Lo más sórdido que he vivido fue cuando acompañé a una novia sueca a buscar piso a Bruselas.. DIOS MIO, entramos en cada casa que era un infierno de depravación, suelos pegajosos de mugre, gente con pinta de pedófilos, TERRORIFICO. En serio que hay algo subterráneo muy chungo por ahí. Y a la vez me gusta. En los 90, cuando todo el centro estaba arrasado me sentía como en la peli Delicatessen. El peligro acechaba. Ya fuera racaille moruna hijadeputa o algún secuestrador de niños. Y a la vez descubrías esas raves en las fábricas, o bares secretos llenos de fumetas y música electrónica... o los speakeasy maravillosos... los cafés de culturetas. Las tiendas especializadas en prono de los 50 a 70, las librerías de locura, algún bar de un hoarder que tenía todas las mesas llenas de cosa y trastos del año de la castaña...
Es un país de locos. Conocí a un famosísimo dibujante de comics (Schuiten) y estuve en su casa entrevistándole... y jorobar, el tío vivía en Scharbeek en una maison de maitre art nouveau de la ostra... y en su estudio, con esa mirada de loco que tiene, me contaba que "Bruselas está lleno de fantasmas. Fantasmas de lo que fue y lo que aparenta ser. Nada menos que había un río (La Senne) que fue soterrado de forma violenta, pero la energía ahí está". Casi me cago, porque es cierto. Bruselas es una locura.
Quizás uno de los que mejor pilla ese mundo es el Schuiten ese, pero también el escritor romántico Georges Rodenbach, que escribió "Bruges-la-morte" donde repite como un ley motiv, casi como campanas de duelo, "Morte, morte, Bruges-la-morte". Me da hasta mal rollo recordar ese libro.
Pero claro. A mi me mola lo sórdido y underground, la historia oculta y olvidada a marchas forzadas, la vergüenza del genocidio del Congo con el que se financió todo ese Art Nouveau y todas esas preciosas casas con puertas arqueadas decoradas con ninfas.
