realmente sólo fue un trámite burocrático, muy colorido, aparatoso y emotivo, pero un trámite.
Bueno, tampoco nos pasemos. En cuanto a su relevancia histórica es cierto que Constantinopla era ya sólo el último reducto de un imperio que había caído en una decadencia espantosa desde el siglo XI, desde la batalla de Mankizert y la pérdida de las posesiones italianas (y sin olvidar las canalladas de la IV Cruzada y el saqueo de la ciudad en 1204). En 1453 Constantinopla tenía un carácter históricamente simbólico y una escasísima importancia política. Por eso toda la Cristiandad latina se pasó sus peticiones de auxilio por el arco de triunfo. Sólo después vinieron las lamentaciones (bastante hipócritas) y algunas justificaciones como convertir la caída de la ciudad en el justo pago que la civilización griega recibió por arrasar Troya más de 2.600 años antes :
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Pero ni militar ni humanamente fue un trámite. Constantinopla había resistido muchos asedios y en el mismo siglo XV los otomanos tuvieron que levantar alguno por ser incapaces de tomar la ciudad. Les costó lo suyo y estuvieron a punto de fracasar. Durante el asedio fueron burlados por las galeras venecianas, perdieron al inepto de su almirante y fracasaron frente a la triple muralla de Teodosio II una y otra vez. Poco antes del martes 29 de mayo las tropas de Mehmet II estaban tan desmoralizadas que el sultán sabía que si fracasaban en el asalto final tendrían que levantar el sitio. Muchos creen, además, que si Giustiniani y sus genoveses no se hubieran retirado en plena lucha habrían resistido el embate final otomano. Lo que habría permitido la llegada de la ayuda veneciana en camino, entre otras cosas.
Es decir, militarmente no fue un trámite. Constantinopla podía haber caído... o no. Pudo haber resistido como lo hizo con los 22 asedios que sufrió a lo largo de su historia. Tarde o temprano habría caída, cierto, pero no tuvo por qué ser en 1453 ni fue un trámite.
Humanamente fue un desastre de grandísimas proporciones para los constantinopolitanos. Salvo algunos barrios que se entregaron sin lucha, el resto de la población fue masacrada, vendida como esclava y sus templos arrasados. Fue un baño de sangre. No muy diferente, por otro lado, de las barbaridades que cometieron los cristianos contra los fiel a la religión del amores tras el asedio y la entrada en Jerusalem en 1099.
Para muchos, la caída de Constantinopla es la ÉPICA por excelencia y sólo el mítico sitio de Troya estaría a su altura. Constantino XI Paleólogo perdiéndose a caballo entre la turba de invasores, a través de la brecha en las murallas, es la imagen por excelencia del héroe trágico.