MORENOFILO DE PRO
Madmaxista
A pesar de que la constitución de Japón estipula que todos los individuos son iguales ante la ley y que se han eliminado todas las formas de discriminación racial, en la práctica esto no ocurre totalmente.
Parte del problema de discriminación ha sido heredado de una forma de pensar nacionalista y de la configuración de una identidad japonesa, promovida por los dirigentes, surgida en el Japón feudal, y estimulada durante el imperialismo japonés del siglo XX. Gran parte de la discriminación se debe a la idea Doka seisaku, por la cual se imponía la cultura japonesa a los países colonizados.
Los ainu, concentrados en la isla de Hokkaido, en las Islas Kuriles y en la isla de Sajalin, son la minoría más diferenciada de Japón. Se desconoce su origen. En el pasado había teorías que sostenían que provenían de Europa, pero hoy en día reclaman su procedencia de la cultura prehistórica Jomon. Los ainu fueron desposeídos de sus tierras, sus modos tradicionales de vida fueron abandonados y sus tierras ocupadas por los japoneses. El gobierno japonés no aplica las políticas necesarias para que puedan aprender en el colegio su lengua y para preservar sus tradiciones.
Los ainu son un grupo étnico indígena autoctono del norte de Japón, y de las Islas Kuriles. Al parecer, hoy en día, hay unos 150.000 japoneses descendientes de esta ancestral etnia, y cerca de 50.000 con alguno de sus progenitores ainus. No se conoce el número exacto debido a que muchos ainus escondieron sus orígenes raciales para protegerse del racismo.
Ainu significa “humano” en el idioma ainu, la belleza de lo simple de nuevo, a lo largo del planeta.
De orígenes muy antiguos, a los ainus se les ha atribuido ancestros de tipo caucasoide o australoide, sin embargo, actualmente se les relaciona con la expansión de los primeros pobladores de Asia y con los pueblos actuales de Siberia, y especialmente con los nivejí o nivji de Sajalín y los coriacos o koryak de Kamchatka, que hablan lenguas paleosiberianas, así como con los primeros pobladores de Okinawa, aunque los ainus tienen caracteríticas genéticas propias, que demuestran su antigua diferenciación de las demás poblaciones contemporáneas de la región.Estos resultados concuerdan con los hallazgos geológicos y arqueológicos: los primeros pobladores de Hokkaidô arribaron durante la última glaciación hace más de 18 mil años.
Las figuras geométricas que decoran la ropa, similares a las que aun hoy usan los ainus, se han encontrado en restos muy antiguos. Desde entonces los ainus ya habitaban Hokkaidô, en el 5000 a de C. según hallazgos arqueológicos, pero también vivían en la mayor parte de Honshu y quizás algunas zonas de China, incluso documentos chinos ya hablan de su existencia con el nombre de Tung I (bárbaros orientales). La cultura Ojotsk que floreció del siglo V al siglo VII en Hokkaido, las islas Kuriles, la isla de Sajalín y la cuenca del Amur, parece estar relacionada con los ainus y sus rituales espirituales con osos sacrificados.[3] Entre el siglo VIII y el siglo XI floreció en la región la cultura Satsumon, procedente del sur, y produjo cambios culturales en la vida ainu.
A partir del siglo XVII, los japoneses ya llegaron a tener presencia en los territorios ainus. En un principio fueron intercambios comerciales hasta el inicio de la era Meiji, cuando el gobierno liquidó el poder del clan Matsumae, que se dedicaban al comercio e inició una campaña de aculturación de la población ainu, que no estuvo exenta de problemas en cuanto a calidad de vida, por lo que parte de la población nativa se desplazó a la península de Kamchatka.
Se tienen noticias de algunas visitas por parte de los europeos, primero por la Compañía de Jesús y luego por el viajero holandés Vries, quien los describió en 1643. Posteriormente, los rusos anexaron algunas regiones del territorio ainu en su imperio hasta 1875, cuando la mitad sur de Sajalín fue cedida a Japón.
Las relaciones con los japoneses fueron en cierto grado tirantes desde que los integraron al país en el siglo XIX. Durante el siglo XX, su cultura empezó a decaer no sólo por la influencia de los japoneses sino de la cultura estadounidense, que desde 1945 impulsó una mayor vinculación socio-económica. En 1973, los ainus se reunieron por vez primera en una asamblea para reivindicar los derechos de este pueblo en la nación japonesa. Actualmente cuentan con una participación en el parlamento japonés.
El viernes 6 de junio de 2008 el parlamento japonés aprobó por unanimidad una resolución en la que se reconoció a los ainus como “un pueblo indígena con su propia lengua, religión y cultura” Este reconocimiento, si bien tiene un valor más simbólico que práctico, permitirá al Gobierno japonés destinar ayudas en materia de educación y empleo a los miembros de esta etnia.
La cultura tradicional ainu es muy diferente de la tradicional japonesa. Al alcanzar determinada edad dejan de afeitarse, así que los hombres más viejos tienen enormes barbas y bigotes. Hombres y las mujeres por igual se cortan el pelo de los lados de la cabeza a nivel de los hombros, pero en la parte posterior el corte es semicircular. Al comenzar la pubertad, las mujeres se tatúan la boca, brazos, los órganos genitales externos y, en ocasiones, la frente, utilizando como colorante ceniza de corteza de abedul que se deposita en un tarro que cuelga sobre el fuego.
Su vestimenta tradicional es una capa tejida con hilo extraído de la corteza del olmo. Tiene mangas largas, casi llegan hasta los pies y están arolladas al cuerpo y atadas con un fajín del mismo material. Las mujeres también llevan ropa interior de paño japonés. En invierno llevan pieles de animal con perneras de piel de ciervo y botas de piel de perro o de salmón. Cazan con arco y flechas envenenadas. Su alimentación consiste básicamente en carne de venado, oso, astuta, lobo, tejón, buey y caballo, así como pescado, cangrejos, ostras, aves, mijo, frutas, verduras, hierbas y raíces. Nunca comen el pescado o la carne crudos, sino que siempre cuecen o asan dichos alimentos.
Habitan en chozas techadas con cañas, las más grandes alcanzan casi los 7 metros, sin habitaciones y con un lugar para el fuego en el centro; no tienen chimenea, sólo un agujero en el techo; sólo tienen una ventana en el lado oriental y dos puertas. La casa del jefe de la aldea se usa como lugar de encuentro comunal cuando es necesario. En vez de utilizar muebles, los ainus se sientan en el suelo, que está cubierto con dos capas de alfombra, una de junco y otra de tela; y en vez de camas extienden planchas, las rodean con un acolchado y emplean pieles como cobertores. Cuando comen, los hombres usan palillos y unos utensilios que les sirven para apartar el bigote y las mujeres utilizan cucharas de madera
Los ainus tienen creencias animistas, según las cuales todo en la naturaleza tiene un “kamui” (espíritu divino) en su interior. Hay una jerarquía de “kamuis”. El “kamui” más importante es la abuela tierra (el fuego), luego están los “kamuis” de las montañas (animales terrestres) y los del mar (animales marinos) y luego todo lo demás. No tienen sacerdotes o chamanes con dedicación exclusiva. El jefe de la aldea dirige las ceremonias religiosas que sean precisas; ceremonias que se reducen a la libación del vino, rezos en voz baja y la ofrenda de palillos de sauce con virutas de madera pegadas. Estos palillos se llaman “inau” (singular) y “nusa” (plural), y se colocan en un altar que se utiliza para ofrendar las cabezas de los animales sacrificados. El pueblo de los ainus agradece a los dioses antes de comer y reza a la deidad del fuego (“Huchi”) cuando acaece una enfermedad. Creen que sus espíritus son inmortales y que serán recompensados después de la fin con el ascenso a Kamui mosir (La tierra de los Dioses) o castigados en el infierno.
Algunos ainus del norte son miembros de la Iglesia ortodoxa rusa.
Los ainu son una minoría en Japón y como vemos su cultura no tiene nada que ver con Japón aunque ellos vivan allí después de habérselas robado su propia tierra. Ahora deben convivir con quienes les agredieron aunque ahora se respeta más su diferencia y en muchos cosas la integración ha sido total. La permanencia como etnia minoritaria se debe respaldar desde todos los ámbitos…o acaso no es un regalo poder contar con un pedazo de historia con carne piel y huesos, que ha permanecido a lo largo de los años y que nos sirve sin duda para comprende y seguir mirando a ese supuesto “futuro” de nuestras ajadas mesas de luz…?
Como curiosidad, en la película La Princesa Mononoke de Miyazaki, el protagonista, Ashitaka, es un príncipe Ainu que contrae una maldición luego de que su aldea fuera atacada por un Tatarigami, un malo surgido de la ira un Dios Jabalí llamado Nago. En las primeras secuencias de esta película se puede apreciar parte de la cultura ainú (vestimentas y arquitectura principalmente).
Además, otro aspecto curioso por el que también he podido conocer a los Ainu es por un interprete musical Ainu que se llama Oki.
Los Ainu poseen una tradición musical autónoma, los géneros incluyen el antiguo yukar (mimo), que es una forma de poesía épica, y upopo, en el que “la segunda voz de contrapunto tiene que imitar la fórmula musical de la primera voz de contrapunto (que no se oye hasta el último momento), en un intervalo mucho más corto que la de los cánones occidentales ya que la segunda voz ataca la fórmula musical precedente antes de que la primera voz haya acabado.”
Ainu: Los aborigenes japoneses.
Parte del problema de discriminación ha sido heredado de una forma de pensar nacionalista y de la configuración de una identidad japonesa, promovida por los dirigentes, surgida en el Japón feudal, y estimulada durante el imperialismo japonés del siglo XX. Gran parte de la discriminación se debe a la idea Doka seisaku, por la cual se imponía la cultura japonesa a los países colonizados.
Los ainu, concentrados en la isla de Hokkaido, en las Islas Kuriles y en la isla de Sajalin, son la minoría más diferenciada de Japón. Se desconoce su origen. En el pasado había teorías que sostenían que provenían de Europa, pero hoy en día reclaman su procedencia de la cultura prehistórica Jomon. Los ainu fueron desposeídos de sus tierras, sus modos tradicionales de vida fueron abandonados y sus tierras ocupadas por los japoneses. El gobierno japonés no aplica las políticas necesarias para que puedan aprender en el colegio su lengua y para preservar sus tradiciones.
Los ainu son un grupo étnico indígena autoctono del norte de Japón, y de las Islas Kuriles. Al parecer, hoy en día, hay unos 150.000 japoneses descendientes de esta ancestral etnia, y cerca de 50.000 con alguno de sus progenitores ainus. No se conoce el número exacto debido a que muchos ainus escondieron sus orígenes raciales para protegerse del racismo.
Ainu significa “humano” en el idioma ainu, la belleza de lo simple de nuevo, a lo largo del planeta.
De orígenes muy antiguos, a los ainus se les ha atribuido ancestros de tipo caucasoide o australoide, sin embargo, actualmente se les relaciona con la expansión de los primeros pobladores de Asia y con los pueblos actuales de Siberia, y especialmente con los nivejí o nivji de Sajalín y los coriacos o koryak de Kamchatka, que hablan lenguas paleosiberianas, así como con los primeros pobladores de Okinawa, aunque los ainus tienen caracteríticas genéticas propias, que demuestran su antigua diferenciación de las demás poblaciones contemporáneas de la región.Estos resultados concuerdan con los hallazgos geológicos y arqueológicos: los primeros pobladores de Hokkaidô arribaron durante la última glaciación hace más de 18 mil años.
Las figuras geométricas que decoran la ropa, similares a las que aun hoy usan los ainus, se han encontrado en restos muy antiguos. Desde entonces los ainus ya habitaban Hokkaidô, en el 5000 a de C. según hallazgos arqueológicos, pero también vivían en la mayor parte de Honshu y quizás algunas zonas de China, incluso documentos chinos ya hablan de su existencia con el nombre de Tung I (bárbaros orientales). La cultura Ojotsk que floreció del siglo V al siglo VII en Hokkaido, las islas Kuriles, la isla de Sajalín y la cuenca del Amur, parece estar relacionada con los ainus y sus rituales espirituales con osos sacrificados.[3] Entre el siglo VIII y el siglo XI floreció en la región la cultura Satsumon, procedente del sur, y produjo cambios culturales en la vida ainu.
A partir del siglo XVII, los japoneses ya llegaron a tener presencia en los territorios ainus. En un principio fueron intercambios comerciales hasta el inicio de la era Meiji, cuando el gobierno liquidó el poder del clan Matsumae, que se dedicaban al comercio e inició una campaña de aculturación de la población ainu, que no estuvo exenta de problemas en cuanto a calidad de vida, por lo que parte de la población nativa se desplazó a la península de Kamchatka.
Se tienen noticias de algunas visitas por parte de los europeos, primero por la Compañía de Jesús y luego por el viajero holandés Vries, quien los describió en 1643. Posteriormente, los rusos anexaron algunas regiones del territorio ainu en su imperio hasta 1875, cuando la mitad sur de Sajalín fue cedida a Japón.
Las relaciones con los japoneses fueron en cierto grado tirantes desde que los integraron al país en el siglo XIX. Durante el siglo XX, su cultura empezó a decaer no sólo por la influencia de los japoneses sino de la cultura estadounidense, que desde 1945 impulsó una mayor vinculación socio-económica. En 1973, los ainus se reunieron por vez primera en una asamblea para reivindicar los derechos de este pueblo en la nación japonesa. Actualmente cuentan con una participación en el parlamento japonés.
El viernes 6 de junio de 2008 el parlamento japonés aprobó por unanimidad una resolución en la que se reconoció a los ainus como “un pueblo indígena con su propia lengua, religión y cultura” Este reconocimiento, si bien tiene un valor más simbólico que práctico, permitirá al Gobierno japonés destinar ayudas en materia de educación y empleo a los miembros de esta etnia.
La cultura tradicional ainu es muy diferente de la tradicional japonesa. Al alcanzar determinada edad dejan de afeitarse, así que los hombres más viejos tienen enormes barbas y bigotes. Hombres y las mujeres por igual se cortan el pelo de los lados de la cabeza a nivel de los hombros, pero en la parte posterior el corte es semicircular. Al comenzar la pubertad, las mujeres se tatúan la boca, brazos, los órganos genitales externos y, en ocasiones, la frente, utilizando como colorante ceniza de corteza de abedul que se deposita en un tarro que cuelga sobre el fuego.
Su vestimenta tradicional es una capa tejida con hilo extraído de la corteza del olmo. Tiene mangas largas, casi llegan hasta los pies y están arolladas al cuerpo y atadas con un fajín del mismo material. Las mujeres también llevan ropa interior de paño japonés. En invierno llevan pieles de animal con perneras de piel de ciervo y botas de piel de perro o de salmón. Cazan con arco y flechas envenenadas. Su alimentación consiste básicamente en carne de venado, oso, astuta, lobo, tejón, buey y caballo, así como pescado, cangrejos, ostras, aves, mijo, frutas, verduras, hierbas y raíces. Nunca comen el pescado o la carne crudos, sino que siempre cuecen o asan dichos alimentos.
Habitan en chozas techadas con cañas, las más grandes alcanzan casi los 7 metros, sin habitaciones y con un lugar para el fuego en el centro; no tienen chimenea, sólo un agujero en el techo; sólo tienen una ventana en el lado oriental y dos puertas. La casa del jefe de la aldea se usa como lugar de encuentro comunal cuando es necesario. En vez de utilizar muebles, los ainus se sientan en el suelo, que está cubierto con dos capas de alfombra, una de junco y otra de tela; y en vez de camas extienden planchas, las rodean con un acolchado y emplean pieles como cobertores. Cuando comen, los hombres usan palillos y unos utensilios que les sirven para apartar el bigote y las mujeres utilizan cucharas de madera
Los ainus tienen creencias animistas, según las cuales todo en la naturaleza tiene un “kamui” (espíritu divino) en su interior. Hay una jerarquía de “kamuis”. El “kamui” más importante es la abuela tierra (el fuego), luego están los “kamuis” de las montañas (animales terrestres) y los del mar (animales marinos) y luego todo lo demás. No tienen sacerdotes o chamanes con dedicación exclusiva. El jefe de la aldea dirige las ceremonias religiosas que sean precisas; ceremonias que se reducen a la libación del vino, rezos en voz baja y la ofrenda de palillos de sauce con virutas de madera pegadas. Estos palillos se llaman “inau” (singular) y “nusa” (plural), y se colocan en un altar que se utiliza para ofrendar las cabezas de los animales sacrificados. El pueblo de los ainus agradece a los dioses antes de comer y reza a la deidad del fuego (“Huchi”) cuando acaece una enfermedad. Creen que sus espíritus son inmortales y que serán recompensados después de la fin con el ascenso a Kamui mosir (La tierra de los Dioses) o castigados en el infierno.
Algunos ainus del norte son miembros de la Iglesia ortodoxa rusa.
Los ainu son una minoría en Japón y como vemos su cultura no tiene nada que ver con Japón aunque ellos vivan allí después de habérselas robado su propia tierra. Ahora deben convivir con quienes les agredieron aunque ahora se respeta más su diferencia y en muchos cosas la integración ha sido total. La permanencia como etnia minoritaria se debe respaldar desde todos los ámbitos…o acaso no es un regalo poder contar con un pedazo de historia con carne piel y huesos, que ha permanecido a lo largo de los años y que nos sirve sin duda para comprende y seguir mirando a ese supuesto “futuro” de nuestras ajadas mesas de luz…?
Como curiosidad, en la película La Princesa Mononoke de Miyazaki, el protagonista, Ashitaka, es un príncipe Ainu que contrae una maldición luego de que su aldea fuera atacada por un Tatarigami, un malo surgido de la ira un Dios Jabalí llamado Nago. En las primeras secuencias de esta película se puede apreciar parte de la cultura ainú (vestimentas y arquitectura principalmente).
Además, otro aspecto curioso por el que también he podido conocer a los Ainu es por un interprete musical Ainu que se llama Oki.
Los Ainu poseen una tradición musical autónoma, los géneros incluyen el antiguo yukar (mimo), que es una forma de poesía épica, y upopo, en el que “la segunda voz de contrapunto tiene que imitar la fórmula musical de la primera voz de contrapunto (que no se oye hasta el último momento), en un intervalo mucho más corto que la de los cánones occidentales ya que la segunda voz ataca la fórmula musical precedente antes de que la primera voz haya acabado.”
Ainu: Los aborigenes japoneses.