En primer lugar desde la aceptación.
Vamos irremisiblemente hacia un mundo con menos cosas.
Cada año.
No será una colapso como en las películas. A veces habrá hechos significativos que supondrán un punto de inflexión para ti o gente cercana (el cierre de la empresa en la que uno trabaja, infraestructuras y servicios que fallan por falta de mantenimiento, guerras...) pero la caída será de a poco en la escala de percepción humana. Un lustro a nivel histórico no es nada pero es el suficiente espacio de tiempo como para perder la perspectiva. Nos parecerá increíble cómo se ha degradado todo cuando echemos la vista atrás pero en el día a día iremos amoldándonos al cada vez mayor nivel de miseria.
Así que hay tiempo de sobra como para desterrar ideas de progreso cuantitativo en lo material y abrazar un progreso cualitativo en lo espiritual. Aceptar la finitud de la vida y valorar lo verdaderamente importante que no es otra cosa que el amor y la consciencia del presente.
En lo puramente pragmático, lo más conveniente ahora mismo es trazar un plan de huída de la gran ciudad (si es que se vive en una de ellas) a un entorno rural y conservar los ahorros en metales (oro y plata o plata y oro)
En el caso de que quieras aprovechar los últimos estertores de la máquina de imprimir, podrías probar a multiplicar tus ahorros con las Criptos o la Bolsa pero teniendo en cuenta que la patata está muy caliente y que en cualquier momento puede pegar el petardazo.