rafabogado
Será en Octubre
ACTUALIZACIÓN:
Santo Rosario. 22:00 horas, horario en España peninsular.
EMPEZAMOS A REZAR A LAS 22:00 HORAS.
Desde Lourdes (en castellano y en vivo):
+
Letanías (no son obligatorias, pero agradan a nuestra progenitora del Cielo):
+
Salve
---
¿Cómo se reza el Rosario? Con viñetas explicativas.
¿Cómo rezar el rosario? Guía visual, paso por paso
---
Promesas del Rosario (apariciones marianas):
Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno, destruirá los vicios, disminuirá los pecados, y defendernos de las herejías.
Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una fin violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su fin encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la fin participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la fin.
Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
---
Prosiguiendo con la iniciativa que comenzamos para subir diariamente la Palabra -siempre necesaria, pero especialmente en los tiempos bélicos y de desesperación que vivimos-, en primer lugar os recuerdo los beneficios que relaciona el Salmo 119 (en Spoiler porque es reiteración).
A continuación, el Evangelio de hoy viernes y las lecturas:
“ Había actuado con astucia ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17 – 4,1
Hermanos, sed imitadores míos y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.
Porque —como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos— hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él tras*formará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Salmo de hoy
Sal 121, 1bc-2. 3-4ab 4cd-5 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite».
Él le dijo:
«Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él dijo:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».
---
Bonus: Añado audio de los dominicos con el Evangelio anterior + comentario, así como los comentarios del padre Pedro Brassesco en YT. Para quien prefiera las reflexiones por escrito, las dejo a continuación, hoy a cargo de Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P., del Monasterio Santo Domingo (Caleruega).
Reflexión del Evangelio de hoy
"Solo aspiran a cosas terrenas"
La liturgia de la Palabra nos va a presentar hoy dos ideas aparentemente contradictorias o, al menos en tensión que, en realidad, son dos aspectos indispensables de la misma y única llamada de cada bautizado: los cristianos somos ciudadanos del cielo, es decir, que no vivimos bajo la lógica del mundo, pero no podemos –ni debemos–, evadirnos del estar en el mundo (que no significa mundanizarnos).
La primera lectura nos advierte acerca del “estar en el mundo” propio de los cristianos. Nos llama “ciudadanos del cielo” en contraposición a quienes “solo aspiran a cosas terrenas” y “andan como enemigos de la cruz de Cristo”. Es decir, que esta habrá de ser la distinción para quienes nos decimos cristianos: vivir una clase de aspiraciones que no sean puramente terrenales.
El apóstol está escribiendo, posiblemente, a cristianos judaizantes que ponen su salvación en un dios al que reducen según unas leyes sobre comida: “su Dios, el vientre”; y la circuncisión: “su gloria, sus vergüenzas”. Por el contrario, aquellos que somos ciudadanos del cielo caminamos en la fe, es decir, que no podemos acotar a Dios ni reducirlo a los criterios del mundo ni a nuestros criterios. Y caminamos bajo la gracia, no bajo el mérito de nuestros logros ni cumplimientos.
Porque lo único que nos salva es la Cruz de Cristo, y esto lo sabe muy bien san Pablo. Esa es la certeza que configura el estar en el mundo propio de los cristianos: con la libertad de quien se sabe salvado gratuitamente y con la esperanza de quien aspira a una realidad superior: “él tras*formará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso”.
"Había actuado con astucia"
En algunas ocasiones eso de ser “ciudadanos del cielo” que nos recordaba la primera lectura de hoy se ha podido entender como un pasar por la tierra a dos palmos del suelo. Un modo de estar en el mundo con la cabeza gacha y rostro impertérrito. Una existencia demasiado centrada en una mal entendida resignación que acepta lo que llega y lo que hay sin ningún tipo de filtro ni reacción: será voluntad de Dios.
Lo cierto es que pocas veces se habrá oído hablar de Jesús como hombre astuto y menos aún encontraremos en las biografías de los santos una oda a su perspicacia. Pero Jesús, además de invitarnos a cargar con la cruz, también dice: “sed, pues, astutos como serpientes y mansos como palomas” (Mt 10, 16). Y en el pasaje de hoy alaba la astucia del administrador, aunque no su injusticia[1]. Porque no es lo mismo dejarse quitar la vida que entregarla libremente; no es lo mismo el amor gratuito que la ingenuidad; no es igual guardar silencio por prudencia que por miedo como no es lo mismo regalar que dejarse robar, y así un largo etcétera que no por evidente es menos frecuente.
Hoy la Palabra nos invita a equilibrar nuestra actitud cristiana con un toque de astucia, no para las cosas del mundo, sino para las de Dios. No se trata de usar la lógica del mundo mientras se aspira a cosas terrenas. No es una invitación a la mundanidad. En realidad, es una exhortación a implicarse con el mundo en el que vivimos y del que formamos parte para ganar almas para Cristo. Adquirir suficiente conocimiento del lenguaje, la lógica y los criterios de quienes caminan con nosotros y a quienes vamos a predicar el Evangelio.
Es astuto san Pablo cuando predica a los griegos en Atenas, partiendo del “altar al dios desconocido” (Hch. 17, 23) y más todavía cuando divide a su tribunal para poder salir con vida del juicio (Hch. 23, 6-11). Algunos de nosotros hubiéramos cerrado los ojos y acogido la sentencia sin más, confundiendo cristiana resignación con estéril pusilanimidad. Pero él vive para anunciar la Buena noticia y esa será la clave de su aceptación cuando toque acoger el martirio como testimonio supremo; o de su astucia para salir indemne cuando toque predicar. Astucia evangélica es lo que demuestra cuando dice: “me hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos” (1 Co 9, 22).
Sin embargo, en nuestro ser apóstoles, en nuestro ser ciudadanos del cielo, con frecuencia falta esa pizca de sagacidad, de atrevimiento, de inteligencia convencida y audaz cuando se trata de dar testimonio. Y si nos falta astucia para las cosas de Dios, cabe preguntarse si no será por un defecto de pasión en lo que hacemos más que por un exceso de virtud en nuestra evangelización. “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”
¿En qué circunstancias de mi vida me estoy evadiendo de dar un testimonio más valiente? ¿Puede que esté pintando de aceptación lo que en realidad es cobardía? ¿Hay algún ámbito en mi vida cristiana que está llamado a dar más fruto si me implicara astutamente un poco más?
[1] Nota de la Biblia de Jerusalén al versículo 8: «Según la costumbre entonces tolerada en Palestina, el mayordomo tenía derecho a autorizar préstamos de los bienes de su amo y, como no percibía sueldo, a resarcirse aumentando en el recibo la cantidad prestada, para que en el reembolso pudiera beneficiarse de la diferencia como de un excedente que representaba su interés. En el caso presente, sin duda no había prestado en realidad más que cincuenta medidas de aceite y ochenta cargas de trigo; al rebajar el recibo a su cantidad real, no hace más que privarse del beneficio ciertamente usurario, que había negociado. Su “injusticia” no está pues en la reducción de recibos, que no es más que el sacrificio de sus intereses inmediatos, hábil maniobra que su amo puede alabar, sino más bien en las malversaciones anteriores que ha motivado su despido».
Fuente: Había actuado con astucia
---
Y porque has resucitado, te damos las gracias. Contigo seremos invencibles. Contigo, llamados a la Vida.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.» (Salmo 90)
Santo Rosario. 22:00 horas, horario en España peninsular.
EMPEZAMOS A REZAR A LAS 22:00 HORAS.
Desde Lourdes (en castellano y en vivo):
+
Letanías (no son obligatorias, pero agradan a nuestra progenitora del Cielo):
+
Salve
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¿Cómo se reza el Rosario? Con viñetas explicativas.
¿Cómo rezar el rosario? Guía visual, paso por paso
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Promesas del Rosario (apariciones marianas):
Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno, destruirá los vicios, disminuirá los pecados, y defendernos de las herejías.
Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.
El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una fin violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.
Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su fin encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la fin participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
Libraré del purgatorio a quienes recen el Rosario devotamente.
Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.
Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.
Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.
Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la fin.
Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesucristo.
La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.
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Prosiguiendo con la iniciativa que comenzamos para subir diariamente la Palabra -siempre necesaria, pero especialmente en los tiempos bélicos y de desesperación que vivimos-, en primer lugar os recuerdo los beneficios que relaciona el Salmo 119 (en Spoiler porque es reiteración).
Beneficios de la Palabra
1) Nutre tu alma sedienta.
«Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.» (Salmo 119: 25).
2) Fortalece tus huesos cansados.
«Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.» (Salmo 119: 107).
3) Redirige tu mirada a lo que es justo.
«Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.» (Salmo 119:37).
4) Calma tu corazón desanimado.
«Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.» (Salmo 119:147).
5) Concede Completa Paz.
«Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.» (Salmo 119:165).
6) Llena De Esperanza.
«Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.» (Salmo 119:49).
7) Alimenta Tu Espíritu Hambriento.
«¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.» (Salmo 119:103).
8) Da Profunda Sabiduría.
«Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;» (Salmo 119:100).
9) Tranquilidad Durante El Dolor.
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.» (Salmo 119:75)
10) Te Llena De Sus Alabanzas.
«A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.» (Salmo 119:62).
11) Guarda De Caer En La Tentación.
«Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.» (Salmo 119:115).
12) Señala Tus Creencias y Acciones Equivocadas.
«Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.» (Salmo 119:29).
13) Nos Da Seguridad De Nuestra Herencia Eterna.
«Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.» (Salmo 119:123).
14) Consuela En Tiempo De Angustia.
«Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.» (Salmo 119:50).
15) En todo momento, puedes ir y dejar que la palabra de Dios te guie, Jesucristo.
«Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.»(Salmo 119:176).
«¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Es mi meditación todo el día.» (Salmo 119:97).
1) Nutre tu alma sedienta.
«Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.» (Salmo 119: 25).
2) Fortalece tus huesos cansados.
«Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.» (Salmo 119: 107).
3) Redirige tu mirada a lo que es justo.
«Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Avívame en tu camino.» (Salmo 119:37).
4) Calma tu corazón desanimado.
«Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.» (Salmo 119:147).
5) Concede Completa Paz.
«Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.» (Salmo 119:165).
6) Llena De Esperanza.
«Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar.» (Salmo 119:49).
7) Alimenta Tu Espíritu Hambriento.
«¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.» (Salmo 119:103).
8) Da Profunda Sabiduría.
«Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;» (Salmo 119:100).
9) Tranquilidad Durante El Dolor.
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.» (Salmo 119:75)
10) Te Llena De Sus Alabanzas.
«A medianoche me levanto para alabarte Por tus justos juicios.» (Salmo 119:62).
11) Guarda De Caer En La Tentación.
«Apartaos de mí, malignos, Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.» (Salmo 119:115).
12) Señala Tus Creencias y Acciones Equivocadas.
«Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.» (Salmo 119:29).
13) Nos Da Seguridad De Nuestra Herencia Eterna.
«Mis ojos desfallecieron por tu salvación, Y por la palabra de tu justicia.» (Salmo 119:123).
14) Consuela En Tiempo De Angustia.
«Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.» (Salmo 119:50).
15) En todo momento, puedes ir y dejar que la palabra de Dios te guie, Jesucristo.
«Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, Porque no me he olvidado de tus mandamientos.»(Salmo 119:176).
«¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Es mi meditación todo el día.» (Salmo 119:97).
A continuación, el Evangelio de hoy viernes y las lecturas:
“ Había actuado con astucia ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17 – 4,1
Hermanos, sed imitadores míos y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.
Porque —como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos— hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él tras*formará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Salmo de hoy
Sal 121, 1bc-2. 3-4ab 4cd-5 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 1-8
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles de aceite».
Él le dijo:
«Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él dijo:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».
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Bonus: Añado audio de los dominicos con el Evangelio anterior + comentario, así como los comentarios del padre Pedro Brassesco en YT. Para quien prefiera las reflexiones por escrito, las dejo a continuación, hoy a cargo de Sor Teresa de Jesús Cadarso O.P., del Monasterio Santo Domingo (Caleruega).
Reflexión del Evangelio de hoy
"Solo aspiran a cosas terrenas"
La liturgia de la Palabra nos va a presentar hoy dos ideas aparentemente contradictorias o, al menos en tensión que, en realidad, son dos aspectos indispensables de la misma y única llamada de cada bautizado: los cristianos somos ciudadanos del cielo, es decir, que no vivimos bajo la lógica del mundo, pero no podemos –ni debemos–, evadirnos del estar en el mundo (que no significa mundanizarnos).
La primera lectura nos advierte acerca del “estar en el mundo” propio de los cristianos. Nos llama “ciudadanos del cielo” en contraposición a quienes “solo aspiran a cosas terrenas” y “andan como enemigos de la cruz de Cristo”. Es decir, que esta habrá de ser la distinción para quienes nos decimos cristianos: vivir una clase de aspiraciones que no sean puramente terrenales.
El apóstol está escribiendo, posiblemente, a cristianos judaizantes que ponen su salvación en un dios al que reducen según unas leyes sobre comida: “su Dios, el vientre”; y la circuncisión: “su gloria, sus vergüenzas”. Por el contrario, aquellos que somos ciudadanos del cielo caminamos en la fe, es decir, que no podemos acotar a Dios ni reducirlo a los criterios del mundo ni a nuestros criterios. Y caminamos bajo la gracia, no bajo el mérito de nuestros logros ni cumplimientos.
Porque lo único que nos salva es la Cruz de Cristo, y esto lo sabe muy bien san Pablo. Esa es la certeza que configura el estar en el mundo propio de los cristianos: con la libertad de quien se sabe salvado gratuitamente y con la esperanza de quien aspira a una realidad superior: “él tras*formará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso”.
"Había actuado con astucia"
En algunas ocasiones eso de ser “ciudadanos del cielo” que nos recordaba la primera lectura de hoy se ha podido entender como un pasar por la tierra a dos palmos del suelo. Un modo de estar en el mundo con la cabeza gacha y rostro impertérrito. Una existencia demasiado centrada en una mal entendida resignación que acepta lo que llega y lo que hay sin ningún tipo de filtro ni reacción: será voluntad de Dios.
Lo cierto es que pocas veces se habrá oído hablar de Jesús como hombre astuto y menos aún encontraremos en las biografías de los santos una oda a su perspicacia. Pero Jesús, además de invitarnos a cargar con la cruz, también dice: “sed, pues, astutos como serpientes y mansos como palomas” (Mt 10, 16). Y en el pasaje de hoy alaba la astucia del administrador, aunque no su injusticia[1]. Porque no es lo mismo dejarse quitar la vida que entregarla libremente; no es lo mismo el amor gratuito que la ingenuidad; no es igual guardar silencio por prudencia que por miedo como no es lo mismo regalar que dejarse robar, y así un largo etcétera que no por evidente es menos frecuente.
Hoy la Palabra nos invita a equilibrar nuestra actitud cristiana con un toque de astucia, no para las cosas del mundo, sino para las de Dios. No se trata de usar la lógica del mundo mientras se aspira a cosas terrenas. No es una invitación a la mundanidad. En realidad, es una exhortación a implicarse con el mundo en el que vivimos y del que formamos parte para ganar almas para Cristo. Adquirir suficiente conocimiento del lenguaje, la lógica y los criterios de quienes caminan con nosotros y a quienes vamos a predicar el Evangelio.
Es astuto san Pablo cuando predica a los griegos en Atenas, partiendo del “altar al dios desconocido” (Hch. 17, 23) y más todavía cuando divide a su tribunal para poder salir con vida del juicio (Hch. 23, 6-11). Algunos de nosotros hubiéramos cerrado los ojos y acogido la sentencia sin más, confundiendo cristiana resignación con estéril pusilanimidad. Pero él vive para anunciar la Buena noticia y esa será la clave de su aceptación cuando toque acoger el martirio como testimonio supremo; o de su astucia para salir indemne cuando toque predicar. Astucia evangélica es lo que demuestra cuando dice: “me hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos” (1 Co 9, 22).
Sin embargo, en nuestro ser apóstoles, en nuestro ser ciudadanos del cielo, con frecuencia falta esa pizca de sagacidad, de atrevimiento, de inteligencia convencida y audaz cuando se trata de dar testimonio. Y si nos falta astucia para las cosas de Dios, cabe preguntarse si no será por un defecto de pasión en lo que hacemos más que por un exceso de virtud en nuestra evangelización. “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”
¿En qué circunstancias de mi vida me estoy evadiendo de dar un testimonio más valiente? ¿Puede que esté pintando de aceptación lo que en realidad es cobardía? ¿Hay algún ámbito en mi vida cristiana que está llamado a dar más fruto si me implicara astutamente un poco más?
[1] Nota de la Biblia de Jerusalén al versículo 8: «Según la costumbre entonces tolerada en Palestina, el mayordomo tenía derecho a autorizar préstamos de los bienes de su amo y, como no percibía sueldo, a resarcirse aumentando en el recibo la cantidad prestada, para que en el reembolso pudiera beneficiarse de la diferencia como de un excedente que representaba su interés. En el caso presente, sin duda no había prestado en realidad más que cincuenta medidas de aceite y ochenta cargas de trigo; al rebajar el recibo a su cantidad real, no hace más que privarse del beneficio ciertamente usurario, que había negociado. Su “injusticia” no está pues en la reducción de recibos, que no es más que el sacrificio de sus intereses inmediatos, hábil maniobra que su amo puede alabar, sino más bien en las malversaciones anteriores que ha motivado su despido».
Fuente: Había actuado con astucia
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Y porque has resucitado, te damos las gracias. Contigo seremos invencibles. Contigo, llamados a la Vida.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.» (Salmo 90)
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