alma orante
esclava de amor de María
Gracias por los vídeos @rafabogado
@Ganndalf @locodelosgatos
fuente: https://www.enticonfio.org/wp-content/uploads/2018/08/Catecismo_1456.pdf
Copio y pego el texto de Mons. Munilla:
Catecismo 1456 LA PENITENCIA
La confesión de los pecados - I -
2008
Mons. JOSE IGNACIO MUNILLA
Un cordial saludo a todos los oyentes de Radio María. Un dia más, con la Gracia del Señor,
proseguimos el comentario del catecismo de nuestra progenitora la Iglesia.
Punto 1456:
La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial
del sacramento de la Penitencia: "En la confesión, los penitentes deben
enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse
examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido
cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo
(cf.Ex 20,17;Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente
el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos"
(Concilio de Trento: DS 1680):
«Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que
recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la misericordia divina
para su perdón todos los pecados que han cometido. "Quienes actúan de otro
modo y callan conscientemente algunos pecados, no están presentando ante la
bondad divina nada que pueda ser perdonado por mediación del sacerdote.
Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina
no cura lo que ignora" (Concilio de Trento: DS 1680; cf. San Jerónimo, Commentarius in Ecclesiasten 10, 11).
La confesión de los pecados, que es una de las cinco partes del sacramento de la penitencia, que
popularmente ha pasado a dar nombre al propio sacramento: sacramento de la confesión.
Empieza este punto diciendo:
La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del
sacramento de la Penitencia.
Con las mismas se puede decir que el arrepentimiento es una parte esencial; lógicamente las partes
esenciales son las que vienen de Jesucristo y la Iglesia no se considera con autoridad para cambiar lo
que viene de Jesucristo.
Otras cosas pueden ser adaptadas por la Iglesia, en la medida en que no tienen su origen en Jesucristo,
sino que su origen está en la disciplina eclesiástica.
De hecho ha habido variantes históricas en la celebración del sacramento de la penitencia; actualmente
se nos invita a celebrar el sacramento de la confesión frecuentemente, pero hubo un tempo histórico
donde el sacramento de la confesión, en muchos lugares se celebraba una única vez en la vida; de
hecho se le llamaba "la segunda tabla de salvación", la primera era el bautismo
Ahora se nos da la absolución y después cumplimos la penitencia, pero hubo un tiempo en que primero
se cumplía la penitencia y después se daba la absolución.
Hubo un tiempo en que la penitencia era pública, donde el "penitente" ingresaba en el "orden de los
penitentes". Hoy la penitencia se hace de una manera privada.
Ha habido muchas variantes, en adaptaciones en la celebración del sacramento de la penitencia.
Pero estas variaciones no han cambiado lo esencial, sino que han adaptado cuestiones accidentales y
circunstanciales.
Lo que la Iglesia no podrá hacer nunca es, por ejemplo, que no sea necesario manifestar los pecados al
sacerdote. O que no sea necesario el arrepentimiento para confesarse, eso tampoco lo podrá cambiar
nunca.
Que el arrepentimiento o la constricción sea parte esencial del sacramento se entiende más fácilmente;
aunque hoy en día, en otros ordenes comenzamos como a quitarle importancia al arrepentemitno:
"como que no se puede exigir el arrepentimiento, sino que lo importante es que las personas digan y estén dispuestas a cambiar de vida, sin dar importancia a los pecados cometidos hasta el momento".
Esto sería un error muy grave si no incluyésemos el arrepentimiento en la base de la convivencia social.
Es muy difcil construir una convivencia social en paz y armonía si no eaiste el arrepntemitno.
Pero también es una parte esencial del sacramento la manifestación de los pecados, porque Jesús pide a
los discípulos que id pmr tmdm el mundm perdmnandm lms pecadms: A quienes les perdonéis los pecados
les quedan perdonados, a quien se los retengáis les quedan retenidos".
Está claro que para poder perdonar o retener los pecados ¿será necesario el discernimiento? El
sacerdote en nombre de Jesucristo está haciendo un discernimiento en el momento de la confesión, y el
sacerdote no tene capacidad de leer en el interior del corazón del hombre.
Por tanto, para poder discernir si existe el arrepentimiento suficiente para perdonar los pecados,
necesariamente tienen que ser manifestados los pecados.
O quien dice que eso de que manifestar los pecados es una cuestón de sensibilidad. Nada de eso,
porque es parte esencial y necesaria del sacramento de la penitencia.
No podemos inventarnos un sacramento sino que los sacramentos están dados por Jesucristo; y en todo
caso es la Iglesia la que tiene el deber y la vocación de interpretar como tenen que ser ajustadas las
distintas partes de la celebración, sabiendo que tiene partes esenciales y que no se pueden modifcar.
Es verdad que la Iglesia admite celebrar el sacramentario de la penitencia sin que sea necesaria la
confesión de los pechos en una absolución colectiva, pero eso es para un contexto de extrema gravedad
donde los penitentes no tienen ni tiempo ni circunstancia de acercarse para confesar sus pecados.
Pero imparte la absolución con el voto o condición para su validez, en cuanto pueda y después de que
pase la gravedad del momento, y en todo caso antes de volver a recibir otra absolución en otra
confesión, se acerque a un sacerdote a confesarse de los pecados graves que hubiera cometido.
Desgraciadamente a veces esto se explica mal y no se respeta
A veces nos llegan situaciones de celebraciones que rayan el ridículo: en una celebración se ponían
varias cajas con piedras de diferente tamaño, y se les invitaba a que quien tuviera pecados graves
cogiera una piedra grande y la pusiera delante del altar, y el que tuviera pecados pequeños que cogiera
piedras pequeñas, y eso suplía la manifestación de los pecados personales.
Este sacramento de la penitencia es también un conducto para hacerlo de una manera digna ante la
instancia correcta que representa toda la autoridad de Jesucristo: Ante el trono de la misericordia
manifestamos nuestros pecados, no de cualquier manera: estamos ante el TRONO DE LA
MISERICORDIA.
Contnúa este punto:
En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de
que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente.
Alguien se puede preguntar: ¿Cómo distingo los pecados veniales de los mortales?
Ciertamente no es tan fácil establecer una frontera donde uno tenga una certeza o seguridad de que es
pecado mortal o es venial; entre otras cosas porque no solo depende de la "materia del acto", sino que
también depende del grado de intencionalidad de consciencia y de libertad.
Es por eso que uno de los motivos del porque la Iglesia aconseja vivamente la confesión de los pecados
veniales, además de que es una fuente de perdón, y también porque no siempre se tiene una clara
conciencia de si es venial o es mortal, y la gravedad de sus pecados.
Dice este punto de "enumerar los pecados mortales", no quiere decir que haya que estar contando las
circunstancias y la "película", que basta con que se acuse del pecado concreto sin más explicaciones.
Y por "enumerar" es cierto que tampoco es lo mismo que alguien pida perdón por haber caído en un
pecado en una ocasión o que haya sino en varias veces.
No es lo mismo que alguien se acuse que en una fiesta bebió más de lo debido, a que alguien pida
perdón porque es esclavo del alcohol y cae continuamente, y todas las noches monto en casa una
batalla por culpa de la bebida.
Continúa diciendo este punto:
Incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente
contra los dos últimos mandamientos del Decálogo (cf.Ex 20,17;Mt 5,28),
Los dos últmos mandamientos son los que hacen referencia al pensamiento y de intención: "Nm
cmdiciaras lms bienes ajenms, que es un pecado de intención de codicia de avaricia, de envidia...
Y el noveno mandamiento es el de "no consentirás pensamientos y deseos impuros".
Es que también la "interioridad del hombre debe de ser manifestada en el sacramento de la confesión".
Sería un error pensar que es pecado únicamente aquello que ha salpicado hacia afuera.
Mateo 15, 11
11 No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso
es lo que contamina al hombre.»
18 En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al
hombre.
19 Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones,
robos, falsos testimonios, injurias.
20 Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las manos no contamina al
hombre.»
En la diatriba que Jesús tenía con los fariseos sobre la impureza o impureza de los alimentos, Jesús la
uso para subrayar que la auténtica jovenlandesalidad es la que se fja en el interior del hombre, en la
intencionalidad del corazón.
Pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más
peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos"
Ojo!, que no siempre hiere más gravemente lo que más ha salpicado, a veces sólo mas grave ha sido lo
que ha tenido lugar en ese santuario interior del corazón del hombre.
En la tradición de la iglesia se nos ha invitado a examinar nuestros pecados, y no únicamente en la
"materialidad de los mismos"; sino también a examinar los pecados capitales: los pecados que son la
raíz de los actos negativos que el hombre puede cometer:
Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia pereza.
Estos pecados capitales, en sí mismos son actitudes que permanecen ocultas en el interior del corazón,
pero tienden a manifestarse en actos pecaminosos.
La avaricia esta oculta, pero es la que ha motivado el robo, o la calumnia.
Esta es una de las grandes diferencias entre la jovenlandesalidad cristana y la "étca civil" que no entra en la
interioridad del hombre. Las leyes humanas no regulan los pensamientos ni el corazón, ni los deseos.
Pero en la jovenlandesalidad cristana sí que llegamos al corazón y al interior del hombre, de lo contrario
estaríamos jugando a "policías".
Termina este punto con una cita del Concilio de Trento:
«Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que
recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la misericordia divina
para su perdón todos los pecados que han cometido.
Aunque los que recuerda no sean todos, porque el Señor mira la intencionalidad del corazón del
hombre.
Es verdad que uno tene que hacer el examen de conciencia con seriedad, y no de cualquier manera. Por
eso es importante tener un tempo de ponerse en presencia de Dios. Claro que siempre nos olvidaremos
de ciertos aspectos y detalles, y por eso confamos en que la misericordia de Dios se derrama sobre
todos los pecados de nuestra vida , aunque no los hayamos recordado.
Puede suceder que uno, después de haberse confesado le venga a la memoria un pecado ; si es un
pecado leve ya no es necesario manifestarlo, y si es un pecado grave, entendo que la absolución que ha
recibido también le ha perdonado el pecado, pero que lo manifeste en la siguiente confesión que haga.
Sigue La cita del concilio de Trento:
"Quienes actúan de otro modo y callan conscientemente algunos pecados, no
están presentando ante la bondad divina nada que pueda ser perdonado por
mediación del sacerdote. Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su
llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora".
Este es otro caso, no habla de olvido o negligencia, sino ocultar intencionadamente, y ese corazón no se
ha abierto ante el trono de la misericordia que es el sacramento de la penitencia, y por tanto sus
pecados no quedan perdonados: es decir no únicamente los pecados que no ha manifestado, sino
ninguno de los pecados. Es una confesión invalida y "sacrílega". Es mucho mejor no confesarse.
A veces por tonterías o timideces, o bloqueos sin sentdo, caemos en esa tentación de ocultar los
pecados al confesor, por unas "vergüenzas a destiempo".
No ser conscientes de lo que dice Jesús en el evangelio:
Mas alegría hay en el cielo por un pecador que se convierte, que por mil que ya estén
convertidos.
¡En el cielo hay una fiesta cuando alguien manifesta su arrepentimiento!, Incluso el sacerdote
también participa de esa fiesta.
El sacerdote, cuando está confesando, goza mucho más cuando esta perdonando pecados graves que
cuando esta perdonando pecados leves, eso es evidente.
Es que la manifestación de los pecados es una manifestación de gozo, por el retorno; y el malo, que
es muy astuto, en vez de ponernos el reparo, el temor, la vergüenza, en el momento de alejarnos de la
casa, curiosamente nos lo pone para el momento del retorno.
A eso llamo yo "una vergüenza a destiempo".
Eso de "¿qué va a pensar el sacerdote si le digo esto o aquello...?" El sacerdote lo que hace es gozarse con Cristo misericordioso; y todo lo que se salga de ahí ya viene del maligno.
Por eso dice aquí que el sacramento de la penitencia: "o es de plena confanza y plena apertura, o no
es.
No se puede jugar con el como si fuese…:"en parte me abro, en parte me oculto…" Eso es ridículo.
Es el ejemplo que pone El Concilio de Trento, y es una cita del San Jerónimo:
Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina
no cura lo que ignora".
El matíz es que en el sacramento de la penitencia, el sacerdote no solo ejerce de "medico", también
ejerce de "juez", en el sentdo que discierne si hay arrepentmiento, o si se dan las debidas disposiciones
para recibir la absolución.
Esto solo puede ser discernido en la medida que se ha manifestado el penitente.
Alguien puede decir: ¿Y si alguien lo que dice es mentira en el confesionario, o el arrepentimiento es
falso…?, pues que el sacerdote materialmente le imparte la absolución, pero esa absolución no tiene ninguna validez.
Lo dejamos aquí
@Ganndalf @locodelosgatos
fuente: https://www.enticonfio.org/wp-content/uploads/2018/08/Catecismo_1456.pdf
Copio y pego el texto de Mons. Munilla:
Catecismo 1456 LA PENITENCIA
La confesión de los pecados - I -
2008
Mons. JOSE IGNACIO MUNILLA
Un cordial saludo a todos los oyentes de Radio María. Un dia más, con la Gracia del Señor,
proseguimos el comentario del catecismo de nuestra progenitora la Iglesia.
Punto 1456:
La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial
del sacramento de la Penitencia: "En la confesión, los penitentes deben
enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse
examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido
cometidos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo
(cf.Ex 20,17;Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente
el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos"
(Concilio de Trento: DS 1680):
«Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que
recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la misericordia divina
para su perdón todos los pecados que han cometido. "Quienes actúan de otro
modo y callan conscientemente algunos pecados, no están presentando ante la
bondad divina nada que pueda ser perdonado por mediación del sacerdote.
Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina
no cura lo que ignora" (Concilio de Trento: DS 1680; cf. San Jerónimo, Commentarius in Ecclesiasten 10, 11).
La confesión de los pecados, que es una de las cinco partes del sacramento de la penitencia, que
popularmente ha pasado a dar nombre al propio sacramento: sacramento de la confesión.
Empieza este punto diciendo:
La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del
sacramento de la Penitencia.
Con las mismas se puede decir que el arrepentimiento es una parte esencial; lógicamente las partes
esenciales son las que vienen de Jesucristo y la Iglesia no se considera con autoridad para cambiar lo
que viene de Jesucristo.
Otras cosas pueden ser adaptadas por la Iglesia, en la medida en que no tienen su origen en Jesucristo,
sino que su origen está en la disciplina eclesiástica.
De hecho ha habido variantes históricas en la celebración del sacramento de la penitencia; actualmente
se nos invita a celebrar el sacramento de la confesión frecuentemente, pero hubo un tempo histórico
donde el sacramento de la confesión, en muchos lugares se celebraba una única vez en la vida; de
hecho se le llamaba "la segunda tabla de salvación", la primera era el bautismo
Ahora se nos da la absolución y después cumplimos la penitencia, pero hubo un tiempo en que primero
se cumplía la penitencia y después se daba la absolución.
Hubo un tiempo en que la penitencia era pública, donde el "penitente" ingresaba en el "orden de los
penitentes". Hoy la penitencia se hace de una manera privada.
Ha habido muchas variantes, en adaptaciones en la celebración del sacramento de la penitencia.
Pero estas variaciones no han cambiado lo esencial, sino que han adaptado cuestiones accidentales y
circunstanciales.
Lo que la Iglesia no podrá hacer nunca es, por ejemplo, que no sea necesario manifestar los pecados al
sacerdote. O que no sea necesario el arrepentimiento para confesarse, eso tampoco lo podrá cambiar
nunca.
Que el arrepentimiento o la constricción sea parte esencial del sacramento se entiende más fácilmente;
aunque hoy en día, en otros ordenes comenzamos como a quitarle importancia al arrepentemitno:
"como que no se puede exigir el arrepentimiento, sino que lo importante es que las personas digan y estén dispuestas a cambiar de vida, sin dar importancia a los pecados cometidos hasta el momento".
Esto sería un error muy grave si no incluyésemos el arrepentimiento en la base de la convivencia social.
Es muy difcil construir una convivencia social en paz y armonía si no eaiste el arrepntemitno.
Pero también es una parte esencial del sacramento la manifestación de los pecados, porque Jesús pide a
los discípulos que id pmr tmdm el mundm perdmnandm lms pecadms: A quienes les perdonéis los pecados
les quedan perdonados, a quien se los retengáis les quedan retenidos".
Está claro que para poder perdonar o retener los pecados ¿será necesario el discernimiento? El
sacerdote en nombre de Jesucristo está haciendo un discernimiento en el momento de la confesión, y el
sacerdote no tene capacidad de leer en el interior del corazón del hombre.
Por tanto, para poder discernir si existe el arrepentimiento suficiente para perdonar los pecados,
necesariamente tienen que ser manifestados los pecados.
O quien dice que eso de que manifestar los pecados es una cuestón de sensibilidad. Nada de eso,
porque es parte esencial y necesaria del sacramento de la penitencia.
No podemos inventarnos un sacramento sino que los sacramentos están dados por Jesucristo; y en todo
caso es la Iglesia la que tiene el deber y la vocación de interpretar como tenen que ser ajustadas las
distintas partes de la celebración, sabiendo que tiene partes esenciales y que no se pueden modifcar.
Es verdad que la Iglesia admite celebrar el sacramentario de la penitencia sin que sea necesaria la
confesión de los pechos en una absolución colectiva, pero eso es para un contexto de extrema gravedad
donde los penitentes no tienen ni tiempo ni circunstancia de acercarse para confesar sus pecados.
Pero imparte la absolución con el voto o condición para su validez, en cuanto pueda y después de que
pase la gravedad del momento, y en todo caso antes de volver a recibir otra absolución en otra
confesión, se acerque a un sacerdote a confesarse de los pecados graves que hubiera cometido.
Desgraciadamente a veces esto se explica mal y no se respeta
A veces nos llegan situaciones de celebraciones que rayan el ridículo: en una celebración se ponían
varias cajas con piedras de diferente tamaño, y se les invitaba a que quien tuviera pecados graves
cogiera una piedra grande y la pusiera delante del altar, y el que tuviera pecados pequeños que cogiera
piedras pequeñas, y eso suplía la manifestación de los pecados personales.
Este sacramento de la penitencia es también un conducto para hacerlo de una manera digna ante la
instancia correcta que representa toda la autoridad de Jesucristo: Ante el trono de la misericordia
manifestamos nuestros pecados, no de cualquier manera: estamos ante el TRONO DE LA
MISERICORDIA.
Contnúa este punto:
En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de
que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente.
Alguien se puede preguntar: ¿Cómo distingo los pecados veniales de los mortales?
Ciertamente no es tan fácil establecer una frontera donde uno tenga una certeza o seguridad de que es
pecado mortal o es venial; entre otras cosas porque no solo depende de la "materia del acto", sino que
también depende del grado de intencionalidad de consciencia y de libertad.
Es por eso que uno de los motivos del porque la Iglesia aconseja vivamente la confesión de los pecados
veniales, además de que es una fuente de perdón, y también porque no siempre se tiene una clara
conciencia de si es venial o es mortal, y la gravedad de sus pecados.
Dice este punto de "enumerar los pecados mortales", no quiere decir que haya que estar contando las
circunstancias y la "película", que basta con que se acuse del pecado concreto sin más explicaciones.
Y por "enumerar" es cierto que tampoco es lo mismo que alguien pida perdón por haber caído en un
pecado en una ocasión o que haya sino en varias veces.
No es lo mismo que alguien se acuse que en una fiesta bebió más de lo debido, a que alguien pida
perdón porque es esclavo del alcohol y cae continuamente, y todas las noches monto en casa una
batalla por culpa de la bebida.
Continúa diciendo este punto:
Incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente
contra los dos últimos mandamientos del Decálogo (cf.Ex 20,17;Mt 5,28),
Los dos últmos mandamientos son los que hacen referencia al pensamiento y de intención: "Nm
cmdiciaras lms bienes ajenms, que es un pecado de intención de codicia de avaricia, de envidia...
Y el noveno mandamiento es el de "no consentirás pensamientos y deseos impuros".
Es que también la "interioridad del hombre debe de ser manifestada en el sacramento de la confesión".
Sería un error pensar que es pecado únicamente aquello que ha salpicado hacia afuera.
Mateo 15, 11
11 No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso
es lo que contamina al hombre.»
18 En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al
hombre.
19 Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones,
robos, falsos testimonios, injurias.
20 Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las manos no contamina al
hombre.»
En la diatriba que Jesús tenía con los fariseos sobre la impureza o impureza de los alimentos, Jesús la
uso para subrayar que la auténtica jovenlandesalidad es la que se fja en el interior del hombre, en la
intencionalidad del corazón.
Pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más
peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos"
Ojo!, que no siempre hiere más gravemente lo que más ha salpicado, a veces sólo mas grave ha sido lo
que ha tenido lugar en ese santuario interior del corazón del hombre.
En la tradición de la iglesia se nos ha invitado a examinar nuestros pecados, y no únicamente en la
"materialidad de los mismos"; sino también a examinar los pecados capitales: los pecados que son la
raíz de los actos negativos que el hombre puede cometer:
Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia pereza.
Estos pecados capitales, en sí mismos son actitudes que permanecen ocultas en el interior del corazón,
pero tienden a manifestarse en actos pecaminosos.
La avaricia esta oculta, pero es la que ha motivado el robo, o la calumnia.
Esta es una de las grandes diferencias entre la jovenlandesalidad cristana y la "étca civil" que no entra en la
interioridad del hombre. Las leyes humanas no regulan los pensamientos ni el corazón, ni los deseos.
Pero en la jovenlandesalidad cristana sí que llegamos al corazón y al interior del hombre, de lo contrario
estaríamos jugando a "policías".
Termina este punto con una cita del Concilio de Trento:
«Cuando los fieles de Cristo se esfuerzan por confesar todos los pecados que
recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la misericordia divina
para su perdón todos los pecados que han cometido.
Aunque los que recuerda no sean todos, porque el Señor mira la intencionalidad del corazón del
hombre.
Es verdad que uno tene que hacer el examen de conciencia con seriedad, y no de cualquier manera. Por
eso es importante tener un tempo de ponerse en presencia de Dios. Claro que siempre nos olvidaremos
de ciertos aspectos y detalles, y por eso confamos en que la misericordia de Dios se derrama sobre
todos los pecados de nuestra vida , aunque no los hayamos recordado.
Puede suceder que uno, después de haberse confesado le venga a la memoria un pecado ; si es un
pecado leve ya no es necesario manifestarlo, y si es un pecado grave, entendo que la absolución que ha
recibido también le ha perdonado el pecado, pero que lo manifeste en la siguiente confesión que haga.
Sigue La cita del concilio de Trento:
"Quienes actúan de otro modo y callan conscientemente algunos pecados, no
están presentando ante la bondad divina nada que pueda ser perdonado por
mediación del sacerdote. Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su
llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora".
Este es otro caso, no habla de olvido o negligencia, sino ocultar intencionadamente, y ese corazón no se
ha abierto ante el trono de la misericordia que es el sacramento de la penitencia, y por tanto sus
pecados no quedan perdonados: es decir no únicamente los pecados que no ha manifestado, sino
ninguno de los pecados. Es una confesión invalida y "sacrílega". Es mucho mejor no confesarse.
A veces por tonterías o timideces, o bloqueos sin sentdo, caemos en esa tentación de ocultar los
pecados al confesor, por unas "vergüenzas a destiempo".
No ser conscientes de lo que dice Jesús en el evangelio:
Mas alegría hay en el cielo por un pecador que se convierte, que por mil que ya estén
convertidos.
¡En el cielo hay una fiesta cuando alguien manifesta su arrepentimiento!, Incluso el sacerdote
también participa de esa fiesta.
El sacerdote, cuando está confesando, goza mucho más cuando esta perdonando pecados graves que
cuando esta perdonando pecados leves, eso es evidente.
Es que la manifestación de los pecados es una manifestación de gozo, por el retorno; y el malo, que
es muy astuto, en vez de ponernos el reparo, el temor, la vergüenza, en el momento de alejarnos de la
casa, curiosamente nos lo pone para el momento del retorno.
A eso llamo yo "una vergüenza a destiempo".
Eso de "¿qué va a pensar el sacerdote si le digo esto o aquello...?" El sacerdote lo que hace es gozarse con Cristo misericordioso; y todo lo que se salga de ahí ya viene del maligno.
Por eso dice aquí que el sacramento de la penitencia: "o es de plena confanza y plena apertura, o no
es.
No se puede jugar con el como si fuese…:"en parte me abro, en parte me oculto…" Eso es ridículo.
Es el ejemplo que pone El Concilio de Trento, y es una cita del San Jerónimo:
Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina
no cura lo que ignora".
El matíz es que en el sacramento de la penitencia, el sacerdote no solo ejerce de "medico", también
ejerce de "juez", en el sentdo que discierne si hay arrepentmiento, o si se dan las debidas disposiciones
para recibir la absolución.
Esto solo puede ser discernido en la medida que se ha manifestado el penitente.
Alguien puede decir: ¿Y si alguien lo que dice es mentira en el confesionario, o el arrepentimiento es
falso…?, pues que el sacerdote materialmente le imparte la absolución, pero esa absolución no tiene ninguna validez.
Lo dejamos aquí