Milei, presentando el presupuesto 2025; discurso completo en formato texto

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En este recorrido se ve un claro patrón: además de la persistencia de los políticos por gastar la plata que no tenemos, cada vez el país tiene una menor resistencia a la distorsión fiscal. Cada vez que las crisis estallan con menos déficit. Y se preguntarán por qué ocurre esto. Ocurre porque, habiendo abusado de todos los mecanismos de financiación del déficit que existen, tanto los argentinos como los mercados cada vez nos dan menos crédito. Esto quiere decir que, cuando abordamos el cuadro de situación heredado, no estamos hablando únicamente del massazo del 2023, sino del efecto acumulado de un siglo entero de crisis recurrentes. También quiere decir que, si no lo solucionamos ahora, si no damos esta pelea de una vez y para siempre, la solución será cada vez más cuesta arriba y pronto se convertirá en una tarea casi imposible. Bueno, la política, en economía y en la vida misma, uno no elige con qué cartas jugar; uno juega con las que le toca. Los orates ignoran la realidad, los necios la niegan, los que apuestan al éxito la aceptan y la resuelven.

La mano que nos tocó a nosotros no fue ni más ni menos que la peor herencia de la historia, tanto en materia fiscal y monetaria, como en múltiples dimensiones de la vida social argentina. Heredamos un déficit consolidado de 15 puntos del PBI, de los cuales cinco puntos pertenecían al Tesoro y 10 al Banco Central. Más que cualquiera de estas crisis que acabo de mencionar, pero algunos que dicen ser economistas, que viven de olvidarse cosas a propósito, salen todos los días en televisión haciendo la cuenta que vivíamos en Suiza. Para ponerlo en números palpables, ajustar el déficit de 15 puntos del PBI implicó que hiciéramos un recorte del gasto de alrededor de 90 mil millones de dólares, que no es otra cosa que decir que le estamos devolviendo a los argentinos ese dinero. O sea, no exageramos cuando decimos que hemos hecho el ajuste más grande de la historia de la humanidad. Por eso no me deja llamar la atención que dirigentes de todos los colores y banderas nos acusen tan seguido de no tener gestión. A esos les digo: ¿saben qué? Gestionar no es designar miles de funcionarios en todos los rincones del Estado cuando la mitad de esas áreas no deberían existir. Gestionar no es que un director nacional firme una resolución para gastar millones de pesos en servicios que el sector privado puede proveer mejor y más barato. Gestionar no es hacer rutas que no conducen a ningún lado, ni viviendas hacinadas que nadie quiere. Gestionar no es saber usar el GDE, como decía el ex candidato Massa. Gestionar, es haber evitado la hiperinflación que nos dejaron en puerta.

Gestionar es sanear el balance del Banco Central y desactivar la bomba de deuda que heredamos. Gestionar es reducir el gasto público de la manera que lo hicimos, en el tiempo récord que lo hicimos, y sin haber abandonado a los sectores más vulnerables de la sociedad. Gestionar es haber aprobado la reforma legislativa más grande de los últimos 40 años con 37 diputados y seis senadores, motivo por el cual también agradezco a mucho a aquellos que nos han acompañado en todas estas acciones de leyes. Gestionar es echar los 31.000 ñoquis que hemos echado en estos primeros nueve meses. Gestionar es aprobar la Boleta Única de Papel, una bandera de aquellos que hablan de tras*parencia pero que poco han hecho por ella.

Gestionar es eliminar los intermediarios que lucraban con la pobreza. Gestionar es haber eliminado los piquetes y llevar más de 4 meses sin cortes de calle en el AMBA. Gestionar es también haber reducido el 75% de los homicidios en Rosario. Gestionar es remover las infinitas regulaciones que hay en todos los sectores de la economía para facilitarle la vida a los que emprenden y trabajan. Gestionar es recuperar la confianza del sector privado y que proyecten invertir más de 50.000 millones de dólares, como ya han anunciado. En definitiva, gestionar no es administrar el Estado; gestionar es achicar el Estado para engrandecer a la sociedad.

Estamos resolviendo en un año el desastre que nuestros predecesores, por acción u omisión, generaron durante más de 120 años. Así que, cuando los responsables del fracaso nos acusan de no tener gestión, lo llevamos en el pecho con orgullo lo que estamos haciendo.

Sin embargo, el gigante desafío persiste, y ahora tenemos que hacer valer el titánico esfuerzo realizado por todos los argentinos y darle sostenibilidad para el futuro. Por eso hemos decidido que parte de nuestro legado sea cambiar para siempre la metodología a través de la cual se elabora el Presupuesto. El déficit siempre fue consecuencia de pensar primero cuánto gastar y después ver cómo financiarlo. Nosotros vamos a hacerlo al revés, pensando primero cuánto tenemos que ahorrar para después ver cuánto podemos gastar. Por eso estamos proponiendo una regla fiscal inquebrantable para este Presupuesto y para todos los presupuestos que vengan de acá en adelante. Los invito a volver por un minuto a despejar la X conmigo para entender de qué se trata.

Ustedes pueden abstenerse, porque suman con dificultad.

Mirá, que yo lea o no, vos seguís sumando con dificultad, Martínez. Igual pueden tomar nota porque ahora empiezo, ahora empiezo. Vamos.
Gestionar es reducir el gasto público de la manera que lo hicimos, en el tiempo récord que lo hicimos, y sin haber abandonado a los sectores más vulnerables de la sociedad.
¿Dónde han recortado?
¿Se sabe?

Gestionar es echar los 31.000 ñoquis que hemos echado en estos primeros nueve meses. Gestionar es aprobar la Boleta Única de Papel
¿Qué son lso ñoquis y la boleta única de papel?
 
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