Nueva partida-libro juego

Heinrich

Madmaxista
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Empiezo una segunda partida de rol en el mundo de Warhammer, esta vez basada en el Japón feudal. El hilo seguirá el mismo modelo que el ya extinto:

http://www.burbuja.info/inmobiliaria/guarderia/675580-partida-de-rol-librojuego.html



Post inicial

Hace muchos milenios, los grandes dioses de los cielos elevaron del mar interminable las islas de Nippon. Crearon la gran masa de tierra de Korimatsu, la isla central, con los picos volcánicos de las montañas de la Serpiente al este, con las ásperas montañas, las fértiles llanuras, las bahías y cabos de su larga costa. Crearon también la ruda y septentrional Yubatzu, con sus picos helados y sus valles llenos de bárbaros, la pequeña y fértil Kisibaru, la multitud de pequeños islotes del archipiélago. Luego, su mano dio vida a los animales, las plantas, las primeras tribus errantes de hombres, que vivían como animales y ladraban como perros. En aquellos tiempos, sobre Korimatsu reinaban los fieros dragones, pero el gran héroe Sirobai, hace quién sabe cuántos siglos, los abatió con su espada y su arco, y los expulsó de la isla. Aún se recuerda su nombre, y de su linaje nació la línea imperial de Nippon.
Durante mucho tiempo los emperadores se sucedieron, algunos poderosos y respetados, otros débiles y cuestionados, pero siempre pertenecientes a la misma dinastía. El poder de Nippon se extendió por todo el archipiélago, pero el poder del palacio disminuyó con el tiempo en favor de los terratenientes y los templos, hasta ser ínfimo. Los terratenientes se armaron, los templos equiparon ejércitos, y pronto las islas vieron infinidad de pequeñas escaramuzas y guerras. El único regimiento que le quedaba al Emperador, eran los saburai, sus sirvientes y su antigua tropa de élite, que defendieron la capital, Eto, contra los monjes guerreros que trataron de destruir definitivamente a la casa real.
Tuvo que aparecer un hombre excepcional entre esos saburai, Haruke, para acabar con esta edad de guerras. En diez años de luchas unión a toda Korimatsu bajo un solo estandarte, sirviéndose de la guerra abierta, la diplomacia y la traición. Con Haruke, que se proclamó Shogun o gobernante militar, se estableció la división de Nippon en las clases que predominan hoy en día. Los terratenientes, antiguos arrendatarios del Emperador y ahora señores feudales por derecho propio, recibieron los títulos de daimyo. Los abades de los monasterios quedaron sometidos e manera similar, pero el Shogun fue más duro con ellos: se les prohibió aumentar sus dominios bajo ninguna circunstancia, atendiendo a que en otros tiempos los ampliaron en medio del desorden y desgobierno, y se declaró ilegal forzar a los campesinos a ingresar en los templos. Los guerreros, que se habían multiplicado en la edad de las guerras, serían los samurai (pues la pronunciación del antiguo término ya había cambiado), con una ética centrada en servir a su señor con tanta lealtad como los antiguos saburai lo hicieran al Emperador. Para sistematizar su comportamiento, Haruke escribió o mandó escribir un código de conducta, el bushido. Bajo ellos, la masa de campesinos, artesanos y comerciantes recibiría el nombre de heimin, y su papel bajo los cielos sería el de servir a los samurai y a los daimyos. Y, fuera del sistema de castas se situó a los eta, los medio humanos. Haruke fundó también nuevas dinastías feudales, como la de los Harike (que desciende de su hermano o su primo, las cosas no están del todo claras), o la de su lugarteniente Hachiro Takeda.
Durante siglo y medio, bajo el mando del clan Haruke, Nippon vivió paz y prosperidad, hasta que una raza de invasores del otro lado del mar, los enodai, llegó del Este. Eran hombres pálidos, altos y delgados, de armaduras y corazones oscuros, que se llamaban a sí mismos druchii. Desembarcaron desde ciudades flotantes, armados con de color magia y monstruos de leyenda, incluidos los odiados dragones. Eto llegó a ser saqueado y el Shogun fue capturado por los enodai. Por suerte, la familia Haruke contaba con un heredero preparado: Miyamoto. Éste rechazó pagar el rescate por la devolución de su padre, y no dio muestras de lamento cuando los enodai le mandaron su piel desollada: mató a los mensajeros y convocó a los ejércitos de Nippon. Tras una dura campaña, los expulsó de las islas… Y entonces volvió su mirada hacia nuevas conquistas. Sus ejércitos tomaron la isla meridional de Kobaya, sede de un antiguo reino, y atacaron después la península de Korryu, lo que, a su vez, provocó la entrada en el conflicto del reino de Cathay. Las fuerzas nipponesas, aún veteranas, fueron expulsadas del continente por tropas en número muy superior. La guerra naval continuó aún décadas. Los hiroko, los temidos corsarios japoneses, hacían incursiones contra la costa de Cathay. A cada tanto, Miyamoto mandaba otra fuerza de oleada turística a ser masacrada. Sus hijos murieron uno tras otro, en combate, capturado por las fuerzas cataínas, o se suicidaron tras ser derrotados con la expedición que acaudillaban. Finalmente, el Emperador Yuan ordenó que una flota fuese preparada para la conquista de Nippon. Fue la mayor flota jamás vista, se dijo, con más de trescientos mil marinos y soldados. No había forma de detenerlos, no había hombres en el devastado país, no había flechas en los arsenales ni arroz en los graneros. Lo único que salvó a los nipponeses fue una estremecedora tormenta y un maremoto, según se dijo mandada por los kami, que azotó las costas mientras el ejército desembarcaba.
Nippon, agotado, aceptó la paz. Miyamoto, que ya era un anciano inválido, murió la noche en que el tratado fue firmado. Con él se extinguía el linaje de los Haruke. Se dijo que el hijo pequeño de Miyamoto, que se había perdido en el mar, volvería para recuperar el puesto de su padre, y algunos en Nippon siguen esperándolo.
Por primera vez en su historia, el puesto de Shogun quedó desocupado. Una docena de aspirantes lo reclamaron, y acordaron reunirse en el castillo Sehai para evitar la guerra y llegar a un acuerdo. Sin embargo, algo pasó en Sehai; algo llamado la Noche Roja. Todos los presentes fueron asesinados, sólo se sabe eso. Las acusaciones volaron. Los hijos y hermanos de los muertos clamaron venganza, se desenfundaron las katanas, y empezó la guerra por el Shogunato, que dura hasta hoy.
Con el tiempo, los pretendientes con opciones a conseguir el poder absoluto se han ido reduciendo. Ahora, se suele decir que, de la manada que luchó por el trono de los Haruke, sólo quedan dos lobos: el blanco Takeda y el rojo Harike.

Tora Akira

Nacido en la edad de las guerras, hijo de una familia de samurai, eres a tus casi treinta años uno de los guerreros mejor considerados del séquito del daimyo Minamoto Toyotomi. Vives en su castillo, guardas sus pasillos, tu esposa y tus hijos duermen en una casa construida por los siervos de Toyotomi, en una parcela perteneciente al daimyo, y comen el arroz que sus campesinos plantan en campos bajo el dominio del clan. Tus ropas llevan el emblema de los Toyotomi. La hoja de tu katana, como es tradición, fue forjada por uno del linaje del daimyo, y portada con orgullo durante varias generaciones. Y todo ello está bien, puesto que el camino del samurai es servir, y, desde los tiempos de tu bisabuelo, los Tora han sido fieles samurai.

Tu nombre de familia, Tora, significa Tigre. Tu bisabuelo, bendito por los kami como tú, recibió ese nombre, y los dioses han tenido a bien hacer que, en ti, cobre un sentido literal mediante una de esas bendiciones… Aunque también tenga rasgos de maldición.

Elección nº 1 Un tigre en la piel de un hombre
1. Como el tigre, en ocasiones puedes moverte mucho más rápido que un hombre normal. Pero no viene sin un precio; no es fácil hacer movimientos complejos y coordinados, y tales esfuerzos te dejan agotado de forma antinatural.
2. Tu presencia recuerda a la de la bestia de las junglas. A menudo, oscuras manchas parecen moverse en tu piel, sobre todo en momentos de furia, tus colmillos son grandes y fuertes, y tus ojos brillan amarillos. Intimidante, pero a veces desconcertante para quien te mira…
3. Tus heridas curan más rápido que la de otros hombres, los huesos se sueldan y horrendos tajos se convierten en finas líneas cicatrizales en poco tiempo. Aunque, durante este proceso, sientes un ansia antinatural de carne…


Esta es una edad de guerras, y tu clan rinde pleitesía al bando de los Harike en contra del de los Takeda. Tus honores han crecido en las batallas y por ellos, junto por la tradición de servicio de tu linaje, posees la honra de un rango superior al común y el derecho a portar una bandera.

Elección nº 2 El camino de la espada… O el del arco, o el de la lanza.
1. Tu arma preferida es el arco, con el que llevas practicando desde niño, disparando tanto pie a tierra como con el caballo al galope.
2. Tu elección ha sido siempre la lanza. Un arma simple pero eficaz y versátil, devastadora a la carga desde el caballo y que permite hacer frente, pie a tierra, a la caballería enemiga.
3. El camino de la espada es el más noble. Entrenas incesantemente con la katana, un arma excepcional contra enemigos desarmados como la purria ashigaru, y excelente para duelos.


En ocasiones has acaudillado grupos de infantes como oficial, pero actualmente tienes el honor de liderar a una de las decenas de caballería samurai de élite del clan; puede que la más renombrada, de hecho, dejando aparte los guardaespaldas del daimyo. Te siguen nueve guerreros probados en batalla y en la flor de la vida, con recias armaduras laminadas o de malla y buenos cascos de acero, la vanguardia de cualquier incursión.

Elección nº 3 Diez hombres y un destino
1. Entre los más salvajes e impulsivos los he elegido. Míos son los guerreros que se lanzan los primeros a la brecha, golpeando y sajando a diestro y siniestro. Somos renombrados entre el bando de los Harike, pocos hay entre ellos que hayan tomado tantas cabezas de contrarios como nosotros.
2. Poco me importa que sean samurai de primera generación o soldados subidos de rango, mis soldados son los más disciplinados del ejército. Cuando las huestes de guerra se reúnen, mi decena recibe la confianza de los señores de la guerra para tareas difíciles, en las que haya que mantener la cabeza fría. Largas marchas de exploración, noches frías al raso, pero excelencia táctica y frío cumplimiento del deber, esas son nuestras marcas.
3. Cuando la marea sube, el barco la sigue, dice el antiguo proverbio. He elegido a mis seguidores de entre la flor y nata del clan, las familias más antiguas de sirvientes, y las ramas más bajas de los daimyo, tanto de los Toyotomi como de otros. No somos malos guerreros, pero nuestra gloria se ha ganado tanto en los salones de los castillos y en las conversaciones de los cortesanos como en el campo de batalla.


¿Puede un guerrero pedir una situación mejor que la tuya? Bien, siempre hay algún problemilla…

Elección nº 4 Hasta la mejor espada tiene una pizca de óxido
1. La fin de tu padre trajo el deshonor a tu familia, aunque el público no conoce todos los detalles. Siempre has vivido con una sombra sobre tus hombros.
2. De alguna manera, el estipendio que recibes de tu señor se desvanece entre una multitud de gastos. Te has visto obligado a pedir prestado a intereses elevados, y, a menos que un golpe de fortuna lo cambie todo, puede que te veas abocado a la ruina en el próximo año.
3. La dulce Terasu, hija pequeña del Shogun… Muchos días la has vigilado, desde niña, y ahora que su belleza está floreciendo tu amor por ella ha hecho lo propio. Alguna mirada te ha dicho la verdad: ella lo sabe, y te corresponde… Pero, por muy romántico que sea ese amor, no puede acabar bien. ¿No?
 
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Muy bueno Heinrich. Una narración sólida, rica y compleja. Espero acordarme posteriormente de los nombres y los detalles para no hacerme un lío y no errar en las decisiones.


Elección nº 1 El camino de la espada y el camino de la mente

2. Cuánta sabiduría encierran esas máximas. En verdad, el hombre más fuerte no es mejor que una mosca ante el sabio.


Mejor estar a buenas con un sabio que a malas, y además seguro que algo tiene que enseñarme. Si le mando a paseo ahora quizá me considere un ignorante y me gane su desprecio. Además me interesa conocer más sobre él. Su historia, sus opiniones y los posibles secretos que me pueda revelar de la dama Terasu. Nada ganaría enemistándome con él.

Elección nº 2 Mandar la patrulla

1. Bien, coge a dos hombres y averígua quién es. Si puedes, capturándolo.


Si hay alguien rondándonos mejor saberlo cuanto antes y no darle tiempo para preparar una emboscada. Si los enviados no vuelven, entonces habrá que estar más alerta o incluso pedir refuerzos locales y organizar una batida. Un casco con cuernos...

Elección nº 3 guano contra guano

5. ¡Apestosos campesinos! ¿Cómo os atrevéis a tocar a un samurai, incluso caido en desgracia? ¡Tigrecitos, abatid a esa sucia guano!


Ésto es una cuestión de clases y rangos. Ordeno a mis hombres que no maten a los soldados, pero que les inmovilicen y luego les pediré explicaciones. Si el hombre merece un escarmiento, ya se daremos nosotros, no unos campesinos armados pero sin honor. Si los soldados se han propasado o es injusto su modo de actuar, ellos serán los escarmentados. Un samurai es un samurai, aunque haya caído en desgracia.

Elección nº 4 Parecidos razonables

2. Prefiero pasar la noche solo que en una imitación banal del amor.


Seguramente sea una prueba de la dama Terasu, para comprobar qué clase de hombre soy. No caeré en tan burdo truco. Años de educación y de entrenamiento samurai me han enseñado a dominar las pasiones, por muy violentas que éstas puedan llegar a ser. Aún con la platano morcillona, no me queda más remedio que negar la ofrenda de su cuerpo. Luego me aliviaré con mi mano de samurai, si eso... :)

A ver por dónde sale Zhukov. Yo me estoy tomando en serio eso de ser samurai, y me gusta.
 
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