pocholito
Madmaxista
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Taxis voladores, robots y lluvia en el desierto saudí... Así es la ciudad futurista diseñada por bin Salman
No hubo lluvia radioactiva y la tierra, con sus achaques, sigue siendo un lugar más o menos habitable pero Mohamed bin Salman sueña ya con una ciudad de androides que se encarguen del trabajo doméstico y nubes artificiales capaces de domesticar el desierto. El príncipe heredero saudí, envuelto aún en las sombras de la guerra en Yemen o el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, ha diseñado una urbe-estado en el noroeste de Arabia Saudí que quiere superar cualquier páramo conocido. Un alarde de futurismo bautizado como "Neom" y al que destinará 500.000 millones de dólares. El proyecto, urdido desde el ascenso al trono de su padre en 2015, fue presentado en sociedad hace dos años pero el pormenorizado relato de sus detalles acaba de salir a la luz. Se halla reunido en un informe de 2.300 páginas elaborado por un grupo de consultoras estadounidenses a partir de los deseos del treinteañero, filtrado por el rotativo Wall Street Journal. "Neom será la primera ciudad capitalista del mundo. Esto es lo único que puede ser revolucionario", proclamó Bin Salman.
Su construcción en una zona fronteriza con Jordania y accesible desde Egipto a través de un futuro y costoso puente ha comenzado tímidamente. Con el reino embarcado en la tarea de "acabar con su adicción al petróleo" y malherido por el déficit público, las primeras fases del invento han sido sufragadas a golpe de préstamos. La ciudad aspira a extenderse por un rincón inhóspito de desierto a orillas del mar Rojo que han habitado durante generaciones unas 20.000 personas, amenazadas ahora con un traslado forzado y exprés. Donde hoy la existencia humana resulta hostil y escasa residirá -según el heredero saudí- "una de las ciudades más vivibles del planeta", residencia exclusiva "de las mentes más preclaras y talentosas" y también de los empleos mejor pagados. En su metamorfosis, Bin Salman ha ideado un horizonte de "taxis voladores" -"conducir es solo divertimento, ya no será un medio de tras*porte", esgrime el informe-, un sistema de "siembra de nubes" que traerá las lluvias regulares a un páramo hasta ahora estéril; y una suerte de 'Parque Jurásico' con robots disfrazados de dinosaurios.
UN 'GRAN HERMANO'
Los residentes de Neom disfrutarán "del mayor ratio de restaurantes con estrellas Michelin por habitante del mundo" pero, a cambio, tendrán que aceptar el mal trago de la vigilancia extrema. Una legión de drones, cámaras y tecnología de reconocimiento facial se encargará de que ningún movimiento escape al radar de las autoridades. "Será una ciudad automatizada donde podremos verlo todo", indica el documento recién publicado. Un 'Gran Hermano' en el que "un simple ordenador podrá notificar cualquier infracción sin haber sido denunciada y donde todos los ciudadanos serán seguidos". Según fuentes de la administración que se encarga de forjar la utopía del príncipe, varias empresas internacionales trabajan ya en el sistema que permitirá esta inquietante 'realidad orwelliana'.
En el interior de los hogares de Neom, las tareas domésticas serán misión de robots, que también asumirán la labor de entretener a la audiencia con peleas y exhibiciones de artes marciales. El porvenir de Neom será sometido a un programa de modificación genética. Un proyecto que, en palabras del informe, alumbrará "un nuevo modo de vida desde el nacimiento hasta la fin a través de las mutaciones genéticas que incrementarán la resistencia humana y el coeficiente intelectual". Bin Salman busca convertir su engendro urbano -que levanta un ejército de obreros extranjeros- en una "zona de cero enfermedades relacionadas con el trabajo o el estrés". Su apuesta es atraer a gigantes como Amazon o Tesla para que establezcan cuarteles en el terruño aún baldío que acogerá Neom.
A diferencia del resto del país, cuna del 'wahabismo' -una rigurosa corriente del islam suní-, en la nueva ciudad-estado el consumo de alcohol estará permitido. Tampoco se aplicará la legislación que sojuzga a los súbditos saudíes y que ahuyentan la inversión extranjera. "Comenzar Neom de la nada, con sistemas y regulaciones independientes, garantizará la disponibilidad de los mejores servicios sin limitaciones sociales", reza el informe.
La "belleza", según el canon diseñado por el príncipe heredero, tratará de sorprender a residentes y visitantes con un derroche de ostentación. A principios de año, Bin Salman promulgó un decreto sobre un área de Neom a la que bautizó como "Playa plata". "Quiero que la arena brille", explicó el treinteañero. Al caer la noche, además, un flota de drones elevará al cielo de Neom una gigantesca luna artificial -que irá menguando o creciendo, según el calendario lunar- y podrá proyectar imágenes del espacio en directo. Los renglones de la urbe en la que Bin Salman sueña con reinar han suscitado una cascada de chanzas y críticas entre quienes lo consideran simples desvaríos. "Bin Salman es un gobernante con autoridad absoluta e ilimitado efectivo que dirige el país con la fantasía de un niño", replica a EL MUNDO el conocido disidente saudí Saad al Faqih.
No hubo lluvia radioactiva y la tierra, con sus achaques, sigue siendo un lugar más o menos habitable pero Mohamed bin Salman sueña ya con una ciudad de androides que se encarguen del trabajo doméstico y nubes artificiales capaces de domesticar el desierto. El príncipe heredero saudí, envuelto aún en las sombras de la guerra en Yemen o el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, ha diseñado una urbe-estado en el noroeste de Arabia Saudí que quiere superar cualquier páramo conocido. Un alarde de futurismo bautizado como "Neom" y al que destinará 500.000 millones de dólares. El proyecto, urdido desde el ascenso al trono de su padre en 2015, fue presentado en sociedad hace dos años pero el pormenorizado relato de sus detalles acaba de salir a la luz. Se halla reunido en un informe de 2.300 páginas elaborado por un grupo de consultoras estadounidenses a partir de los deseos del treinteañero, filtrado por el rotativo Wall Street Journal. "Neom será la primera ciudad capitalista del mundo. Esto es lo único que puede ser revolucionario", proclamó Bin Salman.
Su construcción en una zona fronteriza con Jordania y accesible desde Egipto a través de un futuro y costoso puente ha comenzado tímidamente. Con el reino embarcado en la tarea de "acabar con su adicción al petróleo" y malherido por el déficit público, las primeras fases del invento han sido sufragadas a golpe de préstamos. La ciudad aspira a extenderse por un rincón inhóspito de desierto a orillas del mar Rojo que han habitado durante generaciones unas 20.000 personas, amenazadas ahora con un traslado forzado y exprés. Donde hoy la existencia humana resulta hostil y escasa residirá -según el heredero saudí- "una de las ciudades más vivibles del planeta", residencia exclusiva "de las mentes más preclaras y talentosas" y también de los empleos mejor pagados. En su metamorfosis, Bin Salman ha ideado un horizonte de "taxis voladores" -"conducir es solo divertimento, ya no será un medio de tras*porte", esgrime el informe-, un sistema de "siembra de nubes" que traerá las lluvias regulares a un páramo hasta ahora estéril; y una suerte de 'Parque Jurásico' con robots disfrazados de dinosaurios.
UN 'GRAN HERMANO'
Los residentes de Neom disfrutarán "del mayor ratio de restaurantes con estrellas Michelin por habitante del mundo" pero, a cambio, tendrán que aceptar el mal trago de la vigilancia extrema. Una legión de drones, cámaras y tecnología de reconocimiento facial se encargará de que ningún movimiento escape al radar de las autoridades. "Será una ciudad automatizada donde podremos verlo todo", indica el documento recién publicado. Un 'Gran Hermano' en el que "un simple ordenador podrá notificar cualquier infracción sin haber sido denunciada y donde todos los ciudadanos serán seguidos". Según fuentes de la administración que se encarga de forjar la utopía del príncipe, varias empresas internacionales trabajan ya en el sistema que permitirá esta inquietante 'realidad orwelliana'.
En el interior de los hogares de Neom, las tareas domésticas serán misión de robots, que también asumirán la labor de entretener a la audiencia con peleas y exhibiciones de artes marciales. El porvenir de Neom será sometido a un programa de modificación genética. Un proyecto que, en palabras del informe, alumbrará "un nuevo modo de vida desde el nacimiento hasta la fin a través de las mutaciones genéticas que incrementarán la resistencia humana y el coeficiente intelectual". Bin Salman busca convertir su engendro urbano -que levanta un ejército de obreros extranjeros- en una "zona de cero enfermedades relacionadas con el trabajo o el estrés". Su apuesta es atraer a gigantes como Amazon o Tesla para que establezcan cuarteles en el terruño aún baldío que acogerá Neom.
A diferencia del resto del país, cuna del 'wahabismo' -una rigurosa corriente del islam suní-, en la nueva ciudad-estado el consumo de alcohol estará permitido. Tampoco se aplicará la legislación que sojuzga a los súbditos saudíes y que ahuyentan la inversión extranjera. "Comenzar Neom de la nada, con sistemas y regulaciones independientes, garantizará la disponibilidad de los mejores servicios sin limitaciones sociales", reza el informe.
La "belleza", según el canon diseñado por el príncipe heredero, tratará de sorprender a residentes y visitantes con un derroche de ostentación. A principios de año, Bin Salman promulgó un decreto sobre un área de Neom a la que bautizó como "Playa plata". "Quiero que la arena brille", explicó el treinteañero. Al caer la noche, además, un flota de drones elevará al cielo de Neom una gigantesca luna artificial -que irá menguando o creciendo, según el calendario lunar- y podrá proyectar imágenes del espacio en directo. Los renglones de la urbe en la que Bin Salman sueña con reinar han suscitado una cascada de chanzas y críticas entre quienes lo consideran simples desvaríos. "Bin Salman es un gobernante con autoridad absoluta e ilimitado efectivo que dirige el país con la fantasía de un niño", replica a EL MUNDO el conocido disidente saudí Saad al Faqih.