La fiscal pide absolver a los policías acusados de hurto en Pío XII pero admite que el registro fue “rocambolesco”

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Un momento del registro de la tienda, el 19 de mayo de 2015.

Un momento del registro de la tienda, el 19 de mayo de 2015. / M. G.
LUIS LASTRA21 Abril, 2023 - 06:00h
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El juicio a los seis policías nacionales acusados de sustraer algo más de 17.000 euros en una tienda de la Ronda de Pío XII quedó este jueves visto para sentencia en la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla. Acabó la vista oral sin que su desarrollo, a lo largo de tres sesiones, hiciese variar a la Fiscalía su postura inicial, que es la de entender que no hay caso y que todos los agentes deben ser absueltos. La representante del Ministerio Público admitió en su informe que el registro del local, en busca de tabaco de contrabando, dejó “imágenes llamativas o rocambolescas”, pero también deslizó que la comerciante, con condenas previas por venta de tabaco ilegal, presentó una denuncia falsa para así “quitarse presión policial” de encima.
El juicio, por tanto, terminó como empezó, con una sola petición de condena, la de la acusación particular ejercida por la tendera. La mujer, de nacionalidad rumana, solicita cuatro años y medio de guandoca para cada investigado por un delito de hurto y otro de falsedad documental, este último basado en la presunta manipulación del acta de inspección. “Las imágenes (de las cámaras de seguridad) se conectan perfectamente con lo denunciado por la dueña”, afirmó el abogado durante la exposición de su informe. “Si el dinero que se entrega a otra mujer esa misma noche es el que denuncia como sustraído por la Policía, ¿cómo es tan sencilla de no apagar las cámaras?”, se preguntó también.
Para la Fiscalía, la tesis de la acusación particular “hace aguas”. “No se ha probado que sustrajeran ninguna cantidad de dinero ni que manipularan el acta de incautación”, explicó la fiscal. “No podemos negar que hay imágenes llamativas o rocambolescas en la actuación, como cuando un agente movió una cámara o cuando otro policía se metió un fajo en un bolsillo del pantalón, aunque ya explicó que su intención era apretar las clavijas al marido de la denunciante para saber de dónde venía el tabaco”, reconoció.
Los agentes juzgados pertenecían a la comisaría del Distrito Macarena.
Los agentes juzgados pertenecían a la comisaría del Distrito Macarena. / JUAN CARLOS VÁZQUEZ OSUNA
La portavoz del Ministerio Público también manifestó sus “serias dudas sobre la verosimilitud del testimonio” de la pareja que regentaba la tienda y sus “contradicciones” sobre el origen del dinero que allí había. Por poner un ejemplo, el marido dijo durante la investigación que procedía de la recaudación y de la venta de un piso en Rumanía, pero en el juicio no mencionó esta última operación. “Sorprende que un negocio de tan pequeñas dimensiones tuviese una facturación diaria de entre 3.000 y 5.000 euros”, apostilló también la acusación pública.
También fue citado por esta acusación el episodio de la mujer a la que la tendera entregó una importante cantidad de dinero aquella misma noche, el 19 de mayo de 2015, y que esa testigo ocultó en su “pechera”. “La explicación de que se lo dio para el cumpleaños de su hija mayor es rocambolesca. ¿Había un cumpleaños a las 3 de la mañana? Y tampoco se entiende que una persona que vive en Puente Genil venga a Sevilla para un cumpleaños a esa hora”, alegó el Ministerio Público.
A la fiscal, una vez visto el vídeo, también le extrañó la “actitud distendida” que detectó en la denunciante a pesar de que acababa de “vivir un registro supuestamente ilegal”. O por qué la otra mujer “se guardó el dinero en el sujetador y no en el bolso”. “Los billetes eran de 50 o 100 euros. Si hubiesen sido de 10 o 20, como aseguraron, habría necesitado una talla 190 de sujetador para guardar tal cantidad de dinero”, argumentó.
Las defensas, por su parte, volvieron a pedir la absolución de sus clientes, aunque tres de los cuatro abogados personados solicitaron que, en caso de condena, se aplique la atenuante de dilaciones indebidas.
El jefe del equipo denunció sin éxito a un policía
La tercera y última sesión del juicio, que se ha estado desarrollando en la Audiencia de Sevilla, comenzó con las declaraciones de los últimos testigos. Las respuestas más llamativas correspondieron al jefe de la sección de Seguridad Ciudadana de la comisaría del Distrito Macarena, es decir, el superior de los seis agentes encausados. Alguno de ellos ya reconoció que la relación no era la mejor posible y el testigo, que en su día autorizó esa operación en Pío XII, no sólo ratificó ese extremo sino que fue un poco más allá. “Yo era el superior, a algunos les caería mejor y a otros, peor. Hasta aquel momento no hubo ningún problema, pero a partir de entonces... Hasta cierto punto me sentí coaccionado. Denuncié a uno de los investigados, pero se sobreseyó por falta de pruebas. Esas coacciones tampoco me han importado nunca, sólo denuncié para que acabaran”, explicó ante el tribunal.
El mando policial, ya retirado, también relató que la información sobre el posible contrabando procedía de uno de los agentes y que él le dio libertad para “realizar el servicio cuando lo considerara oportuno” y con el número de compañeros que estimase conveniente.
Después fue el turno del profesional de asuntos internos que instruyó el atestado. Una de las medidas que tomó durante la investigación fue organizar escuchas telefónicas de los policías. “No pudimos determinar que fuesen una banda organizada, más bien fue algo puntual. Incluso entre algunos de ellos no se llevaban bien”, aseguró el testigo. Respecto al visionado de los vídeos, el agente destacó el “trasiego” que hubo durante la redada, hasta el punto de que “aquello parecía el camarote de los hermanos Marx”, y admitió que sólo había chequeado lo que ocurrió durante el registro policial y que no llegó a la parte en que, horas después, aparecía la mujer a quien la tendera entregó varios fajos de billetes y que ella ocultó debajo de la camiseta.
 
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