Azog el Profanador
Siervo de Sauron
Felipe II estaba convencido de que podía conquistar China con 15.000 soldados, de los cuales 12.000 eran vascos. La derrota de la Armada Invencible supuso el fin de este plan.
Álvaro Arbina y su Armario del Tiempo trasladan a 'Boulevard Magazine' de Radio Euskdi hasta el reinado de Felipe II y su intención de invadir China para hacerse con la supremacía comercial en la zona. A pesar de las grandes dimensiones del Imperio Celeste, los consejeros militares del Rey estimaban que el número de soldados necesario para acometer la campaña sería de unos 15.000 hombres reclutados entre los miles de aventureros que deambulaban por Perú y Nueva España en busca de los tesoros que se suponían escondidos por el Nuevo Mundo, entre los que se encontraban una grandísima cantidad de vascos. De hecho eran la mayoría, se dice que unos 12.000 eran vascos.
Se daba por seguro que la tecnología europea y sus tácticas militares debían suplir la desventaja numérica. Se consideraba que la población china era incapaz de organizar una defensa firme para proteger las amplias reservas de metales que supuestamente guardaba el interior del país. Así que todo era favorable para una conquista.
En aquellos años se tenía una idea muy hispana de China, hay que tener en cuenta que los mapas específicos de América todavía no existían, y mucho menos, los de China. Si con 300 hombres bien armados ya fueron capaces de conquistar grandes zonas de América, lo mismo pensaban podría hacerse de un lugar lejano, remoto, y salvaje como debía se China. En aquellos años, todo el conocimiento occidental sobre China se aglutinaba en un libro de Gonzaléz de Mendoza, que lo escribió sin haber pisado China jamás, un libro que tuvo 50 ediciones y fue leído por Montaigne y Bacon. Y eso que sostenía que el Imperio Celeste fue fundado por los descendientes de Noé.
El emperador de china Wanli creía de hecho que los españoles venían del Golfo Pérsico. Según los chinos, el mundo había sido en el origen de los tiempos, un huevo. Al romperse su cáscara, el cielo y la tierra se habían separado. Así se explicaba en el Shen Hsien Chuan, una obra atribuida a un oscuro ermitaño taoísta que vivió alrededor del siglo IV. La cáscara rota había traído al mundo al primer ser del universo. Desde la Antigüedad, los chinos adoraban a P’an-ku, que había surgido del centro de ese huevo primigenio para crecer durante dieciocho mil años al mismo tiempo que esculpía, con su cincel y su martillo, la orografía del país del Centro.
El plan definitivo consistía en esos 15.000 hombres, además de apoyos de tropas lusas y japonesas. La orden llegó a ser aprobada, y se llevaría a cabo después de conquistar las islas británicas. Primero iría la Armada Invencible a por los ingleses y después la de los 12.000 vascos a China. La derrota Armada Invencible ante Inglaterra en 1588, con la que España perdió 20.000 hombres, 40 millones de ducados y 100 navíos, acabó definitivamente con el proyecto de China.
La historia de los 12.000 soldados vascos que pretendían invadir China
Álvaro Arbina y su Armario del Tiempo trasladan a 'Boulevard Magazine' de Radio Euskdi hasta el reinado de Felipe II y su intención de invadir China para hacerse con la supremacía comercial en la zona. A pesar de las grandes dimensiones del Imperio Celeste, los consejeros militares del Rey estimaban que el número de soldados necesario para acometer la campaña sería de unos 15.000 hombres reclutados entre los miles de aventureros que deambulaban por Perú y Nueva España en busca de los tesoros que se suponían escondidos por el Nuevo Mundo, entre los que se encontraban una grandísima cantidad de vascos. De hecho eran la mayoría, se dice que unos 12.000 eran vascos.
Se daba por seguro que la tecnología europea y sus tácticas militares debían suplir la desventaja numérica. Se consideraba que la población china era incapaz de organizar una defensa firme para proteger las amplias reservas de metales que supuestamente guardaba el interior del país. Así que todo era favorable para una conquista.
En aquellos años se tenía una idea muy hispana de China, hay que tener en cuenta que los mapas específicos de América todavía no existían, y mucho menos, los de China. Si con 300 hombres bien armados ya fueron capaces de conquistar grandes zonas de América, lo mismo pensaban podría hacerse de un lugar lejano, remoto, y salvaje como debía se China. En aquellos años, todo el conocimiento occidental sobre China se aglutinaba en un libro de Gonzaléz de Mendoza, que lo escribió sin haber pisado China jamás, un libro que tuvo 50 ediciones y fue leído por Montaigne y Bacon. Y eso que sostenía que el Imperio Celeste fue fundado por los descendientes de Noé.
El emperador de china Wanli creía de hecho que los españoles venían del Golfo Pérsico. Según los chinos, el mundo había sido en el origen de los tiempos, un huevo. Al romperse su cáscara, el cielo y la tierra se habían separado. Así se explicaba en el Shen Hsien Chuan, una obra atribuida a un oscuro ermitaño taoísta que vivió alrededor del siglo IV. La cáscara rota había traído al mundo al primer ser del universo. Desde la Antigüedad, los chinos adoraban a P’an-ku, que había surgido del centro de ese huevo primigenio para crecer durante dieciocho mil años al mismo tiempo que esculpía, con su cincel y su martillo, la orografía del país del Centro.
El plan definitivo consistía en esos 15.000 hombres, además de apoyos de tropas lusas y japonesas. La orden llegó a ser aprobada, y se llevaría a cabo después de conquistar las islas británicas. Primero iría la Armada Invencible a por los ingleses y después la de los 12.000 vascos a China. La derrota Armada Invencible ante Inglaterra en 1588, con la que España perdió 20.000 hombres, 40 millones de ducados y 100 navíos, acabó definitivamente con el proyecto de China.
La historia de los 12.000 soldados vascos que pretendían invadir China