Capítulo 4
Hay una mujer delgada en el quicio de la puerta, con pelos de loca y nariz afilada como rasgos más destacables. Yo estoy cabreado y le voy a mandar a la cosa, pero en lugar de eso nos quedamos mirándonos fijamente un tiempo, evaluando a ver quién tiene más determinación. Cuando comprendo que voy a ser yo el primero en desviar la mirada, opto por hacer como que me froto una pestaña que se me ha metido en el ojo. Qué buen actor soy.
- ¿Qué? ¿Te ha tocado a tí el boleto?
La pirata demente no dice nada, me sigue mirando fijo. Intento ser amable.
- ¿Escorbuto o diarrea? Tiene su importancia si vamos a tener sesso, ¿sabes?
Algo no marcha bien. No está bien que sea un errante el que más hable. Denota nerviosismo. En estos momentos me sentiría más seguro con mi silbato de ultrasonidos, o mi ballesta. Afortunadamente, la tarada se decide a hablar por fin.
- Diarrea.
Desde luego, la velada se presenta de un romántico que te cagas, literalmente. Empiezo a pensar que mis últimos negocios me han salido de ojo ciego, lo único decente ha sido lo de la botella de Marqués de Riscal. La mujer entra al cuarto, camina hacia mí, y me sonríe sin cambiar la expresión de los ojos. Dios, hubiera preferido la boca sangrante de Akashilla: ésta tiene los dientes extrañamente afilados, y la sonrisa le afecta sólo al lado izquierdo. ¿Pero qué huevones me han soltado en la habitación? De repente se me antoja una ratonera, noto acercarse el pánico en oleadas.
- Soy Práxedes.
- Ah, vale, yo soy Destr
- Lo sé -en un momento su expresión parece suavizarse, incluso creo que ¡ha parpareado! ¡Alabado sea el cielo!-. No temas, Destroyo, soy normal. Es sólo que la cagalera me ha dejado un poco mareada. Venga, vamos a la faena. Desnúdame.
Con bastante recelo todavía, empiezo a quitarle la ropa. Me fijo en sus uñas, por si son largas y afiladas, pero no, son cortas, no aptas para abrir surcos en la piel humana. Por ese lado, tranquilo. Tiene un cuello bonito, que me gustaría besar, si no fuera por ese tatuaje de Alien. Se lo digo.
- Chica dura, ¿eh? Vaya tatuaje más chulo.
Ella suelta una risita pícara.
- Jijijiji... Pues espera a ver el otro...
El momento no tarda en llegar, cuando le bajo las ropa interior y me encuentro con la cara de Depredador tatuada sobre el pubis. Me quedo congelado unos instantes. No quiero mirar hacia arriba, porque sé que me está mirando y temo la expresión que me pueda encontrar. Como tío, me joroba sobremanera todo lo que no pueda clasificar en dos segundos, porque me exige pensar, y bastante tengo con la supervivencia cotidiana. Esta tía es muy extraña.
- Ahora me toca a mí, Destroyo.
No se anda con tantos remilgos. En un santiamén me encuentro desnudo, y el coro de murmullos y risitas que sale de las paredes ha aumentado varios decibelios. No se me levanta, estoy incómodo. Mi mirada vaga nerviosa por toda la habitación para evitar cruzarse con la de Práxedes, y para buscar cualquier cosa que me ayude a relajarme. Finalmente doy con ello: un bote de insecticida tirado en el suelo, entre muchas otras cosas. Me abalanzo sobre él, lo agito, parece tener algo, y pulverizo directamente sobre un hueco entre dos tablas de la pared, a ver qué pasa.
- ¡UUUUUAAAAAAHHHH! ¡¡¡HIJO DE frutaAAAAAAA!!!
Bingo. La coral de arpías se desvanece como por ensalmo, conforme en el cuarto de al lado se oye una marabunta de pies que se alejan corriendo escaleras arriba, tropezando con varios objetos. Espero relajarme, una vez desinfectada la habitación. Pero en ese momento unos golpes sacuden el techo, procedentes de los camarotes de arriba, acompañados de la voz de Fros.
- Bueno, ya está bien de tanto ruido, ¿no? A ver si dejamos dormir a los demás, ¡que mañana trabajamos, no como otros!
Le miro a Práxedes desesperado y ésta me devuelve la mirada, cargada de comprensión.
- No te preocupes, éste no es tu sitio, lo entiendo. Ven, a ver lo que podemos hacer.
Lo que sigue no puedo describirlo adecuadamente en un diario. Tengo que aprovechar las pausas en que a Práxedes se le aflojan las tripas y se va corriendo escaleras arriba para intentar descansar al menos cinco minutos, pero cada vez que cierro los ojos se me aparecen las fauces de Depredador triturándome la platano. Dios, ¿desde cuándo las noches duran tanto?
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Año 2, día 200
La luz de mediodía se filtra por la ventana de un vidrio que ya parece alabastro. Estamos rodeados por el ruido habitual en un barco pirata en plena actividad: pasos, gritos, crujidos, algún golpe ocasional, roedores. El infierno. Jesús lo dijo.
Ella se despierta a mi lado. Habrá dormido unas cuatro horas, o sea, cuatro más que yo. Mimitos y caricias. Me sale la vena varonil y tierna:
- Oye, pequeña, no te preocupes por lo de anoche, no tiene importancia -me dirige una mirada interrogativa-. Mira, mejor cagalera que estreñimiento; he visto cosas que ni creerías: sé de uno que del esfuerzo se quedó ciego. Y antes del Mad Max hubo un caso de otro que le dio una embolia y se quedó muerto en la taza, cuando entraron los bomberos varios meses después ya casi no se distinguía de
- Tampoco lo tuyo ha tenido importancia, Destroyo -me mira ahora con dulzura-.
Claro, para tí ninguna, no te joroba, pero casualmente siempre te daba el apretón cuando yo estaba a punto de correrme, saco cosa. En fin, le planto un beso en la frente.
- ¿Tienes algún cigarrillo? -le pregunto. No suelo fumar, pero necesito algo para calmar la ansiedad. Algo que pueda controlar yo, obviamente.
Me pasa un pequeño paquete.
- Oye, ¿pero qué cosa es ésta? Son de chocolate.
- Es que en el barco no se puede fumar. No, no es por el olor -enarco las cejas-, pero ya te habrás dado cuenta de que aquí el material que más abunda es el cartón piedra. Si se te cae una colilla al suelo esto puede arder como una tea en un minuto con todos dentro.
Tomo nota. Este tipo de informaciones siempre pueden resultar útiles. Así que lo de los secretos de alcoba es verdad, pienso con regocijo.
- Pues entre eso y las sábanas que tenéis colgadas como velas, no entiendo cómo se puede mover esto...
- Con el motor diésel de la bodega, claro. No creerás que a esto lo mueve el viento, ¿no? Las velas son para impresionar. Todavía queda combustible para rato, lo que pasa es que llevamos dos semanas varados aquí porque el motor está estropeado. Necesitamos un mecánico, pero no tenemos ninguno a bordo.
Conforme habla un plan se va concretando en mi cabeza, en principio una posibilidad más. Si consigo que esta información les llegue a los del Búnker y manden aquí a sus tropas, el Búnker quedaría bastante desprotegido durante unos días... Y hay más grupos por ahí, los de MundoMacho, el Comando Katiuska, los Salvabragas de Akita, la Iglesia de la Simbología, el Frente Capitalista de Globalización Nacional, incluso la secta de la Crisis Energética y los trogloditas de ForoCarros, aunque éstos últimos, si bien muy numerosos, están más allá de de la Cúpula de Seseña. Cualquiera de ellos estaría interesado en asaltar el Búnker en busca de mujeres y alimento, por más que se vayan a llevar una decepción. Pero sería apiolar varios pájaros de un tiro, en el mejor de los casos quedarían dos comunidades menos en el mundo, y más errantes que vagarían por ahí. Y mis sueños de una especie sin jerarquías un poco más cerca de cumplirse. Mi granito de arena, mi contribución a la evolución de la humanidad. Porque yo amo a la humanidad, en el fondo.
Sólo hay un pequeño obstáculo al plan, y lo tengo acostado a mi lado, mirándome. Me avergüenza decirlo, pero me da algo de cargo de conciencia condenar a esta pobre demente. Pero bueno, qué shishi, soy Destroyo, jorobar; no habría llegado hasta aquí si me hubiera dejado llevar por sentiment
- Me voy contigo, Destroyo.
OWNED. Te han estropeado.