La solución es sencilla: banderillar, banderillar y banderillar.
Ahora en serio. Estoy en la misma situación del pobre Maxim, pero tengo pensado lo siguiente:
Estableceré un fideocomiso en un despacho de abogados, donde deje mi herencia a mi cuidadora o cuidador (amigos o conocidos, o bien escogidos), pero con la siguiente norma: El heredero o heredera recibirá como legado la cantidad que resulte de multiplicar una cantidad fija anual por el número de años en que yo haya sobrevivido desde la incorporación de la cuidadora o cuidador. De ese modo, me garantizo que ellos tengan un enorme interés en cuidarme bien para que no me muera antes de tiempo.
Creo que los hijos están sobrevalorados, especialmente en la actualidad. La mayoría no cuida de sus padres sino que sólo piensan en que se mueran cuanto antes para heredar. Una persona bien escogida -lo que no puedes hacer con un hijo-, es mucho más eficiente. Eso sí, todo el problema es tener suficiente dinero en la vejez. Un pobre no tiene opciones.