No diga Ciudadanía; diga anticapitalismo

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Madmaxista
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- "Desde la Revolución Industrial, Occidente ha explotado el mundo a conciencia"
- "Las empresas tras*nacionales se apoderan de los recursos de los más pobres"
- "Hay motivos de peso para negar que EEUU o España sean Estados de Derecho"

Tras la polvareda desatada por las enseñanzas sociales de Educación para la Ciudadanía, aparecen los dogmas económicos: los capitalistas, esos «ratones en una rueda», tienen la culpa de todo.

Intromisiones en las decisiones sensuales, juicios sobre la religión o frases provocativas en torno al papel del hombre y la mujer. Todo un tremendo escenario que ha atraído las miradas críticas de cientos de padres sobre la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Pero tras esta polvareda y una sentencia judicial que ha provocado ríos de tinta en los últimos días surge, en gran parte de los manuales que estudiarán los hijos de los españoles, una fuerte carga de juicio anticapitalista. Entre las páginas que deberán memorizar los alumnos de 14 años las alusiones críticas al liberalismo y al capitalismo no dejan de surgir en medio de un general ensalzamiento de los movimientos socialistas y de las políticas basadas en el cobro de impuestos.

Una versión en la que «los países desarrollados en buena medida lo son porque históricamente colocaron a los países más pobres a su servicio y los han mantenido así», como explica el manual de la editorial Del Serbal.

Porque el problema es sólo uno: «Los capitalistas son como ratones en una rueda, que corren más deprisa con el fin de correr aún más deprisa», dice el libro de Akal. Esto es así porque «lo que está fuera de control es, precisamente, el capitalismo, y el socialismo no es otra cosa que el freno de emergencia. Es la única esperanza que le queda a la humanidad para pararle los pies al capitalismo», que es, además, «la mayor amenaza que ha pesado nunca sobre la pervivencia de la familia».

No es el único manual que adoctrina a los alumnos con teorías económicas que culpan al sistema actual de todos los males: «Liberalismo, capitalismo y burguesía fueron las señas de identidad de las primeras democracias del siglo XIX. En ellas, los más débiles y los más desfavorecidos [�] se enfrentaban a la libertad que el nuevo mundo pregonaba con gran desventaja», asevera el manual de la editorial Del Serbal.

«Fueron necesarios muchos esfuerzos para que la intervención del Estado corrigiera este desequilibrio. [�] Pero esto supone muchos gastos y muchos impuestos. Ahora el neoliberalismo global apuesta por volver atrás con menos Estado», concluye.

Dentro de estas teorías, capitalismo no suele casar con igualdad de oportunidades para varias editoriales. Así lo explica Laberinto: «El sistema mundial capitalista actual tiene un componente estructural de desigualdad sobre el que se fundamentan la mayoría de los procesos sociales».

Procesos que tienen un origen muy claro para Del Serbal: «Desde que Colón descubrió América en 1492, Occidente ha colonizado el mundo; y desde la Revolución Industrial del siglo XIX lo ha explotado a conciencia».

¿Qué hacer ante este escenario actual que pintan tan desolador? La primera opción pasa por buscar culpables. Para Akal, sin duda, es Bill Gates. «Que la mitad de la población mundial tenga que malvivir con menos de 2 dólares diarios es consecuencia y condición de que Bill Gates haya amasado su fortuna (...) Resulta su fortuna intolerable».

La segunda opción es buscar salvadores. Y Akal vuelve a la carga: «Las políticas del PSOE y del PP han resultado igualmente letales». Pero, si hay que elegir, lo tiene claro: «Ahora bien, en estos últimos años cruciales, la voz de la izquierda ha sido casi por completo silenciada».

Esto tiene una causa histórica: «Aunque durante la tras*ición el PSOE era un partido insignificante, estaba destinado a convertirse en un gigante electoral (para lo que no se reparó en gastos) pues, en efecto, era el único sobre el que había garantías de que si era votado masivamente por la izquierda, aplicaría sin escrúpulos un programa de derechas».

Y cuando para los manuales sí que hay igualdad, establece categorías. Así, Pearson Educación-Alhambra, tras señalar la distinción entre derechos humanos de primera, segunda y tercera generación, aclara que «la idea de libertad está vinculada a la tradición política liberal y a los llamados derechos de ciudadanía o de primera generación».

Ante los «problemas y contradicciones» del liberalismo, «la tradición política socialista defendió la igualdad y reivindicó nuevos derechos, los derechos sociales o de segunda generación», alega. Y es que es el Estado quien «tiene la responsabilidad de garantizarnos los derechos y bienes más vitales a lo largo de nuestras vidas», apostilla Algaida.

El socialismo es, así, la solución que plantean ante teorías capitalistas y ante el liberalismo económico que, por cierto, es para Mac Graw Hill, la causa definitiva de la feminización de la pobreza.

¿Qué papel juegan los agentes económicos en esa idea de Estado? Más bien poco, y cuando sí lo hacen, también es para enriquecerse. Así lo sentencia Laberinto: «Muchas personas de países empobrecidos tienen una situación dramática, basada en gran parte en una concepción del desarrollo desigual mediante el cual los Estados del primer mundo y las empresas tras*nacionales se apoderan de los recursos y riquezas de los países más desfavorecidos».

Buscar en los sistemas redistributivos para aclarar misterios tampoco es una buena vía para los manuales. Dice Mc Graw-Hill que «evidentemente, desde el punto de vista de la justicia social, los impuestos directos y progresivos son mucho más justos que los indirectos y proporcionales». «Por ejemplo, si el IVA de los televisores es del 16%, tal impuesto no variará por el hecho de que lo compre Pilar, que tiene un sueldo alto, o Adelita, que, más bien, lo tiene bajito».

¿Un resumen? El que ofrece Akal como últimas palabras de su manual: «Algunos todavía pensamos que la democracia comenzará un día ahí donde se ponga fin al chantaje con el que el capitalismo educa para la ciudadanía».

El repaso de los textos arroja una preocupante consecuencia. Si estos manuales consiguen divulgar su mensaje, ¿será capaz España o su sistema político de seguir dando apoyo a esas multinacionales que, según algunas de las lecturas, condenan a la pobreza?

¿Habrá futuros emprendedores o profesionales que eleven la productividad cuando realmente el Estado nos provee ya de lo necesario, como afirma otro texto? O, ¿quedará una masa crítica que se atreva a reclamar la rebaja de la carga impositiva teniendo en cuenta que los tributos son la reencarnación de la lucha contra la pobreza, como se enseña?


FUENTE: No diga Ciudadanía; diga anticapitalismo - Expansión.com
 
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