Es lo mismo que los fariseos. Reconocían a Moisés y a los profetas, pero a esos los querían en el pasado y bien lejos, que es lo cómodo. Y luego se habían montado su propia religión de los hombres. Así que no querían reconocer los milagros de Jesús, aunque los estaban viendo de primera mano allí mismo en su templo reconvertido en banco.
Así es como se cae en la falsa religión.
Por eso la iglesia tiene tanta reticencia en reconocer las apariciones marianas, y a algunos santos incómodos.
Como mínimo está presente en el santo sacrificio del altar, aunque no como persona. Y luego sigue obrando por medio de los muchos encargados que ha dejado por ahí.
Cuando venga de nuevo en persona ya será al final del mundo.