más de las que desarrollo, no vivo de vender libros.
Ahora me han salido un par de proyectos más interesantes y ha coincidido con que me han hecho por mi local una oferta que no puedo rechazar.
Los siete años que he tenido la librería han sido muy placenteros, porque es un "negocio" muy bonito que te da muchas satisfacciones personales.
Pero si hay algo que me ha decidido a bajar la persiana ha sido la realidad demográfica: no hay reemplazo generacional.
La gente joven no compra libros.