Jornadas de 11 horas para trabajar y opositar a la vez: «Por mi salud mental no era capaz de dedicarme solo a estudiar»

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Jornadas de 11 horas para trabajar y opositar a la vez: «Por mi salud mental no era capaz de dedicarme solo a estudiar»
Candela Montero Río
CANDELA MONTERO RÍOREDACCIÓN / LA VOZ
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Sara Bello (izquierda) y Beatriz Bouza (derecha) trabajan como docentes al mismo tiempo que preparan una oposición

Sara Bello (izquierda) y Beatriz Bouza (derecha) trabajan como docentes al mismo tiempo que preparan una oposición
Tres jóvenes cuentan cómo se organizan para compaginar un empleo con la preparación para conseguir una plaza en el sector público. Cada segundo vale oro en una carrera en la que la motivación y la disciplina son las claves para llegar a la meta
28 feb 2023. Actualizado a las 05:00 h.
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Bea y Sara no se conocen, pero sus días se parecen como si de dos amigas se tratase. Ambas trabajan como docentes al mismo tiempo que preparan una oposición. La primera opta al cuerpo de profesores de secundaria, en la especialidad de inglés; la segunda busca de una plaza en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. «Una carrera de fondo», coinciden en explicar ambas, con jornadas y semanas muy largas en las que «hay que vérselas para compaginarlo todo».
Beatriz Bouza, de Narón, comenzó esta aventura a finales del 2021, «después de darle muchas vueltas». Pero ella misma se define como un «ojo ciego inquieto» y nunca se dedicó solo a estudiar: desde segundo de carrera compaginó trabajos como monitora con Psicología. Ahora reparte su tiempo entre estudiar, entrenar y su empleo impartiendo actividades extracurriculares en una academia cercana a su casa. «Soy una persona que no puede estar quieta y estoy bastante acostumbrada al hecho de trabajar y estudiar a la vez. Siempre compaginé ambas cosas, aunque le haya dedicado más tiempo a una u otra según el momento», explica.
Sara Bello, de A Coruña, también tomó la decisión por su «forma de ser» y su «forma de estudiar». «No concebía ponerme solo con la oposición, porque sabía que iba a necesitar momentos en los que no estuviese estudiando, pero quería aprovecharlos para, al mismo tiempo, hacer algo productivo», cuenta esta joven, que imparte clases de inglés cada tarde en una academia.
Una realidad que también vive Jose María, quien ya tiene más experiencia en lo que a oposiciones se refiere. Lleva siete años preparándolas, algo que compagina con dos empleos: imparte clases de gimnasia de mantenimiento por la semana y arbitra partidos de fútbol los fines de semana. Durante el verano estas actividades se pausan, pero él no lo hace y trabaja como socorrista. «Mi meta es aprobar la oposición. Al principio pensaba que me iba a llevar menos tiempo, pero cada año que pasa me doy cuenta de que es más complicado, aunque hay que seguir», cuenta.
El secreto: pasión y disciplina a partes iguales
Algo que también comparten estos opositores es la pasión por sus respectivos trabajos, aspecto que consideran fundamental para que el empleo no se convierta en un lastre. Los tres lo definen como una «vía de escape». «A mí me sirve para desconectar de tanto estudio, no agobiarme y tener una rutina que me permita variar de ambiente y de actividad», explica Bea, a quien le cambia la voz al hablar de su empleo: «Me encanta lo que hago. Me divierte muchísimo trabajar con niños, me lo paso genial y me río un montón. Que el trabajo te guste es la clave, sino se hace muy duro».
Sara dice que no podía haber escogido un empleo mejor, pues además de una forma de evasión, en él encuentra el complemento perfecto para su formación: «Estoy trabajando en algo para lo que estoy opositando. Parte de mi labor la hago con chavales de la edad de los que serán mis alumnos cuando tenga mi plaza en educación secundaria. Así, al mismo tiempo que preparo la oposición, estoy adquiriendo conocimientos y práctica que el temario no me da».
Coincide en ello Jose María, quien define la existencia de esta actividad complementaria como una «necesidad». «Dedicarse solo a la oposición quema mucho. Yo no puedo estar las 24 horas pensando en las pruebas. Es cierto que obtengo ingresos de todo esto, pero en realidad lo hago como si fuese una afición. Si algo te gusta no es una obligación, sino que lo tienes como una forma de vida». Durante un par de años se dedicó únicamente a preparar la oposición, hasta que se dio cuenta, asegura, que «iba a llevar más tiempo del que pensaba» inicialmente: «No puedo estar toda la vida sin trabajar. Además, preparar la oposición requiere dinero y trabajar es la forma de poder financiarla. Pero, sobre todo por mi salud mental no era capaz de estar solo con la oposición, necesitaba un respiro».
Jose María, pepara las pruebas desde hace siete años: «Dedicarse solo con la oposición quema mucho. Yo no puedo estar las 24 horas pensando en las prueba»
Lejos de verlo como una desventaja, este joven cree que es «un error dejar de hacer otras cosas». «Tienes que intentar continuar con tu vida e incluir la oposición en ella. Hay mucha gente que lo tiene que dejar porque se dedica exclusivamente a estudiar y no aguanta el estrés», cuenta. «Está claro que para aprobar tienes que dar todo de ti. Pero si te obsesionas y ves que va pasando el tiempo y no apruebas, sientes que estás perdiendo años de tu vida», reflexiona.
También tienen claro que una buena organización es la clave para exprimir al máximo las horas del día y llegar a todo. «Mi organización es bastante caótica, pero a mí me funciona», explica Sara. «Siempre fui una persona muy ordenada y nunca me dediqué a una sola actividad. Cuantas más cosas tengo, mejor me organizo, porque sé que si dispongo de una tarde entera para estudiar la desaprovecho», añade Bea. Con un gran trabajo de gestión, los tres logran obtener «un equilibrio entre estudio, trabajo, vida social y deporte», una tarea para nada sencilla y que consiguen gracias a estrictos horarios y planes, casi, sin fisuras: «A veces estudio más horas y otras menos. Hay que ser consciente de que de vez en cuando la vida se interpone en nuestro camino y no podemos cumplir los objetivos a rajatabla», defiende Sara.
Jornadas maratonianas
Los días de estos opositores son largos. Comienzan entre las siete y las ocho de la mañana y el patrón matinal es el mismo para los tres: desayuno, deporte y estudio. No todos dedican el mismo número de horas al temario: Jose María para a las doce de la mañana para conectase a sus clases virtuales en la academia en donde prepara las pruebas, mientras que tanto Sara como Bea estiran el tiempo de estudio hasta la hora de comer. En ese momento toca para los tres que Bea llama «el café y el descanso de rigor», antes de comenzar la tarde de trabajo.
Beatriz Bouza, estudia por las mañanas y trabaja por las tardes: «Cuantas más cosas tengo, mejor me organizo. Si dispongo de una tarde entera para estudiar la desaprovecho»
Cuando terminan su jornada laboral, cada uno sigue una rutina diferente: Jose María continúa estudiando y sus días se prolongan hasta las doce de la noche. A Sara el cansancio le impide continuar estudiando cuando regresa a casa, por lo que a las nueve de la noche da por concluida su jornada. En el caso de Bea, «el plan puede variar», pues, por si fuese poco opositar y trabajar, también se dedica a otras actividades: «Hay días que me vengo a casa a estudiar hasta la hora de la cena; una vez a la semana tengo clase de piano; los martes, por ejemplo, tengo inglés y los miércoles y los viernes voy a entrenar con mi perro. Pero cuando vuelvo a casa siempre estudio un poco más», explica.
Los fines de semana su rutina cambia y cada uno de ellos se organiza de forma diferente. Para Jose María, el protagonista es su trabajo como árbitro, al que dedica buena parte de sus horas durante el sábado y el domingo, pero intenta sacar tiempo para cumplir con otra de las obligaciones de la oposición: «Los test tengo que hacerlos sí o sí, así que sino los hago durante el fin de semana tengo que buscar huecos el resto de los días». Bea se concentra en el estudio, al que se dedica mañana y tarde, aunque también busca momentos de evasión: «Suelo ir un par de horas a entrenar sola. Y si me organizo bien a veces saco tiempo para ir a dar un paseo, a tomar algo o a cenar con amigos». Sara compagina el descanso con el temario, pero da prioridad a lo primero: «Los sábados por la mañana tengo preparadora y los domingos estudio un poco, pero intento tener tiempo libre los fines de semana, porque descansar es esencial».

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¿Queda tiempo para el ocio?
Una vez más, los tres son capaces de coincidir a la hora de identificar al gran sacrificado a la hora de permanecer en el mundo laboral al tiempo que opositan: «Está clarísimo, la vida social», sentencia, rotundamente, Bea. «Siempre se pueden encontrar huecos, aunque cada vez el tiempo libre escasea más, ya no estoy para tantos trotes», bromea Jose María.
Los ejemplos son múltiples: «Muchas veces paso los fines de semana por los campos de fútbol, en vez de estar con la familia o hay que quedarse en casa sin salir. Cuando tus amigos están por ahí, tú estás estudiando», cuenta Jose María. Lo mismo le sucede a Sara: «Hay momentos, como pueden ser las vacaciones de verano, en los que es muy complicado cuadrar fechas. Mis oposiciones suelen ser entre junio y julio, que es cuando mucha gente se coge vacaciones del trabajo y si quieres organizar un viaje a largo plazo es mucho más difícil». «Eso es un gran inconveniente porque, aunque parezca que no, mantener la vida social también es muy importante», añade esta coruñesa.
Sara Bello, opostia para profesora de secundaria: «A veces no podemos cumplir los objetivos a rajatabla. El descanso y la vida social también son muy importantes»
Para Bea, improvisar ya se ha vuelto imposible: «Tengo que organizar los planes con mucha antelación, porque estructuro mi semana y voy poniendo lo que quiero conseguir cada día, entonces los planes que aparecen sin contar descolocan toda mi rutina». «Cuando quedas con amigos, por suerte o por desgracia nunca sabes cuando acaba, entonces tengo que organizarme muy bien en esos casos», añade. Aunque ella tiene su propia estrategia para no descuidar a sus amistades: «Suelo aprovechar las cenas o los desayunos para quedar con gente, porque ¡comer hay que comer!», bromea.
Pero el ocio no es lo único que esta joven de Narón ha tenido que sacrificar, pues ella también renunció a su independencia. Después de tres años viviendo sola en A Coruña, decidió regresar a casa de sus padres para poder dedicar más tiempo a la oposición: «Sí que es cierto que cuando preparas estas pruebas tienes que centrarte más en estudiar, por eso decidí volver a Narón». «Al final, mantenerse en A Coruña sale bastante caro, por lo que hay que dedicar mucho tiempo a trabajar. Yo buscaba un empleo para tener dinero y desconectar, pero no quería que eso me agobiase», añade.
Estos sacrificios tiene sus consecuencias. Algunas son negativas: «Socialmente, quieras o no, siempre te distancias de algunas amistades», apunta Jose María, que ve, al mismo tiempo, un lado positivo a esta situación: «Eso también te motiva a seguir con la oposición, para buscar una estabilidad». Es precisamente esa motivación el motor que los impulsa a los tres: «Me gusta ir mejorando y creciendo poco a poco. A pesar de que mi cerebro está centrado en la oposición, me enriquece aprender otras cosas», explica Bea. Se suma Jose María, quien ve en las dificultades «otra ventaja de lo duro que puede ser opositar». «Tienes que mentalizarte de que vas a caer muchas veces y tendrás que levantarte, aún con más fuerza. Todo este proceso y el sacrificio también te va curtiendo para todas las dificultades que te venga después», concluye.
 
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Tenemos ahora mismo a todos los jóvenes preparándose oposiciones, se está creando una burbuja de expectativas tremendas con esto que solo conllevan a frustraciones, gente memorizando idioteces para obtener la placita en vez de estar desarrollando ya una actividad productiva. Y más sabiendo que esto, cuando se masifica, no deja de ser una burbuja que está a punto de estallar.

El burbujón es brutal, porque además no sólo tienes a gente sin trabajo o parados, sino gente con trabajos decentes, que están opositando para cobrar menos que en la privada. Es absurdo.
 
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