Mision espacial: 9 CHARONAUTAS llegan a Marte.

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Iba a comentar, pero me he quedado sin palabras.

Agenda informativa de EFE Internacional del 13 al 19 de junio


Mariona Badenas –27 años–, estudiante barcelonesa de Ciencias Planetarias en el MIT, volvió por unos días a Catalunya para dar unas charlas orientadas a aquellos niños y niñas interesados en el espacio y para presentar la misión Hypatia, en la que participará.

El eje central del proyecto será su tripulación, Hypatia I, formada por nueve mujeres que, el 16 de abril de 2023, se embarcarán en la misión de realizar una simulación de lo que sería la vida en Marte, a través de una serie de investigaciones durante dos semanas confinadas dentro de la estación de Investigación del Desierto de Marte (MDRS, por sus siglas en inglés), en Utah. Para conocer su origen, debemos remontarnos hasta 2019.

Tres años atrás, Mariona Badenas tuvo la oportunidad de acudir a la estación análoga del desierto de Utah como cocomandante y astrónoma de la misión Latam-III, organizada por la Mars Society, asociación que promueve la exploración y el asentamiento humano en el planeta rojo. “Desde aquel momento, me prometí a mí misma poder comandar un grupo formado por astronautas análogas catalanas hacia la MDRS”, recuerda Badenas con cariño. Dos años después, 2021 no podía empezar mejor. Durante el día internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebrado el 11 de febrero, expresó a Carla Conejo, directora de programas científicos de la Fundació Catalunya-La Pedrera y a quién conoció gracias al programa Jóvenes y Ciencia, su interés por empezar a moldear aquel grupo de científicas de una vez. No obstante, acordaron que los perfiles seleccionados debían cumplir con una serie de requisitos básicos: todas debían ser mujeres con experiencia multidisciplinar que, a su vez, les permitiera ser un grupo multigeneracional, tanto con mujeres jóvenes que acaban de comenzar como mujeres con mucha más trayectoria. “Al fin y al cabo, una siempre es mentora y también mentorizada”, reconoce Badenas con humildad. Y así fue como, tras un exhaustivo proceso de búsqueda, dieron con las siete integrantes restantes que conformarán la tripulación Hypatia I.

Un miembro de la tripulación, frente al pequeño rastreador teledirigido

Un miembro de la tripulación, frente al pequeño rastreador teledirigido
Mariona Badenas será la comandante y astrónoma de la tripulación. Con la cabeza en el cielo a todas horas, pero nunca en las nubes, reconoce que a veces es bienvenido un momento para desconectar de todo: “Siempre he trabajado para lograr mis sueños, pero nunca he dejado que estos me controlen”, afirma Badenas. “Mi vocación científica me acompaña desde que tengo conciencia. Siempre me ha gustado el cielo, ya sea para volar, explorar cohetes u observar las estrellas”, recuerda Badenas, que ha intentado encontrar una fuente de inspiración en casi todo lo que la rodea: “El cielo de noche en Andalucía cuando veraneaba allí con mi familia, las noches observando las estrellas junto a mi padre, los profesores y profesoras que he ido teniendo a lo largo de los años, mi paso por el programa de verano Jóvenes y Ciencias...”, cita emocionada.

Esta pasión por la ciencia y todas sus ramificaciones es la que quiso tras*mitir Badenas en las charlas que ofreció en colaboración con Abacus Cooperativa. Bajo la premisa de que “no puedes ser aquello que no puedes ver, Hypatia también pretende dar visibilidad a aquellos talentos femeninos tras*parentes para la sociedad”, afirma la comandante de la tripulación. Asimismo, también pretende fomentar la vocación científica entre las más pequeñas, un interés que empieza a despertar a muy temprana edad –entre los cinco y los seis años– y que, normalmente, tiende a asociarse más con el género masculino.

Su misión en el desierto de Utah será la de mejorar los conocimientos actuales sobre el cielo nocturno de Marte mediante la astronomía observacional. Por otro lado, se encargará de divulgar el proyecto y hacerlo visible a ojos de la sociedad para que esta pueda apreciar las maravillas que esconde la estación, el propósito de las misiones, los proyectos desarrollados a lo largo de la misión y la experiencia de la tripulación durante esas dos semanas.

Vista desde el cielo de las  espectaculares dunas del desierto de Utah

Vista desde el cielo de las espectaculares dunas del desierto de Utah
Carla Conejo ejercerá como oficial ejecutiva y también bióloga humana del grupo. Se encargará de estudiar los ritmos circadianos –cambios mentales, físicos y conductuales dentro de un periodo de 24 horas–: dentro del ámbito de la Biología Espacial. Ariadna Farrés es la científica y encargada de los protocolos de salud y seguridad. Durante la misión realizará proyectos para estudiar la viabilidad de tecnologías que permitirían la existencia de vida en Marte –dentro del campo de la Ingeniería– y también desempeñará tareas divulgativas sobre la importancia de la navegación y cómo ha cambiado nuestras vidas. Laia Ribas también es bióloga, pero ella se centrará en la acuicultura del planeta rojo a través de la exploración de ambientes hostiles para la producción de comida.

Núria Jar, la periodista del grupo, realizará informes diarios con material audiovisual del día a día de la tripulación en la MDRS, además de un podcast junto a sus compañeras bautizado como Los sonidos de Marte, artículos y reportajes. Con todo el material compilado durante esas dos semanas, tiene la intención también de publicar un libro. Neus Sabaté es una de las ingenieras del grupo y se encargará de crear baterías orgánicas a partir de los abundantes materiales presentes en la superficie del planeta rojo. La otra ingeniera es Cesca Cufí-Prat, que tendrá la misión de desarrollar un hábitat para un organismo unicelular extremadamente inteligente bautizado como blob . Finalmente, Anna Bach y Helena Arias serán las científicas e ingenieras de refuerzo, respectivamente.

Una recreación que, pese a las diferencias existentes entre la Tierra y Marte, intentará ceñirse al máximo a la realidad. “Las provisiones que llevaremos serán mínimas. La estación recibe una tripulación diferente cada tres semanas, por lo que habrá comida deshidratada”, revela Badenas.

Hypatia de Alejandría, la primera científica

Hypatia de Alejandría (Alejandría, 355 o 370-marzo de 415 o 416) es considerada por muchos como la primera gran científica femenina de la historia. Dedicó su obra a las matemáticas, el álgebra y la astronomía, algo inédito para una mujer en aquella época. La filósofa y maestra neoplatónica mejoró el astrolabio e inventó el hidrómetro y el hidroscopio. Fue asesinada por un grupo de cristianos en un momento de gran turbulencia religiosa en Alejandría, por lo que su figura es reivindicada a menudo como un ejemplo del triunfo de la razón sobre el fanatismo.

No obstante, llevarán consigo un pedazo de su tierra natal en forma de pequeños alimentos autóctonos para celebrar la bautizada como Cultural night una vez por semana. “El desierto de Utah es en algunos aspectos parecido y de condiciones similares, pero no podrá ser 100 % fiel a Marte”, explica la comandante. “Somos conscientes de las diferencias térmicas y atmosféricas y pese a que experimentaremos cambios de temperatura bajo una sensación de humedad muy baja es imposible vivir bajo los -63 ºC de temperatura media de Marte, al igual que tampoco podemos recrear el peligro de radiación que supone su delgada atmósfera”.

Respecto a su día a día, éste se dividirá en dos espacios: una zona interior, la base MDRS, y un espacio exterior, el desierto, donde realizarán salidas extravehiculares para recoger muestras o realizar experimentos. En este caso sí que vestirán las escafandras tradicionales.

A menos de año y medio para embarcarse en esta aventura, Badenas se muestra optimista desde la más pura humildad, pero a su vez se mantiene con pies de plomo: “Estuvimos dos años con este proyecto en stand by , por lo que queremos tomárnoslo con calma y hacer las cosas bien y poco a poco”, recalca. A la pregunta de si cambiaría algo de lo que han hecho hasta ahora, Badenas lo tiene claro: “Puede ser, pero la experiencia se gana con el presente. Cambiar el pasado no tiene sentido”. Hypatia nunca conjuga en pasado; siempre con la cabeza en el presente, pero con la mirada también puesta en el futuro. Para ellas, nunca se ha tratado del tiempo de vida, sino de la vida dentro de ese tiempo. “Espero y deseo que nuestra misión inspire a esas futuras Hypatias de cinco y seis años que justo acaban de descubrir su vocación científica y quieran formar parte de futuras tripulaciones que ayuden a mantener el espíritu de Hypatia vivo durante los próximos años”.
 
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https://www.esquire.com/es/ciencia/a29209922/fin-en-espacio/

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Al igual que los vastos confines del espacio, el destino del cadáver de un astronauta es un territorio desconocido. Hasta ahora, ningún individuo ha muerto por causas naturales en el espacio. Ha habido dieciocho muertes de astronautas, pero todas fueron causadas por accidentes: el del tras*bordador espacial Columbia (siete muertes, se destruyó debido a una fallo estructural), el del tras*bordador espacial Challenger (siete muertes, desintegrado durante el lanzamiento), el del Soyuz 11 (tres muertes, escape de aire en la cápsula durante el descenso, siendo las únicas muertes que han sucedido técnicamente en el espacio), y el del Soyuz 1 (una fin, fallo del paracaídas de la cápsula durante la reentrada en la atmósfera terrestre).


Esas son todas las catástrofes a gran escala donde se han visto involucrados astronautas, cuyos cuerpos fueron recuperados en tierra en diferentes estados de integridad, dependiendo del accidente. Pero no sabemos qué pasaría si un astronauta sufriera un ataque cardíaco repentino, o un accidente durante una caminata espacial, o se ahogara con un poco de ese helado seco que tomarán durante un viaje a Marte. “Umm, Houston, ¿deberíamos llevarlo al armario de mantenimiento o...? Antes de hablar sobre lo que se haría con un cadáver espacial, expongamos lo que sospechamos que podría suceder si la fin ocurriera en un lugar sin gravedad y sin presión atmosférica.

Aquí tenemos una situación hipotética

Una astronauta, llamémosla Dra. Lisa, está fuera de la estación espacial, haciendo alguna reparación rutinaria. (¿Los astronautas hacen el vago alguna vez? Suponemos que todo lo que hacen tiene un propósito específico y altamente técnico. ¿Pero alguna vez caminan para asegurarse de que todo está en orden por los alrededores de la vieja estación?) De repente, el traje espacial blanco de Lisa es golpeado por un pequeño meteorito, causando un agujero considerable.

A diferencia de lo que puedes haber visto o leído en el género de la ciencia ficción, los ojos de Lisa no se saldrán de sus órbitas hasta estallar y convertirse en una sangrienta explosión. No ocurriría algo tan dramático. Pero Lisa tendrá que actuar rápidamente después de que se rompa su traje, ya que perderá el conocimiento entre nueve a once segundos después de producirse el incidente. Este es un marco de tiempo extrañamente específico y espeluznante. Vamos a redondear en 10 segundos. Ella dispone de 10 segundos para regresar a un ambiente presurizado. Pero una descompresión tan rápida probablemente la conmocionará. La fin le llegará antes de que ella sepa lo que está sucediendo.

La mayoría de los factores que matarán a Lisa provienen de la ausencia de presión de aire en el espacio. El cuerpo humano está acostumbrado a operar bajo el peso de la atmósfera de la Tierra, que nos protege como si fuera una manta invisible y de enormes dimensiones. Desde el momento en que desaparece la presión, los gases en el cuerpo de Lisa comenzarán a expandirse y los líquidos se convertirán en gas. El agua en sus músculos se convertirá en vapor, que se acumulará debajo su piel, haciendo que varias partes de su cuerpo doblen su tamaño normal. Esto se convertirá en algo así como si Lisa se convirtiera en Violet Beauregarde, aquel personaje de Charlie y la fábrica de chocolate, de Roald Dahl, pero en realidad no será su principal problema en términos de supervivencia. La falta de presión también hará que el nitrógeno en su sangre forme burbujas de gas, causándole un dolor enorme, similar a lo que experimentan los buceadores en aguas profundas cuando sufren una descompresión. Cuando la Dra. Lisa se desmaye en esos 10 segundos, será un verdero alivio para ella. Continuará flotando e hinchándose, sin darse cuenta de lo que está sucediendo.


A medida que pasamos el minuto y medio, la frecuencia cardíaca y la presión arterial de Lisa caerán en picado (hasta el punto en que su sangre pueda comenzar a hervir). La presión dentro y fuera de sus pulmones será tan diferente que sus pulmones se romperán y sangrarán. Sin ayuda inmediata, la Dra. Lisa se asfixiará y morirá. Recuerda, esto es lo que creemos que sucederá. La poca información que tenemos proviene de estudios realizados en cámaras de altitud con humanos y animales que sufrieron una peor suerte. La tripulación consigue recuperar el cuerpo de Lisa y llevarlo dentro de la estación espacial, pero es demasiado tarde para salvarla. DEP, Dra. Lisa.

Ahora, ¿qué se debe hacer con su cuerpo?

Los programas espaciales como la NASA han reflexionado sobre una situación así, aunque no hablarán de ello públicamente (¿por qué ocultas tu protocolo sobre cadáveres espaciales, NASA?) Entonces, dejad que hagamos una pregunta: ¿debería el cuerpo de Lisa volver a la Tierra o no? Esto es lo que sucedería, según lo que se decida.

Sí, traed el cuerpo de Lisa de vuelta a la Tierra

La descomposición se puede ralentizar en temperaturas frías, por lo que si Lisa regresa a la Tierra (y la tripulación no quiere que los fluidos de un cuerpo en descomposición escapen por toda la sala de estar de la nave), deben mantenerla lo más fría posible. En la Estación Espacial Internacional, los astronautas mantienen la sarama y los desperdicios de comida en la parte más fría de la estación. Esto frena las bacterias que causan la descomposición, lo que disminuye la putrefacción de los alimentos y ayuda a los astronautas a evitar los olores desagradables. Por tanto, quizás aquí es donde deberían poner el cuerpo de Lisa hasta que un tras*bordador la devolviera a la Tierra. Mantener a toda una heroína espacial fallecida, la Dra. Lisa, con la sarama no es la mejor decisión en términos de relaciones públicas, pero la estación tiene espacio limitado, y el área de basuras ya tiene un sistema de enfriamiento, por lo que tiene sentido logístico llevarla allí.


¿Qué pasa si la Dra. Lisa muere de un ataque al corazón en un largo viaje a Marte? En 2005, la NASA colaboró con una pequeña empresa sueca llamada Promessa en un prototipo de diseño para un sistema que procesaría y contendría cadáveres espaciales. El prototipo se llamaba Body Back. Si la tripulación de Lisa tuviera un sistema Body Back a bordo, así es como funcionaría. Su cuerpo se colocaría en una bolsa hermética hecha de GoreTex y se introduciría en la esclusa de aire del tras*bordador. En la esclusa de aire, la temperatura del espacio (–270 ° C) congelaría el cuerpo de Lisa. Después de aproximadamente una hora, un brazo robótico devolvería la bolsa al interior del tras*bordador y vibraría durante quince minutos, rompiendo a Lisa en pedazos. Los trozos se deshidratarían, dejando algo más de 22 kilos y medio de polvo seco de Lisa en la Body Back. En teoría, se podría almacenar a Lisa en su forma en polvo durante años antes de devolverla a la Tierra para entregársela a su familia, como se haría en una cremación tras un fallecimiento normal.

No, Lisa debería quedarse en el espacio

¿Quién dice que el cuerpo de Lisa necesita volver a la Tierra? La gente ya paga 12.000 dólares o más para que pequeñas porciones simbólicas de sus restos cremados o su ADN sean lanzados a la órbita de la Tierra, a la superficie de la Luna o al espacio profundo. Es fácil pensar que muchos apasionados del espacio querrían que si mueren allí, su cuerpo fuera dejado libre para que flotara a través del espacio.

Después de todo, el entierro en el mar siempre ha sido una forma respetuosa de dejar descansar a los marineros y exploradores, arrojados sobre el costado del barco hacia las olas. Y hoy en día, es algo que se sigue haciendo, a pesar de los avances en la tecnología de refrigeración y preservación a bordo. Entonces, aunque tenemos la tecnología para construir brazos robóticos para destrozar y congelar cadáveres espaciales, quizás podríamos emplear la opción más simple de envolver a la Dra. Lisa en una bolsa para cadáveres, y dejarla salir de la nave para simplemente dejarla ir flotando.

El espacio es un lugar casi infinito e incontrolado. Nos gusta imaginar que la Dra. Lisa flotará para siempre en el vacío (como George Clooney en esa película espacial que viste en el avión), pero lo más probable es que siga la misma órbita que el tras*bordador. Esto, perversamente, la convertiría en algo así como sarama espacial. Las Naciones Unidas tienen regulaciones contra la sarama en el espacio. Pero dudamos que alguien aplique esas regulaciones a la Dra. Lisa. Una vez más, nadie quiere llamar sarama a nuestra noble Lisa.

Los humanos han tenido que afrontar un desafío así antes, con resultados sombríos. Solo hay unas pocas rutas escalables para subir a la cima del Monte Everest y sus 8.848 metros de altura. Si mueres a esa altitud (algo que le ha sucedido a casi trescientas personas), es peligroso para los vivos intentar bajar tu cuerpo para enterrarlo o incinerarlo. Hoy en día, se pueden ver muchos cadáveres jalonando las rutas de escalada, y cada año nuevos escaladores tienen que pasar por encima de los hinchados trajes de nieve de llamativos colores y las caras esqueletizadas de otros escaladores. Lo mismo podría suceder en el espacio, donde los tras*bordadores a Marte tendrían que pasar junto al cadáver en órbita en cada viaje. "Oh cielos, ahí va Lisa otra vez".

Es posible que, con el paso del tiempo, la gravedad de un planeta atraiga a Lisa. Si eso sucede, Lisa será cremada de forma gratuita en la atmósfera. La fricción del gas atmosférico sobrecalentaría los tejidos de su cuerpo, incinerándola. Existe la pequeña posibilidad de que si el cuerpo de Lisa fue enviado al espacio en una pequeña embarcación autopropulsada como una cápsula de escape, que luego salió de nuestro sistema solar, viajó a través del espacio hasta llegar a algún exoplaneta, sobrevivió al descenso a través de cualquier atmósfera que pudiera existir allí, y abrirse en el impacto, los microbios y las esporas bacterianas de Lisa podrían crear vida en un nuevo planeta. ¡Bien por Lisa! ¿Cómo sabemos que una alienígena llamada Lisa no fue cómo comenzó la vida en la Tierra? ¿Fue quizás la "sustancia primordial" de la que surgieron las primeras criaturas vivientes de la Tierra algo que surgió de la descomposición de Lisa? Gracias Dra. Lisa.

Este es un extracto del nuevo libro, Will My Cat Eat My Eyeballs (¿Se comería mis ojos mi gato?), publicado por W. W. Norton & Company.

Vía: Popular Mechanics
 
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