M. Priede
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Este hilo fue colgado en abril de 2012 y alcanzó 4.451 visitas; días después fue llevado por moderación a Temas de Baja Calidad. Lo acabo de cerrar: aquí lo tenéis. jorobar, ya he recuperado como doce o quince hilos, pero me habré olvidado de otros tantos, lo mismo que me olvidé de éste y que encontré ahora de casualidad.
Hubo un podemita anglómano de cuyo nombre no quiero acordarme que reúne la mayor parte de las papeletas de haber sido el autor de esto, como de todo lo anterior. Lo que hemos aguantado de ese sujeto. Hace tres años y medio no había foro de Historia, y veo que procede de Política y ni siquiera lo dejaron en Temas Calientes; directamente a la sarama.
Lo cuelgo donde tiene que estar, puesto que un historiador como Stanley Payne rebate a otro historiador, Paul Preston. El progretariado no sirve para debatir nada, no tiene más argumentos que el repruebo y la propaganda, de ahí su afición a censurar y perseguir al que discrepa ,por eso tampoco ha de extañarnos que la izquierda española no haya producido ni un sólo pensador político digno de ser citado
Preston no tiene por costumbre rebatir las críticas, se limita a repetir mantras. Stanley Payne le da un buen coscorrón en un artículo del Wall Street Journal.
Preston habla del holocausto español; curiosamente jamás habla de los genocidios cometidos por los anglosajones, que no son pocos. Al igual que tantos hispanistas extranjeros, Preston sabe que el mejor mercado lo tiene en España; darle pienso a su clientela española le reporta buenos beneficios. Por cierto: jamás escuché a nadie de esa que la izquierda prestoniana llama derecha cavernícola, decir que había que prohibir sus libros; por contra sí que esa España democrática y de la Razón pidió procesar a Pío Moa. Cristina Almeida confesó que le apetecía pegar fuego a la sección de libros de El Corte Inglés donde se exhibían sus obras, y los destrozos en librerías donde se venden sus libros, son continuos. En eso las izquierdas son igual que ayer, y así seguirán.
Payne:
Su cifra de 50.000 ejecuciones por parte de los republicanos no puede estar muy equivocada. La conclusión de que los franquistas acabaron con algo más de 100.000 personas es probablemente una exageración, pero no un dislate. Una cifra más próxima a 70.000 podría ser más precisa. Curiosamente, la cifra que da para las ejecuciones por el régimen franquista después de la guerra (20.000) es, a mi juicio, demasiado baja. La estadística correcta es probablemente más cerca de 30.000.
Lo más grave es la insuficiencia Sr. Preston para explicar cómo este "holocausto" o política de "exterminio" llegó a su fin varios años después de la guerra con la gran mayoría de los vencidos a la izquierda en España todavía está muy vivo. Cuando Franco finalmente tuvo a los republicanos por completo a su merced tras el colapso de la república en 1939, no "exterminarlos". Que no era un verdadero "holocausto" se muestra en el censo de 1940, que reveló que el crecimiento de la población no había sido obstaculizado en gran medida por los acontecimientos de la década anterior. Y cualquier preocupación de que se trataba de un censo inexacta se pone a descansar por el hecho de que sus datos son consistentes con el censo de 1950.
Uno sólo tiene que hacer los cálculos. Al final de la guerra civil, España tenía una población de aproximadamente 25 millones de personas, unos cuatro millones de los cuales en un momento u otro habían participado en organizaciones de izquierda. De éstos, la policía franquista detuvo cerca del 10%. Si se acepta mi estimación revisada al alza de 30.000 ejecuciones de posguerra, que indican la fin de aproximadamente ocho décimas partes del 1% de la población activa de izquierdas de España, con 99,2% sobrevive. Esto equivale a no "holocausto", ni "aniquilación", por mucho que debe ofender a nuestros más humanas del siglo 21 la sensibilidad. En lugar de implementar algún radical hitleriano nuevo o de Pol Pot-como esquema, el tradicionalista Franco básicamente siguió la política de los vencedores en las guerras civiles en la mayor parte de la historia: la matanza de los principales dirigentes y activistas de la otra parte al tiempo que permite la mayor parte de las bases presentar en libertad.
El Sr. Preston declara que uno de sus objetivos principales con "El Holocausto español" es colocar la represión en una perspectiva más amplia, pero aquí su fracaso es absoluto. No hay el más mínimo intento de comparar las atrocidades cometidas en España con los de cualquiera de las otras guerras civiles de los revolucionarios de principios del siglo 20 Europa. Si él hubiera tomado la molestia de hacer el trabajo, el Sr. Preston se han encontrado que, por ejemplo, la represión llevada a cabo por el gobierno democrático del Parlamento de Finlandia en 1918 fue equivalente a la de los españoles, ya sea de la "buena" la izquierda o la "mala" la derecha.
La literatura de la atrocidad es actualmente muy popular y casi universalmente aplaudido, pero un historiador tiene la responsabilidad de poner estas cuestiones en el punto de vista crítico. "El Holocausto español" es un ejercicio monumental, una presentación de una gran cantidad de datos y la investigación, sino también la reproducción de algunas de las más antiguas de los estereotipos de la guerra civil española. Debe considerarse como un fracaso.
Book Review: The Spanish Holocaust - WSJ
Las mejores descripciones de cómo eran los demócratas de Preston, las aportan los propios demócratas prestonianos: esto es lo que Azaña decía de sus correligionarios de partido. No son palabras de Millán Astray o Yagüe, o de un libro de texto franquista; son de Manuel Azaña, presidente de la República, aquella república de la cultura frente a la España carpetovetónica y bárbara. (¿Dónde están en la izquierda los equivalentes a Unamuno, Azorín, Ortega, Marañón, Pérez de Ayala, etc, etc.)
He aquí lo que un mitificado Azaña escribía de su gente, y bueno es recordarlo ahora que tantos dicen desear la tercera república:
"obtusos", "loquinarios", "botarates", "gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta", insufrible por su "inepcia, injusticia, mezquindad o tontería". "No saben qué decir, no saben argumentar. No se ha visto más notable encarnación de la necedad. Me entristezco casi hasta las lágrimas por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción de los caracteres". "Zafiedad", "politiquería", "ruines intenciones", "gentes que conciben el presente y el porvenir de España según se los dictan el interés personal". "Política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta".
DE INTERÉS:
Así se calcula el número de muertos de la Memoria Histórica: El citado proyecto -que "se limitaba a calcular las víctimas que causó el franquismo"- tuvo un coste de 100.000 euros, y según algunos ex empleados de Interligare "nunca se entregó". Los responsables del informe determinaron "una horquilla entre 130.000 y 150.000". , que si es Historia no puede ser memoria, porque la memoria es subjetiva o intersubjetiva, como las leyendas; mientras que la historia se basa en documentación objetiva; si es falsa o verdadera forma parte del debate entre historiadores.
Hubo un podemita anglómano de cuyo nombre no quiero acordarme que reúne la mayor parte de las papeletas de haber sido el autor de esto, como de todo lo anterior. Lo que hemos aguantado de ese sujeto. Hace tres años y medio no había foro de Historia, y veo que procede de Política y ni siquiera lo dejaron en Temas Calientes; directamente a la sarama.
Lo cuelgo donde tiene que estar, puesto que un historiador como Stanley Payne rebate a otro historiador, Paul Preston. El progretariado no sirve para debatir nada, no tiene más argumentos que el repruebo y la propaganda, de ahí su afición a censurar y perseguir al que discrepa ,por eso tampoco ha de extañarnos que la izquierda española no haya producido ni un sólo pensador político digno de ser citado
Preston no tiene por costumbre rebatir las críticas, se limita a repetir mantras. Stanley Payne le da un buen coscorrón en un artículo del Wall Street Journal.
Preston habla del holocausto español; curiosamente jamás habla de los genocidios cometidos por los anglosajones, que no son pocos. Al igual que tantos hispanistas extranjeros, Preston sabe que el mejor mercado lo tiene en España; darle pienso a su clientela española le reporta buenos beneficios. Por cierto: jamás escuché a nadie de esa que la izquierda prestoniana llama derecha cavernícola, decir que había que prohibir sus libros; por contra sí que esa España democrática y de la Razón pidió procesar a Pío Moa. Cristina Almeida confesó que le apetecía pegar fuego a la sección de libros de El Corte Inglés donde se exhibían sus obras, y los destrozos en librerías donde se venden sus libros, son continuos. En eso las izquierdas son igual que ayer, y así seguirán.
Payne:
Su cifra de 50.000 ejecuciones por parte de los republicanos no puede estar muy equivocada. La conclusión de que los franquistas acabaron con algo más de 100.000 personas es probablemente una exageración, pero no un dislate. Una cifra más próxima a 70.000 podría ser más precisa. Curiosamente, la cifra que da para las ejecuciones por el régimen franquista después de la guerra (20.000) es, a mi juicio, demasiado baja. La estadística correcta es probablemente más cerca de 30.000.
Lo más grave es la insuficiencia Sr. Preston para explicar cómo este "holocausto" o política de "exterminio" llegó a su fin varios años después de la guerra con la gran mayoría de los vencidos a la izquierda en España todavía está muy vivo. Cuando Franco finalmente tuvo a los republicanos por completo a su merced tras el colapso de la república en 1939, no "exterminarlos". Que no era un verdadero "holocausto" se muestra en el censo de 1940, que reveló que el crecimiento de la población no había sido obstaculizado en gran medida por los acontecimientos de la década anterior. Y cualquier preocupación de que se trataba de un censo inexacta se pone a descansar por el hecho de que sus datos son consistentes con el censo de 1950.
Uno sólo tiene que hacer los cálculos. Al final de la guerra civil, España tenía una población de aproximadamente 25 millones de personas, unos cuatro millones de los cuales en un momento u otro habían participado en organizaciones de izquierda. De éstos, la policía franquista detuvo cerca del 10%. Si se acepta mi estimación revisada al alza de 30.000 ejecuciones de posguerra, que indican la fin de aproximadamente ocho décimas partes del 1% de la población activa de izquierdas de España, con 99,2% sobrevive. Esto equivale a no "holocausto", ni "aniquilación", por mucho que debe ofender a nuestros más humanas del siglo 21 la sensibilidad. En lugar de implementar algún radical hitleriano nuevo o de Pol Pot-como esquema, el tradicionalista Franco básicamente siguió la política de los vencedores en las guerras civiles en la mayor parte de la historia: la matanza de los principales dirigentes y activistas de la otra parte al tiempo que permite la mayor parte de las bases presentar en libertad.
El Sr. Preston declara que uno de sus objetivos principales con "El Holocausto español" es colocar la represión en una perspectiva más amplia, pero aquí su fracaso es absoluto. No hay el más mínimo intento de comparar las atrocidades cometidas en España con los de cualquiera de las otras guerras civiles de los revolucionarios de principios del siglo 20 Europa. Si él hubiera tomado la molestia de hacer el trabajo, el Sr. Preston se han encontrado que, por ejemplo, la represión llevada a cabo por el gobierno democrático del Parlamento de Finlandia en 1918 fue equivalente a la de los españoles, ya sea de la "buena" la izquierda o la "mala" la derecha.
La literatura de la atrocidad es actualmente muy popular y casi universalmente aplaudido, pero un historiador tiene la responsabilidad de poner estas cuestiones en el punto de vista crítico. "El Holocausto español" es un ejercicio monumental, una presentación de una gran cantidad de datos y la investigación, sino también la reproducción de algunas de las más antiguas de los estereotipos de la guerra civil española. Debe considerarse como un fracaso.
Book Review: The Spanish Holocaust - WSJ
Las mejores descripciones de cómo eran los demócratas de Preston, las aportan los propios demócratas prestonianos: esto es lo que Azaña decía de sus correligionarios de partido. No son palabras de Millán Astray o Yagüe, o de un libro de texto franquista; son de Manuel Azaña, presidente de la República, aquella república de la cultura frente a la España carpetovetónica y bárbara. (¿Dónde están en la izquierda los equivalentes a Unamuno, Azorín, Ortega, Marañón, Pérez de Ayala, etc, etc.)
He aquí lo que un mitificado Azaña escribía de su gente, y bueno es recordarlo ahora que tantos dicen desear la tercera república:
"obtusos", "loquinarios", "botarates", "gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta", insufrible por su "inepcia, injusticia, mezquindad o tontería". "No saben qué decir, no saben argumentar. No se ha visto más notable encarnación de la necedad. Me entristezco casi hasta las lágrimas por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción de los caracteres". "Zafiedad", "politiquería", "ruines intenciones", "gentes que conciben el presente y el porvenir de España según se los dictan el interés personal". "Política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta".
DE INTERÉS:
Así se calcula el número de muertos de la Memoria Histórica: El citado proyecto -que "se limitaba a calcular las víctimas que causó el franquismo"- tuvo un coste de 100.000 euros, y según algunos ex empleados de Interligare "nunca se entregó". Los responsables del informe determinaron "una horquilla entre 130.000 y 150.000". , que si es Historia no puede ser memoria, porque la memoria es subjetiva o intersubjetiva, como las leyendas; mientras que la historia se basa en documentación objetiva; si es falsa o verdadera forma parte del debate entre historiadores.
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