Los cátaros, los buenos hombres.

Monsieur George

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6 Feb 2009
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Al hilo correspondiente de que la Eucaristía pudiera ser un ritual luciferino, me he interesado mucho por el tema de los cátaros. Alucinante el mundo espiritual, teológico, doctrinal y material que construyeron.

Los cátaros creían en la existencia radical y absoluta del Bien y del Mal. Sólo creían en la palabra de Jesucristo, rechazaban el Antiguo Testamento por presentar en él al Falso Dios: violento, vengativo, traidor... Respecto a la Eucaristía, para los cátaros no hay transustanciación, y porque con el sufrimiento jamás se podrá acabar con el MAL. Sólo se puede acabar con el Mal a través del Espíritu. Negaban también la Cruz, porque Cristo jamás pudo morir al no pertenecer al mundo sensible y de apariencias que vivimos. En realidad, fue una aparición de Cristo en este mundo maligno que vivimos, y de hecho, el sufrimiento de su carne simboliza el sufrimiento del mundo sensible, es decir, el de Lucifer, el de Satán. El Dios verdadero, el bueno, no ha creado el mundo del repruebo, de la violencia, del crimen...

Tuvieron una fama inmensa en los territorio de la Antigua Corona de Aragón. Un rey, Pedro II, no dudó en prestarles su apoyo y su ayuda enfrentándose al Papa. Toda la nobleza occitana hacia voto de pobreza.. Los predicadores cátaros tenían oficios propios. No eran profesionales de la predicación. Confiaban tanto en ellos, que la gente les confiaba todas las riquezas porque sabían que no se las iban a robar.

Si os soy sincero, estos tipos me recuerdan a gente como Sánchez Gordillo o Diego Cañamero. :D :XX: ¡¡Qué todavía me acuerdo como en "interlobotomía" el Cañamero lo primero que dijo es que se consideraba cristiano. :Aplauso: :Aplauso: Por lo que he leído, los cátaros fueron la primera experiencia comunista en Europa. :Aplauso: :Aplauso: :Aplauso:

01.Los Buenos Hombres (Vitral)

Los cátaros, conocidos también como albigenses -por la ciudad occitana de Albi que llegó a congregar un número importante- perseguían la observación literal de los preceptos de Cristo y, especialmente, del Sermón de la Montaña. Caracterizados por el rechazo total de la violencia, de la mentira y del juramento, predicaban un cristianismo sin cruz ni eucaristía. En la primavera de 1208, y después del asesinato de su legado por orden del conde de Tolosa, Inocencio III comenzaba la cruzada contra los Cátaros. Simón de Montfort la capitaneó hasta su fin en el asedio de Tolosa. Dice la leyenda que, al caer Montsegur, dos cátaros lograron huir por un subterráneo y salvar el Grial, traído de Tierra Santa y que había permanecido en Montségur hasta su rendición.



El hombre de la Edad Media occidental, que reza, que lucha, que trabaja, según el reparto en tres órdenes de la sociedad, percibe el arte, la política, lo social, la vida, la fin ... en una palabra, el mundo que le rodea, en términos específicamente religiosos. La casi totalidad de sus referencias son cristianas. Su universo mental no puede salir de allí. Concibe su propia existencia como resultado de una creación (no pondrá en cuestión esta concepción hasta finales del siglo XVIII). Toda su vida social y privada se centra en su salvación y gira en torno a un tema recurrente: Dios.

Alrededor del año 1000, es decir a partir del momento en qué aparecen los primeros documentos escritos, cuando el clero regular católico se encierra en prestigiosas Abadías con gran proyección intelectual y filosófica, y el clero secular ( los clérigos del campo y de los burgos ) vive sumergido en la incultura general, los aires de reforma envuelven al pueblo cristiano, en busca de un regreso a los ideales evangélicos de pobreza (si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, cédelo a los pobres y tendrás un tesoro guardado en el cielo. Después regresa y sígueme), de pureza en las costumbres y de predicación de la palabra de Dios.

La Reforma Gregoriana, entre los siglos XI y XII, se convertirá en una primera tentativa de respuesta por parte de la Iglesia católica, a los nuevos problemas planteados por un cristianismo instalado en una Europa en paz.

Clérigos y laicos salen a la calle, para predicar el Evangelio, sin preocuparles obtener ni la autorización de Roma, ni el derecho a traducir las Escrituras del latín. Algunas iniciativas no prosperan; otras son reconocidas por la Iglesia de Roma (Francisco de Asís y la orden de los hermanos menores, Domingo de Guzmán y la orden de los hermanos predicadores...). Otros se constituyen en movimientos divergentes, reformistas en lo que se refiere al dogma pero sobretodo, en lo relacionado con las costumbres católicas.

El catarismo se inscribe en el contexto de fervor espiritual que acabamos de definir y dentro del cual surgían las iniciativas de los clérigos más entusiastas, pero también de laicos, siempre animados por el deseo de seguir al Cristo en toda su pobreza evangélica y por alimentarse de la palabra de Dios. Esta doctrina tuvo una gran difusión en Occitania, donde un nivel cultural más elevado facilitaba el desarrollo del espíritu crítico en los estamentos más doctos. Su ideal de justicia provocó la adhesión popular, y su ataque al poder temporal de la Iglesia suscitó las simpatías de la nobleza.

Precisamente, por la extensión y la importancia que tuvo en Occitania, los cátaros son conocidos también con el nombre de albigenses (de la ciudad occitana de Albi que llegó a congregar un importante número de cátaros ), a pesar de qué los principales centros fueron Tolosa de Languedoc, Narbona, Carcassona, Besiers y Foix. El nombre de cátaros (del griego puro) lo recibieron de los católicos. Ellos mismos se llamaban cristianos o buenos hombres.

El catarismo fue un evangelismo. Uno de los puntos centrales del propósito de vida cátara es la observación literal de los preceptos del Cristo y, especialmente, del Sermón de la Montaña. Caracterizados por el rechazo total de la violencia, de la mentira y del juramento, los cátaros se mostraron a las poblaciones cristianas como unos predicadores (itinerantes y pobres individualmente) de la Palabra de Dios.

Los esfuerzos del Papa para llevar a los cátaros a la ortodoxia católica se malograron. Ni cistercienses ni dominicos lo consiguieron. El asesinato en 1208 de Pedro de Castelnou, legado pontificio, decidió al Papa Inocencio III a cambiar de táctica y utilizar la violencia. Se inició así la cruzada contra los cátaros. Esta cruzada fue una gran ocasión que se le brindó a la monarquía francesa del Norte para ocupar las tierras del Sur, más rico y civilizado. Esta violencia contra los cátaros continuará años más tarde con los procedimientos empleados por la Inquisición y las posteriores hogueras colectivas ordenadas por los distintos brazos temporales de la Iglesia de Roma.

Esta forma de vivir la religión fue prácticamente exterminada durante la segunda mitad del siglo XIII, a pesar de qué todavía se mantuvieron algunos reductos en Occitania hasta el siglo XIV, y en Italia y Albania hasta el siglo XV, dejando, más allá de una larga obliteración, un mensaje vivo que da a quien quiere leerlos, la memoria de los documentos medievales: cristianismo sin condena eterna y sin cruz, rechazo del mal y de la violencia y total confianza en la bondad fundamental de la naturaleza humana.

RELIGIÓN DUALISTA

El catarismo fue una religión cristiana fundamentada en la interpretación dualista de las Escrituras. La Biblia cátara, el libro sagrado que los predicadores itinerantes llevaban siempre consigo y que era la base de sus enseñanzas, era un Nuevo Testamento completo que incluía los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las Cartas Canónicas y los libros sapienciales del Antiguo Testamento. Los cátaros rechazaban el Antiguo Testamento, por considerarlo una crónica de la creación de este bajo mundo, por el falso Dios, en el cual veían la expresión del principio del mal.

La Biblia cátara (traducción occitana de un original del latín anterior a la Vulgata de San Jerónimo), casi no tenía diferencias con la Biblia católica. La diferencia principal se encontraba en los primeros versos del prólogo del Evangelio según San Juan.
La Catedral de Albi.02 03.San Sernin (Tolosa)

Este es el texto de la Vulgata, que todavía hoy es la base de la Biblia actual: Todo ha sido hecho por Él, y nada de lo que ha sido hecho no ha sido hecho sin Él (Jo 1,3) o Tenía en Él la vida, y la vida era luz (Jo 1,4). Mientras que el texto de la vieja lengua occitana era el siguiente: Todo ha sido hecho por Él, y sin Él nada no ha sido hecho y Lo que fue hecho en Él la vida, y la vida era luz ...

Esto quiere decir, que los cátaros distinguían dos creaciones: la verdadera, la de las cosas que son realmente, es decir la de Dios (Todo ha sido hecho por Él); y la ilusoria, la de las cosas que no tienen una verdadera existencia, este mundo visible asimilado a la nada (Es sin Él que ha sido hecha la nada), o todas las cosas han sido hechas sin Él. El mundo visible, este bajo mundo, no es la creación divina. Este mundo visible, en el que nada es estable, en el que todo aquello que se manifiesta está sometido a la corrupción y a la fin, este mundo visible víctima del desorden, del mal, del sufrimiento, de la violencia, este mundo ha tenido que ser creación de otro principio, del principio malo, del principio maligno, en una palabra del diablo.

Efectivamente, el dualismo no se puede resumir en una constatación jovenlandesal de la acción del bien y del mal en este mundo, ni en su antagonismo. Si así fuese, todas las iglesias cristianas que creen en Dios y en el diablo serían dualistas. El verdadero dualismo supone la independencia absoluta de una raíz del bien y de una raíz del mal, relacionadas la una con la otra. Hay dos mundos: uno es visible y el otro es invisible. Cada uno tiene su propio dios. El invisible tiene al Dios bueno, el que salva las almas. El otro, el visible, tiene al Dios malo, el culpable de las cosas transitorias.

Así pues, los cátaros creían en dos creaciones que surgen de los dos principios, según la lógica, cuyos indicios se intuyen ya en el prólogo del Libro de los Dos Principios (fragmentario resumen de un tratado escrito por doctores cátaros, que consta de una introducción y distintos capítulos como la creación, refutación del libre albedrío...): Un buen árbol no puede dar malos frutos, ni un mal árbol puede darlos buenos; se intuye la lógica conclusión, que el mundo visible sometido a la corrupción, a la fin y a la maldad, no podía ser la creación del Dios de amor enseñado por Cristo: Mi realeza no es cosa de este mundo ...

UN MENSAJE DE REVELACIÓN Y DE SALVACIÓN
04.Inocencio III y la Inquisición

La situación que plantea el catarismo podría parecer como bloqueada: por un lado, el principio del bien y del Ser fuera del tiempo, fuera del mundo visible, en el mundo luminoso e infinito de los espíritus buenos, en la eternidad; por el otro, el mundo visible y temporal, del que el principio maligno es el príncipe ordenador, donde las almas de los hombres, de encarnación en encarnación, duermen en la materia corruptible indefinidamente renovada y en el olvido de su origen divino.

Pero Dios en su amor infinito, no permanece inmóvil en su mundo de luz. Tiene piedad de su pueblo e interviene en un mundo que no es el suyo mediante el advenimiento de su hijo Jesucristo. Dios hizo transmitir a su pueblo en el exilio el mensaje de la revelación y de la salvación destinado a liberarlo del mal. Y el Cristo, enviado por Dios, apareció en este mundo y predicó el reino de su Padre, recordando a las almas adormecidas su patria celestial.

Para los cátaros, no fue para redimir el pecado original mediante su sacrificio y su fin en la cruz, que el hijo de Dios había venido a este mundo. Jesús habría venido para enseñar a los hombres, después de haberles recordado que su reino no era de este mundo, los gestos libertadores que les podían volver a la eternidad y librarles del mal y del tiempo.

Este gesto salvador que el Cristo había venido a transmitir a sus apóstoles y a los que había pedido que lo hicieran con las enseñanzas que Él les había dado, era el sacramento del bautismo por imposición de manos y del espíritu, el bautismo por el fuego y no por el agua, el consolamentum de los Buenos Hombres occitanos.

La iglesia católica había construido su dogmatismo, alrededor de Cristo, el redentor, y alrededor de su cuerpo martirizado. Este sacrificio se repite incansablemente durante la eucaristía y al finalizar la misa: en el misterio de la trans-sustanciación el pan se convierte en cuerpo, el vino se convierte en sangre: sufrimiento, fin y vida. Para los cátaros, el pan no se convirtió nunca en carne, el vino no representó nunca el papel, horripilante, de la sangre vertida: no será con la perpetuación del sufrimiento y de la fin que se podrá suprimir, acabar con el mal, sino multiplicando el Espíritu en este mundo. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo (Fets 8,17).

Cristianismo sin cruz, cristianismo sin eucaristía... la religión cátara es pues, ampliamente doceta: Hijo de Dios, emanación de Dios, Ángel de Dios, fue bajo la apariencia de hombre y no en la realidad de su carne, que el Cristo fue enviado a este mundo maligno, solamente fue en apariencia que murió en la cruz. Ninguna gota de su sangre, ni humana ni divina, fue derramada, ninguna carne fue dañada ni conducida a la fin. El Hijo de Dios no podía morir -ya que el principio maligno es el príncipe de la fin-, pero lo que sí podía hacer era sufrir.

LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA CATARA

La Iglesia de los Buenos Cristianos, asamblea o comunidad de fieles, que alcanzaba su salvación siguiendo una regla y siguiendo al pie de la letra los preceptos del Evangelio, tenía una ordenación interna, relacionada con la propia eclesiología, y estaba estructurada con la intención de cumplir eficazmente con su vocación universalista: difundir la Palabra de Cristo y el Consolamentum (su sacramento salvador del bautismo espiritual).

Esta Iglesia estaba dividida en tres niveles: Creyentes, Consolados y Buenos Cristianos.

a) El Creyente es el oyente, él que viene a escuchar la práctica cátara.

b) El grado de Consolado es más difícil de definir. Hay el simple consolado, es decir, el enfermo que ha recibido el sacramento de los moribundos y después ha sobrevivido, motivo por el cual, podría estar en espera de ser realmente bautizado. El simple perfecto o perfecta, es el bautizado durante los períodos de paz y solamente tenía la potestad de decir la Plegaria, de bendecir el pan y de dar el consolamentum a los moribundos.

c) El papel realmente sacerdotal, de la predicación solemne y del oficio del bautismo del espíritu, que se otorgaba al neófito o iniciado que llevaba mucho tiempo preparándose, y que estaba destinado a entrar en los órdenes cátaros, parece haber sido reservado únicamente, a una jerarquía de Buenos Cristianos o Perfectos llamados Ancianos, Diáconos u Obispos.

Claro está, que muy pronto, a partir de la época de las persecuciones, la diferencia entre simple perfecto, consolado o miembro de la jerarquía desapareció completamente. Entonces, el más humilde de los perfectos clandestinos, la más aislada de las perfectas de los bosques, representaban en si mismos a toda la Iglesia, y reunían en ellos todas las funciones pastorales y sacerdotales de los buenos cristianos, protegidos por un pueblo de creyentes encasillados por la burocracia inquisitorial.

La Iglesia cátara, fue en realidad la suma de un determinado número de iglesias autónomas, que en general mantenían lazos de buena amistad entre ellas. Cuando una comunidad local llegaba a ser suficientemente numerosa e influyente, ésta se organizaba como Iglesia, es decir, escogía un obispo gestor, y se otorgaba un cierto número de diáconos destinados a asegurar la predicación y la vida religiosa de las agrupaciones de los cristianos de base: las Casas Cátaras.

Las casas cátaras y su funcionamiento interno no puede ser comparado con un monasterio o con un convento católico de su época. Ignoraban toda clausura, estaban abiertas al mundo y a la sociedad y tenían trazos de hostal y de taller. Eran sobretodo el lugar donde los ritos de la Iglesia se mantenían, y donde todo creyente sabía que podía ir a escuchar hablar de Dios y volver a sus raíces, mediante prácticas piadosas.

Hemos explicado, que la jerarquía estaba compuesta por Obispos, que contaban con dos coadjutores o ayudantes: un Hijo Mayor destinado a sucederle algún día, y un Hijo Menor llamado a convertirse en hijo mayor (el prestigioso Guilhabert de Castres, había sido hijo mayor del obispo Gaucelm).
Para hacer honor a la verdad, no hemos de imaginarnos al obispo cátaro como a los prelados católicos, residiendo en un palacio episcopal en su ciudad catedralicia. El obispo cátaro continúa siendo pobre e itinerante como todo Buen Cristiano. Se le solicita para las ceremonias y las ocasiones solemnes y, sin duda, mantiene hasta el final la función de gestor temporal y financiero de la Iglesia-comunidad. El socius, compañero de vida y de camino del obispo, era generalmente un joven diácono formado por él.

Los Diáconos, presidían prédicas e incluso ritos en la vida de las comunidades locales agrupadas en casas. Sin ninguna duda eran ellos los que iban a celebrar el Service o Aparelhament en cada casa cátara, organizaban las misiones de predicación y la vida itinerante de los Buenos Hombres, vinculadas a su trabajo y a la comercialización de su producción artesanal.

RITUALES CATAROS

Los cátaros básicamente se dividían en Perfectos (Buenos Hombres) y creyentes. Los principios estrictos eran sobre todo para los primeros, mientras que los segundos, normalmente solamente recibían el consolamentum antes de morir. Este rito suponía, entre otras cosas, la admisión al grado de Perfectos.

A continuación, intentaremos ampliar el significado del rito del Consolamentum, y también otros como el Melhorament, el Service o Aparelhament y la Endura.

Consolamentum

Sacramento de liberación del mal, es el bautismo espiritual de Jesucristo, y desarrolla un triple papel: evidentemente el bautismo, pero también la ordenación y la extremaunción.

Suponía consagración y compromiso. El futuro cristiano recibía en primer lugar la Plegaria dominical, es decir, la facultad de dirigirse a Dios en primera persona, reconocido como uno de sus hijos, y solicitándole ser salvado del mal. A continuación su renuncia al mundo maligno, era sacralizada por la imposición de manos de los Buenos Hombres, que gritando invocaban sobre él al Espíritu Santo. Una vez bautizado, el postulante ya era cristiano o Buen cristiano. La Inquisición les llamará perfectos o perfectas, en el sentido de ser ya un completo hereje (perfectus = acabado, concluido, completo.).

En el momento de realizar esta ceremonia, profesaban una serie de votos de esencia monástica: en primer lugar, el de vivir a partir de aquel momento en comunidad (o al menos con un socius, un compañero o una compañera), también el de recitar plegarias rituales durante las horas indicadas, de día y de noche, y en ocasiones concretas, y finalmente el de una doble ascesis, la de los votos de abstinencia y continencia (vida de castidad absoluta y además de los períodos de cuaresma y de ayuno ritual de pan y agua, cumplían una abstinencia total de cualquier alimento de origen animal -con la excepción de la carne de pescado).

El perfecto o la perfecta, se comprometían a no cometer ninguno de los pecados que el Evangelio oponía a la ley de vida de Cristo, ya que la mínima falta estaba considerada pecado irreparable. Su máxima era: el más mínimo mal se convertía en el mal entero. Este era el motivo por el cual los cristianos bautizados con el Espíritu, concentraban toda su atención en no poner en peligro el sacramento salvador que les había salvado del mal. La fin en estado de perfección -la fin consolado- era, en el sentido propio de los cátaros, el mejor final hacia el que se inclinaba el alma encarnada, con toda su voluntad de bien.

Melhorament (Mejoramiento)

Cuando un creyente cátaro encontraba a unos perfectos, les saludaba de una manera muy particular: practicando el melhorament, acto que le servía para mejorar, es decir, le hacía progresar en el camino hacia el bien. Se inclinaba profundamente tres veces delante de ellos, y las dos primeras veces pedía: Buen Cristiano (o Buena Dama), la bendición de Dios y la vuestra. La tercera vez añadía: Señor (o Buen Cristiano o Buena Dama), rogad a Dios para que este pecador que yo soy, sea guiado hacia un buen final.

Service o Aparelhament

Es la práctica de una clase de penitencia pública y colectiva, en un acto de arrepentimiento de las faltas -necesariamente muy leves-, de las que se acusa una comunidad cátara o su propio anciano, delante de un representante de la jerarquía de la Iglesia.

Endura (Martirio Directo)

Algunos creyentes cátaros, ante la angustia de ver a su Iglesia bajo la amenaza de la persecución, y obsesionados por acelerar la liberación del alma, tendían a asimilar la fin en manos de un perfecto, con un bautismo en la Iglesia de Cristo. Esta fue la causa que hizo que se multiplicaran, a finales del siglo XIII y principios del XIV, las prácticas que habrían motivado el origen de la leyenda, de este suicidio ritual mediante una huelga de hambre.

LA CRUZADA ALBIGENSE
07.Felipe II El Augusto

El papa Inocencio III, constatando que en tierras occitanas, ninguna de las medidas de predicación ni de intimidación coercitiva, había logrado un resultado que fuese positivo, y que la herejía continuaba dando más y más argumentos al anticlericalismo endémico y activo de los señores occitanos (los derechos de la Iglesia eran humillados, forzados, expoliados, los diezmos eclesiásticos ya no llegaban a las arcas de Roma...) y, sobretodo, que esta herejía pretendía implantarse y organizarse como una contraiglesia, en la que sus predicadores conocían el Evangelio mejor que sus propios clérigos, decidió cambiar de táctica y utilizar la violencia haciendo que se proclamara una cruzada contra los albigenses.

La primavera de 1208, y después del asesinato de su legado, Pedro de Caltelnou en San Gèli, según se dijo, por orden del conde de Tolosa, Inocencio III pronunció un anatema solemne contra Ramón VI, y declaró sus tierras entregadas como presa. Esto era una llamada directa a la cruzada, dirigida a Felipe II Augusto, rey de Francia, así como a todos los condes, barones y caballeros de su reino. Al cabo de unos años, esta cruzada se convertirá en el pretexto que necesitaba la monarquía francesa del Norte, para poder ocupar las tierras del Sur, mucho más ricas y civilizadas. De esta manera, la cruzada se inscribe en el proceso de expansión territorial de la monarquía francesa y, en concreto, en el intento de Felipe II Augusto de reunificar el antiguo reino de los francos.

Un año más tarde, durante la primavera de 1209, el gran ejército de la cruzada, bajo el mando del legado pontificio Arnaud Amaury, abad de Citeaux, se puso en marcha hacia tierras occitanas.

En dos meses, julio y agosto, Béziers (donde los cruzados aniquilaron la práctica totalidad de la población, sin distinguir entre cátaros y no cátaros) y Carcassona (que también tuvo un terrible saqueo), caerán en manos de los cruzados. Los habitantes de Carcassona se verán obligados a abandonar sus bienes y su joven vizconde Ramon Roger Trencavell, al que también habían arrebatado sus títulos, desaparecerá misteriosamente. Entretanto Simón de Monfort aprovechará la ocasión para hacerse atribuir el vizcondado de Béziers y Narbona, y para acrecentar sus bienes. Muy pronto, el titulo vacante de vizconde de Carcassona, también se otorgará a Simón de Montfort, el cual a partir de ese momento se convertirá en el jefe militar de la cruzada, cargo que desempeñará hasta su fin en el asedio de Tolosa.

Esta situación representó un grave problema para el Rey de la Corona de Aragón Pedro el Católico. Por un lado, se veía obligado a defender a sus súbditos occitanos y a reaccionar ante una situación que ponía en peligro toda la política occitana de la Casa de Barcelona. Él mismo estaba casado con María de Montpellier. Pero en este caso, optar por la defensa de sus súbditos significaba la excomunión y la extensión de la cruzada a los dominios peninsulares de la Corona de Aragón. Por ello, Pedro el Católico puso en juego todos los recursos posibles para conseguir una solución pacífica del problema, pero fue en vano. Finalmente, decidió oponerse a la cruzada, en cumplimiento de sus deberes feudales.

A pesar de que a principios de 1213, los condes de Tolosa, Foix y Bearn habían jurado fidelidad a Pedro el Católico, y que finalmente se convertía en Señor de toda Occitania, haciendo realidad el proyecto político catalán de la Casa de Barcelona, el 12 de septiembre de 1213, fue derrotado y muerto en Muret por los cruzados de Simón de Montfort. Esta derrota significó el hundimiento de la política de expansión de la Corona de Aragón en Occitania y la pérdida de estos territorios que poco después pasaron a depender de la monarquía francesa.

Salvado el obstáculo que representaba la Corona de Aragón y hasta el año 1244, momento de la capitulación de Montsegur, las diferentes acciones de guerra llevadas a cabo por el ejército cruzado en diferentes etapas, traerán consigo que una detrás de otra, las ciudades y los castillos del Lenguadoc (Montreal, Fanjaus, Laurac, Saissac, Castres, Menerba, Termes, Cabares, Lavaur, Tolosa,...), vayan cayendo víctimas de duros asedios y los cátaros que residen en dichos lugares y que no han podido escapar, sean quemados vivos, en diversas hogueras colectivas.

LA CRUZADA CONTRA LOS CATAROS

La institución de una Inquisición aparece por primera vez en la historia en territorio germánico el año 1231, y va dirigida contra los cátaros de Renania, la eliminación de los cuales, es confiada por el papa a Conrad de Marburg. El año 1233, en Occitania, el Inquisitio heretice pravitatis (función de investigación sobre la depravación herética), es instaurada oficialmente y Gregorio IX, inviste del poder de este Santo Oficio a dominicos y franciscanos.

La palabra Inquisición significa propiamente investigación. El procedimiento será dirigido por un verdadero tribunal, con un juez que instruye cada caso, interrogando bajo juramento a los testimonios aportados, con la intención de obligarles a decir toda la verdad, tanto si se trata de ellos mismos como de otras personas. La Inquisición pues, como procedimiento de investigación, exigía testigos, reclamaba listas de nombres y se basaba en el sistema de la delación. Su principal objetivo fue el exterminio de la religión cátara, mediante la eliminación de sus pastores y el desmantelamiento de las redes de solidaridad que les apoyaban.

La Inquisición era odiada por sus métodos. Los inquisidores llegaban en los furgones del ejército de ocupación, y rápidamente se dirigían a registrar el terreno, hasta el punto, que hacía de cada habitante un sospechoso en potencia y de la Iglesia de los Buenos Cristianos, una Iglesia del desierto. Funcionó y se fue organizando lentamente, cada vez de forma más burocrática y sistemática.

El objetivo de sus investigaciones era muy simple: identificar todos los perfectos y las perfectas clandestinos, todos los ministros y pastores de la religión disidente, sacando conclusiones a partir de los testimonios y las declaraciones de los testigos. Los registros de los interrogatorios o de las deposiciones, funcionaban en este aspecto como verdaderos ficheros, en los que destacaban nombres y lugares. Cada perfecto o perfecta identificado y arrestado, era sistemáticamente entregado al brazo secular, es decir, condenado a la hoguera si rehusaba abjurar. Si abjuraba, incurría en penas menores: la condena a las cuatro paredes, la prisión, perpetua o no, estricta o no (la prisión estricta equivalía a una condena a fin disimulada). Si abjuraba y aceptaba ser colaborador de la Inquisición, recobraba la libertad, quedando bajo la protección y el control del tribunal.

Sin ninguna duda la inmensa mayoría de perfectos no abjuraron, y fue de esta manera como la continuada represión selectiva, el terror generalizado y la delación erigida en sistema debido al miedo y la codicia, llevadas a cabo por la Inquisición desde 1234 a 1325, logró la total desaparición de la Iglesia cátara en Occitania. Algunos de sus miembros se refugiaron en Lombardía y Cataluña, y el resto, uno tras otro, fueron siendo eliminados por medio del fuego.

De entre las muchas leyendas que han rodeado a los cátaros, está la de que escondían un tesoro en los bosques. Conociendo el desprecio que tenían por lo material, son muchos quienes suponen que tal tesoro tuviera un valor místico y espiritual ¿pergaminos que contenían fórmulas secretas para fortalecer las almas y eliminar de las mismas el temor a la fin por el fuego y por otros medios? ¿el secreto de la inmortalidad? ¿una reliquia mágica, cuya posesión permitía acceder a la visión de otra realidad? ¿El Santo Grial?

Dice la leyenda que, al caer Montsegur, dos cátaros lograron huir por un subterráneo y salvar ese tesoro. Algunos afirman que se trataba del Grial, traído de Tierra Santa, y que había permanecido en Montségur hasta su rendición.
Montaña de Montsegur.08 09.La Fortaleza de Montsegur

Se especula que el cáliz que Cristo utilizó en la Última Cena, no podía ser una joya de metal precioso. Conocida la pobreza que predicaba el Maestro, algunos sostienen que el Grial era un vaso de apariencia simple, o tal vez un libro en el que se contenían revelaciones de gran trascendencia.

CATAROS EN OCCITANIA

Las rutas que siguen las ideas para penetrar en una determinada zona, son pocas veces misteriosas, en cambio, las condiciones de su implantación, son en general menos evidentes. Los documentos y el mismo desenlace de la Historia demuestran de forma indudable, que el catarismo se propagó a través de Europa durante el período histórico de reapertura de las grandes rutas comerciales, después de las invasiones y del establecimiento tanto de nuevos centros de intercambios comerciales -las Ferias-, como de nuevas técnicas financieras, por no decir bancarias. La letra de cambio, el antepasado directo del cheque y de la tarjeta de crédito, fue inventada en Tolosa durante el siglo XII.

Los principados occitanos, que formaron el marco general del desarrollo del catarismo albigense, son muy a menudo estas zonas europeas avivadas por las nuevas corrientes de intercambios comerciales y trastornadas por la misma economía monetaria. Se caracterizan igualmente por un progreso de la vida urbana, unida a la expansión económica y a la aparición de una clase burguesa de mercaderes, y también por una estructuración de las ciudades que adquieren libertades, franquicias y consulados, en detrimento de los señores feudales de Tolosa, Carcassona y Béziers.

Se trata de lugares, donde el clima sociocultural y económico, favoreció la implantación del cristianismo cátaro, ya que éste se inscribirá sin dificultad aparente, en el conjunto de las clases sociales, y de una manera francamente progresista, es decir en el sentido de la corriente económica innovadora y apostadora de futuro. Al mismo tiempo, se desarrolla un relativo despertar de la clase burguesa en relación con el sistema feudal, que es la que toma el poder en las ciudades, al menos en las zonas meridionales. Las ciudades tendrán como característica general, el hecho de ser lugares de paso y de intercambio del nuevo gran comercio internacional, a la vez que punto de proyección de una nueva cultura literaria profana, el trovar.

Una burguesía que a finales del siglo XII, y en Occitania esencialmente, estaba en pleno apogeo político a causa de los consulados urbanos y en pleno apogeo económico al sesgo de un gran comercio internacional apoyado en las nuevas técnicas bancarias. Una clase burguesa que, entre otras razones, debía sentirse atraída, por una Iglesia que no tenía ninguna razón de orden metafísico ni práctico, para cubrir de oprobio el préstamo con intereses, ni asimilarlo con la usura, y que no excomulgaba de ninguna manera a los que lo practicaban (si que lo hacía la Iglesia romana, desde un decreto del 1r. Concilio de Letrán, el año 1097).

Además, el rechazo por parte de la Iglesia cátara de cualquier clase de violencia institucionalizada, guerra o pena de fin, su desprecio por cualquier jerarquía temporal y su negación de un derecho de justicia laico, no parecieron estorbar la eficacia de las prédicas cátaras entre la nobleza. No lo pareció más que la teórica igualdad en el aspecto social que fluía de los destinos de la reencarnación de un cuerpo adinerado a un cuerpo oprimido: la incitación tácita de los Buenos Hombres a los señores, que necesitaban que el diezmo eclesiástico no fuese restituido, era un argumento que comportaba que realmente no pudiesen perjudicar estos idealismos evangélicos. Y, de hecho, las relaciones que se establecieron entre la Iglesia de los Buenos Cristianos y la pequeña nobleza occitana no fueron casi nunca relaciones de interés, sino unos sólidos y fieles vínculos de fervor y de corazón.

La clase burguesa mercantil, en teoría, tenía mejores razones para adherirse al cristianismo cátaro que no las que tenía la nobleza. Para empezar, y contrariamente al clero de la Iglesia dominante, que subsistía de sus imposiciones sobre las poblaciones de sus fieles, los Buenos Hombres participaban en el mundo laboral. Su regla de vida evangélica, les obligaba a trabajar para vivir, siguiendo el ejemplo de los apóstoles, los cuales, ejercían todos algún oficio.

Convertidos en Buenos Cristianos, los antiguos caballeros ya no temen para nada rebajarse. Caballeros que aprenden a tejer o a coser, damas importantes (como la hermana del conde de Foix), que estaban obligadas a trabajar con la rueca para poder vivir, predicadores itinerantes que se convierten en mercaderes y siguen las rutas comerciales por los burgos y las ferias. Es innegable que la sociedad religiosa cátara se abría hacia el mundo de la burguesía mercantil de manera muy natural.

Las casas cátaras, las casas de hombres y mujeres perfectas, en las ciudades y en los burgos, hacían la función de talleres, y al mismo tiempo de centros de predicación y de plegaria. Eran talleres donde se trabajaba en la elaboración de tejidos, de costura y de fabricación de diversos objetos artesanales de la vida cotidiana, desde la escudilla de madera hasta los peines de cuerno.

En cuanto a los perfectos itinerantes, siempre de dos en dos, para llevar a cabo su misión de la predicación y su sacerdocio del consolamentum, ejercerán diversos oficios, pero siempre móviles, como médicos, carpinteros..., aunque algunas veces podían contratarse como obreros agrícolas en tierras laicas, desempeñaban razonablemente de forma privilegiada unos oficios compatibles con su situación de caminantes. De manera natural, eran encaminados a hacerse portadores, de plaza en plaza, tanto de la Palabra del bien como de los productos procedentes de sus talleres. Contribuían así ampliamente a la financiación de su Iglesia, a la cual naturalmente también alimentaban diferentes donaciones, y sobretodo legados entregados con motivo de los consolamentums dispensados a los moribundos.

No obstante ser una Iglesia rica (rica por el trabajo de toda la comunidad), por las donaciones y los legados piadosos como cualquier Iglesia, y a pesar de la vida de pobreza de cada uno de sus miembros, la Iglesia cátara necesitaba dinero. Sus bienes no estuvieron nunca congelados en forma de grandes haciendas, sino que se quedaron en el mercado económico. El mundo de los negocios fue acostumbrándose a trabajar con ellos (les confiaba sumas en depósito porque de todos era conocida su integridad), y la Iglesia administró estos depósitos conjuntamente con sus propios fondos y, probablemente, sin dudar en hacerlos fructificar.

Lo hicieron eso sí, de manera escrupulosa, teniendo extremo cuidado siempre en devolver los depósitos, incluso en los periodos de grave peligro, ya que el fraude en los préstamos y en las gestiones parece que figuraban en la categoría de los pecados. De esta manera la Iglesia proporcionó unos importantes servicios, tanto a los pequeños artesanos locales como a la clase burguesa comerciante en conjunto, y se inserto de manera generalizada dentro de la economía monetaria de la época.

CATAROS EN CATALUÑA
10.Simon de Monfort

El catarismo tuvo una importante repercusión en la sociedad catalana, sobretodo a partir de la segunda mitad del siglo XII (el primer documento que habla de una comunidad cátara catalana en el Valle de Aran, está fechado en 1167), y hasta finales del siglo XIII. Presentaba muy pocas variantes doctrinales respecto al catarismo occitano, debido principalmente, a la rigurosa jerarquización de la iglesia cátara.

Fue introducido desde Occitania siguiendo el procedimiento habitual de los cátaros, a través, sobretodo, del comercio y de la industria, principalmente la textil (que durante el siglo XIII dependía, en gran parte, de comerciantes occitanos), y se incrementó con la llegada de nobles occitanos cátaros, motivada por la represión religiosa en Occitania y favorecida por la corona catalanas, por la importante entrada de capital que comportaba, por los intereses derivados de la guerra contra los sarracenos y por la repoblación de los territorios conquistados.

Por otro lado, la amplitud de su difusión se explica, en parte, por las crisis sociales que implicaron en Cataluña el nacimiento de la burguesía. Los grandes señores feudales, interesados por afianzar, delante de la feudalidad eclesiástica, las posiciones logradas, eran propensos a la adopción de una doctrina que comportaba la supresión del poder temporal de la Iglesia.

A pesar de ello, fue con el nacimiento y la expansión de la burguesía, cuando el catarismo consiguió una mejor adecuación a los intereses de clase, y de esta manera, en la medida que era una doctrina que no solamente no condenaba las actividades mercantiles, sino que incluso las favorecía, y que en su concepción dualista encajaba con la valoración burguesa de las dos grandes realidades sociales del momento: el mundo agrario y feudal, basado en el sentido sagrado del linaje y de la propiedad territorial, considerado por aquella como un estorbo y una representación del mal, y el mundo artesano y comerciante, que encarnaba el bien.

Las zonas más influidas por la nueva doctrina fueron el Rosellón y los valles pirenaicos, donde las grandes familias tenían importantes lazos familiares, culturales, militares y económicos con Occitania. La zona catalana pirenaica occidental llegó a ser también, refugio y centro de actividades cátaras, destacan: Andorra, la Tor de Querol, Berga, Josa, Gósol y Castellbó... y un destacado grupo de los señores de estos territorios se convertirán en decididos protectores de la herejía. El catarismo se extendió hasta Barcelona, Lérida, Prades, Siurana, Arbolí, Cornudella, región de Morella y por las nuevas tierras conquistadas a los fiel a la religión del amores.

La cruzada albigense, que supuso la represión por la fuerza del catarismo occitano, tuvo una gran repercusión para Cataluña: representó el final de la expansión catalana en tierras occitanas, y pasarán a formar parte del reino de Francia, a partir de la derrota sufrida por el rey Pedro I en Muret (1213), y también será el comienzo de una importante emigración que contribuirá a la conquista de tierras fiel a la religión del amoras y beneficiaran la expansión catalana por Italia, gracias a la imagen tolerante de Cataluña, transmitida por los cátaros refugiados principalmente en Lombardía.

En la corona catalana-aragonesa la represión de la herejía, que interesaba sobretodo a la Iglesia, estaba condicionada por sus repercusiones en la política occitana de los reyes. Alfonso el Casto y Pedro I la condenaron varias veces, seguramente para proteger a los nobles de una represión más dura; pero al final Jaime I terminará cediendo a las presiones papales que pedían con urgencia la extinción del catarismo. A mediados del siglo XIII fue establecida definitivamente la Inquisición como institución, y bajo el control de los dominicos.

Las últimas reminiscencias del catarismo en el Reino de Aragón fue la comunidad de San Mateo en el Maestrazgo, dirigida por Guilhem Belibasta, que en su prolongado exilio occitano, se estableció (1315) durante seis años en Morella.

IMAGENES

01: Los Buenos Hombres (Vitral). | 02: La Catedral de Albi. | 03: San Sernin (Tolosa). | 04: Inocencio III y la Inquisición. | 05: Arzobispado en Narbona. | 06: Beziers. | 07: Felipe II El Augusto. | 08: Montaña de Montsegur. | 09: La fortaleza de Montsegur: | 10: Simon de Monfort.

Los Cataros y los Hombres Buenos
 
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No digo eso exactamente. Para que cualquier cosa exista, su opuesto también ha de existir.
FAAAALSO ¡pero si esa excusa dualista se utiliza para justificar toda la cosa que pasa en este jodío planeta!. :vomito:
Ejemplo: para que exista un CUERPO, ¿es necesario que exista un puñetero CÁNCER? ¿O más bien el susodicho actúa de una forma parasítica sobre el cuerpo "masajeando" y extendiéndose corrompiendo todo lo que toca?
 
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