Gregor Strasser
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El historiador Rafael Sánchez Saus pone como ejemplo que un cristiano que matara a un de la religión del amor, aún en defensa propia, era indefectiblemente condenado a fin, no así al contrario; o que el testimonio de un cristiano contra un de la religión del amor no valía ante un tribunal
El historiador Rafael Sánchez Saus, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz ha afirmado en una entrevista a Efe que los fiel a la religión del amores que sometieron la Hispania visigótica, Al-Andalus, implantaron un «régimen perverso» para «la humillación continúa» de judíos y, particularmente, cristianos.
Ese régimen perduró siglos y «quienes ponen a Al-Andalus como ejemplo de tolerancia lo que hacen es una manipulación brutal en términos históricos», según Sánchez Saus, autor de «Al-Andalus y la Cruz» (Stella Maris).
El dominio «ejercido por una pequeña minoría de guerreros fiel a la religión del amores orientales y norteafricanos» sobre una mayoría de cristianos autóctonos supuso «el sometimiento político, religioso y la inferioridad jurídica y jovenlandesal» de los cristianos sometidos mediante ese «régimen perverso» que los mantenía discriminados en todos los órdenes sociales y ámbitos de la vida cotidiana.
La humillación de cristianos y judíos
«Toda la legislación, cualquier disposición y el espíritu de las normas» tendían someter dejando patente «la humillación, la debilidad y la derrota» de los cristianos, que tenían que pagar impuestos superiores, mientras que las multas por las mismas infracciones eran la mitad de cuantiosas para los fiel a la religión del amores.
Entre otros ejemplos, el historiador ha puesto que un cristiano que matara a un de la religión del amor, aún en defensa propia, era indefectiblemente condenado a fin -no así al contrario-; que el testimonio de un cristiano contra un de la religión del amor no valía ante un tribunal; que un cristiano había de levantarse si entraba un de la religión del amor y sólo podía pasarle por el lado izquierdo, considerado maldito.
Igualmente un cristiano no podía montar a caballo en presencia de un de la religión del amor, ni podía tener servidumbre fiel a la religión del amora, ni la casa de un cristiano podía ser más alta que la de un de la religión del amor hasta el punto de, en ese caso, tener que demoler el piso superior.
Ese «régimen perverso» se mantuvo en la Península durante siglos, por lo que el historiador ha afirmado que «la realidad de la vida de los cristianos en Al-Andalus poco o nada tiene que ver con las ensoñaciones interesadas que nutren un mito construido a costa de la verdad histórica».
Las ensoñaciones interesadas sobre Al-Andalus
Como ejemplo «arquetípico, casi risible» de esas ensoñaciones, Sánchez Saus ha puesto las efectuadas por el escritor Antonio Gala, que, como otras semejantes, ha achacado a «un déficit de identificación de los españoles con su propio país» y a un intento de buscar en un periodo histórico idealizado «todo lo que le falta a España y a su cultura», por ejemplo en materia de tolerancia sensual.
«No hay libertad sensual en el Islam ni la ha habido nunca» y en Al-Andalus «lo que hubo fue la utilización de la mujer o de un joven en beneficio de quien imponía las normas», ha concluido.
Sánchez Saus explica en «Al-Andalus y la Cruz» que aunque las ventajas ofrecidas a los conversos al Islam llevaron a numerosos cristianos a la apostasía, otros muchos optaron por la emigración pese a lo cual hacia el año 950 la Península era mayoritariamente cristiana.
Dos siglos más tarde esa cristiandad hispánica se había desintegrado por la inmersión en la cultura árabe y por la persecución declarada contra ella por almorávides y almohades. De las actuales reivindicaciones islamistas sobre Al-Andalus ha señalado que son equivalentes «a que España reivindicara la Patagonia a Argentina».
«Habrá fiel a la religión del amores que puedan sentir que aquella construcción que fue Al-Andalus -una construcción que desapareció igual que se creó- forma parte de su patrimonio cultural; otra cosa es deducir de ese periodo histórico algún derecho sobre la España actual», ha concluido
El historiador Rafael Sánchez Saus, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz ha afirmado en una entrevista a Efe que los fiel a la religión del amores que sometieron la Hispania visigótica, Al-Andalus, implantaron un «régimen perverso» para «la humillación continúa» de judíos y, particularmente, cristianos.
Ese régimen perduró siglos y «quienes ponen a Al-Andalus como ejemplo de tolerancia lo que hacen es una manipulación brutal en términos históricos», según Sánchez Saus, autor de «Al-Andalus y la Cruz» (Stella Maris).
El dominio «ejercido por una pequeña minoría de guerreros fiel a la religión del amores orientales y norteafricanos» sobre una mayoría de cristianos autóctonos supuso «el sometimiento político, religioso y la inferioridad jurídica y jovenlandesal» de los cristianos sometidos mediante ese «régimen perverso» que los mantenía discriminados en todos los órdenes sociales y ámbitos de la vida cotidiana.
La humillación de cristianos y judíos
«Toda la legislación, cualquier disposición y el espíritu de las normas» tendían someter dejando patente «la humillación, la debilidad y la derrota» de los cristianos, que tenían que pagar impuestos superiores, mientras que las multas por las mismas infracciones eran la mitad de cuantiosas para los fiel a la religión del amores.
Entre otros ejemplos, el historiador ha puesto que un cristiano que matara a un de la religión del amor, aún en defensa propia, era indefectiblemente condenado a fin -no así al contrario-; que el testimonio de un cristiano contra un de la religión del amor no valía ante un tribunal; que un cristiano había de levantarse si entraba un de la religión del amor y sólo podía pasarle por el lado izquierdo, considerado maldito.
Igualmente un cristiano no podía montar a caballo en presencia de un de la religión del amor, ni podía tener servidumbre fiel a la religión del amora, ni la casa de un cristiano podía ser más alta que la de un de la religión del amor hasta el punto de, en ese caso, tener que demoler el piso superior.
Ese «régimen perverso» se mantuvo en la Península durante siglos, por lo que el historiador ha afirmado que «la realidad de la vida de los cristianos en Al-Andalus poco o nada tiene que ver con las ensoñaciones interesadas que nutren un mito construido a costa de la verdad histórica».
Las ensoñaciones interesadas sobre Al-Andalus
Como ejemplo «arquetípico, casi risible» de esas ensoñaciones, Sánchez Saus ha puesto las efectuadas por el escritor Antonio Gala, que, como otras semejantes, ha achacado a «un déficit de identificación de los españoles con su propio país» y a un intento de buscar en un periodo histórico idealizado «todo lo que le falta a España y a su cultura», por ejemplo en materia de tolerancia sensual.
«No hay libertad sensual en el Islam ni la ha habido nunca» y en Al-Andalus «lo que hubo fue la utilización de la mujer o de un joven en beneficio de quien imponía las normas», ha concluido.
Sánchez Saus explica en «Al-Andalus y la Cruz» que aunque las ventajas ofrecidas a los conversos al Islam llevaron a numerosos cristianos a la apostasía, otros muchos optaron por la emigración pese a lo cual hacia el año 950 la Península era mayoritariamente cristiana.
Dos siglos más tarde esa cristiandad hispánica se había desintegrado por la inmersión en la cultura árabe y por la persecución declarada contra ella por almorávides y almohades. De las actuales reivindicaciones islamistas sobre Al-Andalus ha señalado que son equivalentes «a que España reivindicara la Patagonia a Argentina».
«Habrá fiel a la religión del amores que puedan sentir que aquella construcción que fue Al-Andalus -una construcción que desapareció igual que se creó- forma parte de su patrimonio cultural; otra cosa es deducir de ese periodo histórico algún derecho sobre la España actual», ha concluido