ProfessorSnuggles
Himbersor
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Gracias por tu testimonio.
Sin querer coger solo la parte por el todo de lo que cuentas, al menos reconoces, y desde una experiencia propia, que pueden existir experiencias negativas y traumáticas, y doy por hecho que eres una persona formada y que seguro que tu acercamiento fue habiéndote empapado antes de información al respecto, siendo consciente de a lo que ibas. En una persona, digamos, más frívola e inestable emocionalmente supongo que las consecuencias pueden ser mucho más devastadoras.
Es que leyendo otros testimonios parece como si siempre fuera inocua y que no existiesen efectos secundarios en según que casos. Y no se trata de demonizar nada, la propia existencia endógena del DMT en nuestro cuerpo es muy interesante y seguro que interactúa en los sueños, pero hay que contarlo todo.
Sin caer en el morbo, ¿podrías contar algo de esa "experiencia de fin"?
Tuvo lugar en agosto de 2010 en Mocoa, con un "taita" (chamán) miembro de un antiguo linaje como oficiante. Participamos cinco personas, todos colombianos menos yo. La dosis fue un vaso colmado de espeso y amargo "yajé", seguido de otro vaso de ron también lleno hasta arriba. A partir de ahí comenzó una purga brutal, con momentos de rabia y furia, una auténtica catarsis que hizo aflorar los elementos de mi vida que me hacían sentir infeliz. Vomité tan abundantemente que temí estar llegando a la deshidratación. En un momento de la noche, me ví a mí mismo viejo, a punto de morir y rebelándome contra mi destino. Era como caer por un túnel en el que no había vuelta atrás, y en el que se me iban apareciendo los rostros de las personas a las que me sentía vinculado: familiares, amigos, ex-parejas, ... Mi ansia de vivir luchaba contra la sensación de inminente aniquilación, y esa lucha interna me causó un profundo sufrimiento. Al final, agotado, me rendí a lo que me hubiera de suceder, y ahí experimenté una mezcla de agotamiento físico y de liberación mental. Fui llevado a una colchoneta donde dormí profundamente durante horas, y al día siguiente me sentí extrañamente renovado, como si una carga abrumadora se hubiera disuelto. Fue una travesía por un infierno que no he vuelto a experimentar, dura pero reveladora.
Hasta ahí puedo contar.