Askodepako
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Jacqueline, la progenitora de Maximiliano, muerto en Ucrania: “Si hace falta voy a Rusia a buscar el cuerpo de mi hijo”
“Si en menos de 24 horas no tengo respuesta del Gobierno español, estoy dispuesta a hablar con los rusos e ir a Rusia o Ucrania a buscar a mi hijo”, declaró ayer Jacqueline Aramuni, progenitora de Maximiliano Camino, el tinerfeño abatido por un dron ruso el pasado 11 de febrero en una trinchera en Andriikva, al este del Donetsk, donde se libró una batalla sangrienta con más de mil muertos, terminando con la reconquista rusa de ese pequeño pueblo estratégico en la guerra que este sábado hará dos años se inició con la oleada turística rusa de Ucrania.
Jacqueline Aramuni (Caracas, 1973) acudió a la entrevista concertada con riguroso luto, pero mostrando una fortaleza inusual dada las circunstancias. “Estoy muerta en vida, aunque no lo parezca, pero gracias a la medicación y a la presencia de mis hermanos que han venido de Venezuela me mantengo en pie, porque antes de que vinieran mis ojos no se veían de la inflamación tan grande que tenía, era un puro llanto todos los días; ahora cuando regresen el domingo a Venezuela, no sé si tendré fuerzas para seguir luchando”, comentó mientras insistía “lo único que quiero es recuperar el cuerpo de Maximiliano y enterrarlo en Santa Úrsula, y no pararé hasta conseguirlo”, remarcó.
“VIvo muerta en vida, llevo luto por un hijo que no puedo enterrar”, comenta / FRAN PALLERO
Para ello, la progenitora del fallecido soldado voluntario, ha removido Roma con Santiago, en contacto permanente con Manuel Baena, cónsul de España en Kiev, quien ayer no atendió a DIARIO DE AVISOS porque “solo podemos dar información a los familiares, el resto a través de la Oficina de Información Diplomática en Madrid”, que ayer no nos contestó.
Jacqueline agradece “el trato afectivo y humano del cónsul, pero ahora tiene que hacer su trabajo, después de mandarme el comunicado oficial de la desaparición de Maximiliano en el frente de batalla”, una desaparición sinónimo de fin, para su progenitora, “por sus heridas, por los otros muertos habidos y por los menos 30 grados que había ese día que mantendría el cuerpo congelado”, relata Jacqueline que apunta que “me comentaron desde el batallón que un dron, al cuarto día, reconoció el cuerpo de Maxi, se le reconocía el rostro, por lo que deben llegar a él y entregármelo. Hay que llegar allí y rescatarlo, solo pido eso”.
Jacqueline y Maximiliano hace poco más de un año en Tenerife. | DA
La familia de Maximiliano, nacido en Venezuela pero residente en Tenerife desde los 11 años (tenía ahora 32), ha recibido múltiples muestras de apoyo, entre ellas las del alcalde del Ayuntamiento de Santa Úrsula y ayer mismo concedió permiso, a través de un correo, al diputado del Común para que tramite su petición de ayuda a través del Defensor del Pueblo, a raíz de la exclusiva de DIARIO DE AVISOS. Es más, Jacqueline insistía en “si hace falta también hablo con el cónsul ruso en Canarias o el embajador en Madrid, porque deben respetar los derechos humanos y devolverme el cuerpo de Maximiliano. Lo normal es que haya trueque de cadáveres, como lo hay entre prisioneros”, expone Jacqueline, insistiendo mucho en ello, sin querer reconocer que seguramente el cuerpo de Maximiliano junto al de cientos de bajas ucranianas nunca será recuperado, y más ahora que “los ucranianos tuvieron que abandonar la zona ante el avance ruso y sin munición”, explica la desconsolada progenitora ante “informaciones que hemos tenido que traducir familiares y amigos de ucraniano, ruso y hasta árabe hasta lograr que el consulado español en Ucrania nos confirmara la desaparición de Maximiliano Kalev, como decía la placa que llevaba, el segundo nombre en honor a su hermano mayor. Ayer descubrí una página rusa en donde celebraban la caída de los soldados ucranianos en la batalla de Andriivka, entre ellos Maximiliano, en la contienda más sangrienta en estos dos años, con más de mil quinientos muertos contando civiles”.
Jacqueline Aramuni, durante la entrevista ayer con DIARIO DE AVISOS. | FRAN PALLERO
El martes 13, Jacqueline recibió una llamada comunicándole la desaparición de su hijo en Ucrania, después de que antes fuera avisado el progenitora de Maximiliano en Estados Unidos. “No sé quien le llamó, pero mi hijo me había comentado que en el batallón tenía dicho que desde que cayera alguno se le diera la noticia a los familiares, porque si esperaban por las autoridades ucranianas podrían pasar muchos meses. El salió de misión el día 11 y ese mismo día no regresó, se quedó él y un compañero colombiano que trató de rescatarle a quince pasos de la trinchera, tras ser alcanzado por un dron ruso silencioso con granadas, eso fue lo que contó el sargento de la compañía”.
La progenitora de Maximiliano Camino no pierde la esperanza, a pesar de que se le van nublando los ojos mientras avanza la entrevista. “Tengo fé y quiero confiar en el Gobierno español; sé que están trabajando para que haya alguna tregua y puedan rescatarse a los muertos, cuando la zona ya es rusa. Solo quiero que traigan a mi muchacho y yo poderlo enterrar. Si yo, que solo soy una progenitora desesperada, he logrado mucha información, cuanto más deben hacerlo las autoridades de España, Ucrania o Rusia, y si no es así, seré yo quien viaje hasta allí por mi hijo. Soy capaz de hacerlo”, afirma con firmeza. “Como voy a velar a mi hijo, a llevar un luto por él que salió de mi y no lo tengo”.
Legión extranjera
Maximiliano se encontraba destinado en la base militar en Kostiantynivka, región del Donetsk, en el pueblo de Andreiivka, un bastión que ganaron los rusos al inicio de la contienda y que a mediados del último septiembre recuperaron los ucranianos, que finalmente terminaron perdiendo hace diez días ante la ofensiva rusa. Maximiliano fue enviado junto a su compañía (Charly 3 del regimiento A7420 de la legión internacional) a una misión de infantería el 11 de febrero a las 20.00 horas, donde, al parecer, fue herido en el abdomen y una pierna por la artillería y falleció ese mismo día tras ser ‘rematado’ por un dron con granadas, según le explicaron a la desconsolada progenitora. Los ucranianos se retiraron el día después del pueblo por falta de munición y ante el avance del enemigo.
Maximiliano Camino fue abatido por un dron ruso con granadas. | DA“Nunca había cogido ni una pistola de agua”
Cuando se le pregunta a Jacqueline por los motivos que motivaron que su hijo se alistara como soldado en Ucrania, sin experiencia militar alguna, no tiene explicación alguna: “Eso quisiera saber, te lo juro por Dios. Ojalá existiera otra vida para yo decirle, “Maxi, no lo comprendo”. El sí nos escribió una vez que ya estaba allí, en octubre, pero nos pidió por favor que no las difundiéramos porque al tener también la nacionalidad venezolana temía de que si regresaba a Venezuela le podía pasar algo, dada la amistad del Gobierno de Maduro con Rusia”.
Jacqueline no se explica que hacía en “una guerra que no era la suya”, porque “nunca había tenido en sus manos ni una pistola de agua”. “El nunca ha sido un atleta, pero si inquieto, no paraba la pata. No fue a la guerra por dinero, porque apenas le pagan 1.500 euros, lo que gano yo como comercial y no me da para llegar a fin de mes.
Maximiliano estudió informática y ha trabajado en distintos lugares del mundo hasta que decidió alistarse en octubre pasado en una empresa de voluntarios militares para combatir en Ucrania. Tras unos meses allí hizo un parón y se trasladó a Alemania para trabajar en un depósito de Amazon hasta que volvió de nuevo al frente ucraniano, todo por lo que le comunicó al padre, porque a mi nunca me dijo nada.
“Solo venía a Tenerife a descansar, porque era para él como una cura, pero siempre salía a América o Europa, no estaba quieto nunca. Y fue a Ucrania aunque el padre le advirtió que si se iba a la guerra, no tendría padre. Hoy no tenemos a Maxi”, lamentaba una progenitora “que aunque me veas fuerte, estoy destrozada”, nos recalcaba esta progenitora coraje con un velo neցro que le cubría medio rostro.
“Si en menos de 24 horas no tengo respuesta del Gobierno español, estoy dispuesta a hablar con los rusos e ir a Rusia o Ucrania a buscar a mi hijo”, declaró ayer Jacqueline Aramuni, progenitora de Maximiliano Camino, el tinerfeño abatido por un dron ruso el pasado 11 de febrero en una trinchera en Andriikva, al este del Donetsk, donde se libró una batalla sangrienta con más de mil muertos, terminando con la reconquista rusa de ese pequeño pueblo estratégico en la guerra que este sábado hará dos años se inició con la oleada turística rusa de Ucrania.
Jacqueline Aramuni (Caracas, 1973) acudió a la entrevista concertada con riguroso luto, pero mostrando una fortaleza inusual dada las circunstancias. “Estoy muerta en vida, aunque no lo parezca, pero gracias a la medicación y a la presencia de mis hermanos que han venido de Venezuela me mantengo en pie, porque antes de que vinieran mis ojos no se veían de la inflamación tan grande que tenía, era un puro llanto todos los días; ahora cuando regresen el domingo a Venezuela, no sé si tendré fuerzas para seguir luchando”, comentó mientras insistía “lo único que quiero es recuperar el cuerpo de Maximiliano y enterrarlo en Santa Úrsula, y no pararé hasta conseguirlo”, remarcó.
“VIvo muerta en vida, llevo luto por un hijo que no puedo enterrar”, comenta / FRAN PALLERO
Para ello, la progenitora del fallecido soldado voluntario, ha removido Roma con Santiago, en contacto permanente con Manuel Baena, cónsul de España en Kiev, quien ayer no atendió a DIARIO DE AVISOS porque “solo podemos dar información a los familiares, el resto a través de la Oficina de Información Diplomática en Madrid”, que ayer no nos contestó.
Jacqueline agradece “el trato afectivo y humano del cónsul, pero ahora tiene que hacer su trabajo, después de mandarme el comunicado oficial de la desaparición de Maximiliano en el frente de batalla”, una desaparición sinónimo de fin, para su progenitora, “por sus heridas, por los otros muertos habidos y por los menos 30 grados que había ese día que mantendría el cuerpo congelado”, relata Jacqueline que apunta que “me comentaron desde el batallón que un dron, al cuarto día, reconoció el cuerpo de Maxi, se le reconocía el rostro, por lo que deben llegar a él y entregármelo. Hay que llegar allí y rescatarlo, solo pido eso”.
Jacqueline y Maximiliano hace poco más de un año en Tenerife. | DA
La familia de Maximiliano, nacido en Venezuela pero residente en Tenerife desde los 11 años (tenía ahora 32), ha recibido múltiples muestras de apoyo, entre ellas las del alcalde del Ayuntamiento de Santa Úrsula y ayer mismo concedió permiso, a través de un correo, al diputado del Común para que tramite su petición de ayuda a través del Defensor del Pueblo, a raíz de la exclusiva de DIARIO DE AVISOS. Es más, Jacqueline insistía en “si hace falta también hablo con el cónsul ruso en Canarias o el embajador en Madrid, porque deben respetar los derechos humanos y devolverme el cuerpo de Maximiliano. Lo normal es que haya trueque de cadáveres, como lo hay entre prisioneros”, expone Jacqueline, insistiendo mucho en ello, sin querer reconocer que seguramente el cuerpo de Maximiliano junto al de cientos de bajas ucranianas nunca será recuperado, y más ahora que “los ucranianos tuvieron que abandonar la zona ante el avance ruso y sin munición”, explica la desconsolada progenitora ante “informaciones que hemos tenido que traducir familiares y amigos de ucraniano, ruso y hasta árabe hasta lograr que el consulado español en Ucrania nos confirmara la desaparición de Maximiliano Kalev, como decía la placa que llevaba, el segundo nombre en honor a su hermano mayor. Ayer descubrí una página rusa en donde celebraban la caída de los soldados ucranianos en la batalla de Andriivka, entre ellos Maximiliano, en la contienda más sangrienta en estos dos años, con más de mil quinientos muertos contando civiles”.
Jacqueline Aramuni, durante la entrevista ayer con DIARIO DE AVISOS. | FRAN PALLERO
El martes 13, Jacqueline recibió una llamada comunicándole la desaparición de su hijo en Ucrania, después de que antes fuera avisado el progenitora de Maximiliano en Estados Unidos. “No sé quien le llamó, pero mi hijo me había comentado que en el batallón tenía dicho que desde que cayera alguno se le diera la noticia a los familiares, porque si esperaban por las autoridades ucranianas podrían pasar muchos meses. El salió de misión el día 11 y ese mismo día no regresó, se quedó él y un compañero colombiano que trató de rescatarle a quince pasos de la trinchera, tras ser alcanzado por un dron ruso silencioso con granadas, eso fue lo que contó el sargento de la compañía”.
La progenitora de Maximiliano Camino no pierde la esperanza, a pesar de que se le van nublando los ojos mientras avanza la entrevista. “Tengo fé y quiero confiar en el Gobierno español; sé que están trabajando para que haya alguna tregua y puedan rescatarse a los muertos, cuando la zona ya es rusa. Solo quiero que traigan a mi muchacho y yo poderlo enterrar. Si yo, que solo soy una progenitora desesperada, he logrado mucha información, cuanto más deben hacerlo las autoridades de España, Ucrania o Rusia, y si no es así, seré yo quien viaje hasta allí por mi hijo. Soy capaz de hacerlo”, afirma con firmeza. “Como voy a velar a mi hijo, a llevar un luto por él que salió de mi y no lo tengo”.
Legión extranjera
Maximiliano se encontraba destinado en la base militar en Kostiantynivka, región del Donetsk, en el pueblo de Andreiivka, un bastión que ganaron los rusos al inicio de la contienda y que a mediados del último septiembre recuperaron los ucranianos, que finalmente terminaron perdiendo hace diez días ante la ofensiva rusa. Maximiliano fue enviado junto a su compañía (Charly 3 del regimiento A7420 de la legión internacional) a una misión de infantería el 11 de febrero a las 20.00 horas, donde, al parecer, fue herido en el abdomen y una pierna por la artillería y falleció ese mismo día tras ser ‘rematado’ por un dron con granadas, según le explicaron a la desconsolada progenitora. Los ucranianos se retiraron el día después del pueblo por falta de munición y ante el avance del enemigo.
Maximiliano Camino fue abatido por un dron ruso con granadas. | DA“Nunca había cogido ni una pistola de agua”
Cuando se le pregunta a Jacqueline por los motivos que motivaron que su hijo se alistara como soldado en Ucrania, sin experiencia militar alguna, no tiene explicación alguna: “Eso quisiera saber, te lo juro por Dios. Ojalá existiera otra vida para yo decirle, “Maxi, no lo comprendo”. El sí nos escribió una vez que ya estaba allí, en octubre, pero nos pidió por favor que no las difundiéramos porque al tener también la nacionalidad venezolana temía de que si regresaba a Venezuela le podía pasar algo, dada la amistad del Gobierno de Maduro con Rusia”.
Jacqueline no se explica que hacía en “una guerra que no era la suya”, porque “nunca había tenido en sus manos ni una pistola de agua”. “El nunca ha sido un atleta, pero si inquieto, no paraba la pata. No fue a la guerra por dinero, porque apenas le pagan 1.500 euros, lo que gano yo como comercial y no me da para llegar a fin de mes.
Maximiliano estudió informática y ha trabajado en distintos lugares del mundo hasta que decidió alistarse en octubre pasado en una empresa de voluntarios militares para combatir en Ucrania. Tras unos meses allí hizo un parón y se trasladó a Alemania para trabajar en un depósito de Amazon hasta que volvió de nuevo al frente ucraniano, todo por lo que le comunicó al padre, porque a mi nunca me dijo nada.
“Solo venía a Tenerife a descansar, porque era para él como una cura, pero siempre salía a América o Europa, no estaba quieto nunca. Y fue a Ucrania aunque el padre le advirtió que si se iba a la guerra, no tendría padre. Hoy no tenemos a Maxi”, lamentaba una progenitora “que aunque me veas fuerte, estoy destrozada”, nos recalcaba esta progenitora coraje con un velo neցro que le cubría medio rostro.
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