Maduro, "indignado y ofendido" porque España celebre el "holocausto indígena"

Corriente Hispanista: PACTO DE UNIÓN ENTRE ESPAÑOLES Y MAPUCHES (Y SUS CONSECUENCIAS TRAS LA INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANA)

La alianza entre la Corona de España y el pueblo mapuche y la cruel represión a la que sometieron a este pueblo los gobiernos liberales, masónicos y anglófilos de Chile y la Argentina tras la independecia.


PACTO DE UNIÓN ENTRE ESPAÑOLES Y MAPUCHES (Y SUS CONSECUENCIAS TRAS LA INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANA)
Publicado por Cabeleira Santoro . Madrid - España
Hoy quiero comenzar una serie de entradas sobre hechos históricos acontecidos durante las guerras de independencia que suelen ser omitidos deliberadamente por los gobiernos de la mayoría de los países hispanoamericanos puesto que no encajan en la línea oficial de la doctrina impuesta sobre la historia de Hispanoamérica. Me refiero a los sucesos protagonizados por amerindios y mestizos que fueron leales a España luchando contra las tropas independentistas para evitar la secesión. Concretamente hoy hablaré sobre los amerindios mapuches. Un pueblo testigo de como la independencia hispanoamericana fue ajena a los intereses amerindios que posteriormente fue cercenado por los nuevos países independientes al ser quebrantados los acuerdos que los mapuches tenía firmados con España.
Se cree que los orígenes del pueblo mapuche se ubican en el Cono Sur alrededor del siglo V. Tras un indeterminado periodo de expansión lograron someter a diferentes pueblos limítrofes que fueron integrados con el paso del tiempo provocando su primera diversificación sociocultural. Posteriormente se enfrentaron con éxito al Imperio Inca frenando definitivamente su expansión hacia el sur. Con la llegada de los españoles surge un ciclo de luchas y treguas (la llamada Guerra de Arauco) que comienza en el año 1536 con la Batalla de Reinohuelén.
Este conflicto se extendería hasta el año 1793 con la firma del Tratado de Paz de Las Canoas por ambas partes. Con este tratado se ponía fin a más de dos siglos de hostilidades suponiendo tal hito que incluso en la actualidad se sigue reclamando la vigencia del mismo. En aquel tratado se pacta el reconocimiento de la soberanía española sobre territorio mapuche a cambio de respetar la estructura y autoridad local de los caciques amerindios. Hasta cierto punto este tratado supone el antecedente directo de lo que actualmente conocemos como un estado libre asociado. Los mapuches pasaron a ser reconocidos como vasallos de la corona española a la vez que se respetaba la autonomía del caciquismo mapuche. Esto supuso en la práctica una relación bilateral entre las instituciones españolas y las instituciones amerindias que actuaban a modo de gobiernos locales, representando de manera efectiva a los mapuches en sus acuerdos con los cabildos municipales.
Bandera histórica del pueblo mapuche
Los acuerdos alcanzados entre españoles y mapuches fueron reforzados en 1803 con el Parlamento de Negrete. Este nuevo pacto abarcaba aspectos como la ratificación del acuerdo de paz y concordia entre ambas partes y la autorización recíproca de libre tránsito y comercio. Por parte del pueblo mapuche se ratificaba la defensa de la nación española frente a los ataques por parte de potencias extranjeras, la persecución de los delincuentes españoles dentro de sus dominios y el reconocimiento del rey de España como máxima autoridad vigente. Por parte de España se ratificaba el acceso a la instrucción católica de los hijos de los caciques para que pudieran optar al sacerdocio y la compensación económica por cada fugitivo español capturado en territorio mapuche. En definitiva este parlamento consolidó la alianza entre ambos pueblos y aceleró el proceso de mestizaje étnico y cultural iniciado a finales del siglo XVIII.
Una vez estalla la guerra de independencia en 1810, la mayoría de los mapuches cumplen con su compromiso de defender España siendo leales a las tropas realistas. Aunque no intervinieron en los primeros compases de la guerra, finalmente se vieron fuertemente involucrados desde la Reconquista de Chile. Tras el exitoso desembarco en la ciudad de Arauca de las tropas realistas, se celebra el Parlamento de Quilín el tres de febrero de 1814. En dicho parlamento el general Gabino Gaínza y Fernández y los representantes del pueblo mapuche ratifican nuevamente su alianza con la promesa por parte de los mapuches de aportar unos 6000 guerreros a la causa española. Gracias en parte a su apoyo, se consigue restablecer la soberanía española en Chile hasta 1817. Tras volver a perder el control del territorio chileno comienza en 1819 la llamada Guerra a fin, en donde los mapuches estuvieron directamente involucrados consiguiendo alargar el proceso de independencia chileno hasta las últimas batallas acontecidas en 1832.
Bastantes historiadores hispanoamericanos llevan tiempo intentado buscar una explicación que agrade a los gobiernos de Chile y Argentina para justificar el apoyo del pueblo mapuche al Imperio Español en un intento desesperado por modificar la historia en favor de la independencia hispanoamericana. Pero lo cierto es que el sentido de lealtad del pueblo mapuche siempre fue muy profundo y por ello respetaron los acuerdos alcanzados con España hasta sus últimas consecuencias. La nobleza e integridad del pueblo mapuche siempre ha supuesto un contratiempo para legitimar el proceso de emancipación de ambos países hasta el punto de que actualmente muchos mapuches no reconocen la autoridad de sus gobiernos.
Esto se debe a los hechos que tras*currieron después de la independencia de Argentina y Chile. Una vez finalizada la guerra, el estatus alcanzado por el pueblo mapuche en sus acuerdos con España quedó en entredicho. Tanto Chile como Argentina fueron reacios a reconocer la autoridad mapuche debido a su lealtad con la corona española y desecharon la posibilidad de respetar los tratados alcanzados previamente con España a modo de represalia. Tan sólo la manifiesta debilidad de Chile permitió alcanzar un acuerdo a petición del propio gobierno en el Parlamento de Tapihue de 1825. Sin embargo este acuerdo sólo sirvió para que el nuevo país tuviera tiempo suficiente para fortalecerse como quedaría demostrado unas décadas después. Por su parte, Argentina emprendería una serie de campañas militares contra los mapuches que comenzaron en 1820. La gran inestabilidad del país debido a las sucesivas guerras civiles provocó que la mayoría de estas ofensivas fracasaran permitiendo la supervivencia del pueblo mapuche.
Territorio mapuche pactado
con la corona española
Pero finalmente ambos países pudieron consumar su venganza a mediados del siglo XIX. Chile sería la primera en pasar al ataque en 1861, incumpliendo de esta manera el tratado que el mismo gobierno había promovido años antes. A pesar de todo, el pueblo mapuche combatió ferozmente hasta su derrota definitiva en 1883. El resultado de esta contienda supuso la masacre de la mayor parte de la población mapuche en territorio chileno, que además fue relegada a ocupar pequeñas porciones de tierra improductiva conocidas con el nombre de reducciones. Por otro lado, Argentina comienza su guerra contra el pueblo mapuche en 1869. Pese a la resistencia que opusieron los mapuches fueron derrotados definitivamente en 1888 con fatales consecuencias para ellos. Además de la evidente matanza se hicieron prisioneros a miles de mapuches que fueron divididos por sesso para evitar que tuvieran descendencia. Las muestras del horror sufrido por el pueblo mapuche fueron tales que incluso algunos expertos hablan de genocidio con las connotaciones que esa palabra implica. Lo cierto es que el informe oficial del ejército argentino utilizaba expresiones como “extirpar indios hasta el último” o “limpiar de indios de un modo absoluto” entre otras. Todo ello sin olvidar que algunos discursos políticos de la época hablaban literalmente de “exterminar a los indios salvajes y bárbaros”. Hechos muy escabrosos de la historia de Argentina que algunos historiadores hispanoamericanos omiten por la gravedad de los mismos para mantener el discurso oficial de que la independencia hispanoamericana se hizo pensando en los nativos americanos.
En la actualidad, el pueblo mapuche reivindica la restauración de los dominios y la autonomía gubernamental reconocidos por España como parte de los acuerdos que alcanzaron bajo la corona española al ser considerados como un tratado internacional entre ambos pueblos. En definitiva resulta paradójico que actualmente tanto Chile como Argentina adopten posturas “indigenistas” cuando han sido responsables de la hecatombe del pueblo mapuche a la vez que siguen sin escuchar sus legítimas reivindicaciones. El caso chileno resulta todavía más escandaloso puesto que fue el propio país quien rompió el pacto que propuso y firmó con el pueblo mapuche. Por desgracia este no fue un hecho aislado ya que tras la guerra contra los mapuches se produjo el genocidio de los amerindios selknam perpetrado por ambos países. En conclusión, se puede afirmar que la independencia hispanoamericana fue ajena a los intereses de los amerindios y en algunos casos incluso fueron gravemente perjudicados como el sucedido con el pueblo mapuche.
Por si queda alguna duda sobre la opinión mayoritaria de los mapuches respecto a los hechos aquí relatados, dejo algunos fragmentos del artículo publicado por el periodista mapuche Pedro Cayuqueo Millaqueo titulado “Mis disculpas a España”:
“[…] Lo acontecido con mi pueblo bastante poca relación tiene con el bendito 12 de Octubre. Muy poco que ver con la Corona y si mucho con las Repúblicas. Muy poco que ver con los españoles y sí mucho con la historia no contada de los pueblos chileno y argentino. […] Los mapuches casi nada perdimos con España. Hasta podría decir que ganamos. Sí, ganamos el arte de la caballería, los textiles, la platería y una lengua castellana casi tan hermosa como la nuestra. Es cierto, se trató en los inicios de una guerra. De una cruenta y dolorosa guerra de anexión colonial. […] No viene mal recordar, sobre todo en esta fecha, que los mapuches perdimos nuestra independencia no precisamente a manos de los ancestros del Rey Juan Carlos. […] ¿Se imaginan cómo será para nosotros la añoranza de aquel territorio propio, de aquel hogar nacional saqueado por chilenos y argentinos a punta de quemas de sembradíos, robo de animales y cantidades industriales de chupilca del diablo? […] El conflicto actual no tiene 500 años como insisten autoridades y uno que otro periodista despistado. A lo más, 130 años. […] Mucho mejor negocio culpar a los conquistadores y su "barbaridad" legendaria. […] Hay que ser muy caradura. Mis disculpas nuevamente a España”

Me despido pidiendo nuevamente vuestra participación en forma de valoraciones y comentarios sobre un asunto que probablemente suscitará cierta polémica.
 
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LA GRAN MENTIRA DE LA ESCLAVITUD Y EL GENOCIDIO ESPAÑOL EN AMERICA

De todas las mentiras que he escuchado a lo largo de mi vida sobre asuntos históricos, quizá entre las que más me molestan estén las relativas al papel ejercido por España en América. Las que conforman la “Leyenda de color” que acusa a España de genocida y esclavizadora de los pueblos americanos durante la Conquista. Y me molestan porque son acusaciones falsas e infundadas, que a base de ser repetidas e introducidas con calzador en el ideario popular, hemos acabado por creérnoslas hasta los propios españoles.

Todo proceso histórico conquistador o colonizador conlleva el uso de la violencia y de las armas. Si bien el Imperio Romano invadió y conquistó España desde el siglo III A.C., arrasando y aniquilando a nuestros antepasados celtíberos, lusitanos, astures o cántabros, a nadie con un mínimo de inteligencia se le ocurriría hoy decir que Roma es la culpable de “la aniquilación de España” y del “sometimiento injusto” de nuestro pueblo. Más bien, los españoles mantendremos una deuda eterna con Roma por habernos dejado un legado inigualable tras su paso, latinizándonos y regalándonos su influencia y su organización. Algo parecido, o quizá de superior magnitud, sucedió en lo que respecta a la tras*misión de riqueza a América tras nuestra llegada. La diferencia, sin embargo, es que el Imperio Romano no tuvo la mala suerte de contar con un enemigo anglosajón que volcara sobre él durante siglos infinitas mentiras y leyendas destinadas a diezmar su legitimidad y grandeza incontestables.


También los propios Tlaxcaltecas ayudaron a Hernán Cortés a derrotar a sus enemigos de Tenochtitlán (los Aztecas de Moctezuma), y los Aztecas, a su vez, combatieron junto a los españoles en posteriores colonizaciones…La historia, como vemos, es al final una sucesión de conquistas, y si bien se cometieron algunos casos aislados de maltrato durante los periodos de introducción y de Conquista (inevitables teniendo en cuenta las gentes, las circunstancias y la época) España no ejerció sobre los nativos americanos ningún tipo de genocidio ni esclavitud generalizado. Muy al contrario, podemos decir (y avalarlo con documentación y hechos contrastados de la historia), que España fue el único país de Europa que siempre protegió en su Conquista a los nativos de todos nuestros territorios de Ultramar, garantizándoles una vida digna y unos derechos integrales.

Pocos años después de nuestra llegada a tierras americanas, y en virtud de nuestra condición de Reino católico (clave en nuestra posterior relación con los indígenas), y del impulso de nuestros frailes Franciscanos y Jesuitas, fuimos los propios españoles quienes dictamos multitud de normas, leyes y decretos oficiales que protegían a los indígenas de cualquier abuso. Y fue la propia Reina Isabel la Católica quien determinó tras el primer viaje de Colón, que los indios nativos no debían ser considerados esclavos, ni siquiera gentes colonizadas, sino súbditos de pleno derecho de la Corona Española, como habitantes de las nuevas provincias recién descubiertas.

Y nos tomamos tan en serio los españoles la aplicación de justicia sobre los indígenas del Nuevo Mundo, que la Monarquía Hispánica inmediatamente acometió las reformas necesarias para regular su trato de forma oficial. De esta manera, nada más dos décadas después de iniciarse el Descubrimiento (el 27 de diciembre de 1512), España abolió la esclavitud indígena mediante las “Leyes de Burgos”, en las cuales se emitieron las ordenanzas necesarias “para el gobierno con mayor justicia de los naturales, indios o indígenas” y se estableció que el Rey de España tenía derecho a “justos títulos” de dominio del Nuevo Mundo, pero sin derecho a explotar al indio, que era hombre libre y podía tener propiedades, pero que como súbdito debía trabajar a favor de la Corona sin mediar la esclavitud, retribuido y con libertades garantizadas, a través de los españoles allí asentados. España anteponía la evangelización de los nativos a cualquier otra materia, nativos a quienes consideraba hermanos cristianos, dejando a un lado las excepciones salvajes que efectivamente se pudieran dar y de las que de ninguna manera fue culpable España como unidad.

Pero las “Leyes de Burgos” no fueron unas leyes aisladas en lo referente al trato a los indígenas, y treinta años más tarde (1542), España emitía las “Leyes Nuevas” ( o Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por Su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los indios), en las que entre otras cosas se regulaba aún más en detalle el trato a los nativos, proclamando de nuevo su libertad y suprimiendo igualmente las encomiendas. Eran normas emitidas por los propios españoles y que restaban derechos a los pobladores españoles en beneficio de los indígenas, algo inédito en aquel momento y digno de asombrosa admiración…En esas “Leyes Nuevas”, el Emperador Carlos I mandó constituir una comisión que determinara la limitación de los derechos de los españoles en sus encomiendas y el sistema y forma en que se llevaban a cabo las Conquistas (no podían violarse los derechos indígenas en ese proceso). En dichas leyes, también se regulaban los tributos que los indígenas debían aportar al Estado, como súbditos del Rey que eran y no como esclavos.


En resumen, en lo relativo al trato a los indígenas, las “Leyes Nuevas” aportaban lo siguiente:

- Sobre la esclavitud:

* Cuidar la conservación y gobierno y buen trato de los indios

* Que no hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna.

* Que los esclavos existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno derecho jurídico a mantenerlos en ese estado.

* Que se acabara la mala costumbre de hacer que los indios sirvieran de cargadores (tamemes), sin su propia voluntad y con la debida retribución.

* Que no fueran llevados a regiones remotas con el pretexto de la pesca de perlas.

* Se dictó orden a la armada española para la persecución y castigo de las naves esclavistas inglesas, holandesas y portuguesas que infectaban el caribe con destino a las colonias anglosajonas y a Brasil.



- Sobre las encomiendas:

* Que los oficiales reales, del virrey para abajo, no tuvieran derecho a la encomienda de indios, lo mismo que las órdenes religiosas, hospitales, obras comunales o cofradías.

* Que el repartimiento dado a los primeros Conquistadores cesara totalmente a la fin de ellos y los indios fueran puestos bajo la real Corona, sin que nadie pudiera heredar su tenencia y dominio.



Y es que, como decía el historiador e hispanista estadounidense Lewis Hanke, uno de los mayores expertos sobre Hispanoamérica: “Ninguna nación europea se responsabilizó de su deber cristiano hacia los pueblos nativos tan seriamente como lo hizo España”. Y no solo cuidamos más que ningún otro país nuestra relación con aquellos nuevos compatriotas, sino que el nacimiento del Imperio Español en América supuso, de facto, en inicio de uno de los periodos más prósperos de la historia universal. Un periodo en el cual la ciudad de México llegó a convertirse en la urbe más grande y rica del planeta, o en el que cuando llegaron las independencias, España había creado un legado que convertía a Hispanoamérica en la región más próspera del planeta, con un nivel de vida y una economía incluso superiores a las de la Europa de entonces y con unas ciudades (como Lima, Santa Fe de Bogotá o México), mucho más importantes que Londres, París o la Roma de aquel momento…Y fuimos quizá tan respetuosos y precavidos, que podemos afirmar que los problemas reales de las independencias americanas no fueron causados por España, sino por los trágicos y mal llamados “libertadores”, que en nombre de una falsa igualdad arrebataron a los indios sus derechos y sus tierras comunales, amparadas por las leyes y los derechos que los españoles habíamos decretado siglos antes.

Nuestra labor en América no tuvo absolutamente nada que ver con genocidios o esclavitudes, y sin embargo sí mucho que ver con el florecimiento en América de una nueva cultura que venía a cambiar para mejor la que nos encontramos al llegar. Descubrimos sociedades tecnológica y humanamente 3000 años atrasadas, generalmente inconexas entre ellas, que en su práctica totalidad practicaban el canibalismo y los sacrificios humanos, y a las cuales situamos a la cabeza del mundo en pocos siglos. Y es España la responsable de haber trasladado a América el urbanismo, el derecho, las economías estructuradas, la agricultura, las universidades, las catedrales, las técnicas arquitectónicas, la influencia del Renacimiento, la imprenta, la rueda, la escritura, la música o la fe, entre otras infinitas cosas. Fundamos 23 universidades en América que daban educación a casi 200.000 alumnos de todas las clases sociales y razas (Portugal no fundó ninguna en Brasil durante su periodo colonial, mientras que la Inglaterra colonial de entonces, por ejemplo, hasta ese momento se había preocupado más bien poco por educar a sus indígenas), y a través de la península, hacíamos llegar a América todas las corrientes intelectuales y las artes que la grandiosa España de entonces absorbía.

CAPITULO XII del testamento de ISABEL LA CATOLICA: «Por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las islas e tierra firme del mar Océano, descubiertas e por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro sexto de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir e traer los pueblos de ellas e los convertir a nuestra Santa Fe católica, e enviar a las dichas islas e tierra firme del mar Océano perlados e religiosos e clérigos e otras personas doctas e temerosas de Dios, para instruir los vecinos y jovenlandesadores de ellas en la Fe católica, e les enseñar e doctrinar buenas costumbres e poner en elfo la diligencia debida, según como más largamente en las Letras de la dicha concesión se contiene, por ende suplico al Rey, mi Señor, muy afectuosamente, e encargo e mando a la dicha Princesa mi hija e al dicho Príncipe su marido, que así lo hagan e cumplan, e que este sea su principal fin, e que en ello pongan mucha diligencia, e non consientan e den lugar que los indios vecinos e jovenlandesadores en las dichas Indias e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas e bienes; mas mando que sea bien e justamente tratados. E si algún agravio han recibido, lo remedien e provean, por manera que no se exceda en cosa alguna de lo que por las Letras Apostólicas de la dicha concesión nos es infundido y mandado».

¿Qué se cometieron atrocidades e injusticias? Sin duda, sí. ¿Qué hubo quienes utilizaron su poder personal para esclavizar a veces a los indígenas? También. Pero el 95% de las muertes acaecidas por aquel tiempo en América no son producto de las armas españolas, sino de los bichito y enfermedades (como la gripe, la viruela, la escarlatina o el sarampión), que inevitablemente se tras*mitieron de España a América y de América a España entre dos mundos que hasta ese momento habían estado permanentemente aislados entre sí.

Por todo ello, creo que es deber de toda la comunidad Hispanoamericana conocer estos hechos, para no dejarnos seguir engañando por la leyenda de color creada por el mundo anglosajón y por quienes encabezaron las distintas independencias e hicieron creer a algunos que la bellísima historia común que tenemos no fue sino una vulgar y cruel escabechina. Con un poco de rigor histórico y cultura, descubrimos que lejos de ser aquello que esos dicen, la historia de España en América es uno de los periodos más hermosos y prósperos de la historia universal, porque España no fue a América para irse sino para quedarse, para construir y para fusionarse. Y fruto de ese aporte y de esa fusión son sus ciudades y sus gentes de hoy, que son el mejor ejemplo vivo de aquella gesta sin igual que hermanó para siempre a una comunidad de naciones que hoy engloba a 450 millones de personas.


LA GRAN MENTIRA DE LA ESCLAVITUD Y EL GENOCIDIO ESPAÑOL EN AMERICA | La oreja de Jenkins


FUENTE: “Guía políticamente incorrecta de la civilización occidental”, adaptación española basada en: The Politically Incorrect Guide to Western Civilization. Anthony Esolen y José Javier Esparza Torres. Ciudadela Libros, S. L. Madrid (2009). ISBN: 978-84-96836-56-3
 
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