Pobre África...
Zimbabue no levanta cabeza
Zimbabue no levanta cabeza
El pacto entre el dictador de Zimbabue, Robert Mugabe, y la oposición de Morgan Tsvangirai cumple un año, pero las cosas no mejoran. Los apenas 400 granjeros blancos que quedan en el país que un día fue el motor del sur de África denuncian que el acoso del régimen para que abandonen sus tierras no sólo continúa, sino que se ha agravado hasta el punto de que son obligados a abandonar sus propiedades a punta de pistola.
Los expertos apuntan que a pesar de la cesión de poder que supuso el pacto de unidad de septiembre de 2008, el régimen de Mugabe se aferra a sus principios y no flaquea en la reforma de la tierra, uno de los pilares de la política del presidente de Zimbabue desde que llegara al poder en 1980, y especialmente desde el año 2000. En unas declaraciones hechas la semana pasada, Mugabe recordó que los blancos "todavía deben pagar por la injusticia histórica que supone la ocupación de las tierras de forma ilegal". Entre tanto, acusan a Tsvangirai —hoy primer ministro— de mirar para otro lado.
En la firma del histórico pacto hace un año, el ZANU-PF de Mugabe se comprometió a garantizar los derechos de propiedad de los granjeros blancos. Sin embargo, los testimonios de los que todavía se resignan a abandonar sus hogares son devastadores. Un año después, el balance del pacto de Gobierno es desalentador. Las esperanzas de cambio y apertura que llegaron con el pacto que supuso la primera cesión del poder por parte de Mugabe y sus acólitos se han desvanecido por completo.
Un sistema viciado
"Cuando empezó la reforma [en el año 2000], decidimos que lo mejor era no tener una actitud de confrontación; que acataríamos la norma porque sabíamos que era la única manera. Por eso decidí entregar mi tierra y mudarme a la de mi suegro", cuenta a los medios de comunicación el granjero Charles Lock, uno de los acosados que todavía se resigna a abandonar su tierra.
Lock decidió entregar su tierra en 2002. Apenas un año después, el Gobierno le dijo que no era suficiente. Al final, él y su suegro acabaron cediendo y entregaron el 70% de la tierra que les quedaba. Ahora, un general —supuesto veterano de la guerra de liberación del Reino Unido, el colectivo más beneficiado con la política de redistribución— demanda el único 30% de tierra que le queda. No ha acudido a los tribunales porque sabe que el sistema está viciado.
"¿Por qué siguen acosándome cuando he hecho todo lo que me han pedido? ¿Qué más quieren de mí aparte de que haga las maletas y me marche? Si ese es el caso, que admitan que el objetivo de su política es echarnos. Que aprueben una ley y que prohíban que los blancos posean tierras. Que lo digan claro", declara enfurecido Lock, zimbabuense de pleno derecho.
Lock relata que en febrero de este año, la misma semana que se formó el Gobierno de unidad —seis meses después de la firma del pacto— el militar que ahora demanda su tierra le obligó a cedérsela a punta de pistola. Lock no dio marcha atrás; se negó a irse, pero desde entonces le han obligado a parar la producción.
Sin agua ni luz
Los testigos en la zona relatan que los trabajadores de la tierra de Lock pasan el rato tumbados a la sombra, sin nada que hacer. Mientras, en el almacén se pudre la cosecha de maíz y tabaco de este año que, según el granjero, tiene un valor de un millón de dólares (unos 680.000 euros) en el mercado.
"Nos han cortado el agua y la luz, e impiden a los camiones cargados salir de la finca", explica a los medios el granjero, una de las pocas voces de protesta que queda en Zimbabue.
La política de "redistribución de la tierra a los pobres" empezó en el año 2000. Desde entonces, se estima que más de 4.000 granjeros zimbabuenses han huido de sus tierras. Son refugiados en su propio país, a pesar de que tenían la propiedad garantizada por la legislación de la ex Rodhesia del Sur. El desalojo de los agricultores blancos —que prometía devolver el poder a los neցros nativos— no ha hecho más que arruinar al país que hace un año llegó a tener la inflación más alta del mundo (200 millones por 100).
Según acaba de trascender, la empresa suiza Nestlé compra hasta un millón de litros de leche al año a una de las mayores granjas del país, propiedad de la mujer del presidente Mugabe, Grace, famosa por sus compras compulsivas. La primera dama de Zimbabue controla esta granja desde 2002, cuando fue expropiada a sus dueños blancos. La mayoría de zimbabuenses se ha beneficiado poco o nada de la reforma de la tierra de Mugabe, que desde su aprobación hace casi una década ha beneficiado básicamente a los acólitos del régimen.