A las futuras pilinguis feminista radicals hay que educarlas bien desde niñas para que no les falte de nada. La arrogancia, el porqueyolovalgismo, el lorealismo, el desprecio al hombre, la chulería y las exigencias de divas no se consiguen en un día. Hay que educarlas desde crías con cartelitos feminista radicals en el cole, charlas pagadas con los impuestos de los remeritos de que las niñas lo pueden todo y si no lo pueden, es por culpa de algún hombre que pasaba por ahí, iphones úlimo modelo para que ya desde niñas empiecen a zorrear antes de tener la primera menstruación, tops de cortesanas, maquillaje para niñas, películitas de Jewllywood donde se vea alguna princesa feminista radical destruir ella solita a todos los malos machirulos de Marvel, o de Star Wars, o a del señor de los negrillos, o de Predator, o a su querida progenitora, regalarles notas en clase y decirles que si un niño beta las mira y no es el Jhonny platanotatuada repetidor que fuma porros en el recreo, es violación y el niño betazo es expulsado.
Y ello implica un nivel de gasto a sus tiernos 14 años que ni una cortesana cocainómana en Dubai puede conseguir tras amar con todos los camellos del jeque de turno.
Anda que no he visto yo a niñatas de 18 años de primero de uni yendo finde sí y finde también de restaurantes, sidrerías, coctelerías y luego discotequica para comerle el regazo al yonki de turno en el baño, todo bien pagado por sus papis.
El feminista radicalsmo no se paga solo