Alex Cosma
Madmaxista
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Todos, los leyendanegristas del pueblo llano, y sus supuestos (y falsos) contrarios leyendablanquistas del pueblo llano, se MIMETIZAN CON LAS ÉLITES DE PODER, por eso suelen usar el la segunda persona del plural (o plural de autoría): nosotros, nuestros, hicimos, nos hicieron...
Hablemos de los PUEBLOS IBÉRICOS post-Roma:
Esos pueblos venían de donde venían, de la tiranía de Roma y luego la tiranía visigoda-fiel a la religión del amora, por eso sabían muy bien hacia donde no ir (esclavitud, patriarcado, propiedad privada absoluta, centralismo, estado, ejército...) y fueron en sentido contrario, con la ayuda del ideario del cristianismo primitivo (que no del Clero, siempre al servicio del poder y de sí mismo); un cristianismo que no era el oficial-adulterado al servicio de Roma y los poderosos, sino el original que sobrevivió a las persecuciones en forma de monacato (que tampoco era oficial, y por eso la iglesia católica creó los monacatos oficiales, para combatir-neutralizar a aquél).
Este libro explica como era aquella sociedad:
Tiempo, historia y sublimidad en el románico rural
Sí, aquellos pueblos tenían identificados los límites de su libertad, y esos límites vendrían dados por su perseverancia en la lucha contra la tiranía; en cuanto aflojaran, serían una vez más derrotados (tal y como sucedió con el paso de los siglos). No eran perfectos, pero consiguieron logros, casi únicos en la historia de la humanidad. Y es por ello por lo que los pueblos ibéricos son los que se llevan la palma a la hora de ser criticados-demonizados por todas las élites del mundo, incluidas, por supuesto, las locales (élites locales): porque ese pueblo, esos pueblos, fueron los que más y mejor combatieron a toda forma de poder ilegítimo (romana, visigoda, fiel a la religión del amora y católica).
La leyenda de color no fue cosa de ingleses u holandeses contra las coronas "españolas" (en realidad castellanas), al contrario, de esa "leyenda de color" las élites locales salieron siempre fortalecidas, porque en realidad todas las élites europeas sabían muy bien que el enemigo a derrotar eran los pueblos ibéricos, para que, una vez aniquilados, ningún pueblo pudiera tomar ejemplo de ellos (de su afán de libertad, de sus concejos abiertos, de su derecho consuetudinario, de sus bienes comunales, de sus milicias concejiles, etc.). Por eso todas las élites europeas en algún momento de la historia se aliaron con las élites "españolas" (tan vilipendiadas por las propias élites europeas), para aplastar a los pueblos peninsulares en sucesivas guerras (y guerras civiles). Se habla mucho de genocidios aquí y allá, pero el más largo y continuado, lento pero seguro, es el que se ha dado y se sigue dando aquí, en lo que se conoce como España (ahora finalmente con la inmi gración masiva y sustitución poblacional).
El principal enemigo de los poderosos siempre es el PUEBLO, y el más valeroso y temido de los pueblos fue el ibérico, los pueblos ibéricos (y todos los invasores lo probaron en sus carnes: romanos, godos, carolingios, fiel a la religión del amores...). Y ahora somos (yo sí puedo usar el plural de autoría, porque me refiero al PUEBLO LLANO del que formo parte en el PRESENTE) de lo PEOR de Europa en cuanto a embrutecimiento y degradación precisamente porque antes fuimos (fueron nuestros antepasados) los MEJORES. Desde la perspectiva del PODER, a los mejores hay que degradarlos más que al resto... y llegado el caso eliminarlos del mapa (con nuestra degradación y demografía actual, y con la inmi gración, incluida la sudamericana, muy "hispana" ella, es cosa de un par de décadas más).
Todo el relato de la historia es en esencia falso porque oculta el papel del PUEBLO; sólo nos cuentan la historia como una lucha entre poderosos, y el PUEBLO sólo aparece en escena para tomar parte por alguno de los bandos enfrentados. Puede que, por desgracia, haya sido casi siempre así, pero no siempre, y si hay algún ejemplo que lo contradiga hay que reconocerlo y a ser posible imitarlo; y si el ejemplo lo tenemos tan cerca (Alta-Central Edad Media Hispana), pues con más razón.
El objetivo de tal embuste y ocultación es obvio: que el PUEBLO no sea consciente de su poder, y siempre delegue en minorías poderhabientes la totalidad de su existencia.
Hablemos de los PUEBLOS IBÉRICOS post-Roma:
Esos pueblos venían de donde venían, de la tiranía de Roma y luego la tiranía visigoda-fiel a la religión del amora, por eso sabían muy bien hacia donde no ir (esclavitud, patriarcado, propiedad privada absoluta, centralismo, estado, ejército...) y fueron en sentido contrario, con la ayuda del ideario del cristianismo primitivo (que no del Clero, siempre al servicio del poder y de sí mismo); un cristianismo que no era el oficial-adulterado al servicio de Roma y los poderosos, sino el original que sobrevivió a las persecuciones en forma de monacato (que tampoco era oficial, y por eso la iglesia católica creó los monacatos oficiales, para combatir-neutralizar a aquél).
Este libro explica como era aquella sociedad:
Tiempo, historia y sublimidad en el románico rural
Sí, aquellos pueblos tenían identificados los límites de su libertad, y esos límites vendrían dados por su perseverancia en la lucha contra la tiranía; en cuanto aflojaran, serían una vez más derrotados (tal y como sucedió con el paso de los siglos). No eran perfectos, pero consiguieron logros, casi únicos en la historia de la humanidad. Y es por ello por lo que los pueblos ibéricos son los que se llevan la palma a la hora de ser criticados-demonizados por todas las élites del mundo, incluidas, por supuesto, las locales (élites locales): porque ese pueblo, esos pueblos, fueron los que más y mejor combatieron a toda forma de poder ilegítimo (romana, visigoda, fiel a la religión del amora y católica).
La leyenda de color no fue cosa de ingleses u holandeses contra las coronas "españolas" (en realidad castellanas), al contrario, de esa "leyenda de color" las élites locales salieron siempre fortalecidas, porque en realidad todas las élites europeas sabían muy bien que el enemigo a derrotar eran los pueblos ibéricos, para que, una vez aniquilados, ningún pueblo pudiera tomar ejemplo de ellos (de su afán de libertad, de sus concejos abiertos, de su derecho consuetudinario, de sus bienes comunales, de sus milicias concejiles, etc.). Por eso todas las élites europeas en algún momento de la historia se aliaron con las élites "españolas" (tan vilipendiadas por las propias élites europeas), para aplastar a los pueblos peninsulares en sucesivas guerras (y guerras civiles). Se habla mucho de genocidios aquí y allá, pero el más largo y continuado, lento pero seguro, es el que se ha dado y se sigue dando aquí, en lo que se conoce como España (ahora finalmente con la inmi gración masiva y sustitución poblacional).
El principal enemigo de los poderosos siempre es el PUEBLO, y el más valeroso y temido de los pueblos fue el ibérico, los pueblos ibéricos (y todos los invasores lo probaron en sus carnes: romanos, godos, carolingios, fiel a la religión del amores...). Y ahora somos (yo sí puedo usar el plural de autoría, porque me refiero al PUEBLO LLANO del que formo parte en el PRESENTE) de lo PEOR de Europa en cuanto a embrutecimiento y degradación precisamente porque antes fuimos (fueron nuestros antepasados) los MEJORES. Desde la perspectiva del PODER, a los mejores hay que degradarlos más que al resto... y llegado el caso eliminarlos del mapa (con nuestra degradación y demografía actual, y con la inmi gración, incluida la sudamericana, muy "hispana" ella, es cosa de un par de décadas más).
Todo el relato de la historia es en esencia falso porque oculta el papel del PUEBLO; sólo nos cuentan la historia como una lucha entre poderosos, y el PUEBLO sólo aparece en escena para tomar parte por alguno de los bandos enfrentados. Puede que, por desgracia, haya sido casi siempre así, pero no siempre, y si hay algún ejemplo que lo contradiga hay que reconocerlo y a ser posible imitarlo; y si el ejemplo lo tenemos tan cerca (Alta-Central Edad Media Hispana), pues con más razón.
El objetivo de tal embuste y ocultación es obvio: que el PUEBLO no sea consciente de su poder, y siempre delegue en minorías poderhabientes la totalidad de su existencia.
