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Forero Paco Demier
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Unos pequeños apuntes del libro "encuentros con el nagual" sobre la recapitulación.
Método para poder recuperar la energía que nos hemos ido dejando por ahí perdida, devolver la que no nos pertenece, y poder así llegar a unificar nuestro cuerpo físico y energético.
Y lo mejor de todo, no parece demasiado complicado ponerlo en práctica, que al final es lo que interesa.
Método para poder recuperar la energía que nos hemos ido dejando por ahí perdida, devolver la que no nos pertenece, y poder así llegar a unificar nuestro cuerpo físico y energético.
Y lo mejor de todo, no parece demasiado complicado ponerlo en práctica, que al final es lo que interesa.
Encuentros con el nagual
Recapitulación
Recapitular es un acto elemental de higiene. Afirmó que ese es el ejercicio al que los brujos dedican la mayor parte de su tiempo. La mejor manera de recuperar las fibras luminosas que hemos disipado es llamando de regreso a nuestra energía. La parte más importante es dar el primer paso. Para quienes están interesados en el ahorro y recuperación de su energía, el único camino abierto es la recapitulación.
El mejor método que han descubierto los brujos para ello, es rememorar los sucesos de nuestra historia personal hasta su completa digestión. La recapitulación te saca del pasado y te inserta en el ahora.
Recuenta su pasado, busca la coyuntura mágica -el momento exacto donde se involucró con los destinos de la gente-, aplica toda su concentración a ese punto y desanuda los lazos del intento.
Podemos recapitular; eso cancela el efecto energético de aquellos actos. Es posible regresar al lugar, al momento mismo donde se dieron los eventos a ser revividos. No es muy difícil, ya que todos sabemos muy bien dónde nos duele. Recapitular es acechar nuestras rutinas, sometiéndolas a un escrutinio sistemático y despiadado.
Recapitular consiste en hacer una lista de las heridas causadas por nuestras interacciones. El siguiente paso es viajar de regreso al momento cuando tuvieron lugar los hechos para absorber de vuelta lo que nos pertenece y devolver lo ajeno.
El guerrero comienza rebobinando su día. Reconstruye las conversaciones, descifra los significados, recuerda las caras y los nombres, busca matices, insinuaciones, disecciona las reacciones emocionales propias y ajenas. No deja nada al azar, agarra los recuerdos del día uno por uno y los limpia a través de la respiración. También escudriña capítulos y categorías completas de su vida. Por ejemplo, las parejas que tuvo, las casas en que vivió, escuelas, lugares de trabajo, amigos y enemigos, peleas y momentos felices, y así. Lo ideal es acometer la tarea por orden cronológico, desde el recuerdo más reciente hasta el más lejano que es posible evocar. Pero, para empezar, es más fácil hacerlo por temas. Una forma muy rentable del ejercicio, accesible a todos nosotros, es la recapitulación fortuita. Si se dan cuenta, constantemente estamos recapitulando. Todos los recuerdos que conforman nuestro diálogo interno pueden ser catalogados como tal. Sin embargo, los evocamos en forma involuntaria. En lugar de observarlos en silencio, los juzgamos, interactuamos con ellos visceralmente. Eso es lastimoso. Un guerrero aprovecha la oportunidad, porque esos recuerdos, aparentemente al azar, son avisos de nuestro lado silencioso.
Una vez que hemos localizado un evento y recreado cada una de sus partes, hay que inhalar para recuperar la energía que dejamos atrás y exhalar las fibras que los demás depositaron en nosotros. La respiración es mágica, porque es una función que da la vida.
Este tipo de respiración debe estar acompañado de un movimiento lateral de la cabeza al que los brujos llaman “ventilar el evento”. Alguien le preguntó si hay que respirar de derecha a izquierda o viceversa. Respondió: “¿Qué importa eso? Es un trabajo energético, no hay un patrón fijo. Lo que vale es el intento. Aspiren cuando busquen recuperar algo y soplen de regreso todo lo que no sea de ustedes. Si hacen eso con la totalidad de su historia, dejarán de vivir atados a una cadena de recuerdos y se enfocarán en el presente. Los videntes describen ese efecto como enfrentarse a los hechos tal como son o ver el tiempo objetivamente.
No hay que hacer nada en particular. Los propios recuerdos buscan su cauce y la luminosidad se reordena por sí sola a través de la respiración. Tú solo inténtalo, ponte disponible; el espíritu te dirá cómo hacerlo. La recapitulación parte de adentro, se sostiene a sí misma. Es asunto de acallar la mente y nuestro cuerpo energético toma el control, haciendo lo que para él es un deleite hacer. Te sientes bien, confortado; lejos de darte trabajo, te descansa. Tu cuerpo lo percibe como un inefable baño de energía. Pero debes tener la actitud correcta. No confundas el ejercicio con una cuestión sicológica.
La recapitulación es una forma especializada de acecho y deben emprenderla con un alto sentido de estrategia. Se trata de entender y poner en orden nuestras existencias, viéndolas tal y como son, sin remordimientos, reproches o felicitaciones, con desapego total y un ánimo de ligereza, incluso de humor, porque nada en nuestra historia es más importante que nada y todas las relaciones, al final, son efímeras. Lo importante es empezar, pues la energía que recuperamos desde el primer intento nos dará fuerzas para seguir recapitulando aspectos más y más intrincados de nuestras vidas. Primero, hay que ir por la inversión más fuerte, que son los sentimientos más desgarradores. Después, vamos por aquellas memorias tan profundas que ya creíamos olvidadas, pero que ahí están. Al principio, el recapitular puede darnos algún trabajo, porque nuestra mente no está acostumbrada a la disciplina. Pero, después de cerrar las heridas más dolorosas, la energía se reconoce a sí misma y nos vamos volviendo adictos al ejercicio. Desde ese momento, cada partícula de luz que recuperemos nos ayuda a ganar más. En el momento en que ustedes se dispongan a deshilvanar voluntariamente la trama de sus historias personales, estarán dando un paso decisivo.
La recapitulación no tiene fin, debe durar hasta el final de nuestros días y más allá. “Yo estiro mis fibras al rememorar cada noche lo que ocurrió durante el día. Así, mi lista de eventos se mantiene actualizada. Pero una vez al año me entrego a un ejercicio más completo y total, para lo cual me aparto de todo durante varias semanas”. Advirtió que, no por ser cotidiano, hemos de ver el ejercicio como una rutina. Si no recuperamos la totalidad de nuestra energía, nunca llegaremos al poder de nuestras decisiones; siempre habrá un ruido de fondo, un comando foráneo ahí. Y sin el poder de sus decisiones un hombre no es nada. Actualizar los eventos es lo ideal, porque limpia las heridas del pasado y descongestiona los conductos energéticos. De ese modo, rompes la fijeza de la mirada ajena, desenmascaras los patrones de conducta de la gente y ya nada puede volver a engancharte. Te vuelves un ser soberano; tú decides qué quieres hacer de ti mismo.
Afectos de la recapitulación sobre la conciencia: El ejercicio tiene dos efectos principales. “En lo inmediato, corta nuestro diálogo interno. Cuando un guerrero logra detener su diálogo está estrechando relaciones con su energía. Eso le libera de la obligación de la memoria y de la carga de los sentimientos, y deja un residuo energético que puede invertir en ampliar las fronteras de su percepción. El guerrero comienza a apreciar lo genuino, no la interpretación. Por vez primera, hace contacto con el consenso de los brujos, que es la descripción de una realidad inconcebiblemente integrada. Es normal que un guerrero en esta etapa se ría por cualquier cosa, porque la energía proporciona alegría. Gracias a su recapitulación, está contento, rebosante, salta como un niño. Por otro lado, comienza a hacerse una persona terrible, ya que, al tener intacta su luminosidad y su vida limpia, las decisiones ya no van a ser un obstáculo para él. Va a decidir lo que sea necesario en el momento que quiera, y eso a los demás los asusta. También es aquí donde el guerrero requiere una dosis extra de sobriedad y cordura, pues, de no ser así, correría riesgos innecesarios, poniendo en peligro su seguridad y la de otros. Otro efecto de la recapitulación es que funciona como una invitación al espíritu para que venga y haga jovenlandesada con nosotros. Dicho en otros términos, rememorar nuestro pasado es el método más eficaz para unificar los cuerpos físico y energético que durante años han estado separados.”
La recapitulación detiene la mente de una forma natural. El principal combustible de nuestros pensamientos son los asuntos pendientes, las expectativas y defensa del ego.
Recapitular acaba con todo eso. Después de un tiempo de esfuerzo sostenido, algo cristaliza ahí dentro. El diálogo habitual se nos hace incoherente, incómodo; no queda otro remedio que pararlo. Es normal que un aprendiz en esta fase se enfrente a un fuego cruzado. Por un lado, está la homogenización de su punto de encaje; y por el otro, unos enormes paréntesis de silencio que se cuelan en su mente, fragmentándola. Cuando se agota la inercia del diálogo interno, el mundo se hace de nuevo. La oleada de energía se siente como un insoportable vacío que se abre bajo los pies. Por tal motivo, el guerrero puede pasar años de inestabilidad mental. Lo único que le conforta en tal situación es mantener claro el propósito de su camino y no perder, bajo ninguna circunstancia, su perspectiva de libertad.
Un guerrero impecable jamás pierde la cordura. Si al aplicar alguna de estas técnicas sienten que la mente se estremece y una voz que no es la habitual comienza a susurrarles cosas al oído, eso es normal y no deben asustarse. No están enloqueciendo, están entrando en el consenso de los brujos.”
Recapitulación
Recapitular es un acto elemental de higiene. Afirmó que ese es el ejercicio al que los brujos dedican la mayor parte de su tiempo. La mejor manera de recuperar las fibras luminosas que hemos disipado es llamando de regreso a nuestra energía. La parte más importante es dar el primer paso. Para quienes están interesados en el ahorro y recuperación de su energía, el único camino abierto es la recapitulación.
El mejor método que han descubierto los brujos para ello, es rememorar los sucesos de nuestra historia personal hasta su completa digestión. La recapitulación te saca del pasado y te inserta en el ahora.
Recuenta su pasado, busca la coyuntura mágica -el momento exacto donde se involucró con los destinos de la gente-, aplica toda su concentración a ese punto y desanuda los lazos del intento.
Podemos recapitular; eso cancela el efecto energético de aquellos actos. Es posible regresar al lugar, al momento mismo donde se dieron los eventos a ser revividos. No es muy difícil, ya que todos sabemos muy bien dónde nos duele. Recapitular es acechar nuestras rutinas, sometiéndolas a un escrutinio sistemático y despiadado.
Recapitular consiste en hacer una lista de las heridas causadas por nuestras interacciones. El siguiente paso es viajar de regreso al momento cuando tuvieron lugar los hechos para absorber de vuelta lo que nos pertenece y devolver lo ajeno.
El guerrero comienza rebobinando su día. Reconstruye las conversaciones, descifra los significados, recuerda las caras y los nombres, busca matices, insinuaciones, disecciona las reacciones emocionales propias y ajenas. No deja nada al azar, agarra los recuerdos del día uno por uno y los limpia a través de la respiración. También escudriña capítulos y categorías completas de su vida. Por ejemplo, las parejas que tuvo, las casas en que vivió, escuelas, lugares de trabajo, amigos y enemigos, peleas y momentos felices, y así. Lo ideal es acometer la tarea por orden cronológico, desde el recuerdo más reciente hasta el más lejano que es posible evocar. Pero, para empezar, es más fácil hacerlo por temas. Una forma muy rentable del ejercicio, accesible a todos nosotros, es la recapitulación fortuita. Si se dan cuenta, constantemente estamos recapitulando. Todos los recuerdos que conforman nuestro diálogo interno pueden ser catalogados como tal. Sin embargo, los evocamos en forma involuntaria. En lugar de observarlos en silencio, los juzgamos, interactuamos con ellos visceralmente. Eso es lastimoso. Un guerrero aprovecha la oportunidad, porque esos recuerdos, aparentemente al azar, son avisos de nuestro lado silencioso.
Una vez que hemos localizado un evento y recreado cada una de sus partes, hay que inhalar para recuperar la energía que dejamos atrás y exhalar las fibras que los demás depositaron en nosotros. La respiración es mágica, porque es una función que da la vida.
Este tipo de respiración debe estar acompañado de un movimiento lateral de la cabeza al que los brujos llaman “ventilar el evento”. Alguien le preguntó si hay que respirar de derecha a izquierda o viceversa. Respondió: “¿Qué importa eso? Es un trabajo energético, no hay un patrón fijo. Lo que vale es el intento. Aspiren cuando busquen recuperar algo y soplen de regreso todo lo que no sea de ustedes. Si hacen eso con la totalidad de su historia, dejarán de vivir atados a una cadena de recuerdos y se enfocarán en el presente. Los videntes describen ese efecto como enfrentarse a los hechos tal como son o ver el tiempo objetivamente.
No hay que hacer nada en particular. Los propios recuerdos buscan su cauce y la luminosidad se reordena por sí sola a través de la respiración. Tú solo inténtalo, ponte disponible; el espíritu te dirá cómo hacerlo. La recapitulación parte de adentro, se sostiene a sí misma. Es asunto de acallar la mente y nuestro cuerpo energético toma el control, haciendo lo que para él es un deleite hacer. Te sientes bien, confortado; lejos de darte trabajo, te descansa. Tu cuerpo lo percibe como un inefable baño de energía. Pero debes tener la actitud correcta. No confundas el ejercicio con una cuestión sicológica.
La recapitulación es una forma especializada de acecho y deben emprenderla con un alto sentido de estrategia. Se trata de entender y poner en orden nuestras existencias, viéndolas tal y como son, sin remordimientos, reproches o felicitaciones, con desapego total y un ánimo de ligereza, incluso de humor, porque nada en nuestra historia es más importante que nada y todas las relaciones, al final, son efímeras. Lo importante es empezar, pues la energía que recuperamos desde el primer intento nos dará fuerzas para seguir recapitulando aspectos más y más intrincados de nuestras vidas. Primero, hay que ir por la inversión más fuerte, que son los sentimientos más desgarradores. Después, vamos por aquellas memorias tan profundas que ya creíamos olvidadas, pero que ahí están. Al principio, el recapitular puede darnos algún trabajo, porque nuestra mente no está acostumbrada a la disciplina. Pero, después de cerrar las heridas más dolorosas, la energía se reconoce a sí misma y nos vamos volviendo adictos al ejercicio. Desde ese momento, cada partícula de luz que recuperemos nos ayuda a ganar más. En el momento en que ustedes se dispongan a deshilvanar voluntariamente la trama de sus historias personales, estarán dando un paso decisivo.
La recapitulación no tiene fin, debe durar hasta el final de nuestros días y más allá. “Yo estiro mis fibras al rememorar cada noche lo que ocurrió durante el día. Así, mi lista de eventos se mantiene actualizada. Pero una vez al año me entrego a un ejercicio más completo y total, para lo cual me aparto de todo durante varias semanas”. Advirtió que, no por ser cotidiano, hemos de ver el ejercicio como una rutina. Si no recuperamos la totalidad de nuestra energía, nunca llegaremos al poder de nuestras decisiones; siempre habrá un ruido de fondo, un comando foráneo ahí. Y sin el poder de sus decisiones un hombre no es nada. Actualizar los eventos es lo ideal, porque limpia las heridas del pasado y descongestiona los conductos energéticos. De ese modo, rompes la fijeza de la mirada ajena, desenmascaras los patrones de conducta de la gente y ya nada puede volver a engancharte. Te vuelves un ser soberano; tú decides qué quieres hacer de ti mismo.
Afectos de la recapitulación sobre la conciencia: El ejercicio tiene dos efectos principales. “En lo inmediato, corta nuestro diálogo interno. Cuando un guerrero logra detener su diálogo está estrechando relaciones con su energía. Eso le libera de la obligación de la memoria y de la carga de los sentimientos, y deja un residuo energético que puede invertir en ampliar las fronteras de su percepción. El guerrero comienza a apreciar lo genuino, no la interpretación. Por vez primera, hace contacto con el consenso de los brujos, que es la descripción de una realidad inconcebiblemente integrada. Es normal que un guerrero en esta etapa se ría por cualquier cosa, porque la energía proporciona alegría. Gracias a su recapitulación, está contento, rebosante, salta como un niño. Por otro lado, comienza a hacerse una persona terrible, ya que, al tener intacta su luminosidad y su vida limpia, las decisiones ya no van a ser un obstáculo para él. Va a decidir lo que sea necesario en el momento que quiera, y eso a los demás los asusta. También es aquí donde el guerrero requiere una dosis extra de sobriedad y cordura, pues, de no ser así, correría riesgos innecesarios, poniendo en peligro su seguridad y la de otros. Otro efecto de la recapitulación es que funciona como una invitación al espíritu para que venga y haga jovenlandesada con nosotros. Dicho en otros términos, rememorar nuestro pasado es el método más eficaz para unificar los cuerpos físico y energético que durante años han estado separados.”
La recapitulación detiene la mente de una forma natural. El principal combustible de nuestros pensamientos son los asuntos pendientes, las expectativas y defensa del ego.
Recapitular acaba con todo eso. Después de un tiempo de esfuerzo sostenido, algo cristaliza ahí dentro. El diálogo habitual se nos hace incoherente, incómodo; no queda otro remedio que pararlo. Es normal que un aprendiz en esta fase se enfrente a un fuego cruzado. Por un lado, está la homogenización de su punto de encaje; y por el otro, unos enormes paréntesis de silencio que se cuelan en su mente, fragmentándola. Cuando se agota la inercia del diálogo interno, el mundo se hace de nuevo. La oleada de energía se siente como un insoportable vacío que se abre bajo los pies. Por tal motivo, el guerrero puede pasar años de inestabilidad mental. Lo único que le conforta en tal situación es mantener claro el propósito de su camino y no perder, bajo ninguna circunstancia, su perspectiva de libertad.
Un guerrero impecable jamás pierde la cordura. Si al aplicar alguna de estas técnicas sienten que la mente se estremece y una voz que no es la habitual comienza a susurrarles cosas al oído, eso es normal y no deben asustarse. No están enloqueciendo, están entrando en el consenso de los brujos.”
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