El carlismo que revindicais algunos es el de despues de perderse las guerras, un movimiento progresivamente manipulado e infiltrado por España para intentar canalizarlo, que incluso acaba asimilado a la falange española y en una fase final de decadencia.
Lejos esta del carlismo original de Euskal Herria, que es una guerra nacional. Los abertzales vascos de hoy estan mas cercanos a España que sus abuelos o bisabuelos carlistas. Hablan castellano, llevan decadas conviviendo con españoles. Los vascos carlistas originales del siglo XIX estaban metidos en una auntentica guerra de liberacion nacional que deja a Herri Batasuna en una anecdota. Decenas de miles de hombres murieron por conservar las libertades y la independencia vasca.
Algunas pinceladas de la epoca:
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“Es evidente que la lucha ya no se sostiene sino gracias a la admirable tenacidad que caracteriza a los navarros y a los vascongados, y a su repruebo innato a los españoles que consideran como dominadores extranjeros”. Charles Dembouski, viajero por España entre 1838 y 1840.
“Los vascos están orgullosos de su origen, de su independencia y de sus prerrogativas, miran a los demás españoles como extraños y los desprecian como a tales”. Augusto Von Goeben (1841), militar prusiano, obra “Cuatro años en España”.
“Si se reconoce de una que Navarra y las provincias vascas no luchan por otra cosa que su independencia, y no por la causa carlista, la cuestión se simplifica (…) ¿Por qué no hacer de las provincias vascas y Navarra una confederación independiente neutral, una Suiza de los Pirineos? (…) Ellas no se consideraron jamás como formando parte de España, han conservado siempre su nacionalidad”. Louis Viardot (1800-1883), periodista francés e historiador hispanista.
“Los vascos abrazaron la primera oportunidad que se les presentó de derrocar a los gobernantes que los traicionaron. Estos montañeses no reconocían ese principio de centralización que se ha convertido en una obsesión total de los gobernantes de Europa”. William Baxter, 1850.
“La lucha heroica de siete años de vascos y navarros eleva el esplendor de su guerra a la gloria inmortal. Cualquier tiempo venidero de la historia mundial deberá reconocerlo”. Guillermo von Rahden, 1833
“¿Por qué luchan los vascos? Dícese por algunos que la guerra de las provincias del norte es guerra de principios y no guerra de Fueros; pero yo les contesto que los naturales de Vizcaya no se dan el pasaporte porque triunfen principios del absolutismo y de tiranía, sino porque los ambiciosos y los agentes del fanatismo les hicieron y continúan haciendo creer que iban a perder sus Fueros. Ésta es la base sólida y terrible de la guerra de estos países”. Pascual Churruca, coronel del ejército liberal, en las Cortes de Madrid en 1837.
“(...) no hay tal carlismo lo que hay es que las provincias privilegiadas se alborotarían a todo cambio de gobierno, siempre que crean que pueden igualárselas con las demás de España. V.M. debe saber que las provincias vascongadas son repúblicas sobre las cuales el rey de España no ejerce más que un protectorado, y que no reportan ventajas para la hacienda del Estado. En Navarra es rey constitucional, si se quiere llamar constituciones a las antiguas formas de aquel reino, pero no tiene ventajas a favor del tesoro de la nación...”. Duque de Frías, embajador de España, ante el rey francés Luis Felipe.
“Las provincias vascas, las más libres de la tierra, han sido siempre soberanas e independientes de la Corona de España. Los diputados generales, elegidos por los habitantes, son obedecidos en tanto que gobiernan para la conservación de los Fueros". Informe de Lataillade, agente frances, el 21 de marzo de 1835. y acusa a los vasconavarros de querer "imponer a los españoles un rey que les da repelús y que vosotros no podéis imponerlo sin violar los derechos nacionales y sin comprometer vuestra propia independencia".
“La guerra en Navarra es hoy en día para aquellos habitantes una guerra nacional, y con corta diferencia lo es igualmente en las tres provincias exentas”. Pedro Sarsfield, 1834, militar español, teniente general y virrey de Navarra.
Wilkinson: "El origen de la guerra hay que buscarlo en el deseo que los cristinos (liberales) manifestaron de suprimir las libertades vascas. Estas libertades les habían hecho superiores a los demás españoles y se dispusieron a defenderlas con las armas" (...) “La guerra comenzó por el intento del gobierno español de privar a los vascos de sus exenciones, y se convirtió en la lucha de un pueblo libre por la independencia”.Critica sin embargo la maniobra de los vascos: "Su política de intentar forzar a Don Carlos frente a los españoles era errónea: luchaban por la libertad en casa y por el absolutismo fuera".
“Este país está formado por cuatro provincias que gozan de una libertad casi total. Tienen una administración especial, no envían al rey ninguna contribución en hombres ni en dinero y son verdaderas repúblicas”. Federic Le Play, sociólogo, ingeniero y economista francés que visitó España en 1833:
"Zumalacarregui era el ídolo de su pueblo y se hablaba sin reparo de alzarlo con la corona de Navarra y hacerlo rey de los vascos. No era ésta, sin embargo, la idea de Zumalacárregui. No quería otra cosa que defender los derechos y libertades de su patria y esquivó aquel honor modestamente, dejando paso a su legítimo rey que se hallaba en Inglaterra". Laurens, Prusia, 1839
Carta de Tomas de Zumalacarregi al pretendiente Carlos, 1834, publicada por su hermana Maria Cruz Mina. Le pide que tome “la corona de Navarra de las provincias vascongadas", pues ésta lo merece aunque sea un territorio pequeño, "pero de gente leal y de héroes".
Tras el abandono del pretendiente Carlos, “Zumalacárregui acaba de dirigir una proclama a los habitantes de las cuatro provincias insurgentes, por la cual los declara independientes, y los libera de toda sumisión; o hacia la autoridad de don Carlos, o hacia la de la Reina”. En prensa francesa, italiana y española.
“Por encima de hechos aislados anecdóticos, el rasgo esencial y original que tienen la guerra carlista en Euskalerria es su dimensión popular que viene a ser, ni más ni menos, el primer signo de formación de una conciencia nacional”. Manuel Tuñón de Lara, “Historia de España en el siglo XIX” (1974)
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