España no es fértil, la mayor parte de los suelos es una costra de yeso con una productividad que es la tercera o cuarta parte de la que se consigue en Francia.
Además llueve poco, y muchos ríos no son navegables o son ridículos. En los principios de la revolución Industrial el uso de los canales de agua estaba muy extendido, aquí era imposible.
A esto se le une la orografía, somos el país de Europa occidental más montañoso después de Suiza, cosa que complica las comunicaciones. Inglaterra, Francia, los Países Bajos y media Alemania, o la llanura del Po, son casi jardines planos con laberintos de canales.
Por todas estas razones a España le funcionó bien lanzándose fuera de la Península. Hicimos del Océano mundial nuestro "canal" y del mundo entero nuestra Patria. Y por eso mismo, desprovistos del Imperio, nada tenía sentido y de ahí nuestra durísima reconversión al espacio peninsular, con guerras y crisis cada cincuenta años, la última es la catalana de 2017.
En definitiva, como dijo Gustavo Bueno, España se entiende mejor como Imperio global, no como región aislada o "solar" peninsular. Los tiempos en los que hemos vivido como solar peninsular han sido siempre tumultuosos (la España visigoda con el "morbo gótico", España post-imperial con el "morbo peninsular", si se quiere). Somos un pueblo ambicioso y guerrero, de frontera, y encerrarnos en un corral de gallinas es difícil.