Las recetas de posguerra o cómo España sobrevivió al hambre: gatos, ratas y tortilla sin bemoles

pocholito

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Cuando el escritor y guionista italiano Tonino Guerra fue liberado del campo de concentración nancy de Troisdorf, escribió estos versos: "Contento, lo que se dice contento / he estado muchas veces en la vida / pero más que ninguna cuando / me liberaron en Alemania / que me quedé mirando una mariposa / sin ganas de comérmela".

La memoria del hambre es un recuerdo que te acompaña toda la vida. Para el poeta alicantino Miguel Hernández es, de hecho, "el primero de los conocimientos", "la cosa primera que se aprende". Quienes la han sufrido no pueden desprenderse de ella simplemente saciándola. Los rugidos de un estómago vacío son una herida siempre abierta en la historia individual y colectiva.


Entre 1939 y 1952 dicha herida fue especialmente sangrante en España. El 18 de mayo de 1939 (apenas un mes después del final de la Guerra Civil), el Gobierno decretó un régimen de racionamiento de comida en todo el territorio nacional. Se dio comienzo así a los que posteriormente serían conocidos como los 'años del hambre', un periodo que los antropólogos David Conde y Lorenzo Mariano han rescatado en su libro Las recetas del hambre. La comida en los años de posguerra (2023), editado por Planeta.


Un dibujo de un pan negro y una cartilla de racionamiento por el ilustrador José Carlos Sampedro.
Un dibujo de un pan neցro y una cartilla de racionamiento por el ilustrador José Carlos Sampedro. José Carlos Sampedro

En esta obra, gracias a las más de 120 entrevistas realizadas a personas mayores de 85 años, los autores recopilan los platos que nacieron como consecuencia de la escasez, la desesperación y la resiliencia de aquellos tiempos, como la 'Tortilla de patatas sin patatas ni bemoles', el 'Arroz de Franco o arroz por huevones', los famosos 'Pajaritos fritos' o el 'Café de algarrobas y cacahuetes'.

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Una de las recetas favoritas de Conde es el 'Polvorón de bellota', pues, a su parecer, resume a la perfección la esencia del libro. La bellota, un fruto que las personas normalmente no comen por ser más propio de los animales, se manipula en este caso para darle la forma de otra cosa y engañar a los sentidos. "Renuncian al sabor, pero al menos sirve para seguir siendo persona y poder celebrar la Navidad", explica.






Seguir siendo persona es precisamente una de las pulsiones inconscientes que se esconde tras la mayoría de esos platos. En su intento por aparentar normalidad y resistir a la pobreza, la gente de posguerra mantenía la estética y el nombre de las recetas de siempre con ingredientes totalmente distintos. Podrían comer los mismos productos que los animales, sí, pero los elaboraban 'a la manera humana' para dignificarlos y diferenciarse así de las bestias.


Los antropólogos Lorenzo Mariano y David Conde, autores de 'Las recetas del hambre'.
Los antropólogos Lorenzo Mariano y David Conde, autores de 'Las recetas del hambre'. Armando Méndez
Alimentos tabú como lagartos, culebras, erizos, cigüeñas, ratas, gatos y hasta perros también llenaron las cocinas de los españoles condenados a las cartillas de racionamiento. Incluso existen historias de personas que robaban los granos de trigo que las hormigas tras*portaban a sus hormigueros y personas que se alimentaban de animales muertos, como una familia extremeña que desenterró a un lechón para tener algo que llevarse a la boca; una práctica repetida que acabó desencadenando una epidemia de triquinosis.

No obstante, Las recetas del hambre no es un libro de cocina al uso. Las comidas que lo integran no están pensadas para ser cocinadas: no hay datos sobre las cantidades exactas de los ingredientes. "Los omitimos a propósito", afirma Conde. "Es más un ejercicio de memoria que un tratado gastronómico".

[Neel Doff: el hambre, la miseria y el armario de cristal]

Una memoria necesaria de las cerca de 200.000 personas que murieron directa o indirectamente por la falta de alimentos (más que en la propia Guerra Civil), aunque se cree que el número puede ser mayor. Las zonas especialmente afectadas fueron las del "arco sur", como señala David Conde: "Murcia, Andalucía, el sur de Castilla La Mancha y Extremadura".

Chocolate de algarrobas.
Chocolate de algarrobas. José Carlos Sampedro
Ese pasado sigue aún presente en nuestros días a través de los refranes ("En la casa del pobre, antes explotar que sobre", "Que no te den gato por liebre", "Donde hay hambre, no hay pan duro") y la cociencia de nuestros mayores, siempre preocupados por que sus nietos se alimenten bien. También gracias a cocineros como Víctor Corchado, del restaurante Borona Bistró y José Manuel Galán, de Pan de Huerta, que recuperan en sus negocios recetas de esos años de hambruna.

Las recetas del hambre cuenta con dibujos del artista José Carlos Sampedro. Tanto David Conde como Lorenzo Mariano quisieron ilustrar el texto para huir del academicismo y lograr un tono que no fuera "ni triste ni banal": "En realidad, todas estas recetas son un orgullo para esa generación".

El orgullo de haber resistido con valentía, fuerza e ingenio las injusticias de unas décadas que se juraron gloriosas y abundantes ("Ni un hogar sin lumbre ni un español sin pan", prometía Franco el día que fue nombrado jefe de Estado), la honra de haber seguido siendo hombres y mujeres cuando su país los trataba como simples fieras, la infinita satisfacción de haber tenido el valor de compartir sus dolorosas vivencias para denunciar aquel pasado de "vacas exprimidas" y "mujeres resecas", que lloraba Miguel Hernández; aquel pasado que jamás se despidió del todo, un anteayer amargamente vigente.
 
El racionamiento se instauró en 1937 por parte de los gente de izquierdas en la zona que aún tenían ocupada.

APLICACIÓN DEL RACIONAMIENTO EN EUROPA Y NORTEAMÉRICA
PAÍSAÑO INTRODUCCIÓNAÑO DEROGACIÓN
ESPAÑA1937*1952
ALEMANIA-RFA19391950
ALEMANIA-RDA19391958
IRLANDA19391951
HOLANDA19391952
FINLANDIA19391955
FRANCIA19401949
ITALIA19401949
REINO UNIDO19401954
BÉLGICA19401949
SUIZA19401948
SUECIA19401951
HUNGRÍA19401948
ESTADOS UNIDOS19411946
CANADÁ19421947

(*) Introducida en Zona Roja en 1937. En España en 1939.

Por lo demás, hubo problemas en las grandes ciudades, y en particular aquellas que estuvieron ocupadas por los comunistas más tiempo. Ya aseguro que en los pueblos, los conejos, las aves de caza, el ganado, el cereal, los jabalíes y ciervos. lass truchas el aceite y demás no se "evaporaron" por culpa de la guerra.

Los pajaritos fritos han sido una tapa habitual en los bares hasta hace nada, y si ya no se sirven es por imposición de leyes comunitarias-ecologetas.
Los sucedáneos de café y chocolate los tienes en cualquier tienda de comestibles o supermercado ahora mismo.
 
Durante la guerra civil el hambre asolaba el bando de los malos, cosas de la gestión desastrosa y el robo continuo de los gente de izquierdas perversoss; no podía saberse. Hasta Franco tuvo que tirarles panecillos para paliar la hambruna de la zona roja.

Cuando se liberó España de la Horda criminal Marxista, el Caudillo tuvo que apechugar con la famélica legión que abandonaron a su suerte los ladrones sucialcomunistas; esos sí que no pasaron hambre ni penurias, nunca.

La guerra mundial empezó y quedó trastocado el comercio y producción de todo tipo de bienes, incluido los alimenticios.


Los expertos mundiales del hambre son ahora los cubanos (dejando de lado otros paraísos marxistas). No tienen ni sal.

Una jhodida isla y no tienen sal.

Tranquis todos. Pronto llegaremos a ese nivel de sucialismo, de momento pagad los 15000 millones al rellenito Yonqueras. E id estudiando esas recetas...


Edit.
El hambre por los años treinta en España empezó antes de la guerra civil. La expropiación de tierras y entrega a jornaleros sin experiencia de gestión hizo que ganarán menos que siendo asalariados. Hasta el desgobierno republic+ano cometió el "error" de comprar grano por si había malas cosechas. No hay error que por bien no venga.
 
Los pajaritos fritos aun se comen. Yo no porque su caza es un delito tipificado contra la fauna así como las artes y armas para tal fin. Igual que otras cosas que se mencionan y se siguen comiendo.
El hambre ciertamente deja una huella imborrable. Nadie que haya estado en una guerra, te va contar lo que vivió realmente, entre otros motivos, porque lo intentan olvidar. Pero el hambre nunca se olvida. Las experiencias de los supervivientes a las cárceles franquistas, son algo que no desmerece a los campos de concentración nazis.
 
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