Es una batalla perdida. En cualquier industria alimentaria hay unas medidas higiénicas de la de Dios, y aún así hay problemas. Pero en casa de tío Paco, con sus botes de mermelada reciclados, que cuece un ratito en la lumbre y mata todos los bichitos, ahí no pasa nada. El pringado eres tú, que pagas por conservas esterilizadas con solvencia industrial y te pierdes el sabor auténtico del clostridium en escabeche