Szadek
Himbersor
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- Ya he hablado demasiado de la historia militar de la segunda guerra mundial, ya he hablado de japoneses, alemanes y de franceses, así como de las legiones árabes, los goumiers, y los ghurkas, pero creo que ahora toca dedicar un pasaje poco conocido de la historia de nuestro país, para iluminar a todos los usuarios que no tienen mucha idea sobre historia en general. Esta unidad militar, no formaba parte del ejercito regular de España, sin embargo es una unidad, por su tradición y por su idiosincrasia particular, valiosa a tener en cuenta, y merece mi respeto, admiración. Desde este foro voy a rendirles justo homenaje hablando un poco de ellos. ¿De quienes? De los Garrochistas andaluces;
- En la Andalucía del siglo XIX, existía un grupo de pastores montados, dedicados al ganado. Estaban emparentados con los guanches argentinos, y de hecho se sabe que los guanches, el guaso chileno o el charro mexicano y fuera del mundo hispano-parlante,, el cowboy americano, , son de hecho, evoluciones de los primeros proto-garrochistas españoles, compuestos por cristianos y moriscos, que partieron con un estilo de vida semi-nómada, al nuevo mundo. Los garrochistas eran hombres rudos, soportaban jornadas de trabajo largas y arduas, a temperaturas extremas, los podías encontrar en las inmediaciones de Granada o Málaga, en lugares nevados a -2 grados centígrados, o en las praderas cordobesas, sevillanas o jiensesas en verano, soportando temperaturas por encima de los 40 grados centígrados. No eran unidades destinadas a la batalla, pero por su idiosincrasia ruda y obstinada, podían cubrir dichos propósitos, y para esto tenemos que retrotraernos hasta el año 1808, en los meses previos a la batalla de Bailén.
- En el año 1808, los ejércitos españoles, con fuertes divisiones internas, sobre el papel que debían tomar en la oleada turística francesa del territorio peninsular, decidieron formar de forma preventiva ejércitos profesionales para la defensa de ciertas regiones españoles de gran valor estratégico. La demanda era mayor que la disposición de combate de muchas unidades regulares, pero no así, de campesinos, y gentes humildes, dispuestos a dar su vida para formar milicias y detener al invasor. En este se destacaron los garrochistas, destacando los garrochistas de Utrera, y Jerez, de procedencia mixta, encontrando cordobeses, malagueños y jienenses en menor medida. Los garrochistas destacaban por sus vestiduras y su talante, eran descritos como extremadamente orgullosos e impetuosos en combate, desprendiendo un aire de nobleza, algo impropias de individuos de origen humilde;
"«El uniforme de estos garrochistas era original y típico: pañuelo de tonalidad rojo en la cabeza atado a la nuca cuyos picos caían sobre la espalda dejando ver una coleta envuelta por redecilla de color, sombrero calañés con moña, chaquetilla corta con hombreras y caireles, chaleco medio abierto por el que asomaba un pañuelo atado al cuello, faja de color o roja, calzones ajustados hasta la rodilla y botín abierto que dejaba ver medias azules o blancas» "
- Su estilo de lucha era bastante particular, efectuaban cargas heroicas con las garrochas, a las que se las añadieron agudas y duras hojas de acero de las mejores forjas de Andalucía, aunque era frecuente que los garrochistas, al ser jinetes de campo, emplearan sus propias lanzas, en sus pequeñas forjas de campo. Apenas contaban con una lanza de varios metros de longitud y un cuchillo largo, que podemos identificar como un cuchillo de hoja triangular de campo andaluza, muy similar al cuchillo criollo argentino usado por los gauchos, un cuchillo de morfología y posible origen morisco. Tras una furiosa carga, retrocedían, para volver a cargar, y cuando eran derribados, se batían con sus cuchillos hasta la fin. La mayoría carecían de armas de fuego, ya que su labor prescindía de ellas, ya que dichas armas, eran menester de las guerrillas, siendo los garrochistas, por tanto unidades de combate directo, o de choque. Una forma bastante conveniente de equilibrar la falta de caballería profesional en el ejército español de la época;
"«Aquellos ginetes eran de las más pura cepa andaluza; procedían de las comarcas que baña el Guadalete (…) y de las fértiles y dilatadas del Betis (…) Eran hombres dedicados a la afición muy general entonces del acoso, derribo y tienta de la montería que todavía se verificaba con lanza al estilo antiguo, para lo que se requería ser consumados ginetes. (…) Eran todos vaqueros y ganaderos, conocedores, monteadores, guardas, caballistas y picadores. (…) Todos tenían caballos propios, excelentes garrochas y lúcidos trajes», explica, en este caso, el periodista y escritor Manuel Gómez Imaz en su obra «Garrochistas de Bailén Sus armas no eran el sable de caballería utilizado por los húsares (caballería ligera), o los fusiles de los dragones (jinetes a caballo), sino la garrocha y un cuchillo de monte que guardaban bajo la faja y que hacía las veces de última defensa ante el enemigo. «Sin ser soldados de profesión reunían todas las cualidades guerreras apetecidas en fuerzas montadas (…). Era el garrochista ágil, resistente y recio, como habituado a un constante y violento ejercicio, avezado a luchar con la naturaleza y las fieras, a vencer los obstáculos, sufrir privaciones y esquivar las fieras acometidas del toro para enlazarlo, derribarlo o sujetar su empuje (…). El caballo era rapidísimo en carrera (…). En cuanto al arma que usaba el ginete, esgrimíala a maravilla con habilidad suma, sabía con ella herir certeramente y defenderse, y a fuerza de ejercitarla de continuo venía a ser la garrocha como prolongación del brazo, manejada rapidísimamente por la voluntad», destaca Imaz en su obra. » "
- Ilustración de un cuchillo de campo andaluz del siglo XVIII, con filigrana.
- Su efectividad en combate, en relación al tipo de tropa, es legendaria. En Mengívar, aunque sufrieron bajas, cargaron incesantemente contra la retaguardia enemiga sin darles respiro, sin retroceder en ningún momento. En Bailén, es quizá donde mas brilla esa aura legendaria de estos valerosos andaluces, que si bien en Mengívar no consiguieron un efecto esperado, en Bailén se destacaron, destrozando en varias cargas ligeras, a unidades de caballería pesada francesa, los famosos dragones y coraceros galos, algo sin precedentes en todo Europa, a razón de que gozaban de la dicha de ser considerados invencibles. Es por tanto destacable que hubieran sido masacrados a costa de una coalición de tropas irregulares armadas de forma ligera, mediante una carga clásica de caballería, similar a las cargas con lanzas de antaño.
"«En la gran batalla formaron los garrochistas en la extrema izquierda de la línea, con otras fuerzas de caballería al lado del regimiento de España, detrás de las baterías emplazadas en aquella altura, para proteger los flancos del ejército y cubrir la carretera y entrada en Bailén, cuya población quedaba a su retaguardia. En los ataques que Dupont intentó contra la izquierda de aquella línea para tomar las alturas, dominar el camino y entrada a Bailén y envolvernos por ese flanco, luciéronse los garrochistas, cuyas largas destrozaron e hicieron gran matanza en los famosos Dragones y Coraceros de Privé, que hasta entonces teníanse por invencibles», completa Imaz en su obra. "
"Tras la contienda, vencida por el ejército español, los «garrochistas» que lograron salvarse de la matanza fueron recibidos en Madrid como héroes e, incluso, Reding guardó unas líneas para ellos en su parte oficial de la contienda. Fechado el 22 de julio de 1808, el oficial alabó en él a estos pintorescos jinetes llamándolos «bisoños triunfadores de las águilas napoleónicas». "
- Tras esta carga, los franceses retrocedieron, apabullados por tal derrota. Los garrochistas, confiados, y con mas sangre que cabeza, al iniciar una persecución frenética para pasarlos a cuchillo, fueron diezmados por los fusiles de las unidades de infantería, a la distancia. Tras el desastre, y tras perder a tres cuartas partes de los mismos, el pueblo y los militares, los recibieron como héroes. Era impensable que el valor indómito de unos trabajadores humildes, y su coraje sin fin, hubieran puesto en fuga a una unidad profesional de caballería francesa, decantando en parte, el resultado de Bailén, a su favor. Los garrochistas, todo sea dicho de paso, eran unidades versadas a su vez, en la lidia del toro a caballo, lo que valió a gran parte de la población, a figurar panfletos cómicos en las calles, especialmente en Madrid y Andalucía, donde se ilustraron a los franceses, como meros toros, bajo la larga y puntiaguda justicia popular de los garrochistas andaluces;
"«Los 18 toros [que se torearán] serán: 12 del (…) Sr Dupont, General en Gefe del Exército de Observación de la Gironda, con divisa de color; 5 de la del Sr Vedel, grande Aguilucho, con divisa amarilla (…); y el que quede restante es de la casta famosa de Córcega [aludiendo a Napoleón], nuevo en esta Plaza, que se halla en Madrid, que será embolado para que los aficionados se diviertan, si llegan a tiempo. Los 17 toros de mañana y tarde serán lidiados por las Quadrillas de a pie [españolas]. Picarán los seis toros por la mañana Don Manuel de Peña, con la famosa Quadrilla de Lanceros de Xerez [los «garrochistas»], y por la tarde lo executarán don Teodoro Reding, con la esforzada caballería española». "
- Para el que se pregunte si el garrochista murió, tengo buenas noticias, sigue vivo, y forma parte del patrimonio histórico y cultural de este país, podemos seguir siendo conscientes y admiradores de las castizas tareas de los garrochistas andaluces, que siguen perdurando en sus labores, hoy en día en las cientos de dehesas andaluzas, aunque también es fácil encontrar a jinetes de campo en otros puntos de Andalucía, practicando un estilo de vida que se remonta a la edad medida, con la integración de los criadores de caballos bajo las dinastías árabo-hispánicas, y su difusión entre el pueblo llano, y su uso tal y como lo conocemos, probablemente gracias en parte al uso pre-románico del caballo, y a la nueva forma de uso, y uso de nuevas razas, y estilos de monta, con el ingreso de los bereberes zeneta, considerados la mejor caballería ligera del periodo medieval, y que inspiró a la caballería ligera española, tan usada por los tercios, y por los descendientes, moriscos o no, en España hasta nuestros días, estilo ligero denominado "a la morisca".
- En la Andalucía del siglo XIX, existía un grupo de pastores montados, dedicados al ganado. Estaban emparentados con los guanches argentinos, y de hecho se sabe que los guanches, el guaso chileno o el charro mexicano y fuera del mundo hispano-parlante,, el cowboy americano, , son de hecho, evoluciones de los primeros proto-garrochistas españoles, compuestos por cristianos y moriscos, que partieron con un estilo de vida semi-nómada, al nuevo mundo. Los garrochistas eran hombres rudos, soportaban jornadas de trabajo largas y arduas, a temperaturas extremas, los podías encontrar en las inmediaciones de Granada o Málaga, en lugares nevados a -2 grados centígrados, o en las praderas cordobesas, sevillanas o jiensesas en verano, soportando temperaturas por encima de los 40 grados centígrados. No eran unidades destinadas a la batalla, pero por su idiosincrasia ruda y obstinada, podían cubrir dichos propósitos, y para esto tenemos que retrotraernos hasta el año 1808, en los meses previos a la batalla de Bailén.
- En el año 1808, los ejércitos españoles, con fuertes divisiones internas, sobre el papel que debían tomar en la oleada turística francesa del territorio peninsular, decidieron formar de forma preventiva ejércitos profesionales para la defensa de ciertas regiones españoles de gran valor estratégico. La demanda era mayor que la disposición de combate de muchas unidades regulares, pero no así, de campesinos, y gentes humildes, dispuestos a dar su vida para formar milicias y detener al invasor. En este se destacaron los garrochistas, destacando los garrochistas de Utrera, y Jerez, de procedencia mixta, encontrando cordobeses, malagueños y jienenses en menor medida. Los garrochistas destacaban por sus vestiduras y su talante, eran descritos como extremadamente orgullosos e impetuosos en combate, desprendiendo un aire de nobleza, algo impropias de individuos de origen humilde;
"«El uniforme de estos garrochistas era original y típico: pañuelo de tonalidad rojo en la cabeza atado a la nuca cuyos picos caían sobre la espalda dejando ver una coleta envuelta por redecilla de color, sombrero calañés con moña, chaquetilla corta con hombreras y caireles, chaleco medio abierto por el que asomaba un pañuelo atado al cuello, faja de color o roja, calzones ajustados hasta la rodilla y botín abierto que dejaba ver medias azules o blancas» "
- Su estilo de lucha era bastante particular, efectuaban cargas heroicas con las garrochas, a las que se las añadieron agudas y duras hojas de acero de las mejores forjas de Andalucía, aunque era frecuente que los garrochistas, al ser jinetes de campo, emplearan sus propias lanzas, en sus pequeñas forjas de campo. Apenas contaban con una lanza de varios metros de longitud y un cuchillo largo, que podemos identificar como un cuchillo de hoja triangular de campo andaluza, muy similar al cuchillo criollo argentino usado por los gauchos, un cuchillo de morfología y posible origen morisco. Tras una furiosa carga, retrocedían, para volver a cargar, y cuando eran derribados, se batían con sus cuchillos hasta la fin. La mayoría carecían de armas de fuego, ya que su labor prescindía de ellas, ya que dichas armas, eran menester de las guerrillas, siendo los garrochistas, por tanto unidades de combate directo, o de choque. Una forma bastante conveniente de equilibrar la falta de caballería profesional en el ejército español de la época;
"«Aquellos ginetes eran de las más pura cepa andaluza; procedían de las comarcas que baña el Guadalete (…) y de las fértiles y dilatadas del Betis (…) Eran hombres dedicados a la afición muy general entonces del acoso, derribo y tienta de la montería que todavía se verificaba con lanza al estilo antiguo, para lo que se requería ser consumados ginetes. (…) Eran todos vaqueros y ganaderos, conocedores, monteadores, guardas, caballistas y picadores. (…) Todos tenían caballos propios, excelentes garrochas y lúcidos trajes», explica, en este caso, el periodista y escritor Manuel Gómez Imaz en su obra «Garrochistas de Bailén Sus armas no eran el sable de caballería utilizado por los húsares (caballería ligera), o los fusiles de los dragones (jinetes a caballo), sino la garrocha y un cuchillo de monte que guardaban bajo la faja y que hacía las veces de última defensa ante el enemigo. «Sin ser soldados de profesión reunían todas las cualidades guerreras apetecidas en fuerzas montadas (…). Era el garrochista ágil, resistente y recio, como habituado a un constante y violento ejercicio, avezado a luchar con la naturaleza y las fieras, a vencer los obstáculos, sufrir privaciones y esquivar las fieras acometidas del toro para enlazarlo, derribarlo o sujetar su empuje (…). El caballo era rapidísimo en carrera (…). En cuanto al arma que usaba el ginete, esgrimíala a maravilla con habilidad suma, sabía con ella herir certeramente y defenderse, y a fuerza de ejercitarla de continuo venía a ser la garrocha como prolongación del brazo, manejada rapidísimamente por la voluntad», destaca Imaz en su obra. » "
- Ilustración de un cuchillo de campo andaluz del siglo XVIII, con filigrana.
- Su efectividad en combate, en relación al tipo de tropa, es legendaria. En Mengívar, aunque sufrieron bajas, cargaron incesantemente contra la retaguardia enemiga sin darles respiro, sin retroceder en ningún momento. En Bailén, es quizá donde mas brilla esa aura legendaria de estos valerosos andaluces, que si bien en Mengívar no consiguieron un efecto esperado, en Bailén se destacaron, destrozando en varias cargas ligeras, a unidades de caballería pesada francesa, los famosos dragones y coraceros galos, algo sin precedentes en todo Europa, a razón de que gozaban de la dicha de ser considerados invencibles. Es por tanto destacable que hubieran sido masacrados a costa de una coalición de tropas irregulares armadas de forma ligera, mediante una carga clásica de caballería, similar a las cargas con lanzas de antaño.
"«En la gran batalla formaron los garrochistas en la extrema izquierda de la línea, con otras fuerzas de caballería al lado del regimiento de España, detrás de las baterías emplazadas en aquella altura, para proteger los flancos del ejército y cubrir la carretera y entrada en Bailén, cuya población quedaba a su retaguardia. En los ataques que Dupont intentó contra la izquierda de aquella línea para tomar las alturas, dominar el camino y entrada a Bailén y envolvernos por ese flanco, luciéronse los garrochistas, cuyas largas destrozaron e hicieron gran matanza en los famosos Dragones y Coraceros de Privé, que hasta entonces teníanse por invencibles», completa Imaz en su obra. "
"Tras la contienda, vencida por el ejército español, los «garrochistas» que lograron salvarse de la matanza fueron recibidos en Madrid como héroes e, incluso, Reding guardó unas líneas para ellos en su parte oficial de la contienda. Fechado el 22 de julio de 1808, el oficial alabó en él a estos pintorescos jinetes llamándolos «bisoños triunfadores de las águilas napoleónicas». "
- Tras esta carga, los franceses retrocedieron, apabullados por tal derrota. Los garrochistas, confiados, y con mas sangre que cabeza, al iniciar una persecución frenética para pasarlos a cuchillo, fueron diezmados por los fusiles de las unidades de infantería, a la distancia. Tras el desastre, y tras perder a tres cuartas partes de los mismos, el pueblo y los militares, los recibieron como héroes. Era impensable que el valor indómito de unos trabajadores humildes, y su coraje sin fin, hubieran puesto en fuga a una unidad profesional de caballería francesa, decantando en parte, el resultado de Bailén, a su favor. Los garrochistas, todo sea dicho de paso, eran unidades versadas a su vez, en la lidia del toro a caballo, lo que valió a gran parte de la población, a figurar panfletos cómicos en las calles, especialmente en Madrid y Andalucía, donde se ilustraron a los franceses, como meros toros, bajo la larga y puntiaguda justicia popular de los garrochistas andaluces;
"«Los 18 toros [que se torearán] serán: 12 del (…) Sr Dupont, General en Gefe del Exército de Observación de la Gironda, con divisa de color; 5 de la del Sr Vedel, grande Aguilucho, con divisa amarilla (…); y el que quede restante es de la casta famosa de Córcega [aludiendo a Napoleón], nuevo en esta Plaza, que se halla en Madrid, que será embolado para que los aficionados se diviertan, si llegan a tiempo. Los 17 toros de mañana y tarde serán lidiados por las Quadrillas de a pie [españolas]. Picarán los seis toros por la mañana Don Manuel de Peña, con la famosa Quadrilla de Lanceros de Xerez [los «garrochistas»], y por la tarde lo executarán don Teodoro Reding, con la esforzada caballería española». "
- Para el que se pregunte si el garrochista murió, tengo buenas noticias, sigue vivo, y forma parte del patrimonio histórico y cultural de este país, podemos seguir siendo conscientes y admiradores de las castizas tareas de los garrochistas andaluces, que siguen perdurando en sus labores, hoy en día en las cientos de dehesas andaluzas, aunque también es fácil encontrar a jinetes de campo en otros puntos de Andalucía, practicando un estilo de vida que se remonta a la edad medida, con la integración de los criadores de caballos bajo las dinastías árabo-hispánicas, y su difusión entre el pueblo llano, y su uso tal y como lo conocemos, probablemente gracias en parte al uso pre-románico del caballo, y a la nueva forma de uso, y uso de nuevas razas, y estilos de monta, con el ingreso de los bereberes zeneta, considerados la mejor caballería ligera del periodo medieval, y que inspiró a la caballería ligera española, tan usada por los tercios, y por los descendientes, moriscos o no, en España hasta nuestros días, estilo ligero denominado "a la morisca".
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