Todos los peligros de los 'casi algo', las relaciones de un mes que terminan en el psicólogo

Bueno, en una relación debes entregarte de verdad si ves que puede haber algo serio.

A mí me preocupa más esto:

'Me ha ido tan mal en el amor que éste chico debe ser el indicado'", relata esta gallega de 23 años. "Spoiler: no lo fue"

Con 23 años una mujer lleva ya montones de relaciones y rollos a sus espaldas, y por tanto, decepciones. Con 23 años la mayoría de tíos están casi empezando a relacionarse con mujeres.

Entregarte de verdad una vez conoces un tiempo a la persona, no así de buenas a primeras.
 
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Todos los peligros de los 'casi algo', las relaciones de un mes que terminan en el psicólogo
En un mundo donde el sesso sin compromiso está más que autorizado, se comienzan a practicar las 'casi relaciones'. No se pone nombre a lo vivido, se prende la mecha del amor y se apaga a mitad del sueño. El abandonado se culpa a sí mismo sin saber qué hizo mal, el otro empieza otra vez.
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PREMIUM
Actualizado Lunes, 31 julio 2023 - 16:11
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En diciembre, Laura dejó a su pareja después de tres años de relación. Pasó el duelo durante un par de meses hasta que decidió recomponerse y se abrió una cuenta en Tinder. Marcó la casilla de 'relación' e instantáneamente conoció a Mario. Apenas 24 horas después de empezar una conversación online, quedaron en la salida del metro de La Latina, en Madrid. Sin intercambiar una sola palabra, se dieron un beso apasionado.
"Parecía de película, me ilusioné mucho. Yo creo en las señales del universo y pensé: 'Me ha ido tan mal en el amor que éste chico debe ser el indicado'", relata esta gallega de 23 años. "Spoiler: no lo fue".
Laura y Mario pasaron juntos tres intensas semanas . A efectos prácticos se comportaban como una pareja, aunque su relación no estuviera formalizada explícitamente. Quedaban tres veces a la semana, cenaban juntos, dormían el uno en casa del otro... "Hasta que, de la noche a la mañana, empezó a pasar de mí", se lamenta Laura. "Yo estaba muy enganchada. Me sentía patética. Mi dignidad estaba en el suelo por 'rogarle' ir a su casa, pero no podía reprimir ese instinto. Me hizo sentir como una pesada. Quise hablarlo y me replicó que no le daba su espacio. Habíamos pasado de estar juntos con absoluta intensidad a tener esa actitud conmigo".
Mario desapareció sin dar ninguna explicación. Han pasado cinco meses y Laura aún conserva los mensajes. Ella, que siempre ha sido de relaciones serias, admite que aquella ruptura de un romance fugaz le dolió más que otras duraderas. Y aún se pregunta por qué.
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En el siglo XXI ya no se estila eso que explícitamente se bautizó como amamigos: relaciones cordiales con sesso incluido. Lo que sí se ha convertido en habitual es algo que no se puede definir como un rollo pasajero ni como un noviazgo tradicional. Son relaciones que huyen de las etiquetas y resultan difíciles de explicar con el vocabulario tradicional. Se quedan entre el todo y la nada. Son casi algos.
"Estas vivencias se dan cuando, en plena idealización por parte de una de las dos personas, se rompen de repente", relata Marta Fuentes, psicóloga y tutora del Máster en Psicología General Sanitaria. "El que se queda colgado tiende a quedarse enganchado a todas las expectativas que puso no sólo en la persona, sino en la propia relación".
La experta alerta de que el 50% de los pacientes por temática amorosa que acuden a su consulta arrastran el trauma de los casi algos. Los afectados no sólo sufren una tristeza absoluta por el abandono, sino que sienten culpabilidad por que les duela tanto la ruptura de una relación que nunca llegó al verdadero noviazgo. El casialguismo, en definitiva, se ha convertido en el desastre amoroso que define el siglo XXI y sus "relaciones líquidas", como las bautizó el pensador Zygmunt Bauman en su libro Amor líquido (2004).
"En estas relaciones sólo se vive la luna de miel", cuenta la especialista en relaciones Susan Winter, escritora superventas y teórica del amor en medios como la BBC o The New York Times. "Te ilusionan y te llevan al máximo nivel de entusiasmo y atracción... Para luego, simplemente, dejarte".
Winter cuenta que, en Estados Unidos, a los casi algos se les conoce como flashpanning: un amor intenso y fugaz como el flambeado en una sartén. La tendencia empieza en el primer mes de romance, donde se produce el love bombing [bomba de amor], la adulación exagerada del otro... Para acabar en el lado opuesto, ghosteando a la casi pareja: es decir, convirtiéndose en un fantasma que no responde los mensajes ni da explicaciones sobre su desaparición.
"Hay dos tipos de flashpanning", cuenta Winter por Zoom. "Una posibilidad es que la persona que desaparece tenía esa intención desde el principio, nunca quiso quedarse y emplea la manipulación para conseguir sesso y todo el disfrute de la primera parte de la relación. La otra es que no sea intencionado: empieza una relación, se encuentra con que funciona, pero termina el estado de luna de miel, decide que no quiere sacar tiempo para la otra persona, ella se queja, tienen una discusión, comprueba que no quiere esa parte... Y da un paso atrás".

La autora de El triángulo de las rupturas: la cura del desamor explora cómo han cambiado las formas de atención con el paso del tiempo. Tradicionalmente, el fin último de mostrar interés era el compromiso, pero los millennials cambiaron las reglas del juego: no querían estructuras claras en sus relaciones. No sabían si querían casarse, pero sí tenían claro que querían divertirse, así que se generó una "cultura de rollos": el sesso quedaba en primer plano y sólo después analizaban si les gustaba la persona.
Winter, experta en coaching relacional, denuncia que el casialguismo ha desembocado en un desastre en Occidente y argumenta el dolor que pueden provocar estas relaciones cortas puede ser muy superior al de una ruptura tradicional. A pesar de que se esfumen rápidamente, el tiempo que comparte esta pareja está repleto de planes de futuro, piropos y atención constante. Lo que viene a ser la definición clásica de una bomba de amor.
"Mi historia comienza como empiezan muchos casi algo: por Tinder", arranca Pablo, un cantautor de 30 años que confiesa que dos casi algos le han dejado "más tocado" que sus parejas de dos y tres años. Durante más de medio año se sintió frustrado y triste por una no-relación de tres semanas. "Después de decirme que nunca iba a olvidar haber celebrado su 25 cumpleaños conmigo, comenzó a pasar de mí", cuenta. "Estuve toda la semana con la incertidumbre de no saber qué iba a ocurrir, si habría hecho algo mal. Estás acostumbrado a cortar cuando hay discusiones, malentendidos, infidelidades... Aquí, cuando todo está bonito y parece que va a ir a más, te dejan. Es totalmente inesperado".
La terapeuta Adriana Royo pone el foco en las redes sociales como causa de estas abruptas rupturas. Una de sus pacientes se metía en aplicaciones de ligoteo para mitigar la ansiedad que le provocaba trabajar, buscaba una relación de pareja y llegó a conocer hasta cinco chicos en un mes. "Pero ellos estaban hablando a la par con tres tías. No eres la única, siempre hay gente pivotando alrededor", cuenta Royo, lo que llevó a su paciente a la depresión y la desesperanza.
Royo compara la situación amorosa actual con un bufé libre de personas: "Se traslada la idea de que se debe tragar todo lo posible solo porque hay muchas opciones. Llega un momento en el que nos empachamos, engullimos para saciar ese vacío en el estómago que todo ser humano comparte llamado soledad. Hay personas que se aprovechan para dejar a la gente en el congelador: saben que están interesadas y las tienen accesibles para cuando les apetece".

Las redes sociales ofrecen un catálogo infinito de casi personas donde se establecen conversaciones con varias a la vez. Las aplicaciones se aprovechan de la soledad del individuo moderno al que, cuando apaga el teléfono, le aborda un sentimiento residual de ansiedad. Los humanos son vistos como objetos consumibles: cuerpos para satisfacerse. Amor al vacío: abre fácil, de usar y tirar.
"El 98% de los relatos de adolescentes que escucho en la calle son casi algos", cuenta Pablo Piñeiro, escritor callejero y monologuista, que se dedica a escuchar historias de amor "gratis" en la madrileña plaza de Raffaella Carrà. "La responsabilidad afectiva es poca: las personas no se hacen cargo de los vínculos que generan porque es muy sencillo conocer a otros".
El artista, autor del espectáculo Lo positivo de fracasar en el amor, utiliza incluso un término procedente al vocablo de las no-monogamias para explicar el auge de los 'casi algos': la llamada Energía de Nueva Relación (ENR). "Es el anhelo del pico de enamoramiento", detalla. "En el momento en que se agota, se busca otro rápido, no vale con la misma persona".
Es la eterna búsqueda de lo que se llama popularmente 'mariposas en el estómago' y que en términos científicos se conoce como dopamina. El neurotransmisor por excelencia se activa con la droja, los juegos de azar... y también los casi algo. "El problema entra cuando se genera mono de la persona, que no es tanto de ella, sino del mecanismo compensatorio", explica la psicóloga Marta Fuentes.
La oxitocina también juega un papel poderoso. Se despierta con el contacto físico, por lo que las relaciones sensuales aumentan el nivel de enamoramiento con el otro. Y la tercera pata de este cóctel hormonal: la serotonina, el neurotransmisor de la felicidad, provocada con el simple hecho de estar con esa persona. "Sólo con que esté en el mismo lugar que nosotros, nos hace felices", explica Fuentes
Sin embargo, se trata de un sistema que requiere cada vez de cantidades más altas de serotonina. En un casi algo sólo se conoce lo bonito y, cuando desaparece de golpe, el sistema nervioso explota. Necesita adaptarse a los sistemas de recompensa habituales, lo que produce un padecimiento, una tristeza y una angustia inmensas.
En un lado de los casi algos están los dejadores: "Hay muchos narcisistas que necesitan usar personas como combustible de su vida y sentirse deseados", dice Royo. "Hay otros que lo hacen por autoengaño, se sienten vacíos y no se responsabilizan del otro porque ni siquiera lo hacen con sus emociones".
Y, en el otro, los dejados: "Quieren consumir, pero en su cabeza no quieren consumir", añade Royo. "Quieren encontrar esa fantasía, ese amor, o encontrar a alguien con el que amar y amar bien, pero terminan en relaciones que no les ofrecen satisfacción física ni emocional".

Susan Winter alerta de que, en los últimos 20 años es más fácil mantener una relación que empezarla. "La gente está exhausta de los casi algos y todo el dolor que provocan", cuenta.
Es lo que le ocurre a Jorge Cyrus, influencer navarro de 25 años: "A mí los casi algo me han creado muchos traumas", cuenta sobre su experiencia dentro del colectivo LGTBI+. "Me apetece que me den cariño, aparte de que me vean como un trozo de carne. Necesito, mínimo, hablar 20 minutos con alguien, no puedo tener relaciones tan esporádicas. Muchos caemos en el mismo patrón de relaciones y yo siempre desempeño el mismo papel: el que se pilla".
Aún así, no arriesgarse no es una opción para él. "Si luego sale mal, te vas al terapeuta", insiste. "Puedes acabar vestida de blanco o en un centro psiquiátrico, pero de blanco acabas vestida. No es un crimen estar enamorado o sentir. Da vergüenza porque parece que nos estamos rebajando a la otra persona para que tenga el control".
La ilustradora Carmen de la Riva utiliza esta nueva realidad relacional para crear obras que luego difunde en redes sociales. "A menudo hablo con mis amigas sobre la cantidad de exes que tenemos sin que sean exes", subraya la artista. "Intentar definir la relación con los casi algo da miedo porque te expones a que se establezca lo que sabías que había: se materializa el momento en que una persona quiere seguir adelante y la otra no".
Royo hace referencia al filósofo Mark Fisher y compara el casialguismo con las relaciones hedonistas: se busca constantemente el placer, pero en la misma búsqueda, nunca se llega al orgasmo en sentido psicológico. Es un constante viaje hacia ninguna parte. "Es todo muy narcisista. Siempre amando, ligando, estando deseable, el gimnasio, la exigencia...", critica. La ternura pasa a un segundo plano, pero "precisamente el amor tiene una parte de falta de narcisismo y de vulnerabilidad que es pasiva, es anteponer al otro".
En busca de consejos para evitar casi algos, las psicólogas se dirigen en especial a las mujeres y las invitan a ir más lento, a desconfiar cuando se muestre un interés descomunal en ellas sin apenas conocerse. "No os enganchéis por un poco de atención porque significa que estamos muy necesitadas de amor", avisa Royo.

La infancia es clave en las relaciones adultas, por lo que ambas recomiendan distinguir entre el apego seguro, el ansioso y el evitativo. Ambas alertan de que el 'casialguismo' se vale de la mutua atracción entre los dos últimos: el ansioso necesita la atención constante del evitativo, que a su vez solo ofrece píldoras de interés cuando comprueba que el ansioso ofrece todo su cariño a cambio de muy poco. "Somos niños que están intentando relacionarse como adultos mientras hablamos de amor sin hacernos cargo de lo nuestro", reflexiona Royo.
Esa parte infantil que se ha sentido descuidada y abandonada florece hasta en rollos de una noche. A pesar de vivir en una sociedad hiperconectada, las emociones están en modo avión. "Parece que si nos desconectamos, solo nos encontraremos con la ansiedad y la depresión porque enseguida volvemos al trabajo, la exigencia, la competitividad", enfatiza Royo.
La precariedad y la incertidumbre en la que han crecido los jóvenes de hoy se traslada a la esfera más íntima de su vida: el amor. Todo lo que está pasando en la actualidad es un casi algo: un casi contrato, una casi vivienda, casi Gobierno, una casi relación... "Y aún así", concluye Royo, "en medio de todo esto, esperamos que una relación nos salve, que llegue una persona y te pregunte qué tal tu día, te diga que eres válida, que eres atractiva, en fin, que te ofrezca lo que no se puede encontrar".
Promiscuas que se emputecen
Y enloquecidas por su promiscuidad emputecedora.
 
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