pero entonces tendras que pagar los autonomos de irlanda para ti o para un nominee no?
Creo que sí, pero las tasas son bastante razonables, me parece que son como 10 euros al mes o algo así, frente a los 350 de la bañez. Eso sí, en Holanda o Uk o sitios así, no se te ocurra comenter un error. La técnica de ellos es esta: Te lo pongo barato, te lo pongo clarísimo, pero no te me equivoques ni medio punto al rellenar el impreso, ni me engañes en un sólo céntimo, porque se acabó. Te fundo. Allí la primera mentira y eres PARA SIEMPRE un mentiroso. Hay tolerancia 0.
En cambio España lo plantea al revés. Te lo pongo caro para que no sean empresarios sino los niños de papá; te lo pongo confuso de forma que tengas que recurrir a asesores -inspectores en horario de tarde- y aún así, que no tengas seguridad de haberlo hecho bien. Y cuando te equivocas, te multo o te perdono, según quien sea tu papi o tu padrino político. Doy por hecho que vas a engañar, así que por si acaso, si te reviso te multo por principio, ya veremos con que excusa. Total, no tienes defensa legal posible frente al Estado....
No sólo por el precio, sino por la seguridad jurídica, España es el peor sitio del mundo para hacer nada. Vivir es complicado, pero emprender es un suicidio.
Si tu empresa tiene un problema comercial en UK o USA, lo denuncias a un juez y lo tienes resuelto en una semana (lo he comprobado).
En España, puedes esperar tranquilamente 10 años, mientras vas gastando en procuradores, abogados, notarios, registradores, asesores, jueces, tasas y recursos, para que al final, el amigo juez de la audiencia le resuelva la papeleta al estafador, porque todo ha prescrito.
En UK, en caso de quiebra de la empresa, Hacienda se pone a la cola de los acreedores, y espera lo que haga falta para que te recuperes económicamente y salves la empresa. En España, Hacienda va a a la cabeza, y además te embarga tus bienes personales. Si tienes que cerrar, cierra pero paga sí o sí.
Sólo por la seguridad jurídica ya merece ubicarse en Uk y no en Hispanistán, un terrotorio regido por una casta oligopólica y cleptocrática, que odia la iniciativa privada y sobre todo, la competencia.