creo recordar que el perro loco intentó una jugarreta parecida a la de doolittle, saltándose una escala de re<provisionamiento programada y tirar directamente al estrecho. es decir tu sabes que debo reaprovisionar en x, que tardaré 2 dias en esa operación, y que llegare al estrecho tal fecha, pero si me salto esa escala, me presento en el estrecho 2 dias antes, pero no le salio pq uno de los barcos calculo mal las reservas que tenia y no llegaba.
Tsushima de Frank Thiess
Capítulo XI
Al amanecer del 12 de abril, la escuadra se encontraba carboneando a unas 60 millas de la bahía de Kam-ranh. Este carboneo habría sido orate si hubiese tenido la intención de anclar en dicha bahía. Pero entonces todos empezaron a adivinar sus intenciones. Una excitación febril se apoderó de toda la escuadra. ¡Quería ir a Vladivostok! Todos los detalles del buque almirante parecían indicarlo. En el
Ssuworow el estado de ánimo era como si fuesen a un festín. Se advertía que era posible escapar a la miseria de los meses pasados, con tal que se atreviesen a dar el paso. Rojestwenski se atrevió. Discutió con el primer maquinista sobre el estado de las máquinas, las que, después de cubrir 4.500 millas, tendrían aún que recorrer otras 4.000. Se informó de las averías y del tiempo absolutamente indispensable para las reparaciones. A su pregunta de si todo estaba listo para un largo viaje, varios buques solicitaron unas cuantas horas para hacer reparaciones. El buque de línea
Nawarin había sufrido el día anterior una avería en la máquina de estribor, y requería para sus reparaciones más tiempo que los demás. Prometió estar listo para las tres de la tarde. Entre tanto, Rojestwenski tuvo una entrevista con el primer piloto, y estudió en los mapas las rutas hacia Vladivostok. Discutió con él sobre la elección de los derroteros que llamarían menos la atención: uno por el Este, a través del canal de Balintang, para desembocar en el Pacífico, y otro, más al Nordeste, alrededor de Formosa que, haciendo un ángulo fuera de las líneas de navegación, penetrara a través del canal oriental de Tsushima en el mar del Japón. Éste era él trayecto más corto. Para otro mayor, la provisión de carbón sería insuficiente. Tenía a la vista los informes de la mañana referentes a las cantidades de carbón disponible. A éstas debían añadirse las que se habían cargado durante la parada. Debía de haber bastante. Todo parecía que estaba en orden. Desde el momento en que el
Nawarin estuviese en condiciones de navegar, podría dar la señal de marcha hacia Vladivostok.
Sobre lo que ocurrió después no se posee más que un solo informe detallado, escrito por el capitán Ssemjonow, del Estado Mayor de Rojestwenski. Se encontraba en el Rassplata, y en resumen dice:
"En la mesa, el almirante, contrariamente a su costumbre, no habló con nadie. Terminado el desayuno, se dirigió a su despacho. Hacia la una de la tarde se presentó de pronto sobre el puente y ordenó, mediante señales, que todos los buques, después de un aforo exacto de las carboneras, diesen a conocer la cantidad de carbón que contenían. Esta orden era totalmente desacostumbrada, y, al parecer, hasta superflua
(1).
"Como era de esperar, todos anunciaban de 100 a 150 toneladas más que en su informe de la mañana, únicamente el
Alexander III vaciló un poco en su respuesta. Recibió una reprimenda. Finalmente contestó.
"Mirábamos sin llegar a comprender. El semáforo replicó: ¿No hay "algún error en la señal? ¡Usted anuncia 300 toneladas menos que esta mañana!
"Por desgracia, resultó que la señal era correcta, sin error alguno. Al contrario, gracias a esta señal se rectificaron una serie de errores habidos en el informe de la mañana. En este aforo la cantidad disponible-no fue determinada mediante una cubicación de la bodega, sino deduciendo de la cantidad total disponible según el diario de a bordo, la cual en Nossi Be y durante el viaje había sido renovada cinco veces, las cantidades gastadas diariamente. En el resultado hubo un error de cálculo, es decir, una merma de 400 toneladas.
"¡Un error de 400 toneladas! ¡Ahora se comprendía cómo el
Alexander había ganado siempre el primer premio en la rapidez del carboneo! ¡80 toneladas en cada operación! ¡Si ahora tomaban este carbón en alta mar, se perderían dos o tres días! ¿Cómo era posible hacerlo? Acaso estaban cerca los japoneses. ¡Quién sabe!
"A duras penas me atreví a mirar al almirante. Estas pequeñeces le ponían furioso.
(1) Ssemjonow quiere decir que, todas las mañanas, los buques informaban siempre acerca del estado del carbón. Pero, en este momento, el jefe de la escuadra deseaba no solamente comprobar los informes de la mañana, sino concretar el cargamento verificado en las horas tras*curridas.