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Guest
No me he vuelto un troll ni busco un flame pero evidentemente la guerra de sexos da mucho de sí, bastante más que lo que leemos en el ático, donde (hablo al menos por mí) la virulencia de las posturas de muchos y la desigualdad cuantitativa en los bandos hace que ni muerta acepte determinadas opiniones en contra de las mujeres.
Os invito a tener nuestro particular diálogo en el que sí espero que podamos intercambiar opiniones sin faltar al respeto. Quizás sea un tema que a alguien le pueda picar un poco en ocasiones, tampoco se trata de tengamos la piel tan sensible que no admitamos que los demás pueden tener una visión distinta a la nuestra.
Llevamos aquí suficiente tiempo como para haber podido comprobar que sí es posible el diálogo. Ea, que dios reparta suerte y a ver si al final hay que cerrar el hilo :S
Voy a abrir fuego y quizás no de la manera esperada, hace años mantenía esta postura tan ricamente en la guardería y donde hiciera falta, ahora ni jarta de vino digo algo que alimente a los monstruos que habitan el ático:
Disclaimer: Voy a evitar en lo posible justificarme continuamente
Conozco un número significativo de mujeres que controlan y manipulan a sus parejas.
Conozco un número significativo de hombres que dejan que sus mujeres les controlen y manipulen.
El control y la manipulación de la pareja existe históricamente desde siempre en ambos miembros. El hombre lo ha hecho de forma explícita determinando qué parcelas son suyas y excluyendo de ellas a las mujeres. La mujer ha aceptado de buen grado la exclusión porque a cambio recibía el control íntimo de la relación y la trasmisión del status quo a sus hijos e hijas, que perpetuaban así el esquema.
Romper ese esquema uniforme ha sido cosa de las mujeres, no de los hombres, quienes consideraron que la visibilidad del individuo estaba sólo en la parcela social y no en la íntima y que como ellas eran señoras de la segunda tenían que tomar la primera para hacerse ver. Según yo lo veo esto no deja de ser una visión machista llevada a cabo por las mujeres. Una alternativa hubiera sido equiparar ambas parcelas, dignificando socialmente el trabajo histórico que se realiza en la esfera íntima y fomentando que la "conquista" de los espacios se hubiera dado en ambos sentidos.
En cambio lo que se consiguió en primera instancia es hundir más todavía la "reputación" del trabajo en casa, de la crianza, de la alimentación, del trabajo necesario para mantener el espacio de vida íntima. Ahora todos huímos de ahí y se produce una lucha por el espacio social. Lo otro lo apañamos con guarderías, escuelas, comedores, extraescolares, comida pre-cocinada, señoras de la limpieza, sábados maratonianos en el centro comercial y reparto de tareas a regañadientes.
No contentas con ello las mujeres han decidido competir con los hombres en las partes más oscuras de sus cualidades: la agresividad mal utilizada y la competitividad 24/7. Nuevamente hemos sido incapaces de ocupar el espacio y llenarlo con aquellas cualidades femeninas que podrían complementar lo que faltaba.
No voy a decir que además las mujeres nos hemos vuelto ambiciosas porque eso es inherente a todo hijo de vecino e hija de vecina. El afan por tener no es nada nuevo, lo nuevo en todo caso es la magnitud del tener que se pretende.
Los conflictos de tamaña oleada turística no se han hecho esperar. El hombre desplazado de su lugar reacciona con rencor, o admite que la oleada turística es imparable y procura seguir trabajando en su parcela, o tiene miedo o se convierte en un nostálgico de tiempos mejores. Nada distinto a lo que debían sentir los romanizados galos cuando las tribus bárbaras decidieron instalarse en su territorio. Y los bárbaros en realidad también trajeron aires nuevos, también tenían virtudes, pero su presencia creaba desconfianza.
Una parte de hombres sigue mirando a las mujeres como receptáculos de esperma o madres de sus posibles hijos. Echan de menos los tiempos pasados, incluso (o sobre todo) aquellos que nunca los vivieron. La mujer ha salido del harem pero hay hombres que todavía no se ha enterado de que ahora las expectativas de las invasoras no son las de cuando a cambio de gobernar la casa acataban que el hombre cortara el bacalo en la calle. O quizás sí se han enterado pero no lo aceptan. Si lo aceptaran no estarían pidiendo lo imposible.
Enga, esto para hacer boca :rolleye:
Os invito a tener nuestro particular diálogo en el que sí espero que podamos intercambiar opiniones sin faltar al respeto. Quizás sea un tema que a alguien le pueda picar un poco en ocasiones, tampoco se trata de tengamos la piel tan sensible que no admitamos que los demás pueden tener una visión distinta a la nuestra.
Llevamos aquí suficiente tiempo como para haber podido comprobar que sí es posible el diálogo. Ea, que dios reparta suerte y a ver si al final hay que cerrar el hilo :S
Voy a abrir fuego y quizás no de la manera esperada, hace años mantenía esta postura tan ricamente en la guardería y donde hiciera falta, ahora ni jarta de vino digo algo que alimente a los monstruos que habitan el ático:
Disclaimer: Voy a evitar en lo posible justificarme continuamente
Conozco un número significativo de mujeres que controlan y manipulan a sus parejas.
Conozco un número significativo de hombres que dejan que sus mujeres les controlen y manipulen.
El control y la manipulación de la pareja existe históricamente desde siempre en ambos miembros. El hombre lo ha hecho de forma explícita determinando qué parcelas son suyas y excluyendo de ellas a las mujeres. La mujer ha aceptado de buen grado la exclusión porque a cambio recibía el control íntimo de la relación y la trasmisión del status quo a sus hijos e hijas, que perpetuaban así el esquema.
Romper ese esquema uniforme ha sido cosa de las mujeres, no de los hombres, quienes consideraron que la visibilidad del individuo estaba sólo en la parcela social y no en la íntima y que como ellas eran señoras de la segunda tenían que tomar la primera para hacerse ver. Según yo lo veo esto no deja de ser una visión machista llevada a cabo por las mujeres. Una alternativa hubiera sido equiparar ambas parcelas, dignificando socialmente el trabajo histórico que se realiza en la esfera íntima y fomentando que la "conquista" de los espacios se hubiera dado en ambos sentidos.
En cambio lo que se consiguió en primera instancia es hundir más todavía la "reputación" del trabajo en casa, de la crianza, de la alimentación, del trabajo necesario para mantener el espacio de vida íntima. Ahora todos huímos de ahí y se produce una lucha por el espacio social. Lo otro lo apañamos con guarderías, escuelas, comedores, extraescolares, comida pre-cocinada, señoras de la limpieza, sábados maratonianos en el centro comercial y reparto de tareas a regañadientes.
No contentas con ello las mujeres han decidido competir con los hombres en las partes más oscuras de sus cualidades: la agresividad mal utilizada y la competitividad 24/7. Nuevamente hemos sido incapaces de ocupar el espacio y llenarlo con aquellas cualidades femeninas que podrían complementar lo que faltaba.
No voy a decir que además las mujeres nos hemos vuelto ambiciosas porque eso es inherente a todo hijo de vecino e hija de vecina. El afan por tener no es nada nuevo, lo nuevo en todo caso es la magnitud del tener que se pretende.
Los conflictos de tamaña oleada turística no se han hecho esperar. El hombre desplazado de su lugar reacciona con rencor, o admite que la oleada turística es imparable y procura seguir trabajando en su parcela, o tiene miedo o se convierte en un nostálgico de tiempos mejores. Nada distinto a lo que debían sentir los romanizados galos cuando las tribus bárbaras decidieron instalarse en su territorio. Y los bárbaros en realidad también trajeron aires nuevos, también tenían virtudes, pero su presencia creaba desconfianza.
Una parte de hombres sigue mirando a las mujeres como receptáculos de esperma o madres de sus posibles hijos. Echan de menos los tiempos pasados, incluso (o sobre todo) aquellos que nunca los vivieron. La mujer ha salido del harem pero hay hombres que todavía no se ha enterado de que ahora las expectativas de las invasoras no son las de cuando a cambio de gobernar la casa acataban que el hombre cortara el bacalo en la calle. O quizás sí se han enterado pero no lo aceptan. Si lo aceptaran no estarían pidiendo lo imposible.
Enga, esto para hacer boca :rolleye: