Un apunte, Zhukov, tal y como decía en mi post, son barcos marienburgueses, no nipponeses con algunos marienburgueses.
Diálogo intercultural a tres bandas
-Por favor, padre, traducid, pues no creo que el capitán pueda entenderme bien en mi idioma con todo lo que voy a decirle.
-Hijo mío, sed breve, os lo ruego...
-Traducid: Acepto encontrarme con la mujer, a cambio de que, primero, no sufra daño alguno. Segundo, no habrá combate naval. No creo que sea posible sorprender a Maiko Gozen en el mar, y habrá bajas por ambas partes. No nos conviene. Por último, los buques deben cargar tantos refugiados como puedan. Decidle que les conviene que el Shogún continúe con una guerra abierta, tendrá que favorecer tanto a los gaijin rubios como a los morenos si es débil. Si es fuerte, primero se librará de unos, luego de otros...
Airado, el adelantado replica, traducido rápidamente por el padre:
-¿Cómo que encontrarse? ¿Qué quiere decir encontrarse? ¡Debe capturarse!
-No, reunirme con ella para convencerla de que se mantenga al margen. No caerá en una trampa de ponerse bajo nuestros cañones...
El capitän niega con la cabeza. Se trata de un hombre al que visiblemente han estafado en muchas ocasiones.
-No. En nuestro barco. ¿Si no, cómo podremos asegurarnos de que hundimos a los marienburgueses? Hijo-interrumpe el padre su traducción-, el propósito del adelantado es destruir a los dos barcos marienburgueses que hay en estas aguas, aunque no se decida por una batalla abierta sino a atraerlos...
-Insistid. Decidle que puedo convencerla... ¡Apelad a su buena conciencia!
(tirada)
El padre habla de forma rápida y apasionada, apelando, supones, a ese extraño concepto gaijin de la conciencia, a la misericordia y piedad del capitán. Entonces este aferra su emblema de Solkan, clava la mirada en la tuya, se lleva la mano al corazón. No necesitas traducción para sus palabras. Pero te hace sospechar que el padre no le traduzca.
-¿Me jura que se hará como yo digo, no?
-Sí, da su palabra, pero... Pero...
-¿Qué?
-Recordadle que sois un converso. Haced las señales de la fe.
El padre vuelve de nuevo a la lengua gaijin. El adelantado parece ofendido, hace en el aire el sello de Solkan. El padre le presiona, y el capitán duda y escupe a un lado. Luego, el sacerdote apela a la más alta instancia, alza los brazos hacia el cielo, y el adelantado reacciona dándose la vuelta, aunque algunos de sus hombres dudan. El padre Isidoru lo observa empezar a caminar hacia los botes, y, derrotado por primera vez desde que lo conoces, apoya su mano en el hombro de uno de los hombres de su escolta.
-Solkan me perdone por lo que acabo de hacer-dice en nipponés.
-¿Pero qué ha pasado?
-Muchos de entre los míos creen que la palabra dada a un pagano no tiene valor, hijo mío. Entendí que os iba a engañar, utilizar como herramienta para conseguir acabar con esa mujer y destruir su barco. Pero... Pero cuando os convertísteis dejásteis atrás la mancha del hombre y os internásteis en la luz de Solkan. ¿Cómo puedo permitir que se consiga una victoria para la fe mediante el engaño? Más cuando el capitán busca, sobre todo, su interés y el del Rey... Y ahora he condenado a quién sabe cuántos.
Esto no puede acabar así. Correteas en pos del capitán, o más bien cojeas. Este se vuelve con una mano en la empuñadura de la pistola.
-Capitano... Dejadme hablar-intentas decir con palabras simples-. Un barco. En llamas. ¡Brander! Brander schip. Nos acercaremos en el barco más viejo, los marineros saldrán en bote. Los samurai no tenemos miedo a la fin. Abrazaremos el barco marienburgués. Los refugiados escapan.
-Un brulote, ¿eh, chamorro?
-Sí.
El capitán se ríe.
-Ellos bailarán y dispararán. Mis barcos no me sobran. Sorte, marelo.
Se sube al bote sin mirar atrás, aunque algunos de sus marinos vacilen. Antes de hacerlo, tiende la mano al padre Isidoro, que ha llegado junto a la línea de agua, implorante. Tras él se apiña una multitud que aún confía en su sacerdote, que se ha puesto en marcha al verlo caminar hacia la costa.
Elección única El fin de una era
1. En el Norte, en Shirubara,hay más fieles que en esta península, que necesitan vuestra ayuda. Partid, padre, con vuestra escolta, y contadles lo que ha ocurrido aquí.
2. Espero que no seáis tan fistro de abandonar así a vuestro rebaño, padre.
3. ¡Malditos gaijin! ¡Nippones, os han traicionado! ¡Subid a los botes! ¡En los barcos está vuestra salvación! ¡No dispararán contra mujeres y niños desarmados!
4. ¡Por favor, llevadme con vosotros! ¡No quiero morir aquí!
5. Los dioses de Occidente son tan despiadados como los del Norte, o al menos sus seguidores lo son. Volveré con mis compañeros samurai a las trincheras.
Diálogo intercultural a tres bandas
-Por favor, padre, traducid, pues no creo que el capitán pueda entenderme bien en mi idioma con todo lo que voy a decirle.
-Hijo mío, sed breve, os lo ruego...
-Traducid: Acepto encontrarme con la mujer, a cambio de que, primero, no sufra daño alguno. Segundo, no habrá combate naval. No creo que sea posible sorprender a Maiko Gozen en el mar, y habrá bajas por ambas partes. No nos conviene. Por último, los buques deben cargar tantos refugiados como puedan. Decidle que les conviene que el Shogún continúe con una guerra abierta, tendrá que favorecer tanto a los gaijin rubios como a los morenos si es débil. Si es fuerte, primero se librará de unos, luego de otros...
Airado, el adelantado replica, traducido rápidamente por el padre:
-¿Cómo que encontrarse? ¿Qué quiere decir encontrarse? ¡Debe capturarse!
-No, reunirme con ella para convencerla de que se mantenga al margen. No caerá en una trampa de ponerse bajo nuestros cañones...
El capitän niega con la cabeza. Se trata de un hombre al que visiblemente han estafado en muchas ocasiones.
-No. En nuestro barco. ¿Si no, cómo podremos asegurarnos de que hundimos a los marienburgueses? Hijo-interrumpe el padre su traducción-, el propósito del adelantado es destruir a los dos barcos marienburgueses que hay en estas aguas, aunque no se decida por una batalla abierta sino a atraerlos...
-Insistid. Decidle que puedo convencerla... ¡Apelad a su buena conciencia!
(tirada)
El padre habla de forma rápida y apasionada, apelando, supones, a ese extraño concepto gaijin de la conciencia, a la misericordia y piedad del capitán. Entonces este aferra su emblema de Solkan, clava la mirada en la tuya, se lleva la mano al corazón. No necesitas traducción para sus palabras. Pero te hace sospechar que el padre no le traduzca.
-¿Me jura que se hará como yo digo, no?
-Sí, da su palabra, pero... Pero...
-¿Qué?
-Recordadle que sois un converso. Haced las señales de la fe.
El padre vuelve de nuevo a la lengua gaijin. El adelantado parece ofendido, hace en el aire el sello de Solkan. El padre le presiona, y el capitán duda y escupe a un lado. Luego, el sacerdote apela a la más alta instancia, alza los brazos hacia el cielo, y el adelantado reacciona dándose la vuelta, aunque algunos de sus hombres dudan. El padre Isidoru lo observa empezar a caminar hacia los botes, y, derrotado por primera vez desde que lo conoces, apoya su mano en el hombro de uno de los hombres de su escolta.
-Solkan me perdone por lo que acabo de hacer-dice en nipponés.
-¿Pero qué ha pasado?
-Muchos de entre los míos creen que la palabra dada a un pagano no tiene valor, hijo mío. Entendí que os iba a engañar, utilizar como herramienta para conseguir acabar con esa mujer y destruir su barco. Pero... Pero cuando os convertísteis dejásteis atrás la mancha del hombre y os internásteis en la luz de Solkan. ¿Cómo puedo permitir que se consiga una victoria para la fe mediante el engaño? Más cuando el capitán busca, sobre todo, su interés y el del Rey... Y ahora he condenado a quién sabe cuántos.
Esto no puede acabar así. Correteas en pos del capitán, o más bien cojeas. Este se vuelve con una mano en la empuñadura de la pistola.
-Capitano... Dejadme hablar-intentas decir con palabras simples-. Un barco. En llamas. ¡Brander! Brander schip. Nos acercaremos en el barco más viejo, los marineros saldrán en bote. Los samurai no tenemos miedo a la fin. Abrazaremos el barco marienburgués. Los refugiados escapan.
(tirada)
-Un brulote, ¿eh, chamorro?
-Sí.
El capitán se ríe.
-Ellos bailarán y dispararán. Mis barcos no me sobran. Sorte, marelo.
Se sube al bote sin mirar atrás, aunque algunos de sus marinos vacilen. Antes de hacerlo, tiende la mano al padre Isidoro, que ha llegado junto a la línea de agua, implorante. Tras él se apiña una multitud que aún confía en su sacerdote, que se ha puesto en marcha al verlo caminar hacia la costa.
Elección única El fin de una era
1. En el Norte, en Shirubara,hay más fieles que en esta península, que necesitan vuestra ayuda. Partid, padre, con vuestra escolta, y contadles lo que ha ocurrido aquí.
2. Espero que no seáis tan fistro de abandonar así a vuestro rebaño, padre.
3. ¡Malditos gaijin! ¡Nippones, os han traicionado! ¡Subid a los botes! ¡En los barcos está vuestra salvación! ¡No dispararán contra mujeres y niños desarmados!
4. ¡Por favor, llevadme con vosotros! ¡No quiero morir aquí!
5. Los dioses de Occidente son tan despiadados como los del Norte, o al menos sus seguidores lo son. Volveré con mis compañeros samurai a las trincheras.