Con motivo de la curación de un niño que padecía una patología medular gracias al nacimiento de su hermano y el trasplante de células progenitora, estos dias arrecían los textos y comentarios de quienes tratan de justificar el fanatismo medieval de la Iglesia Católica, que se opone al avance de la medicina de forma acientífica y dogmática, sin distinguir entre el diseño genético de seres vivos y el diagnóstico preimplantatorio.
Con todo, estos días, hay otro debate de origen religioso --y por tanto irracional-- más aberrante. Él resumen de los hechos es este:
En Brasil, una niña de nueve años se quedó embarazada de su padastro, que abusó de ella reiteradamente ¡desde que tenía 6 años de edad! Una vez descubierta tan aberrante situación y por razones obvias --incluido el grave riesgo que amenazaba la vida de la menor--, la progenitora de la cría decidió que se practicara un aborto. Pues bien, el arzobispo de Olinda y Recife, José Cardoso, ha intervenido por orden del Vaticano para excomulgar a la progenitora y a todos los miembros del equipo médico que atendió a la niña. Es más, el directivo religioso ha manifestado que es más grave el aborto practicado que los abusos cometidos por el padrastro.
Motivos hay pues, cientos e irrefutables, para ni siquiera replicar las barbaridades acientíficas y el desprecio por el ser humano de quienes confuden el diseño genético con el respetuoso y respetabilísimo diagnóstico preimplantatorio.
Y de remate lo que tantas veces se ha subrayado en ImP: los creyentes merecen máximo respeto, pero la Iglesia Católica ha dado sobrados motivos para merecer desprecio.
MÁS DETALLES sobre el caso de la niña brasileña, vía IPS Noticias.